sábado

Pez

Ondulaciones, luego un impacto al borde que se irá a formar parte de la marea de barro igual que el muro derruido. Las vallas de contención son juguetes para que aquel que mora en la ría los desgaste hasta llevarse el botín. Lo mismo para las líneas que intentan darle caza al pez gordo, él que en su mundo de sombras y sirenas está rechoncho. Ya no se contenta con esas carnadas, los espineles siguen en la soledad sorbiendo lo dulce y la sal que se mezclan en esta correntada, del otro lado del continente los brazos azules separan los pastizales en los que los venados se ocultan. El otro habitante de estos humedales asoma su corona ahí en la ribera, confundida con un brote de talas que se alzan como las flores del lugar recibiendo la caricia del viento que viene desde la boca rozando el pilote enclavado en medio de la corriente que marca la entrada antigua. Después únicamente el vaivén de las olas que empiezan a sacudir las embarcaciones, los cangrejos han abandonado la sombra de las barcas tras recibir el abrazo de la marea que empieza con su danza a hacer bailar a todos aquellos que se atreven a quedarse cerca. Sol naranja y rojo te vas detrás de una nube, la noche tiende el manto como si fuera la puesta a punto de la mesa en la que ha de ponerse al corriente de todo lo sucedido en su ausencia diurna. El faro con su luz trémula atraviesa la bruma marina dándole al enorme pilote la sensación de no estar solo, la otra señal de vida viene del sur sumándose al vuelo de las lisas que otean a los habitantes de la superficie. La estela es un camino blanco sobre el espejo que enseguida éste alisa, a la brisa se le da por jugarle una mala pasada generando pliegues que en tropel se precipitan sobre la playa de conchilla y la verde manta que puebla esas orillas. Restos de embarcaciones le dan la alarma a aquellas que aún flotan, alguna ha empezado a hacerse lugar en el lecho viéndose apenas el mástil que en épocas no tan lejanas sintió el flameo de la bandera con el escudo de un tiburón venido de más allá de la curva. Tiempos lejanos que se esconden debajo del oleaje, la tarde toca a su fin y es hora de volver a casa dejando a la enorme presencia escondida en soledad debajo de ese otro mundo que paralelo corre al nuestro.

 

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