jueves

Asteroide


En la Tierra quedaron los que no podían costear el viaje a la Nueva Europa, aguardando la inminencia del juicio final en tanto los predicadores se llevaban las riquezas de la antigua ciudad para rendirle tributos a Zeo. Los que conservaban alguna moneda se instalaron en la Luna, anhelando algún día alcanzar las puertas del mundo civilizado. Otros en cambio se quedaron trabajando sobre el enorme asteroide que servía para procesar las rocas que vagaban por el universo y nutrir de metales al primer mundo. La gran mayoría de los moradores de esa fábrica de materia prima eran refugiados, ciudadanos de tercer orden acorde a los lunáticos y mano de obra barata. Eran fáciles de reemplazar con algún marginado de acá o un polizón de las naves que se dirigían fuera de la barbarie. Unos ciento cincuenta años desde la gran migración, poco había cambiado hasta la explosión que desplazó toneladas de material hacia el cuadrante cercano a la planta de procesamiento. Dada la crisis que los habitantes lunares vivían ocurrió una rebelión y la primera medida del gobierno entrante fue reclamar la propiedad de todas las rocas que flotaban cerca de la Luna. Incluso aquellas que se procesaban en el asteroide, el cual de pronto cobró una importancia histórica. Las gacetas digitales justificaban la medida en razón del bien común, era necesario desalojar a los ocupas a los fines de asegurar los derechos de futuras generaciones. Un buen día la enorme roca fue objeto de la fuerza pública, se efectuó un inventario de las propiedades para luego abonarles centavos y enviar a la Tierra a los pobladores. La alegría duró poco, una enorme nave de guerra ensombreció la Luna y envió un ultimátum, inmediato abandono de la isla pétrea bajo apercibimiento de guerra entre las partes. El régimen lunar aprovechó la ocasión para enardecer el gen nacionalista, contando la retirada como una proeza que sería rememorada durante los siguientes años. A todo esto la delegación de Nueva Europa restituyó la propiedad a los antiguos moradores, los que se convirtieron en ciudadanos con plenos derechos y un enorme poder adquisitivo. La materia prima era enviada a Europa, allí se procesaba para luego convertirse en bienes que eran vendidos a precios altísimos tanto en la Luna como en la Tierra. Los lunares nunca olvidaron la mancha que suponía la pérdida del asteroide, siempre lo mismo con los poderosos cuando se trataba de aplastar a los más débiles. Para ello formaron la Comisión de los Desmemoriados, a los fines de lograr que las futuras generaciones conocieran la realidad de los hechos. Estaba prohibida cualquier referencia a los pobladores del asteroide, en la fecha del intento de desalojo se exhibían publicaciones en un formato casi extinto llamado libros y se contaba la enorme resistencia. Los ideólogos se convirtieron en próceres a través del tiempo, el alzamiento que protagonizaron quedó escondido de la memoria colectiva. Se hablaba tan sólo de un traspaso de funciones de manera urgente, cualquier derramamiento de sangre era una anécdota de carácter accidental y en su caso un enorme sacrificio por la patria. Sin embargo los nombres de las víctimas no estaban en ningún registro, dado que un virus informático afectó la base de datos gubernamental y la copia de seguridad no existía. Así se contaba una historia parcial, el resto de los hechos quedaban escondidos entre las piedras que flotaban libres en el espacio.

Cuaderno 1, 3ª historia.

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