Descubrí el secreto de nuestra existencia
algo que ha permanecido oculto desde
los tiempos de las colonias,
sepultado debajo de los rascacielos
de la ruidosa Buenos Aires.
Descubrí que no hay cura para esto
porque precisamente el problema
somos nosotros, los argentinos.
Una sociedad sin valores y sin moral
repleta de avivadas, de muertes inexplicables,
de genios que se suicidan mientras los bastardos
siguen con sus discursos demagógicos
y la otra epidemia incurable
que es cazar la manija para seguir juntando
fortunas a costa de un Pueblo ignorante y con hambre.
Descubrí que eso del federalismo se parece a una
distopía dado que dentro de la General Paz
nadie quiere que realmente ocurra,
un Boca y River sin ganadores
ya que el otro tiene que perder para que yo
no me sienta tan fracasado.
Una elección entre dos males,
malo y muy malo
pero malo al fin
mientras educamos a nuestros descendientes
con excusas para poder zafar de casi todo
excepto de la mediocridad de quien se conforma
con ver la vida pasar en tanto no le metan
la mano en el bolsillo.
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