Giró en el aire perdiéndose a
la vuelta de la esquina, yendo
al frente de la casa y besando
las hojas en punta de la palmera.
Luego fue una nube más, mas
no se consideró nunca tal sino
un desprendimiento de un mal
hábito incorporado a lo diario
como tantas otras cosas.
El café antisueños,
el frío que termina
de despertarlo a uno,
el colectivo fantasma que sale
de la niebla para perderse
en ella de nuevo
y nuestro adiós semanal
repetido cinco veces.
Menos que la siguiente
bocanada rumbo
al firmamento,
luego la Crisol se enfría.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario