sábado

Tánatos


Tironeó un rato hasta lograr su cometido, algunas migas fueron a parar sobre su remera y luego siguieron en su descenso a las que se habían adueñado del suelo. Tocó entonces el turno a las depredadoras de restos de pan, las que caminaban orgullosas sabedoras de su posición. Una de ellas secaba al sol su lustrado cuello, a media mañana había sorbido los restos tostados de la harina que quedaban en el disco y eso le costó caro. La ira del cocinero fue tal que el castigo lo recibió toda la bandada, apartada de esta exhibía con orgullo su nueva insignia. Nadie osaba desafiarla, el letargo envolvía a las aves sobre los tejados de tipo español. El viento agitó las cortinas, el morador del cuarto atendía ahora el teléfono mientras buscaba un cigarrillo. Las palomas se disputaron los restos del envoltorio hasta que quedó liberado en el viento, yendo a posarse sobre uno de los techos de abajo. La lluvia se ocuparía de lavarlo, el sol de arrebatarle los colores, un recuerdo más que se va. Por eso las de gris regresan en otra incursión, olvidan que ya han vivido esto para seguir con su reclamo de migajas. En tanto el forense ha cambiado la comodidad de su balcón por un oscuro sótano en el que inicia la apertura de otros envoltorios. Ahora es ropa la que queda a un lado, sobre la fría cama los despojos de la existencia hablan por última vez. Antes que la bandada negra caiga a revolotear para esgrimir los fundamentos de un reclamo de derechos, la verdad debe salir a la luz aunque el asesino piense que no hay posibilidad alguna de que encuentren el rastro de migas. Sin embargo, al igual que el cocinero dio con la paloma aceitosa el médico ve en el reguero todas las señales del acto llevado a cabo. Sólo queda seguirlo, para los demás es igual que andar a ciegas pero estos dos ojos llegan a verlo todo. No hay indicios de una entrada violenta, el arco carmesí se observa a lo largo de un muro en el que se reflejan las sombras de la sociedad. Los medios hablan de un homicidio con caracteres siniestros, pero esto al que se ocupa de traer todas las pruebas a la luz no lo detiene. Al final del reporte queda regresar los restos a los familiares, ahora ese cuerpo es un envoltorio vacío sobre el que los cuervos se arrojan pero pronto la lluvia del tiempo lo volverá olvido. Toca regresar al hogar a alimentar a las palomas, el alma ha volado indemne hasta su lugar en los cielos. El martillo cae en un despacho con un rótulo presuntuoso, impartir justicia dando a cada uno lo que corresponda, o en el caso en particular las migajas. Los sueños, sensaciones y besos se quedan afuera, la última gota de dignidad está manchando una pared. En una pesadilla el autor, hijo de la víctima, logra borrar la misma y sonríe satisfecho. Más tarde se dará cuenta que a juzgar por el miembro hábil del fallecido, el corte suicida debería estar al revés. En este detalle piensa mientras la canilla de su celda gotea, esto lo adormece y sueña que pudo salirse con la suya. Pero no contaba con los rastros igual a migajas de pan que dejó sobre el escenario, ahora la máscara se le ha caído semejante a las plumas manchadas de aceite.

Cuaderno 1, 7ª historia.

jueves

Miniaturas

Terminó de colocar las pequeñas estatuas en el jardín, siete en total, la pintura ya se había secado y los enanos sonreían mientras el sol les daba en los ojos. Se metió en la casa a los fines de protegerse de los rayos de la mañana, a la que reemplazó la tarde y por último la noche. En ese punto aquellos que estaban alineados rompieron las filas, dando lugar al inicio de los festejos. Lejos del verde césped había un bar llamado El Quebranto, famoso por sus peleas y resacas aunque para el común de la gente sólo era un centro cultural. Los concurrentes bebían un derivado del agave, debidamente rebajado luego de varios fondos blancos. Todas las formas medianamente mantenidas a la luz del día eran arrojadas igual que ropa vieja, en tanto el mundo dormía ignorante. Las fisuras las disfrazaba el jardinero, ocupado en dejarlos siempre con tonos florecidos cosa que no se notara el cambio en la fisonomía pese a nadar en un mar de excesos cada noche. Llegó un momento en que la oscuridad fue eterna, taparon para ello al sol con uno de sus dedos en tanto la otra mano sostenía una jarra. Las líneas de sus rostros eran el reflejo de otras tantas, las que se marcaban por siempre con cada dosis. Mamá y papá, especialistas en criar yuyos, no se daban cuenta del estado de desgaste de las estatuas. Se habían quedado con las imágenes de tiempos anteriores, en los que ignoraban cómo la mala hierba se apoderaba de ese edén. Al momento de iniciar la purga de las malezas se percataron de lo avanzado del problema y decidieron mantener las apariencias ante el resto de los mortales, también graduados en eso de pintar escenas de cartón. La enfermedad fue curada mediante el certificado de un viejo compañero de armas, el usaba éste método a los fines de sentirse mejor consigo mismo y de esa forma no tener que admitir que a una de esas figuras en el patio le faltaba la cabeza entera. Todo seguía sin que nada cambie, año a año los cuida parques renovaban las esperanzas con esas personitas a su cargo. Hasta que un buen día fueron desterrados, ahí los enanos tomaron el control y se dedicaron a esculpir sus propios diseños, sentados en las reposeras los antiguos propietarios seguían ignorando lo que pasaba al otro lado del muro, ya les había sido vedado ingresar ahí bajo pretexto de haber laburado sin descanso para mantener el orden de las cosas. Por fuera un cartel rezaba “SE VENDE” en letras rojas y fondo negro. El nuevo jardinero estaba pintando la cara de uno de esos enanos, recubriendo las rajaduras de manera que pareciera nuevo y esperando el verde salvoconducto. Notó que sus manos estaban marcadas, luego simplemente el paisaje explotó frente a sus ojos quedando reducido a escombros. Ahí el viento se ocupó de desparramar los restos, dejando el verde pasto inmaculado y la advertencia enterrada entre los ecos de la casa. Ello hasta la llegada de una pareja con sus dos niñas, ahora las pequeñas podrían jugar en el amplio patio sin que molestaran los adultos. La estatua con la cabeza rota sigue ahí.     

