jueves

Dioses entre nosotros (2023)

“Al descender de su nave interestelar el pionero de la colonización en el Planeta Rojo se topó con los habitantes originarios de dicho espacio a los que mostró el título de propiedad por el cual una inmobiliaria terráquea lo hacía dueño de la mitad del territorio ocupado por los marcianos. Ante la negativa de los ocupantes de abandonar dichas extensiones desérticas, debajo de las que el agua esperaba ser sacada, les ofreció una suma sideral que fue rechazada dado que no puede ser asimilada como el maná que proviene del éter. Dicho esto se marchó jurando volver con una orden de desalojo siendo vitoreado por aquellos que se perdieron en la distancia”.

La conquista de Marte, Tomo I, Camiú.


Mientras todavía podía mover sus miembros sin la ayuda de la tecnología que poseía decidió fulminar al jardinero por ser un descuidado, sus preciosas plantas habían sido abrasadas por un sol asesino que las redujo a formas marchitas cambiando de verde a amarillo para después llegar a marrón. Se mezclaron con la tierra que no recibía su ración de agua pese a que podía pagar con creces cada gota, ello le pasaba por contratar a alguien acostumbrado a ahorrar siendo que no todos podían costearla. Redactó de puño y letra la condena equivalente a despido, debía dejar su puesto de trabajo inmediatamente al igual que los enseres firmando la documentación de entrega y retirar su humanidad que molestaba entre tanta divinidad. También se le descontarían los daños en las estatuas del jardín aunque ello obedeciera a otras clases de manifestaciones, siendo que el patrón no vigilaba al resto de la manada con el pretexto de tratarse de sus hijos. Culminado con el distracto formal realizó un inventario de las personas que se encontraban bajo su control, en la nómina diría trabajadores pero él sabía muy bien que esa era la forma de esclavitud aceptada. Sobraban operarios ante la inminencia del viaje interplanetario, sacrificadas apenas unas ganancias nimias con el ahorro del pago de ciertas indemnizaciones atenta la interminable cantidad de instancias de revisión judicial. La lentitud de tales poderes le permitían ejercer el propio sin límite alguno, mofándose en la cara de los desventurados que le confiaban la suerte a algún picapleitos que culminaría asegurando su bienestar antes que el reclamo del cliente. Podrían haber llamado a los desvalidos de otra forma, condenados, desahuciados, indefensos, excluidos o cualquier otro eufemismo que reflejara su condición de carne de cañón que un sistema a punto de esfumarse pretendía exprimir hasta el final. Después de todo estaba convencido de que no había una desconsideración de su parte al pensar en ellos un poco cada día, recortando aquí y allá los excedentes para mantener su porcentaje de pérdidas bajo. Tenía una familia numerosa que alimentar dándoles los sueños de otros, pedazos de la vida que se consagraban a un bien mayor resumido en transacciones millonarias para los pobres de alma que recubren el faltante con alta costura y brillantes de forma tal de sentirse cerca de los astros. Incluso enaltecen a sujetos de carne y hueso para poder mantener su estatus, mostrándole a los del fondo que aquí está el héroe en una categoría un escalón debajo de manera que los únicos que están cerca del cielo sean aquellos llamados civilizados. Si sus costumbres fueran reveladas se verían los ríos de sangre corriendo por debajo, con los gritos ahogados de aquellos que son arrastrados por ser parias nada más para que las arcas se llenen de cifras inconmensurables que no caben en la pantalla de una calculadora. Pero bien que está hecho el cálculo sabiendo la cantidad de bajas que se reemplazarán con ganado nuevo, total éste sobra en las cuentas que se hacen sin tener en consideración a la vida que se engulle.    

DEN, 2023.


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