Sauces
Los dos hermanos crecieron alejados pese a la cercanía, cuidando la
entrada a aquella casa que se llenó de voces nuevas una vez que los hijos
vinieron al mundo y los padres se volvieron abuelos. Sirvió de arcada dando la
bienvenida a todas aquellas almas que pasaron por allí, algunas dejando huellas
en las paredes de ladrillo que atenuaron los sueños de los descendientes de
Morfeo rindiéndole el tributo en las horas oníricas. Se elevaron al cielo hasta
cruzarse finalmente, anidando entre sus ramas a las generaciones de aves que
cada primavera asoman por allí.
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