miércoles

Primavera

La más virtuosa de éste hato de chiflados, soportando los embates de estos tiempos con una mueca burlona y media verónica en cada embestida. 
Cruel sociedad en la que el poder controla al vulgo a rajatabla mientras las huellas del saqueo están a la vista pero esperan que olvidemos. 
Extraño paraíso en el que quien más se esfuerza más paga y el que menos hace más les exige. Extraña tierra tan amada llamada Argentina. 
Digan que la esperanza es la única arca que siempre está llena.

...

¿Por qué he de tener el alma blanca si soy mota como el corazón de la noche?.
Lo oscuro es lo inferior según el blanco civilizado, que no es más que un bárbaro con recursos dotado de las leyes que dobla a su favor con tecnicismos y excusas diplomáticas.

sábado

Aquí estamos

Veo las naves partir, los rostros se borran en la estela 
y el viento se ocupa de deshacer ese recuerdo.
Por eso al regresar simplemente seremos otros,
incluso el pueblo costero se verá distinto.
Pero aquí estamos,
 después de todo algo ha sobrevivido 
y mejor será que atesoremos éste momento.
No se repite con frecuencia.

Recuadros

Recuadro, el héroe nace en un callejón,
recuadro, portando un arma enorme
asesina a los asesinos de su familia.
Recuadro, un orco persigue a un aldeano,
recuadro, las llamas inundan la aldea.
Recuadro, un hombre ora en la penumbra,
recuadro, los relámpagos iluminan a su victimario.
Recuadro, una sala atestada de personas discutiendo
sobre la guerra para la paz, 
recuadro, cientos de seres mueren de hambre
en una franja llena de recursos.
Recuadro, los niños corren tras el balón,
recuadro, los acorazados están a las puertas
de nuestros hogares.
Recuadro, cenizas y desolación,
alguien ha decidido que debamos 
dejar de existir.
Recuadros, una historia que sigue
repitiéndose mientras la riqueza
está en manos de unos pocos.

Evadiendo

Evadiendo situaciones
una buena estrategia la mía
y sin embargo día a día
maldigo no haber confrontado
el momento.
Después de todo podría
haber escrito una oda
tras el frenesí,
saciando la sed
de tanto desierto existencial
y guardando la moral
para otro momento.
Es que hay tanto señorío
con prontuario de antropófago
sexual que por lo visto una
cosa no quita la otra.
Aunque reiteradas veces
he encontrado esa doble moral
de aparentar lo que no es
para salirse con la suya.

Eterno

Sé que volveré, pese a que nunca me he ido
del todo de esta ciudad y aunque nos descubramos
distintos, seguimos siendo los mismos enamorados.
Aun cuando las fachadas cambien,
las calles se abran en lugares en donde
antes estaba vedado el paso
la vía sigue siendo la misma,
uniéndonos Mar del Plata.
Así que espera a que la pelota ruede
entre los pies pequeños, allá en lo alto
en donde Alma y Paz se encuentran.

Perdido

Al final no nos queda nada,
no sirve hablar en plural
cuando la culpa es sólo de uno.
Yendo juntos a lo largo de la costa
de nuestras vidas, perdiéndote un
poco en cada gota de la bruma 
que hoy se ha ido y únicamente el viento
del sur viene a golpearme
recordándome que ya no tengo
el calor de tus besos.

La puerta 17

En algunas partes del mundo se pasa del piso doce al catorce, el trece no existe en el plano físico. Pero sin embargo varios metros más arriba, en el diecisiete, encontramos una puerta a otra parte. Cientos de testimonios, de personas de miradas extraviadas encontradas deambulando sin nada más que sus pertenencias, lo comprueban.

Desconocidos de todas partes de éste mundo dan cuenta de que se encontraron con que el ascensor no tenía botón alguno para el piso trece, pero al llegar a las habitaciones del diecisiete e ingresar a las mismas es como que todo alrededor comenzó a girar.

Al tratar de volver al pasillo se encontraron con que las cosas habían cambiado, los teléfonos daban una estática permanente, el resto era silencio. Las demás habitaciones se veían vacías pero era sólo una apariencia.

En cada una de ellas encontraron una parte de su vida, momentos de la infancia, adolescencia y otros recuerdos que salían a la luz.

