El hombre de Océano

El hombre de Océano cruza las viejas calles en una atmosfera húmeda, los primeros calores del verano han llegado con retraso y la lluvia se presenta sin previo aviso. Conoce éste lugar por haber estado en otra vida antes, como si se tratara de los pasillos de un laberinto del que ha salido sin hallar a su Asterión. Las canas asoman de la barba que alguna vez fue siempre como la noche, anunciando que tiempos diferentes son los que vive y pese a ello sigue sintiendo la misma alegría cada vez que pisa estas costas. La llave de la salida de aquel laberinto yace escrita en su alma habiéndole apresado una parte esta ciudad rodeada por el mar, que también le ha dado un hijo que se eleva hacia el sol en forma imparable.

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