Tanto para esto,
un cortejo de almas cansadas,
sólo una pequeña luz brilla
en el medio de la tormenta.
Buscaste lo que tuviste
y mereciste lo que te tocó
o lo que obtuviste, la diferencia
se ve confusa mientras me muevo
entre estas piedras frías con nombres
marcados a fuego frente al cruel
verdugo al que llamamos tiempo.
Y al acercarme veo rostros congelados,
caras espantadas que me gritan que no debo
estar ahí, pero la lluvia oculta el llanto.
Algo las mueve,
almas condenadas desprovistas de voluntad,
puedo ver tu plan ahora
mientras los cañones se vuelven rojos
en medio de la balacera que tus marionetas desatan
sobre mí, dejando éste lugar sagrado
recubierto de humo en tanto la lluvia sigue cayendo.
Hay heridas que sangran sin ser visibles
mientras camino en la lluvia
destruyendo a tus títeres
y sólo queda esa muñeca
abandonada por quien no llegué a ver.
Eso y la corona que luciste
rota, golpeada por la lluvia
a la que le lanzo una bocanada
pero se rehúsa a dejarme.
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