Algunos creyeron enloquecer, hasta que vieron una salida de emergencia que conducía al piso doce. De pronto se encontraron a plena luz del día, totalmente desorientados.

En el hotel no tenían registro de su llegada, su equipaje había desaparecido y algunos decidieron dejar las cosas así.

En cambio, yo he elegido atar a los demonios que moran allí en estas páginas.

Cuidado con el piso 17, es la antesala a un lugar en el cual uno deja no sólo sus pertenencias; también parte de la cordura.

Mal genio

No bebo,
un mal genio se apodera de mí
y desata la lucha interna.
Ira, euforia y melancolía,
todas con nombre de mujer.
Cuando la botella se vacía
el corazón resuena
en el mar púrpura, 
siendo tormentoso
éste amanecer 
que contemplo.

jueves

Mamá

Cargas con la esperanza,
los sueños futuros,
con esos ojos refulgentes 
como el sol
y en tu vientre lo más
hermoso de éste mundo.

Rapsodia

Uno no elige, ciertas cosas
simplemente ocurren
y hay que aguantarse,
pero en esta noche
previa a que la batalla
se desate, he tenido que
levantar la vista al cielo
para ver que no nos hace
falta un escudo más grande.
Hace tiempo que el manto estelar
es nuestro blasón insigne,
desde que el águila parda
volara en una tarde de enero
y nos llenáramos de gloria una vez más.
Tanto que nos ha servido de fuego
en todos estos años de frío intenso,
en los que pareciera que hemos desaparecido
pero sólo estábamos tomando carrera.
Y hoy vamos otra vez
rumbo al infierno rojo
que espera en alguna parte,
para terminar de demostrar
que no nos falta ni gloria, ni pasión,
pero nos sobra sangre Tana, carajo.

La rosa blanca

Me voy siguiendo al sol,
dejando atrás la costa
que me ha visto crecer,
del otro lado el pueblo
está apacible, mientras
los médanos lo guardan.
Un grano de arena por
cada uno de nosotros,
el faro de la mañana se ve
distante pero es un aviso
para saber cuándo volver aquí.
Una rosa blanca nos fue dada
por alguien a quien 
no se le hizo justicia,
los colores de Boedo
la recubrían mientras nos 
enseñaba a buscar a Carmen,
corriendo por Persia
entre escenas anaranjadas, 
blancas y negras.
De algún lado saqué
la idea cuando pasé 
la antorcha, aunque
no supieron cuidar su fuego
y todo vuelve a mí una vez más
esperando que el amanecer 
me diga donde debo llevarla,
para transmitir por fin 
esa carga y legado.

A Zulma Callegari, Profesora de Informática
del I.S.A., Copetonas, Tres Arroyos.
Gracias por la inspiración.

sábado

Géminis

Sangro y escribo, los versos están hechos de eso.
Rimas de lágrimas y sal, con gusto a poco
me ha dejado la mañana de otra ausencia.

Tiempo, las heridas se cierran despacio
pero se abren de golpe como una represa
que ya no contiene el río de las consecuencias.

Curando, la otra cara de géminis ríe 
en la dimensión del desconsuelo
sabiendo que en algún momento saldrá a escena.

Pero hasta ese acto tiene un telón
y entonces iniciaré una nueva partida.

jueves

Por siempre


Grazie (Gracias)

I) Antitecnológico.

El redfoot se me insubordinó 
cuando trataba de adjuntar unos archivos 
y fue como si dentro de mí estallara una tormenta, 
me volví una bestia con enormes colmillos
y mirada asesina que golpeaba la pantalla táctil.

Tal fue mi locura que tomé uno de esos enormes colmillos 
y lo usé para poder cerrar el pequeño botón de la aplicación, 
el documento salió despedido del maletín virtual,
derribando a su paso las tazas vacías de una mesa.

Por suerte volvió la camarera, 
regresándome a la realidad con un pequeño hechizo
llamado aroma a café.

II) Grazie.

No lo hubiera logrado sin ti
pese a todo lo que ha ocurrido
sólo me queda decirte una cosa:
GRACIAS por la ayuda.

III) Cártel.

El candidato mira hacia el futuro
su rostro sólo refleja la victoria
del que ha encontrado lo que ansiaba.
Y los sueños postergados de los de abajo
claman algo más que migajas
en éste clima frío, de abandono
y tristezas que no se reflejan en
esas propagandas gigantes
al costado de nuestra ruta.

IV) Campero.

Son los momentos previos los que cuentan,
después los acontecimientos se disparan
y a uno le quedan las sensaciones,
como la copa de vino apurada.
La noche ha caído sobre Lavalle,
dejando atrás La Costa
éste pueblo gaucho me sabe 
a nostalgia del sur de la Provincia.
Es como volver a la adolescencia
allá entre los cardos y el mar
en donde el faro sigue llamando,
sabe a Copetonas,
a los silos, la paz, el arriero
y tu eterna calma,
justo igual que mi espíritu.

V) C.C.P.

Viajar en colectivo, ómnibus o simplemente bondi
suele ser toda una odisea, sobre todo si uno anda
con el tiempo justo y la economía más justa todavía.

No tiene nada de justo, excepto el hecho de que
las monedas se amontonan en una vieja lata
a la espera de cambiarlas cuándo haga falta.

Ese no es el único problema, conseguir un lugar
en la mañana parece ser toda un desafío aún más
grande, sin mencionar el hecho de la superpoblación
de individuos salidos de distintos lugares.

Agentes de seguridad, empleados del estado, borrachos,
personas que regresan de trasnochar, gente poco amable,
algún que otro gaucho y varios personajes más.

Es que el colectivo suele cambiarles el humor a las personas,
saca lo peor de uno mismo o simplemente unos cuantos
ronquidos, mientras el traqueteo de la bestia de metal
abre las ventanas y cada tanto le da un golpe que despierta
al último pasajero, eso o haber tenido la mala idea de sentarse
justo sobre el eje trasero. 

En todo éste caos nunca encuentro lugar, de tener la enorme suerte
(casi tan probable como ganarme la lotería), es un asiento que nadie
quiere. 
Existen diversos motivos, el durmiente que cabecea y termina apoyado
en tu hombro, el loco delirante que habla solo, el que quiere iniciar
una conversación aunque uno no quiera oírlo, el asiento mojado
dado que las unidades tienen demasiados años y se filtra el agua
de la lluvia, aquel al que el sol ha calentado durante todo el día
(especialmente fatal en verano), el primer asiento del colectivo
sabiendo que está reservado para personas con problemas
aunque algunos se hacen los sotas cuando sube una persona
que realmente lo necesita.

Y está última época el internauta, ágil con los dedos sobre el teclado
de cuanto dispositivo táctil ande en el mercado, pero no tan habilidoso
a la hora de prestar atención de las necesidades del otro.

Pese a esto, dada mi condición de miembro del C.C.P., mi osamenta
se ha acostumbrado al viaje en bondi desde tiempos inmemoriales
cuando el viejo Díaz primero y Manolo luego, llevaban los eternos Mercedes
por los caminos de tosca del sur de Tres Arroyos, de Reta a Copetonas
cinco veces a la semana.

Nota: “C.C.P.” es la sigla de” Club de los Crotones Parados”, perteneciente a la obra “Mi novia y yo”, protagonizada por Tino Espinoza, La Petisa (léase la novia de Tino), Tom, Balbastro, Steve (“por donde el pasa no queda nada en pie, ni siquiera el pasto de plástico”), los miembros de la “Editorial La Palomita” y otros personajes de Robin Wood.

VI) Gracias (25/01/2014).

Qué difícil me la has puesto, tu figura me generaba contradicciones hasta no hace demasiado tiempo y ahora veo finalmente que con tu retiró se va una buena parte de la historia más gloriosa del Xeneize.
Es sábado, Diego no sale a jugar el segundo tiempo, lo reemplaza un pibe que lleva la ocho en la espalda. Boca le da vuelta el partido a River en el Monumental, con un gol de un ex Millonario y un ilustre desconocido, de apellido Palermo

Sólo un año antes de que alguien venga a poner orden en la casa, puliendo las imperfecciones y arreglándose con lo que había. Llega el primer campeonato, atrás quedan las frustraciones del año anterior, los penales con Newells  y la final de la Supercopa de 1994. 
Atrás la historia de los que pasaron peleándola y se fueron con poco, casi nada. Por eso tal vez ese primer campeonato se valora tanto. Mi padre y mi abuelo hablan en la tarde apacible, Boca da la vuelta frente al Rojo. Palermo establece la marca de veinte goles en diecinueve partidos, campeones invictos y a la Libertadores del 2000.

