I)
Al final de un año intenso, la mejor decisión que he tomado ha sido haberme ido de una buena vez y recorrer esas calles polvorientas a lo largo del invierno. El calor de diciembre se hace sentir, incluso el vaivén del océano sobre Creta apenas lo contiene.
Calor, habita en nuestros corazones y en el de esa bestia como la noche sin luna. Apenas nos da tiempo a refrescarnos, apenas para que luego ataque con toda su magnitud mientras buscamos con que contenerlo.
Pero sin éxito.
II)
Emprendí éste viaje a través de terrenos desconocidos una tarde noviembre, pese a que ahora estoy más tiempo en un lugar aún sigo yendo de acá para allá como si una mano invisible me obligara para no perder la membresía en el club de los nómadas.
Si la vida te parece ajetreada deberías ver la de los otros.
III)
Nada más triste que un lápiz abandonado sobre un tejado ardiente, tomemos la escalera escondida en la sala de educación física y vayamos a su rescate.
Al ser trasladado junto con los otros náufragos de la mina, los que hemos salvado del abandono al que sometieron, parece que recobra el conocimiento y liberado sólo quiere escribir sobre esa hoja que también alguien dejó.
IV)
Flotando un poco, para escapar de éste mundo que nos atormenta con rutina y cansancio.
Huyendo lejos de la ruta que conduce hacia esos claustros en los que se acumulan expedientes con nuestros nombres.
La paz no está allí, tampoco esa sombra oscura que se asoma al borde del estanque y pide que le devolvamos la rama que yace abandonada en la otra punta de nuestro refugio.
Mirando las estrellas en un cielo oscuro, lo demás se ve distante y así es como lo dejaremos.
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