El viento agita las sombras que la luna refleja sobre la pared,
me vuelve parte del paisaje cuando me dirijo al refugio detrás de la casa
una noche de verano que se parece más al otoño.
Me he vuelto parte del paisaje con el correr del tiempo
sintiendo eso que es crecer para volverme un adulto,
enterrando la inocencia de un niño al que no conozco.
El viento silba y el humo de la pipa baila entre sus brazos,
silba como siempre lo ha hecho dándole un aviso a este mundo
de que el aún sigue aquí pese a que lo ignoran.
Aún seguimos aquí pese a esos intentos de contarnos
que sólo somos mercancía electoral
a la que desangrar en forma bienal.
Aunque preferimos esto a la aguja impositiva
que nos clavan mensualmente
para mantener a los gusanos con vida.
Lo curioso es que estos se alimentarán
de los despojos de todos aquellos que se consideran
demasiados poderosos, pero que a la larga forman parte
de las sombra del tiempo.
Lo nuestro es más poético mi querido viento.
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