Otro título más, a esta altura no sorprende y genera un montón de expectativas. Más allá del Bicampeonato de River, de la lesión de Martín y del debut con derrota en la Libertadores. El partido en Montevideo parecía un bodrio, la pelota no terminaba de bajar nunca.

River, siempre River, en cuartos de final. Delgado, Riquelme, el caño a Yepes y el gol de Martín para darle sentido a lo que significa la palabra épica. 24/05/2000, a semifinales y a sufrir contra él América de México en la vuelta. Samuel mete un cabezazo bombeado, que se cuela y estamos en la final.

Palmeiras llega a defender la corona, Arruabarrena mete dos goles pero terminamos empatando. En Brasil, tierra difícil para jugar, las cosas quedan 0 a 0 y a penales. Córdoba se hace enorme, Riquelme, Guillermo, Palermo y un tal Bermúdez anotan para el 4-2 final. 
Y por si fuera poco, el premio es jugar contra los Galácticos. Un equipito, Casillas, Morientes, Roberto Carlos, Hierro, Raúl y Figo. A los cinco ganábamos dos a cero, centro de Delgado y gol de Martín. Pase de Román, Palermo se le escapa al central y se la cruza a Casillas.
Descuento de Roberto Carlos, a pisarla Román, contra la línea y contra tanto monstruo defensivo. La constelación es engullida por el Océano que representa La Boca. Somos campeones del mundo, como diría Jorge Bermúdez “sólo el cielo está encima nuestro”.

Vendrán otros títulos, la Libertadores del 2001, el mal trago frente al Bayer Múnich, la Libertadores 2003, la Intercontinental 2003, el Apertura 2003 (campeones antes de ir a jugar con el Milán), los penales frente al Once Caldas en 2004, la Sudamericana 2004, la Sudamericana y el Torneo 2005, el Torneo 2006 y alguna Recopa.
Es cierto, ahí no estabas vos pero volviste para un último concierto en el 2007, nos llevaste a Brasil con un 3 a 0 de ventaja y nos sobró. Siguió el Torneo del 2008, la Recopa 2008, el Torneo 2011 y la Copa Argentina 2011. Incluso sin el brillo de otras épocas, pero ahí estabas vos para jugar en el patio de tu casa.

Estabas cuando quien moldeo todo esto de salir a ganar en cualquier parte volvió, pero se fue de la peor forma posible, cuando al pobre Pato no le salía una y el equipo naufragaba contra su propia impotencia. Una final más, la del 2012 frente a un espejo de Boca.

Nos has dado enormes alegrías, escribiendo tal vez la mejor página de la historia de Boca. Digo tal vez, porque sería faltarle el respeto a Yustrich, a Don Pancho, a Mussimesi, Roma, Marzolini, Rojas y Rojitas, Madurga, Gatti, Maradona, el Toto Lorenzo y varios monstruos más.

Hasta ese segundo semestre de 1998 las vueltas se daban en otras partes, han escrito el nombre de Boca en la historia del fútbol mundial al lado de algunas ciudades: Milano, Madrid, Barcelona y Avellaneda.

No está mal, nada mal. Esto lo iniciaron vos y varios artistas más: Córdoba, Bermúdez, Schiavi, Samuel, Arruabarrena, Matellán, Traverso, Serna, Basualdo, Cagna, Clemente Rodríguez, Battaglia, Ibarra, Guillermo, Palermo, Tévez, Delgado, el Pato y un pibe llamado Román.

Seguro se me piantan nombres, soy miembro de una generación que creció con vos, con las protestas de Guillermo y con los goles de Palermo. Gracias Román, gracias Carlos y perdón porque a veces con tanto triunfo uno se vuelve exigente. Pobre, pero exigente. No hay que ser olvidadizo o de lo contrario perderemos la única cosa que tenemos, el crédito a nuestra palabra cuando esta no se condice con los hechos.

¡Gracias pibe!.

VII) Baco S.A.

Coleccionista de corchos, 
de eso me he recibido en la última década 
y que yo sepa no existe nada de malo en ello. 
Si en la cepa sólo está la pura verdad, 
así que hemos de chocar las copas 
y guardar las memorias que le den forma a éste barco 
cargado de sueños y sobre todo de esperanza.

