Encontré la manera de ser inmortal
más allá de un busto y un nombre
en los almanaques.
La hallé sin querer una noche de junio
pero no fue sino hasta deambular
por los pasillos, con las notas
bajo el brazo, que me percaté de ello.
La descubrí en cada hora de planificaciones
y mañanas frías ansiando la primavera,
justo en un lugar parecido en el que
Zulma y Angélica la descubrieron.
La encontré y sé que ya no la dejaré.
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