lunes

Bisiesto

Ha sido una mañana agitada, que se extiende al resto del día y sin embargo sólo ahora he tenido tiempo de detenerme a pensar el porqué de todo esto.
Un día más en el calendario pero no uno cualquiera, menos que un lustro, las horas se acumulan esperando poder ocupar su lugar en alguna parte del almanaque.

Así van las cosas, tendremos que soportar el peso de los años anteriores únicamente para descubrir que éste 29 de febrero es un día más de trabajo. Incluso a alguien le pareció gracioso arrancar las clases en un momento tan agobiante, en el que cambiaron la frecuencia de los ómnibus y no me ha quedado otra que hacer dedo.

El único que festeja es quien postergó su cumpleaños tres veces para luego pretender que le regalen todo lo adeudado con intereses. Una vuelta más gritó el sol, olvidando que no se mueve. Los demás deben girar en torno a él, para recibir su tributo dorado.

Cuanto trabajo extra trae éste año bisiesto, los romanos no tenían nada que hacer por lo visto.

viernes

Morrisong

Siempre lo supe, en tanto la admiración por una desaparecía la otra cobraba fuerza. Un par de pinceladas sobre el lienzo y tienes otra historia. Tal vez por eso todo cuadra ahora. Para el común de los vivos no es más que alguien fuera de serie. Y por ello disimula esos dotes de genio creador entre pinturas fragmentadas.

Un deseo desde el lado oscuro del alma, donde Dios y el Diablo juegan ajedrez. Un susurro y la agonía se hace sentir, Gin no mejora para nada la situación. Canta una canción profunda de amor y abandono, no puedo detener mis manos sobre el teclado exhausto. Canta por los dos, viejo trovador del puerto con nombre de mujer. Canta hasta que el fuego cese o el dolor se vaya, entonces sabrán que sigo peleando.

Al final del día sólo quiero abrazarte pero aquí estoy sometido en esta trampa que esa mente vil preparó. Al borde del abismo palpando las cicatrices del deseo y la locura. Mente déjame en paz, mente desquiciada y tortuosa, no te muestras pero sufro el estigma del fuego que todo lo consume.  

D.E.Merlo

Ella tiene la ecuación resuelta, despejadas todas las dudas no queda otra cosa que mandar el asunto al carajo. 
Que los demás se escondan, mientras la navegante cruza la tormenta con un esquife. 
Como si fuera una cáscara de nuez en el océano, su existencia transcurre entre tropiezos y comienzos en tanto su fiel timonel la lleva hacia un horizonte de fuego a encontrarse con lo que extraña.

domingo

Manifiesto del Nerd




Yo vengo de la época de la PC Juegos,
Q-Pro, PW y Database,
yo me he arrastrado por las mazmorras
espada en mano buscando a Carmen.
Lo mío viene en blanco y negro,
tal vez un poco anaranjado
en ese entorno DOS,
dos que es primero
y escribo en hexadecimal 1911
porque no me banco tu 666.
Yo no quiero tu 3D,
tu pantalla táctil y tu red social,
dejadme con mi 16 bits
aplastando oponentes como Zangief.
Quiero un moledor orco
para asaltar brutalmente tu registro,
2D, 2D, 2D,
así se entra en ESO
Dame un “DEL *.*” para borrar tu Facebutt,
que sea una pantalla azul el final
de tu sueño y el comienzo de
esta pesadilla pixelada.
Así será,
tarde o temprano
cuando los Nerds recuperemos el control
y desalojemos a esos frikis impensantes.

Traducción:

PC Juegos: revista publicada por MP Ediciones, allá por 1995 traía algunos videojuegos de PC en discos de 5 ¼.

Q-Pro, P.W. y Database: programas de DOS (Sistema Operativo del Disco), antecesores de Excel, Word y Access (planillas, textos y bases de datos).

Mazmorra: una referencia al Príncipe de Persia, el primer juego de PC que jugué.
Carmen: ¿Dónde en el mundo está Carmen Sandiego?, otro juego de PC.