Cuaderno 1, 6ª historia.

Palita

Jugaba sobre las arenas de la costa atlántica, en un lugar llamado Las Toscas debido a la cantera inmensa de la que se extraía ese material y se rellenaba el viejo camino de carretas. En eso inició la exploración con la pala de color rojo, usó la arena que sacó del pozo para llenar los baldecitos construyendo las cuatro torres en torno a las que levantó un pequeño castillo. Lo que no logró fue volver a tapar aquellos agujeros que voluntariamente había abierto. Quedaron como una herida escondidos en el alma, semejante a los hoyos que las máquinas dejaban al extraer la tosca. Sin embargo estos no estaban visibles, aunque permanecían ahí como un bache mal arreglado y en cada bofetada que recibió de a poco los cráteres se empezaban a mostrar. Lo que inició en una playa lejana se trasladó al tiempo presente, otra era la persona que llevaba esa carga maldita que hace naufragar a tantas almas. En su descenso al infierno arrastraba a los que tenía cerca, hasta que sólo quedó ella. Soñaba frecuentemente con la playa de su infancia, los rostros de sus progenitores e incluso de su hermano más pequeño que intentaba ponerse de pie. De pronto era un gigante asediando la muralla, apenas una torre sobrevivía al paso de esa fuerza destructora. Ella no se percató de esto, intentaba reconstruir su maravilla aunque los esfuerzos se tornaron inútiles. Pronto la vida misma bajo el disfraz del mar la arrolló, llevándose a su paso todos los juguetes. Excepto la pala, en ese punto sobre el escenario sólo estaba Laura abrazando los restos de una parte de la existencia que le había sido arrebatada. Los granos de arena se escurrían al mismo lugar que las lágrimas, generando ese vacío en el que ella deambulaba pese a mostrar otra mascara ahí afuera. Nada podía hacer sospechar la oscuridad en las profundidades, la bestia que la acechaba en tanto veía hacia los médanos e intentaba reparar su pérdida. De repente en una de las tantas noches largas notaba el peligro que la amenazaba, el que mutaba para la ocasión y la jalaba rumbo a la vorágine. En un intento desesperado clavaba la pala sobre la pared de la última torre, la que terminaba por desmoronarse encima de ella haciendo que despierte. En otros momentos la imagen era la de un largo pasillo, un corredor cuyas luces empezaban a apagarse excepto la que pendía sobre su cabeza. A donde fuera ese foco estaba iluminando, una suerte de lupa colocada encima de ella. Y la puerta, siempre había una puerta al final del recorrido. El problema era la llave, aunque perdía muchas veces la voluntad de seguir forcejeando la misma enseguida estas esperanzas se renovaban. Al otro lado estaban aquellos que se cruzaron o formaban parte de su vida, desde el hermano ahora definitivamente crecido hasta el primer novio que tuvo. Una sumatoria de historias que se volvían cartas de un tono amarillo, algunas de las cuales prefería no abrir. O al menos eso creía, más de una vez se encontró recordando un atardecer con el sol muriendo en el mar y gruesas nubes que amenazaban con oscurecer ese día perfecto. En todos los casos la solución final estaba en sus manos, aunque fuera necesario derrumbar el foso para ascender a la luz.

Cuaderno 1, 5ª historia.





