sábado

Bobinados


Cuatro metros por debajo de la superficie, a través de un conducto recubierto de adoquines y la humedad que se mete en la garganta como una puñalada helada. La soga debería soportar el peso aunque la sensación de que alguien ahí arriba podría darle un final al asunto y cortar la misma, lo atormenta a cada segundo desde el momento en que inició la empresa. Dejar atrás el mundo de las luces, entrar en las entrañas de la tierra por medio de lo que parece el orificio del hocico anunciando que el mar de colmillos se encuentra cerca. En un instante cualquiera habrá un movimiento imperceptible, triturados músculos, huesos y tejidos, adiós existencia sin haber terminado la obra por la que lo fueron a buscar en aquel taller de bobinados que yace perdido allá a lo lejos. Aunque el olor del lugar le recuerda a la atmosfera que genera el barniz, siendo aplicado sobre aquellos conductos que giran igual que la vida. De pronto uno se halla tranquilo, dos críos juegan en la tarde apacible hasta que la joven madre los llama a hacer la tarea. En eso una sombra se proyecta sobre la luz de la entrada, sujetando a la otra existencia ante la necesidad de sus servicios. Temprano en la mañana lo pasan a buscar, el pago es en efectivo, la placa ha quedado marcada por si acaso y al ocaso la máquina está colocada. La monada armada hasta los dientes cuida la entrada a la quinta de descanso, otros dos vástagos corretean por entre los árboles hasta que la oscuridad viene. Ahí el vehículo lo deporta al mundo de los vivos, al día siguiente verá al globo alzarse y sorberá un mate reduciendo el hecho a un mero trabajo más. Mas algo en ese periplo por las tinieblas le ha dejado una extraña sensación, amarga como el sabor de ese primer sorbo verde. El agua ha comenzado a enfriarse, su amor regresa seguida por uno de los retoños y en el camino a la casa espanta al perro que trata de hallar cobijo en algún rincón. Las voces en japonés se mezclan con el italiano y el español del río cuya corriente le  sirve de refugio a quienes quieran habitar éste suelo. Al final de un año agitado iniciará la cacería del dictador, ejecutado como un animal salvaje por quienes se esconden tras el pretexto de ser la reencarnación de Fuenteovejuna. Al conocer la noticia el bobinador verá ojos que lo acechan en todas partes, incluso entre los refugiados de un mundo en ruinas y tomará la decisión de partir hasta una playa perdida. La misma en la que coincidió con el emisario del patrón caído en desgracia, ahora no es más que una anécdota que el tiempo borra de a poco. Tanto como la maleza cercenada por el veneno, dejando los campos dorados escondiendo los restos de un homicidio silencioso. Una charla a orillas del mar entre el aviador y el bobinador sobre una recomendación para hacer un trabajo en la ciudad, que esconde otras intenciones igual a la sustancia extermina plagas. Pero todo laburo es bienvenido teniendo bocas que alimentar, así que nada de buscar excusas a la hora de llevar el pan a la mesa. Mendrugo en cuya alma se esconde el secreto de todas esas muertes acalladas.
Cuaderno 1, 1ª historia.

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