Blanco, negro y anaranjado: el color de los monitores de la época.

Hexadecimal: sistema de numeración vinculado a la informática.

1911: en hexadecimal da por resultado 777, la perfección divina por contraposición a 666 el número del diablo y 667 (más malo que el diablo).

16 bits: la memoria de las viejas consolas hogareñas, entre ellas la SEGA Megadrive y Genesis. 

Zangief: personaje del juego Street Fighter, igual a Mike Haggard de Final Fight y Mess O'Bradovich de Cadillacs and Dinosaurs, todos juegos de CAPCOM.

Moledor orco: arma de asedio de la horda orca, en el juego Warcraft 3 de PC.

2D, 2D, 2D: al ingresar 2D en una entrada de registro de Windows, da como resultado el guión del medio “-“.

ESO: sitio de Ensemble Studios Online, para jugar entre otras cosas a Age of Mythology. Alterando la clave del producto en el registro de Windows, era posible jugar online con una versión pirata del mismo. Lo que se dice “un asalto brutal al registro”.

DEL*.*: borré el archivo de arranque de Windows 95 con esa secuencia (fue un accidente).

Facebutt: una parodia de Facebook, creada por Peter Capusotto.

Pixelada: me gustan como se ven los juegos viejos, con forma de cuadraditos. El 3D guárdenselo. 

Nerds y Frikis: dos generaciones distintas, la primera más asociada al “traga libros” y la segunda al fanático in extremis de videojuegos, anime, películas. En realidad es más o menos lo mismo, el nerd usa unos anteojos tipo “culo de botella” y el friki es un nerd nuevo milenio.  

Camina en la lluvia

Tanto para esto,
un cortejo de almas cansadas, 
sólo una pequeña luz brilla
en el medio de la tormenta.
Buscaste lo que tuviste
y mereciste lo que te tocó
o lo que obtuviste, la diferencia
se ve confusa mientras me muevo
entre estas piedras frías con nombres
marcados a fuego frente al cruel
verdugo al que llamamos tiempo.
Y al acercarme veo rostros congelados,
caras espantadas que me gritan que no debo
estar ahí, pero la lluvia oculta el llanto.
Algo las mueve,
almas condenadas desprovistas de voluntad,
puedo ver tu plan ahora
mientras los cañones se vuelven rojos
en medio de la balacera que tus marionetas desatan
sobre mí, dejando éste lugar sagrado
recubierto de humo en tanto la lluvia sigue cayendo.
Hay heridas que sangran sin ser visibles
mientras camino en la lluvia
destruyendo a tus títeres
y sólo queda esa muñeca
abandonada por quien no llegué a ver.
Eso y la corona que luciste
rota, golpeada por la lluvia
a la que le lanzo una bocanada
pero se rehúsa a dejarme.

Añejado

Océano rojo,
atardecer violeta,
entre sangre y 
una mañana ventosa
corriendo por nuestro ser.
Furia desatada,
veneno carmesí
corre por las venas.
Aroma a flores,
dulce sueño trayendo la paz,
revelándolo todo
un sorbo a la vez.
La verdad es roja
éste vino también,
mientras sale a la luz
y lo sumó en la oscuridad
un trago a la vez.

sábado

Una excursión a mi cerebro

I) A la batalla.

El poderoso cuerno de batalla sonó en la lejanía,
justo por encima del puente del arcoíris.
Los enanos se calzaron sus poderosas armaduras,
cerrando los puños sobre los martillos. 
Los hombres del norte probaron el filo de sus espadas,
las capas recubrían sus escudos redondos.
Algún que otro mago despistado despertó sobresaltado,
lanzó sus hechizos y el espejo se los devolvió
quedando fuera de combate.
Los demás temblaron de miedo,
recluidos en castillos que nos los protegerían
en ese día aciago.
En la montaña del norte el enorme guardián  
se jaló la barba, meditando un instante antes
de invocar a la enorme bestia.
Esta le lamió el rostro, luego tomó su pesado
martillo y comenzó el descenso rumbo
a la llanura de la batalla.

