Ha sido una mañana agitada, que se extiende al resto del día y sin embargo sólo ahora he tenido tiempo de detenerme a pensar el porqué de todo esto.
Un día más en el calendario pero no uno cualquiera, menos que un lustro, las horas se acumulan esperando poder ocupar su lugar en alguna parte del almanaque.
Así van las cosas, tendremos que soportar el peso de los años anteriores únicamente para descubrir que éste 29 de febrero es un día más de trabajo. Incluso a alguien le pareció gracioso arrancar las clases en un momento tan agobiante, en el que cambiaron la frecuencia de los ómnibus y no me ha quedado otra que hacer dedo.
El único que festeja es quien postergó su cumpleaños tres veces para luego pretender que le regalen todo lo adeudado con intereses. Una vuelta más gritó el sol, olvidando que no se mueve. Los demás deben girar en torno a él, para recibir su tributo dorado.
Cuanto trabajo extra trae éste año bisiesto, los romanos no tenían nada que hacer por lo visto.