La casa está en silencio, la familia se ha ido a pescar al Médano Blanco y aprovecha la ocasión para encender su pipa una vez más. De pronto el altillo empieza a desvanecerse igual que el humo que se escurría por uno de los ventiluces.
El paisaje a su alrededor cambió por completo, se sentó sobre una nube viendo a una tormenta alejarse hacia el oeste como un río debajo de sus pies. Escuchó los ladridos de un can que corría a su encuentro cual Peritas al ver a Alejandro pisando los Campos Elíseos y el llanto de un pequeño que llegaba un diez de septiembre.
Así que dejó la pipa atrás mientras se dirigía al encuentro de su viejo amigo en un paisaje semejante al de la Italia de su infancia, incluso el bardo estaba ahí esperándolo para mostrarle su última obra cumbre.
Y ahora aquí en el páramo he de encender la vieja flama, viendo al humo irse hacia lo alto.
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