Cuando quede algo en el recipiente 
y el alcornoque se niegue a entrar, 
puedes recurrir a los de la variedad artificial. 
Pero recuerda que el vino es demasiado espirituoso,
así que el mejor lugar en donde verterlo es el garguero 
del cual han de surgir tus versos, payador.

VIII)

Fue como volver en el tiempo,
incluso no noté al principio
cosas que me eran tan familiares.
Encontré a quienes buscaba
una tarde ardiente de enero
y pareció que nunca me fui.
Incluso vi la cancha vieja
convertida ahora 
en un pequeño rectángulo,
resabios del pasado
al igual que los recuerdos
de otros días lejanos.

IX) Aprendiendo.

-Creo que la Copa América es mejor que la Euro, dijo Javier.

Sus palabras resonaron en la torre, era viernes y nosotros hacíamos aquello que más nos gustaba: jugar con la computadora.

Javier tenía esa cosa de decir algo, dejarlo picando y esperar la reacción química. O sea un ataque de ira de mi parte.

Crespo o Batistuta, el futbol de acá o el de afuera, el candado o el juego bonito, cualquiera que fuera la excusa terminábamos discutiendo como dos nabos.

Y en una de esas trifulcas nos peleamos bastante feo, casi nos vamos a las manos aunque todo terminó con un par de gritos del más veterano del grupo.
- ¡A callarse y a dormir, así se les pasa!.

El tema es que pasaban los días y ni miras de que nos arreglemos, todo estaba bastante tensionado, el abismo era infranqueable. Ceder nunca, retroceder tampoco.

Sin embargo terminaría aprendiendo una lección, “Palen” y yo estábamos esperando nuestro turno para almorzar, nos daban unas bandejas parecidas a la de los presidiarios, de metal plateado.

En eso Javier se dio vuelta y dijo:
 -Permíteme que te sirvo.

Eso fue todo, ahí culminó el asunto, con algo simple y tan efectivo. 

Me dio una lección tan grande que aún hoy me ha quedado la marca, aunque a veces el mal genio salga disparado siempre existen otras formas de resolver las cosas.

X) Desvaneciéndome.

Aquí me quedo, contemplando el paisaje en la eternidad,
las voces, las luces, los pasos apresurados quedan atrás.
Igual mi vida, se va en medio de las enredaderas que
crecen debajo del agua, puedo sentir tu temor cuando
disparas esa andanada tratando de matar mi pluma.
Y ahora un monolito marca el lugar en donde he caído
a un costado de una ruta olvidada por el hombre,
mientras el feudo sigue funcionando como antaño
pasando el control de una mano a otra
para que nada cambie.

XI) Deteniendo.

Detendré el tiempo justo aquí
mientras enciendo el fuego y la
espuma se desliza hacia la helada
noche de verano.
Me quedaré con la foto de éste
último momento inmortalizado
y trataré de que todas esas sonrisas
no se desvanezcan en él.
Sólo así sabré que he vivido plenamente
conservando emociones y arrojando
en los leños todo lo demás, lo que
otros se empeñan en juntar como
el tesoro de un avaro.

XII) Arena.

Somos esto
granos de arena,
cada uno diferente,
juntos en éste médano
llamado existencia.
El viento nos trajo,
la mano etérea del destino
nos puso donde estamos,
nada es seguro
excepto el instante
que compartimos llamado vida.
Algunos lograron estabilidad
a la orilla del mar,
que cada tanto se los lleva
marcando el paso del tiempo.
Los demás son enviados
por los aires,
desechados por las lágrimas,
cuando te posas donde no debes.
Estamos en todas partes,
parecemos insignificantes,
cada quien un mundo aparte,
creando, llorando, riendo
y amando, viendo las horas pasar
en ese reloj, un grano tras otro,
volviéndonos el tiempo
en el océano de la eternidad,
dejando nuestra huella.
Nadie recuerda todos
los nombres volviendo
al principio de la historia,
pero sí hubo un comienzo,
un punto de inocencia
que aún queda en pequeñas
cosas, mientras otros se
encumbran en pedestales
ignorando que la marea
sube para todos.