II) A las armas.

A las armas,
a las armas,
que llega la horda orca
y se llevan nuestras provisiones.
Tomad las espadas, 
dejas los picos y las hachas,
corazas de acero, 
mallas de mithril.
Muy lentos estamos,
esos bárbaros del norte
pillan nuestro ganado
y se escapan en sus 
naves dragón.
Dejen a un lado 
las cucharas y el cemento,
es día de paga y los demonios
vienen con los nigromantes
a sembrar su cosecha macabra.
Dejadlo todo
ya es demasiado tarde,
nos han derrumbado el bastión
y las luces se han apagado.

III) Akira.

A través de un cielo en calma,
esas nubes pasajeras anuncian algo,
cruzándolo cómo un ave libre
sintiendo la brisa en su rostro.
El enemigo está cerca,
el poder oculto será liberado
para que la pesadilla llegue 
a su fin, en medio de toda
esa energía que irradia
un guerrero venido de otro mundo.

IV) Locomotora.

Un tren anaranjado
echando humor por el frente
cruel dragón de éste mundo.
Afuera están los cuerdos,
los locos se han juntado
y se pagan éste viaje.
Zigzagueando por la tierra
sin fronteras ni banderas,
va la locomotora a toda marcha
hacia un nuevo amanecer.

V) La excursión.

Una excursión a mi cerebro
algo totalmente inédito
y a la vez peligroso.
Veo orcos desfilando
con enanos portando martillos
atrapa tormentas y guerreros
nórdicos gritando por Odín.
Mariposas volando en torno 
a un fresno gigante,
una loba custodiando una caja
en donde hay niveles secretos
y una mujer danzando 
en medio de un vendaval.
Todo esto venía incluido
no tuve que pedir nada más,
pues así soy inmensamente feliz.

VI) Alicia.

Mi profesora de primer año
de la secundaria, llamada Alicia,
no por vivir en el país de las maravillas
sino por llevar un montón de cadenas,
me puso un tres en el primer examen
de lengua y literatura.
Le dedico estas líneas
para mostrarle como sigo
tratando de equivocarme.

VII) Ahora que.

Ahora que el fuego ha caído
no queda en donde esconderse,
así que sin más remedio
blandiremos el acero.
Nada nuevo
esta escena ya la he vivido,
de la luz a la sombra
repleta de demonios que abatir.
Todo cae ante los golpes que asestamos,
todo incluso los muros en donde se refugiaron.
Al final el yelmo pesa tanto como la espada,
descansando en mis manos y sintiendo
la caricia del sol al final de la batalla.

VIII) Antes de la batalla.

El viento sigue soplando
quitando las huellas de nuestro paso,
algunas simplemente perduran
en el camino que recorrimos.
Resuenan los tambores,
el sonido de las espadas
recubre de nuevo la mañana,
el cielo tiene un tinte violeta,
beberemos antes de la última batalla.
Luego será el tiempo de confrontarlos,
han venido hasta nuestra puerta
estos demonios escondidos
detrás de la avaricia y la traición.
No quedara nada de ellos,
nuestra marca en la arena será
eterna mientras el reloj siga corriendo.
Después la brisa de la tarde
traerá paz a éste mundo que compartimos
y el fuego reavivará nuestra historia.

IX) Amuleto.

El fuego ardía, el anciano había dejado su cayado
a un costado y parecía dormir.
Era una noche sin luna, negras nubes habían cubierto
el joven cielo de ese mundo.
Podía sentir en el sueño en el que estaba sumido
una presencia que carecía de forma física.
Todo a su alrededor comenzó a oscurecerse
pareciendo salir del sopor onírico, 
cerrando la mano en torno a su amuleto.
No era más que un guijarro forjado por
el océano, sin marcas, tan solo una
superficie pulida.
La oscuridad cobraba forma ante él,
sentía un poder antiguo tratando
de entrar a su mundo.
El aire alrededor pareció tornarse
irrespirable, sólo el fuego continuaba encendido
mientras recitaba su oración.

