Copetonas
A
excepción del rodeo todo parece estar en el mismo sitio, con el camino
serpenteando hasta hallar la entrada que remite al nombre de un ave y a uno de
estos ejemplares pasando de un campo a otro. Una leve alteración en la fachada
o un cambio de ubicación, con un cometa que sigue su viaje y el viejo club
adornado de Blanco y Negro invitando a los viajeros a la frescura de la
oscuridad. La casa aguarda con la persiana baja hasta que el timbre suena y
desde adentro surge la voz del gigante:
—Siempre
lo mismo con vos.
El puñado de años se ha vuelto a fojas cero acompañando en la ocasión a la vida nueva, como forma de contrastar con las ausencias conocidas de décadas más jóvenes. Una nube de polvo le sirve de manto a la tarde que llega pasado el almuerzo, para dar paso a la siesta y la partida de los peregrinos.
Comentarios