Eneas


La gastada duró poco, tal vez por el hecho de que nuestro eterno rival nunca pudo dar la vuelta olímpica. Estuvieron cerca en esa ocasión, incluso nos ganaron el clásico de manera demoledora aunque en el final eso no les alcanzó. Por un lado esto es un bálsamo para nuestra sufrida hinchada, la mancha sin embargo sigue ahí ya que para algunos fue el primer partido en el que pudimos ver al club de nuestros amores. Los sacrificios que un hincha hace no salen en ninguna foto, los jugadores, el técnico y los dirigentes seguro, pero el haberlo dejado todo para poder estar ahí seguro que no. Salimos un domingo muy temprano desde Las Avutardas, allá en el sur de Tres Arroyos, en un colectivo que había servido como transporte escolar. El partido arrancó a las 17 hs., nunca había podido estar rodeado de tantas camisetas con los colores del alma y pronto la euforia nos invadió quedando mimetizados con esa horda futbolera. Los visitantes recibieron un abucheo generalizado al ingresar al campo de juego, sus hinchas no se sentían ante el eclipse de los cánticos propios. El balón empezó a rodar, las canciones que bajaban de las tribunas generaban una atmosfera cálida, el clima acompañaba como nunca antes en la tarde dominical. Hasta a eso de los quince minutos, ahí el nueve contrario recibió un balón afuera del área y sacó un remate esquinado. Nuestro arquero voló en una escena heroica, Héctor intentando detener la caída de Troya y así le fue. El estadio no acusó recibo de esa primera cachetada, todo siguió igual en tanto la escuadra dueña de casa arremetía contra el muro defensivo intentando vulnerarlo. Miré como tantas otras veces a mi lado, los muchachos habían desaparecido en esa selva roja y azul, ya eran parte del cuadro así que sería difícil encontrarlos antes de salir de la cancha. En eso percibí una nueva amenaza contra la meta propia, lo que empezó con un despeje a cualquier parte contó con la complicidad de los centrales dormidos. El 11 de ellos robó el balón en el desesperado intento de cierre y el portero quedó fuera de la foto, 0 - 2. En ese punto la hinchada empezó a pedir que pusieran un poco más de huevos, dado que jugábamos contra nadie. Pero el tema es que Nemo nos estaba ganando, de repente el dos se volvió tres y ahí se pudrió todo. Sobre el banco de suplentes cayeron encendedores, zapatillas, latas vacías y botellas de plástico rellenas de desechos que el ser humano llama orina. Para el segundo tiempo el técnico metió mano, aunque a mí me sonaba un poco tarde el asunto dado todo el conocimiento en múltiples aspectos que nuestros ciudadanos presentan. Sabemos un poco de todo, en definitiva nada de nada pero el pálpito estaba ahí como una suerte de voz ominosa. El equipo encontró un gol a eso de los cinco minutos del segundo tiempo, algún fana gritó que se lo dábamos vuelta aunque enseguida la realidad cruda regresó. Otra vez el nueve, por partida doble como una máquina de asedio derribaba los gruesos muros de papel y festejaba con los brazos en alto. Nuestra afición cesó de cantar luego del quinto gol, las banderas fueron recogidas y comenzó el desbande, éramos un ejército vencido. Los últimos dos golpes eran apenas un par de focos de incendio que se unían al resto de las llamas, los ojos me ardían ante el espectáculo que estaba presenciando en total soledad. Los hinchas visitantes festejaban en medio del humo, por mi parte decidí retirarme igual que Eneas llevando intacto el amor en mi corazón.

Cuaderno 1, 4ª historia.

Asteroide


En la Tierra quedaron los que no podían costear el viaje a la Nueva Europa, aguardando la inminencia del juicio final en tanto los predicadores se llevaban las riquezas de la antigua ciudad para rendirle tributos a Zeo. Los que conservaban alguna moneda se instalaron en la Luna, anhelando algún día alcanzar las puertas del mundo civilizado. Otros en cambio se quedaron trabajando sobre el enorme asteroide que servía para procesar las rocas que vagaban por el universo y nutrir de metales al primer mundo. La gran mayoría de los moradores de esa fábrica de materia prima eran refugiados, ciudadanos de tercer orden acorde a los lunáticos y mano de obra barata. Eran fáciles de reemplazar con algún marginado de acá o un polizón de las naves que se dirigían fuera de la barbarie. Unos ciento cincuenta años desde la gran migración, poco había cambiado hasta la explosión que desplazó toneladas de material hacia el cuadrante cercano a la planta de procesamiento. Dada la crisis que los habitantes lunares vivían ocurrió una rebelión y la primera medida del gobierno entrante fue reclamar la propiedad de todas las rocas que flotaban cerca de la Luna. Incluso aquellas que se procesaban en el asteroide, el cual de pronto cobró una importancia histórica. Las gacetas digitales justificaban la medida en razón del bien común, era necesario desalojar a los ocupas a los fines de asegurar los derechos de futuras generaciones. Un buen día la enorme roca fue objeto de la fuerza pública, se efectuó un inventario de las propiedades para luego abonarles centavos y enviar a la Tierra a los pobladores. La alegría duró poco, una enorme nave de guerra ensombreció la Luna y envió un ultimátum, inmediato abandono de la isla pétrea bajo apercibimiento de guerra entre las partes. El régimen lunar aprovechó la ocasión para enardecer el gen nacionalista, contando la retirada como una proeza que sería rememorada durante los siguientes años. A todo esto la delegación de Nueva Europa restituyó la propiedad a los antiguos moradores, los que se convirtieron en ciudadanos con plenos derechos y un enorme poder adquisitivo. La materia prima era enviada a Europa, allí se procesaba para luego convertirse en bienes que eran vendidos a precios altísimos tanto en la Luna como en la Tierra. Los lunares nunca olvidaron la mancha que suponía la pérdida del asteroide, siempre lo mismo con los poderosos cuando se trataba de aplastar a los más débiles. Para ello formaron la Comisión de los Desmemoriados, a los fines de lograr que las futuras generaciones conocieran la realidad de los hechos. Estaba prohibida cualquier referencia a los pobladores del asteroide, en la fecha del intento de desalojo se exhibían publicaciones en un formato casi extinto llamado libros y se contaba la enorme resistencia. Los ideólogos se convirtieron en próceres a través del tiempo, el alzamiento que protagonizaron quedó escondido de la memoria colectiva. Se hablaba tan sólo de un traspaso de funciones de manera urgente, cualquier derramamiento de sangre era una anécdota de carácter accidental y en su caso un enorme sacrificio por la patria. Sin embargo los nombres de las víctimas no estaban en ningún registro, dado que un virus informático afectó la base de datos gubernamental y la copia de seguridad no existía. Así se contaba una historia parcial, el resto de los hechos quedaban escondidos entre las piedras que flotaban libres en el espacio.