Bucéfalo

Vivía sobre la grupa de un semental negro, 
sus cascos atronaban la tierra al compás de los ladridos de Peritas. 
No existían la noche ni el día, sólo la batalla infinita.
El mundo parecía detenerse para después rugir como una bestia, 
la oleada era sangre y carne. 
Luego nos embriagábamos de gloria y victoria.
Otra ciudad, otras batallas. 
El tiempo era nuestro y se lo quitábamos a otros. 
Tiempo, hijo del viento, ese que ahora no deja que tu nombre se olvide.

sábado

Va el pensamiento

- ¿ Y cómo se lesionó?.
- Estaba jugando a la rayuela y me caí.
- Rayuela, ¿cómo la obra de Cortázar?.
- En realidad iba caminando y me doblé el pie.
- Ajá, vamos a hacer unas radiografías entonces. Necesito unos datos suyos. ¿Nombre y apellido?.
- Diego Flores.
- ¿Edad?.
- 35 años.
- ¿Domicilio?.
- Avenida Tormenta y Costanera, Costa Atlántica.
- Veo que es de acá, pensé que venía de vacaciones.
- Todo el año y esta es la peor época.
- Todos parecen querer salvarse con tres meses del verano. ¿Vio la cantidad de ofertas de alquileres que hay?.
- Antes era negocio, ahora hay demasiada oferta. La gente gasta poco y si la matan no vuelve.
- La otra noche salimos a cenar, no gastamos tanto en promedio pero hay que buscar.
- Lo que vale una salida al cine paga casi una cena entera.
- Por eso existen tantos aparatos hogareños.
- Si, pero el cine sigue siendo algo difícil de igualar.
- A mí me gustan las películas de tiros, piñas y patadas.
- Yo a veces prefiero algo con un poco más de contenido.
- Cierto, yo prefiero en general el cine europeo. No hay tantas explosiones y te obligan a seguir la trama.
- Ya sabe lo que dijo Gregory, el cine se estropearía si dependían excesivamente de los efectos especiales.
- Bueno, pero ese es otra clase de cine.
- De la clase de películas como “Horizontes de grandeza”, “Duelo al sol”, “Cabo de miedo” y “Por quién doblan las campanas”.
- El otro día vi a un hombre llevando unos tablones y le dije a mi señora: ¿mira, no se parece al “Viejo y el Mar”?.
- Si, Ernest la escribió para su yerno.
- Incluso hubo otra versión, la de Anthony.
- Otro cine, otra época. Sin embargo, cada tanto sale algo bueno.
- Muy bien, al radiólogo y vemos que tiene.

***

No puedo hacerme cargo de esto
aun cuando la sangre corra
hacia las raíces de las flores
todo debe ser mitigado
con pasado y olvido,
no hay otra manera de existir
sin evitar mover las piezas
anulando movimientos
a la primera oportunidad
simplemente para no hacerse cargo
del deseo contenido.
Solitaria combatiente
desde los latidos de tu madre,
has hecho una armadura
que evita que caigas
más de una vez en el mismo lecho,
posponiendo el encuentro
para otra vida,
poniéndole distancia
a esta extraña situación
de negar los impulsos.

***

Va el pensamiento, se remonta lejos
a un lugar que existe en los sueños
y ahí encuentro a los dos viejos,
lagrimeando mientras el coro de esclavos
canta una vez más.
Un recuerdo traído del otro lado del océano,
tal vez a los de allá les falló la memoria
y de la tierra quedó la añoranza.
Hemos hecho de éste lugar nuestra casa,
finalmente podemos dejar de huir
de la destrucción y refugiarnos en un lugar
seguro, en donde ver el sol brillar
sin temer los golpes ominosos de los cañones.
Aun cuando estemos ausentes, nuestras manos
seguirán trabajando esta tierra noble
en donde todas las Patrias confluyen
como los ríos en el mar que nos trajo hasta aquí
hace más de medio siglo.

***

Uno más que se va,
los corceles galopan 
tronando sus cascos
mientras el martillo cae,
el caldero se llena
convirtiéndose en un mar rojo,
nuevas huestes cruzan 
el puente de piedra.
El choque de los aceros queda
inmortalizado en un grito de batalla
no teniendo tiempo para
otra cosa que no sea blandir
la hoja y darle de beber,
cayendo los relámpagos 
un instante, después oiremos
el trueno y camuflado en esa
gruesa nube negra como la noche
el carro correrá por los cielos
buscando el camino de regreso
hacia los salones de acero.

