El adiós comienza a sentirse en la repetición de rutinas extrañas, lejos quedaron los besos y las palabras cargadas de amor para ser reemplazadas por el silencio incómodo que da la señal de estar de más en la escena. Tales memorias son como piedras que hacen cada vez más difícil la decisión, aunque esta a la larga se precipita como un alud llevándose esa parte de la vida que como náufragos nos negamos a dejar. Así, en los restos de lo que alguna vez sentimos vendrá la primera de las fogatas a cortar el frío de la noche y las ausencias en el corazón.


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