_ Sé que puedes oírme, sé que pese a esa forma de estatua tú y tus hermanos siguen vigilando éste mundo. Cada tanto la abandonas para poder ver lo que ocurre alrededor, el humo de tu pipa se siente por aquí.
Pese a que estos salones han sido convertidos en un museo, ustedes aún vigilan. ¡Basta ya de esta mentira! Abandona esa forma y enfréntame.
La montaña rugió, Thorval dejó la forma de piedra que sus ancestros le habían enseñado y portando el martillo enfrentó a aquel que lo amenazaba.
De pronto el lugar cambió, se encontraron flotando en el aire, las nubes corrían como un río debajo. Thorval lanzó una bocanada.
Aquel cuya voz había escuchado abandonó el traje oscuro y se presentó ante él.
_ No hacen falta las formalidades dijo Thorval y levantó el martillo.
_ Tú ya no tienes la ventaja de la roca murmuró el mago.
_ No importa, me basta con tener esto.
Alzó el enorme mazo al cielo, como respuesta nubes negras lo recubrieron. El mago no se intimidó, hasta que de pronto sintió un súbito escalofrío.
Un enorme carro tirado por dos carneros gigantes se abalanzó sobre él y lo pulverizó. Lo único que quedó flotando en el aire fue el cayado del hechicero, lo tomó y formando un círculo rúnico regresó a la vieja montaña.
Tal vez era hora de despertar a sus hermanos pensó, pero no, mejor sería buscar a los magos. Acto seguido como si el martillo entendiera esto fue transportado a un lugar lejano, al otro lado del río se levantaba la torre.
En su cima giraba una esfera de diversos colores, intercambiando entre azul, púrpura, negro y rojo. Thorval encontró a los cuatro magos sentados en torno a una fogata.
_ Al fin has regresado dijo Púrpura.
_Todo alrededor parece haber cambiado.
_ No todo replicó el mago azul, éste tonto de Púrpura detuvo el tiempo. Así que todo ha quedado como en la vieja época.
_ ¡Qué bueno! Les he traído un regalo.
Acto seguido arrojó el cayado, los cuatro magos se miraron sorprendidos. Reconocían las inscripciones en el báculo y ello generó una disputa que terminó con los cuatro desparramados en el piso al chocar sus poderes.
Thorval levantó una silla, se sentó y lanzando una bocanada al aire dijo:
_ Bueno, podríamos comer unos ravioles.
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