Volvíamos de General Lavalle a Santa Teresita, la serpiente azul zigzagueaba buscando la sal del mar y lucía realmente desierta. La Ruta 11 era en ese momento la némesis de su versión estival, desierta pero con la compañía del sol. Al viento lo habían visto dirigirse hacia Pavón hacía ya un rato, dicen los curiosos que se escapó hasta Mar del Plata cambiando una costa por otra.
Encendí la radio, el programa "Tirando paredes" recién comenzaba, pero en lugar de hablar de los partidos de esa tarde a Román se le ocurrió leer un cuento. ¿Un cuento? Usted que tiene nombre de romántico y apilador de oponentes en Palestra Italia ¿cómo se le ocurre empezar con eso? Seguro que si esto venía luego de las noticias del siguiente encuentro de Boca no le hubiera dado ni cinco de pelota.
Pero bueno, me quedé enganchado a esa parte de programa igual que un pedazo de nilón que viajaba colgado de la antena del auto. El personaje central de la historia pasaba desapercibido, vivía a través de las vidas de los otros personajes pero al final de cuentas los reunía a todos.
Desde el Negro Enrique que le daba un pase para su pierna menos hábil hasta el golero británico llamado Pedro quien quedaría ridiculizado por toda la eternidad. Una rara forma de contar una historia dejando de lado al actor principal para centrarse en los demás personajes.
Casi al final del relato en la parte en la que describe cómo dos personas llevan un bidón con kerosén por una calle embarrada, no contuve más el llanto y vino la catarata. Mi señora no entendía nada, pensó que alguno se había ido de este mundo.
No logré explicarle con palabras lo que las lágrimas justificaban, es que recién ahora encuentro las frases para poder decir todo esto. El Diego pasa como el viento entre oponentes y compañeros, dejando congelado el Estadio Azteca, la imagen es una poesía sin letras, la optimización del uso del tiempo para hacer de diez segundos una obra homérica.
Pero el sólo aparece al final igual que el llanto. Tal vez ahora sí pueda explicar "quién es, quién ha sido y quién será hasta el fin de los tiempos".
Nota: 10,6 segundos es una obra de Hernán Casciari, el enlace lleva a su blog.
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