Cuaderno 1, 3ª historia.

domingo

Corazón


Salieron de la fortaleza seguros de que la guerra culminaría al cabo de esa batalla, al enemigo sólo le quedaba un último reducto que podrían tomar ante la superioridad del número. El esposo de la reina había caído en una de las tantas incursiones, dada la sed de sangre que la caracterizaba desde ese momento encabezó cada asalto tomando venganza en formas sádicas y tétricas. Cualquier fortificación a su paso era ahora un puñado de escombros, nada crecía sobre ese suelo recubierto de sangre y cenizas. Los únicos que se animaban a recorrer las líneas que las paredes mostraban, eran los cuervos. Las aves negras se muestran ajenas al dolor de los demás, será por eso de que los sentimientos no se traducen en monedas y los dos ojos vacíos de vida ven a la muerte de la cual sacar provecho. Incluso entre camaradas no existe el honor. El hambre es tal que no dudan en sacarle las tripas al que creció junto a ellos, ahora es sólo un despojo al que los gusanos reducen a la nada. Así aguardaban las huestes negras sobre los árboles marchitos, el sonido de las armaduras y los bufidos de las bestias antes de lanzarse a la carga contra oponentes vencidos. La sangre reemplazó al vino esa noche, la reina satisfacía su perversión cortando de a poco a su víctima. Sabiendo que no tenía pies aguardaba el inminente final, aunque en medio del dolor pudo ver que debería atravesar un mar de sufrimientos. Como una burla, su victimaria dejó las extremidades mutiladas debidamente apoyadas en la entrada de la tienda. Luego continuó el ascenso buscando el corazón de esa vida a la que pretendía quitarle toda belleza, separando las partes en un ritual macabro. Al amanecer el órgano estaba en sus manos, la búsqueda de toda la noche daba sus frutos y debía alimentarse de este antes de que las tropas despertaran. El primer mordisco siempre era el más sabroso, pero también el más difícil. Luego dejaba a un lado la vergüenza empalagándose hasta que no quedaba nada, hecho lo cual corría desnuda por los campos florecidos sembrando el fuego a su paso. El arroyo estaba cerca, la sangre se iba cuesta abajo dejando estériles las orillas y tiñendo de a poco el mar azul. Ahora el océano empezaba a verse como la borra del vino, esa sensación tenía ella al beber hasta la ebriedad la sangre de sus enemigos. Al despuntar el alba desearía desangrar al cielo para quitarle su brillo carmesí, igual al de sus ojos iluminados por la hoguera sobre la que se balanceaban todos sus enemigos. El alma refleja aquello que somos, aunque tratemos de esconderlo detrás de modales y perfumes, la putrefacción brota bajo la luz de las teas danzando como acólitos en un aquelarre. Repartiendo la bebida que ha de impulsar la maquinaria asesina hasta calmar los impulsos, aunque únicamente durante el día. Ahí se muestra la pulcritud, los modales refinados y las sonrisas fingidas como el súmmum alcanzado sin el otro. Luego cae la noche, las máscaras son dejadas a un lado y varias personas educadas emulan a la reina, permitiendo que el demonio que mora en sus almas se coma lo que resta del corazón. Finalmente no son más que seres vacíos, sus ojos reflejan un abismo que conduce a la nada. Al oscuro precipicio del tiempo.

