Bajo el árbol que hay en el cielo
el viejo can se echa y ve cumplido
su sueño de sentirse una planta,
tras aquel último grito vino la paz
ahí lo esperaba Pierre dado que
el Señor D. se había ido a jugar
entre las estrellas con un pedazo de roca.
Los demás perros corrían de aquí
para allá, intentando frenar la tormenta
para que los de abajo no terminen
escondidos debajo de un auto
a la espera de que cesen los truenos.
Es así como ese cachorro vuelto adulto
ha encontrado la paz y un lugar
donde siempre brilla el sol,
convertido en un enorme pino
en una esquina del firmamento.
Y los abrojos se quedaron lejos.
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