P.G.F.

Soy un desconocido al que el tiempo le hurtó los rulos y le dejó más de una rabieta.

Un huachu convertido en citadino pero sin perder el alma de pajuerano. 

La incógnita al final de una pregunta capciosa.

El de la calva cultural y soberbia, que esboza una mueca llamada sarcasmo cuando habla. 

Un inadaptado digital persiguiendo palabras extrañas en un papiro codificado.

El orco resocializado entre humanos, el punto y aparte, la coma, punto y coma. 

Un ¡qué! sin abreviaturas ni reducido a una k. 

Atrapado en los naufragios de la ortografía y la gramática, zozobrando en un mar de dudas lingüísticas.

Gaijin, sassenach, de afuera y de palo, triángulo en un mundo de círculos. 

No encajando pero indeformable.

lunes

Despertar

Los botines quedaron al terminar la escalera y atravesó un patio amplio, cruzando el pasillo que se abría en el basamento.

Descubrió un jardín inmenso, el camino zigzagueaba entre el agua y las flores flotantes, a lo lejos sólo se veía la luz de la mañana.

Al llegar al final ¿o al principio?, la primavera le dio la bienvenida rozándolo los pétalos de las rosas y del azahar. Un golpe de frío le recordó su misión, el estanque pareció congelarse mientras se dirigía hacia el dojo.

Encontró el camino cubierto de espadas, a su izquierda el muro caía hacia el precipicio que la niebla de la mañana se ocupaba de ocultar. A su derecha lo aguardaba un mar de brasas.

El dolor pareció mitigarse cuando llegó a destino, encontrando a su maestro esperándolo.

Así inició el largo encuentro, cubierto de silencio sólo interrumpido por la canción del viento. Contempló a la serpiente deslizándose por la noche, en un mar de estrellas que se asemejaba a la espuma del océano.

Vio al dragón cambiar de forma, cubriéndose de llamas, volviéndose una espada. Esta  descendió de los cielos, cortando su meditación y abriéndole los ojos hacia un mundo desconocido.

La katana estaba clavada en medio del salón y su guía se había marchado.

Comenzando

I) Comenzando.

Hoy he decidido no tener miedo
¿o acaso los leprosos lo tuvieron alguna vez?,
navegando en un mar de misterio
rumbo a un horizonte infinito,
todo lo demás queda atrás
borrado en la estela,
siguiendo las luces en el firmamento.

II) Canción de batalla.

Bajo las montañas forjamos nuestro metal,
para que resplandezca en la oleada que se
desata a la luz de la luna. 
Hermanados, un solo puño asestara
el golpe y gritaremos victoria.
Nos desprenderemos de las cuatro esquinas
del manto, para traer sobre vosotros
una venganza llamada acero.

III) Buenos días.

Buenos días a ti que ya no estás aquí,
que andas por ahí hurgando entre
las cenizas de la noche anterior
como si las cosas fueran a cambiar

Buenos días a la niña que dejaste atrás,
cambiándola por esta mujer pétrea
y sin recuerdos recientes.

Buenos días mi hermana,
bienvenida al páramo en
donde los sueños se rompen
ante esos ojos fríos.

Bienvenida,
toma tu lugar junto al fuego
que no calienta pero alumbra
cada rincón de esta noche tenebrosa.

IV) Bogado.

Vengo del fango,
nacido y criado 
a la orilla del mar
en el que pules el bronceado
que luces en la pasarela 
llena de expedientes.
No son historias de vida,
son ganancias, sólo números
y eso nos convierte en el
cáncer de esta sociedad.
Un café en la mañana,
el ejército de trajes avanza
y es hora de quedarnos con algo,
es la ley, es la excusa,
sin almas y sin conciencias
que nos detengan.

V) Conflictos eternos.

Y es que mi vida siempre ha sido una batalla,
no he necesitado que suenen los cuernos en la
lejanía para darme cuenta de que la cacería ha comenzado.
Siento en lo profundo un tambor de castigo
que comienza a resonar ominoso,
aún antes de que la tormenta llegue.
Con cada cambio de la marea del destino
noto como los que antes eran aliados
ahora están del otro lado,
o tal vez me he quedado solo con mi alma
en la orilla opuesta de la estigia.
Cada amanecer la oleada se renueva
como el mar carga de nuevo sobre la orilla,
en un conflicto que no tiene fin ni vencedor.

VI) Cartas jugadas.

La dama ha llegado
poniéndole fin a la discusión,
convirtiéndolo todo en algo banal
y dejando sólo ausencia.
Hemos jugado una mano,
no hay estrategia que sirva
cuando sólo te tocan espadas
y ella esboza una sonrisa,
más una mueca que una señal
de alegría en ese frío rostro.
El sol detrás nuestro parece
haber sido eclipsado,
mientras sobre la mesa
la suerte yace echada.

VII) De la calle.

Yo soy de la raza de la calle,
caminando senderos de adoquines
bajo el sol de la mañana
y dejando que la marea me lleve.
No necesito planear mi futuro
como hacen los otros,
una casa, varias cuentas y ese
horario asesino que todo lo quita.
La calle es mi hogar,
el firmamento el techo 
que siempre he tenido
y el atardecer en el océano
el único pedazo de gloria
que he querido.

VIII)

La virtud lo acompañó hasta que excedió el límite
y se fue desviando del camino poco a poco.
Cien soles pasaron sobre su cabeza,
las muertes santas lo marcaron 
y se encontró deambulando 
de la noche a la mañana.
Dejó de orar y pedir perdón,
su espada se volvió una flama 
al servicio del mejor postor.
En los monasterios resonaron las palabras,
votos de pobreza y castidad.
El desoyó todo lo aprendido,
gastando el oro conseguido 
en burdeles y cerveza rancia.
Hizo suyo el patio de los cerdos,
afiló la espada hasta que ya no quedó
metal que reluciera y su leyenda se apagó
como las vidas de los que juró proteger.
Matando las horas en lugar de a los infieles,
licor barato y placeres paganos
colmaron los despojos de su vida.
De guerrero santo a mercenario,
purgándolo todo en las existencias segadas
por una orden divina de los poderes de la tierra.

Volviendo a casa

Al principio le llamó la atención la esfera roja que se encontraba cerca del techo, en donde dormía. 
La vos la llamaba dulcemente cuando era la hora de comer y ésa misma voz le enseñaba a través de la pantalla que se encontraba del otro lado.

Un día logró unir las cinco letras que formaban su nombre: primero fue una L violeta, luego una E azul, la I naranja, la R verde y una A roja.
El tiempo pasaba, el reloj de arena giraba y la cuenta empezaba otra vez mientras la niña se volvía más fuerte.

Una noche o acaso ¿era de día? tuvo un sueño, las dos personas cuyas voces escuchaba en la pantalla huían a través de un desierto perseguidas por una enorme sombra.
Encontraron un extraño vehículo de metal y se ocultaron en él, la enorme nariz de acero giro y disparó, destruyendo a la enorme oscuridad que desapareció.

Cuando tuvo edad suficiente logró jalar de la esfera roja y todo a su alrededor se estremeció mientras por fin podía ver el enorme cielo oscuro recubierto de faroles.
Ascendió a través de la escalera que se desplegó al abrirse aquel ser de metal, en el que se encontraba desde que podía recordar.

El aire nocturno le llenó los pulmones, se sentó allí viendo las horas pasar y entonces conoció por fin al sol que llegaba al amanecer, cuando éste suavemente le acarició el rostro.
El ser se movió atravesando desiertos y montañas mientras las voces le decían dónde estaba, la lluvia vino y el arcoíris con ella; se rió maravillada cuando las gotas le mojaron la cara mientras seguía rumbo al sur.

El aire salado le llenó los pulmones y entonces se encontró sola con el inmenso mar, dejando sus pequeñas huellas estampadas en la playa en donde se sentó a ver el atardecer llegar.
Y el vehículo cambió de forma logrando flotar mientras avanzaba por el enorme lago azul, un grupo de delfines constantemente se cruzó en su avance y hasta las gaviotas encontraron en donde posarse un instante, antes de volver a la pesca.

La isla apareció como una enorme roca y en la playa encontró a las dos personas que desde hacía tanto había estado viendo en esa enorme pantalla de la máquina que la llevaba de vuelta a casa.