1).- Yo
Nunca me gustó pelear, mucho menos
servir de peón
para que otros estén cómodos luego
de un día de
entrenamiento.
Parece ser que entre las filas del
ejército
orco sólo hay dos funciones y no
me gustan
para nada.
Solía ver la forma en la que mi madre
preparaba la cena, a mi padre
regresar
del frente de batalla lleno de
barro
y ensuciarlo todo dejando el
escudo
encima de la mesa.
El hacha tiene otras funciones más
que decapitar trasgos, así que la
usé
para cortar leña y el blasón voló
directo al fuego con el que
entibiarnos
nuestros corazones en lugar de
cargarlos
de ira como los mayores.
Esto no les gustó a los ancianos,
así que nos enviaron al bosque
sin más armas que nuestras manos.
Allí empezó mi peregrinaje.
2).- Fuego
Dominé los elementos a costa de
varios
intentos fallidos, más de una
aldea debió
ser reconstruida.
Más de una vuelta me persiguió una
turba
enardecida y me esfumé montando
el lobo al que le quité una
astilla
de su pata.
Regresé a casa un día nublado,
los tontos seguían tratando de
conquistar
un viejo pueblo humano.
Así que llamé a los espíritus y
convertí
esas flechas en gotas, las
catapultas
en arados y las espadas en
escobas.
Los muy tontos siguieron peleando
igual,
no hay magia en el mundo ni istari
que pueda
convencer a alguien
suficientemente
terco para que cese en una
conducta que implique
arrojarse contra el otro.
Menos si se trata de orcos y
humanos.
3).- Astillas
Corrió por el valle generando el
caos
en cada pisada, los aldeanos le
pusieron
precio a su cabeza.
Enanos, elfos, humanos e incluso
orcos,
cazadores de botín todos ellos,
lo persiguieron día y noche.
Lo encontré viendo su reflejo en
un arroyo,
en el bosque de los ruiseñores.
Cuando me atacó me tomó por
sorpresa,
sus colmillos buscaban mi
garganta,
mis ojos vieron la astillas en la
pata
con la que oprimía mi pecho.
La arranqué en un acto de reflejo,
los gruñidos fueron reemplazados
por la calma que precedió a su
lengua
lamiendo mi rostro.
Luego arremetimos contra los
cazadores,
obligando a los campesinos a quitar
la recompensa a cambio de reparar
los daños del huargo.
4).- Descansando
No hay nada que supere a la paz
bajo
el techo propio, puedo contar las
gotas
que caen por el tejado antes de
cerrar
los ojos entrando en un sueño
profundo.
La bestia interior duerme, la
externa
yace esquivando el efecto por
completo
atenta a los sonidos que llegan
más allá
del cerco defensivo.
Las criaturas de la noche se
arrastran
en las penumbras, traicioneras y
venenosas
buscan a un incauto con el que
satisfacer
el hambre de almas.
Nada que los colmillos y el filo
del hacha de
un orco no puedan detener,
el sello es fuerte así que han de
retirarse
una vez más con las manos vacías.
Tal vez en otro momento duerma el
lobo
también, entonces otra podrá ser
la
suerte de los demonios.
Ignoran que la magia protectora
proviene de la misma fuente,
luz y oscuridad que nacen juntas.
5).- Enanos
Terco como todo morador de las
montañas,
buscador de tesoros que añora el
brillo
del sol convertido en metal.
Un enorme martillo sacude las
entrañas,
otro resuena en lo alto cayendo
un gigante que se volverá roca.
Tumba de los jotun, corazón de la
herrería
y arca de los tesoros compuestos
por los que viven lejos de la luz
del día.
Por ello a los saqueadores se les
hace
difícil llegar hasta el corazón de
la mazmorra,
si las otras trampas fallan los
aguardan
los mazos.
Así que mejor llama a la puerta
pidiendo la hospitalidad,
siempre serás bienvenido si
puedes seguirle el paso con la
competencia de evaporadores
de ese líquido rubio.
La espuma espesa deja un rastro
blanco
sobre la barba roja.
Salud.
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