Cuaderno 1, 2ª historia.

sábado

Bobinados


Cuatro metros por debajo de la superficie, a través de un conducto recubierto de adoquines y la humedad que se mete en la garganta como una puñalada helada. La soga debería soportar el peso aunque la sensación de que alguien ahí arriba podría darle un final al asunto y cortar la misma, lo atormenta a cada segundo desde el momento en que inició la empresa. Dejar atrás el mundo de las luces, entrar en las entrañas de la tierra por medio de lo que parece el orificio del hocico anunciando que el mar de colmillos se encuentra cerca. En un instante cualquiera habrá un movimiento imperceptible, triturados músculos, huesos y tejidos, adiós existencia sin haber terminado la obra por la que lo fueron a buscar en aquel taller de bobinados que yace perdido allá a lo lejos. Aunque el olor del lugar le recuerda a la atmosfera que genera el barniz, siendo aplicado sobre aquellos conductos que giran igual que la vida. De pronto uno se halla tranquilo, dos críos juegan en la tarde apacible hasta que la joven madre los llama a hacer la tarea. En eso una sombra se proyecta sobre la luz de la entrada, sujetando a la otra existencia ante la necesidad de sus servicios. Temprano en la mañana lo pasan a buscar, el pago es en efectivo, la placa ha quedado marcada por si acaso y al ocaso la máquina está colocada. La monada armada hasta los dientes cuida la entrada a la quinta de descanso, otros dos vástagos corretean por entre los árboles hasta que la oscuridad viene. Ahí el vehículo lo deporta al mundo de los vivos, al día siguiente verá al globo alzarse y sorberá un mate reduciendo el hecho a un mero trabajo más. Mas algo en ese periplo por las tinieblas le ha dejado una extraña sensación, amarga como el sabor de ese primer sorbo verde. El agua ha comenzado a enfriarse, su amor regresa seguida por uno de los retoños y en el camino a la casa espanta al perro que trata de hallar cobijo en algún rincón. Las voces en japonés se mezclan con el italiano y el español del río cuya corriente le  sirve de refugio a quienes quieran habitar éste suelo. Al final de un año agitado iniciará la cacería del dictador, ejecutado como un animal salvaje por quienes se esconden tras el pretexto de ser la reencarnación de Fuenteovejuna. Al conocer la noticia el bobinador verá ojos que lo acechan en todas partes, incluso entre los refugiados de un mundo en ruinas y tomará la decisión de partir hasta una playa perdida. La misma en la que coincidió con el emisario del patrón caído en desgracia, ahora no es más que una anécdota que el tiempo borra de a poco. Tanto como la maleza cercenada por el veneno, dejando los campos dorados escondiendo los restos de un homicidio silencioso. Una charla a orillas del mar entre el aviador y el bobinador sobre una recomendación para hacer un trabajo en la ciudad, que esconde otras intenciones igual a la sustancia extermina plagas. Pero todo laburo es bienvenido teniendo bocas que alimentar, así que nada de buscar excusas a la hora de llevar el pan a la mesa. Mendrugo en cuya alma se esconde el secreto de todas esas muertes acalladas.
Cuaderno 1, 1ª historia.

Oasis


Respiró el aire fresco de la última mañana del verano, aunque la prolongación del partido le daría unos cuantos momentos más como ese. Notó que los días se acortaban, ya el alba no llegaba a eso de las cinco de la mañana aunque el gallo cantaba en la noche que perduraba. Siempre se había preguntado si a aquel ser se le había roto el reloj en ciertas ocasiones, dado que a veces se le ocurría cacarear luego del almuerzo. Lo que no sabía es que el ave anunciaba el comienzo de las horas de las siestas, en las que existe un pacto tácito en el que el mundo evita realizar demasiado ruido y permite que los demás duerman un poco. Lo suficiente para recuperarse de esas salidas apuradas del lecho durante la mayor parte del año, salvo los sábados en los que es posible continuar un rato más y en el que el único despertador resulta ser el vehículo del vecino saliendo a eso de las nueve. O peor aún, el can asomándose alrededor de las ocho de la mañana para anunciar que aún no la han dejado salir, sintiendo sus garras sobre los mosaicos cuando está por asomarse a la puerta y el ejercicio matutino de estiramientos que se desarrolla, hasta decidirse a cruzar la frontera que la separa del cuarto en el que los druidas se dedican a dormir sin ningún contratiempo. Excepto por la necesidad de la bestia negra que se arrima a un costado del lecho, mirando con esos profundos ojos del color de la miel reflejando al otoño no tan distante y un océano aún más profundo en el que las penas de la calle, los golpes y el olvido se han hundido para siempre. Entonces la puerta finalmente se abrirá para que ella salga moviendo las caderas, respirando el aire fresco de esa mañana del fin de semana y disputándole las migas del pan añejo a la bandada de pájaros marrones que huyen para lanzar un nuevo ataque, así el juego se prolonga hasta que alguno recuerda que es hora de levantarse. Pero sin prisas, no hay ningún apuro en nuestra mañana.

miércoles

El mejor

Suena difícil intentar disfrutar de algo desde el día siguiente,
el momento que uno vive se torna interminable como
si simplemente dependiera de que alcancemos la siguiente
parada a los fines de bajarnos en una estación más tranquila.
Las horas se han vuelto días en las que esperamos superar
el obstáculo para llegar a uno muy parecido,
una especie de engaño hasta que nos demos cuenta de que
es demasiado tarde y entonces ya no quede nada que
disfrutar, vuelta al comienzo de la ruleta aguardando
que simplemente nos toque un número más favorable,
o el menos peor posible si consideramos que nada
parece calmarnos en estos tiempos acelerados.
Rápido se esfumó enero, el mes siguiente apenas
comienza pero la sensación de estar con todo
el peso del año ha regresado, así que mejor la dejo
afuera junto a la basura, en la mañana se habrá
ido con el resto de las sobras de eso que es existir.
No importará nada más, no debe importar ahora
o cometeré el mismo error de nuevo, el segundo
que viene no es necesariamente el mejor,
este que acabo de emplear sabe de otra manera
un domingo cualquiera en el que no es necesario
esperar a que sea un buen día para vivirlo.

lunes

Metrópolis


Transmitiendo, nada ha cambiado en dos siglos, un mensaje unívoco desciende desde la metrópolis manteniendo la realidad atada a una única visión. El producto manufacturado bajo la marca República se vende rápido entre los habitantes de los feudos, en los que aún se representa la “Primera noche” como una obra que demuestra lo último de lo último de las modas. Las hormigas siguen dirigiéndose presurosas a ocupar sus lugares dentro de la enorme colmena, en la época estival huirán de esa prisión rumbo al lago de aguas saladas en el que quedarán sedientos y desearán volver al tormento de ese látigo disfrazado de subsistencia, las únicas imágenes asociadas con el resto del territorio son la nieve y el mar. Luego desparece todo lo demás, el remanente de la información la constituyen un montón de datos sin sentido alguno, los de un equipo tratan de llevar agua y apagar el incendio que los detractores, antes detentadores del poder, intentan vender en medio de los 40° C de sensación térmica (otro invento de las mentes poderosas que se refugian en los grises edificios). La basura cubre las portadas de sus publicaciones diarias, al habitante de las alcantarillas sólo le interesa mantener su pequeña posición dentro del esquema de comodidad y para ello traslada la manía de hacer filas a cualquier rincón del país. Despotrica contra los precios excesivos, el peso no alcanza para nada y por eso ahorra en verdes, dejando sus modales así como la basura en las playas en las que nadie vive. O al menos ese es el mito urbano, las costas están habitadas de salvajes que no son personas, tal vez por eso se los pase por encima una y otra vez.

jueves

Las noches de verano

Las noches frías de verano contrastan con
el calor del fuego, el humo asciende al cielo
y se pierde a lo lejos en las estrellas que
brillan como nunca. 
Tal vez esta es la época de mayor de paz
en la que finalmente nos vemos liberados
de las ataduras, de las rutinas que van
de febrero a diciembre.
Un poco recordando otras épocas cuando
llega el momento de las fiestas y cierta
nostalgia, alguna lágrima que otra por los
que no están o por los que están pero pareciera
que no y otro tanto por los momentos que uno vive.
La alegría y las lágrimas se mezclan en una especie
de crisol, que no es más que estar vivo y saber
que uno existe, que es más que simplemente
un mero contribuyente, más que sólo carne y huesos.
Ahí entra la sangre como el fuego que en este 
momento arde, esperando limpiar las impurezas del metal.


Fin de año

El año se va, en realidad no es más que un espejismo, es una continuación. Uno se lo puede tomar bien o mal, desear que llegue ese punto para marcar una especie de quiebre.
Pero en realidad el quiebre se puede hacer antes si la situación viene mala, el tema es convencerse de eso, buscar el espacio para poder desarrollar algo que realmente lo reconforte a uno y no quedarse simplemente atrapado en la rutina, que lamentablemente la rutina no es vivir.  
Vivir es absolutamente experimentar, es exactamente lo contrario, la rutina no es más que una repetición de hábitos bien o mal aprendidos, a los cuales uno de pronto empieza con ese cansancio, el hastío, y es necesario intentar otra cosa. 
Pero realmente uno puede encontrar las formas distintas de encarar determinados asuntos, simplemente viéndose frente al espejo, o sea la respuesta está en uno, no hay otra cosa.


miércoles

Lluvia de enero 2019

El inconfundible sonido de la lluvia a comienzo
del año, truenos y relámpagos aparte del coro
de ranas pidiendo más y más agua.

