lunes

Alarma


Truenos, rayos y centellas, las tropas enemigas ya están cerca así que he de dar la alarma dado que todos duermen. Todos incluye en realidad a los dos defensores, uno de los cuales debe haber sido una locomotora en otra vida dado cómo ronca, pero es mejor que nada. En unos momentos caerán sobre nosotros, mejor la espada en mano aunque sea en calzones que la sorpresa de las llamas, los muros cayendo y los gritos de las víctimas. Así que he de cumplir con mi deber abandonando un instante la atalaya que me sirve de cubil, ingresando en las penumbras que la batalla entre luz y oscuridad genera, la bestia helada gruñe, también ella siente la presencia de los invasores, en particular del calor agobiante al que le debe hacer frente tan sólo con agua congelada. Pues bien, en un instante he dado con la puerta de la mazmorra y me he situado al lado del jefe, aunque este no me dio ni cinco así que le apliqué una técnica milenaria muy conocida entre los caninos: el famoso lengüetazo en el brazo. Como por arte de magia ocurrió lo que esperaba, una puteada de parte de Piero en medio de la oscuridad y la Negra se retiró hacia el garaje, a esperar la tormenta con la cabeza debajo del auto.
Desagradecido.

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