martes

03 de marzo de 1945


03 de marzo de 1945

Antes que el invierno avance demasiado dejamos todo atrás, incluida a la perra que se perdió en la bruma del muelle, la última Navidad fue la peor de todas dado que el éxodo era inevitable siendo que la destrucción nos rodeaba. Lo que no se encontraba en ruinas estaba ocupado, la pena por haber seguido directa o indirectamente al vencido, aunque no hacerlo era equiparable a la muerte en las manos de las patrullas negras. Todo lo que no se ajustara a los designios de un demente era considerado una traición, los soldados marcharon a la guerra y muchos, demasiados, no regresaron. Los que lograron sobrevivir enfrentarían la deshonra de la derrota, la culturización a través de la ocupación de otra fuerza escudada detrás del manto de la libertad.
Antes de que el invierno hubiera avanzado viajamos hacinados en la bodega de una barca con el nombre de Ana, para llegar como proscritos a un barrio de marginales que nos recibió con sus calles de adoquines y su mezcla de palabras en una especie de caldero del que resultarían términos que están presentes en nuestro ADN, de forma tal que nos marca a través de los lustros.
Llegamos al final del verano en una especie de viaje en el tiempo como ya lo he dicho otras veces, tal vez por eso cuando el otoño vino acá, en el lejano Vecchiano la primavera comenzó la etapa de la reconstrucción. Las heridas cerradas en un lugar se abrieron por estos lares, dejando el granero a merced del saqueo y de un montón de títeres que repetían un mensaje un tanto parecido, de pronto la destrucción se instaló también acá. Gente avezada en estos temas pudo simplemente irse a tiempo, muchos otros se quedaron y construyeron para que otros se beneficiaran con el sudor, de ellos quedan pocos lamentablemente en tanto los piojos se han multiplicado comiendo las cascaras del grano que comenzaba a ponerse oscuro. Luego los discursos tan bien aprendidos, captando la atención de aquellos que pensaban en lo que podían perder y no en lo que poseían en realidad, así se cruzó una nueva barrera en el cambio de siglo pero siguiendo con los pedazos de lo que pudo ser. Nací precisamente al final del espectáculo macabro, pero permanezco entre las ruinas de la obra repetida en formato de saqueo y promesas de una democracia, que sigue siendo tal cosa sólo en los papeles. Ana no tuvo tanta suerte, su memoria perdura mientras olvidamos la de aquellos que tenían una idea de trabajo y crecimiento desde esa base.

Sábado, 27 de marzo de 1943

Querida Kitty:
El curso de taquigrafía ha terminado. Ahora empezamos a practicar la velocidad. ¡Seremos unas hachas! Te voy a contar algo más sobre nuestras «asignaturas matarratos», que llamamos así porque las estudiamos para que los días transcurran lo más rápido posible, y de ese modo hacer que el fin de nuestra vida de escondidos llegue pronto. Me encanta la mitología, sobre todo los dioses griegos y romanos. Aquí piensan que son aficiones pasajeras, ya que nunca han sabido de ninguna jovencita con inclinaciones deístas. ¡Pues bien, entonces seré yo la primera!
El señor Van Daan está acatarrado, o mejor dicho: le pica un poco la garganta. A causa de eso se hace el interesante: hace gárgaras con manzanilla, se unta el paladar con tintura de mirra, se pone bálsamo mentolado en el pecho, la nariz, los dientes y la lengua y aun así está de malhumor.
Rauter, un pez gordo alemán, ha dicho en un discurso que para el 1 de julio todos los judíos deberán haber abandonado los países germanos. Del 1 de abril al 1 de mayo se hará una purga en la provincia de Utrecht (como si de cucarachas se tratara), y del 1 de mayo al 1 de junio en las provincias de Holanda Septentrional y Holanda Meridional. Como si fueran ganado enfermo y abandonado, se llevan a esa pobre gente a sus inmundos mataderos. Pero será mejor no hablar de ello, que de sólo pensarlo me entran pesadillas.
Una buena nueva es que ha habido un incendio en la sección alemana de la Bolsa de trabajo, por sabotaje. Unos días más tarde le tocó el turno al Registro civil. Unos hombres en uniformes de la Policía alemana amordazaron a los guardias e hicieron desaparecer un montón de papeles importantes.



Texto perteneciente al “Diario de Ana Frank”, el texto ha sido extraído del blog http://eldiariodeanne.blogspot.com/.

Audio disponible en: SoundCloud/Ana Frank




sábado

Continuando


Un paso más, debo seguir hacia adelante, los errores son simplemente formas de aprender, no es que lo de antes no sea importante pero esta es una constante evolución mutando la escritura con el paso de los años hasta transformarla en una obra definitivamente concluida. Así que no veré hacia atrás, lejos yacen los días bajo los álamos en los que garabateaba formas sobre una libreta de almacenero y en espacios vacíos en las márgenes de los folletos que se convirtieron en basura, luego llegaría el fuego purificando esos borradores pero también la lluvia hasta que el hábito de deambular bajo ella se ha vuelto una costumbre. No entiendo la razón por la que los demás huyen presurosos, ayer encontré de nuevo esa maravilla que es pedalear bajo una llovizna en tanto las pequeñas partículas de tierra se adhieren al cuadro y terminan por completar la escena, pintando el negro con manchas blancas semejantes a las estrellas en la fría noche del verano. Las líneas de gris se recubren de azul, el lenguaje comunica aunque a ciertos ágrafos se les haya ocurrido lo contrario e intenten imponer términos que carecen de sentido, tratan en vano de conseguir igualdad mediante imposiciones tornándose victimarios tras haber sido víctimas y cosificándolo todo para así justificar su modelo bastardo. En tanto la tinta tiñe las hojas de azul, dejando la sangre y el sudor en cada pequeña creación, más difícil que destruir dado lo qué implica sacar a la luz ideas nuevas lanzándolas al espacio en donde nuestras existencias se desarrollan, pese a que ciertos sectores se dedican únicamente a tratar de doblegar escudados en un argumento barato adquirido en una tienda de rebajas.  

lunes

Alarma


Truenos, rayos y centellas, las tropas enemigas ya están cerca así que he de dar la alarma dado que todos duermen. Todos incluye en realidad a los dos defensores, uno de los cuales debe haber sido una locomotora en otra vida dado cómo ronca, pero es mejor que nada. En unos momentos caerán sobre nosotros, mejor la espada en mano aunque sea en calzones que la sorpresa de las llamas, los muros cayendo y los gritos de las víctimas. Así que he de cumplir con mi deber abandonando un instante la atalaya que me sirve de cubil, ingresando en las penumbras que la batalla entre luz y oscuridad genera, la bestia helada gruñe, también ella siente la presencia de los invasores, en particular del calor agobiante al que le debe hacer frente tan sólo con agua congelada. Pues bien, en un instante he dado con la puerta de la mazmorra y me he situado al lado del jefe, aunque este no me dio ni cinco así que le apliqué una técnica milenaria muy conocida entre los caninos: el famoso lengüetazo en el brazo. Como por arte de magia ocurrió lo que esperaba, una puteada de parte de Piero en medio de la oscuridad y la Negra se retiró hacia el garaje, a esperar la tormenta con la cabeza debajo del auto.
Desagradecido.

viernes

Ases (Lemmy)

Juego, una ronda más esperando que los ases lleguen terminando con la mala suerte de estar siguiendo siempre la misma línea por la carretera silenciosa. Monto la bestia de metal rumbo a lo desconocido, los dos faroles son los ojos del dragón que espantan a las criaturas de la noche. En un antro apartado del mundo jugamos con la parca una mano más, las cartas vienen mejores en esa ocasión evitando la guadaña. Un rayo de humo cruza el cielo del garito, uno a uno los que pierden se largan quedando una foto gastada. Pero el viejo sigue con la partida, bebiendo un líquido dorado en un vaso sucio para recargarlo una vez más desde esa botella cuya etiqueta se ha ido borroneando. Los ases vienen a romper la monotonía del silencio, la señora también ha de marcharse no sin antes mascullar una blasfemia que hace sonreír al victorioso. Luego hace sonar el bajo en una forma distinta a la de otros músicos, pisando la última colilla con la punta de la bota antes de emprender la difícil tarea de salir a escena para acallar a las bestias. En tanto la dama negra escucha los gritos de la muchedumbre, en su mano ya no brilla la guadaña sino un mazo formado sólo por ases de picas.


lunes

Renaciendo

Caés, te levantás otra vez
en una suerte de barajar
una vez más para reiniciar
el partido nuevamente.

Los pedazos de lo que queda
son la base para el futuro,
lo demás es el esfuerzo
que le pongamos a ello. 

El mundo sigue su curso
así que mejor nos apuramos,
sólo amanece nuevamente
para poder alcanzar la luz.

sábado

Sábado

El tedio de la semana se fue perdiendo en lontananza,
en una curva el tren divisó la estación sabática como
el agua dulce en medio de tanta sal y al final
nuestros sueños pequeños se juntaron
en tanto otra alma suspiraba en medio del silencio.

Hasta las goteras que se escurrían por la canaleta
encontraron sosiego cuando el viento las dejó en paz,
convertido apenas en una brisa que levanta el pasto
recién sesgado lanzándolo como un mensaje de calma.

Silencio, estrellas heladas en la noche fría pero a la
vez caliente semejante a estar encendiendo un
fuego en medio de la oscuridad, el que crepita
permitiendo que el humo dance entre la flota
que componen las briznas de la marea vegetal.

jueves

20 años


Subimos y caímos, el hielo en la cima nos encandiló dejando una marca interna,
un hilo invisible que une a un montón más de personajes pero se pierde entre
las rocas eternas convirtiéndose debajo en un hilo de agua sobre el que
las sillas vuelan devolviendo al mundo a los que se atreven en las alturas.

Los años pasan inevitablemente, el que regresa no es más que un sujeto extraviado
que llegó un buen día de septiembre con la clara de intención de no quedarse,
aunque entre los árboles pétreos dejó una inscripción que el tiempo se ocupó
de volver parte de esas rocas que se disfrazan de plantas para poder sobrevivir.

El resto se han vuelto guijarros que se precipitan hacia los lagos desde alturas
verdes y blancas en medio del bullicio que pronto el viento se ocupa de acallar,
siendo simplemente el epílogo de un viaje que culmina en una estación más
dando paso al enorme teatro en el que ha de desarrollarse la otra parte de la obra.

A los que nos despedimos en este viaje.