Tú que has creado éste mundo
de los restos de los gigantes,
que puedes ver incluso detrás del
más grueso de los muros
y en los corazones de los hombres.
Qué te has sacrificado 
para traer de vuelta a la vida
a los que caen en batalla
y que has estado aquí desde
antes de nuestros enemigos,
Padre de Todos Nosotros,
asísteme en esta hora de necesidad.

Y al terminar lanzó un grito de guerra
arremetiendo contra el demonio,
blandiendo su espada con ambas 
manos mientras apretaba la piedra
que portaba.
Como respuesta un relámpago iluminó
la escena, cegando a su enemigo y atravesándolo,
el trueno resonó ominoso en el cielo
dando paso a la lluvia que se ocupó
de despejar la oscuridad reinante
mientras el viajero se apretujaba su capa,
reanudando el viaje.

Abecé

El lápiz llamó a las letras y estas acudieron presurosas, mezclándose sin ton ni son.

- Orden clamó la regla, se inicia la sesión alfabética. Presiden la “A”, la “B” y la “C”.

El Tribunal “Abecé” debía resolver la presentación de la “Q” y la “K”, las que se disputaban la expresión “¡Qué!, abreviándola como Q’  o K’.

A la “U” y la “E” no les causaba ninguna gracia ser reemplazadas de esa forma, así que se presentaban como víctimas.
La “I” y la “O” eran las representantes legales de las víctimas.

La “Z” representaba los intereses de la “Q”, pero parecía dormir.
La “S” asesoraba a la “K”, quien confiaba en que todo lo sabía.

El jurado se componía de las ilustres “F”, “G”, “H”, “J” “M”, “N”, “Ñ”.

Durante horas el tribunal y el jurado escucharon los argumentos de ambas partes, así como el reclamo de las víctimas.

La “V” y la “W” tomaban nota de todo lo que ocurría, la “L y la “LL” registraban la crónica para el Diario Arroba. Las dos cubrían la misma nota, pero no lo sabían.

- Están dándole demasiadas vueltas al asunto dijo la “O”. Lo mejor sería darles la razón a las vocales e indemnizarlas por éste intento de secesión.

- No tienen pruebas dijo la “Z”, saliendo de su siesta. Vuestro testigo estrella, la “Y”, es familiar de su colega.

- Infamias dijo la “I”, somos de nacionalidades distintas.

- Por su parte replicó la “Z”, tenemos forma de probar los derechos de nuestra parte. Tengo un testigo que le dará luz a éste oscuro asunto, siempre da en la tecla. Adelante “X”.

Y entonces se hizo silencio, la “X” era famosa por poner las cosas en su sitio justo. Sin embargo, el jurado no se ponía de acuerdo.

Ante esta situación, el tribunal llamó a un cuarto intermedio hasta el año siguiente. Y de paso le pidieron un café a la “T”, pero esta se lo tomó a chiste y sólo les trajo té.

- A todo esto, ¿no falta alguien?, le preguntó la regla al lápiz.

- La “P” se borró, le dijo la goma al sacapuntas.

Cómo empieza la locura

I)

A todos aquellos que hemos visto pasar
y a los que nos ven existir,
sabiendo que todo se prolonga 
más allá de esta vida que compartimos.

Los recuerdos se agolpan,
la situación en la que me encuentro
los hace salir, el carcelero de la memoria
esta noche se ha dormido.

Tres hermanos avanzan juntos por
una calle de tosca, el sol del otoño
ilumina sus pasos, sobre todo los 
de la más pequeña que se rezaga.

Un tractor recorre el campo
en la hora de la siesta,
abriendo surcos para deleite 
de unas cuantas gaviotas 
venidas del océano.

La vieja madera de un pupitre,
cubierto de las marcas de los 
que pasaron por él, resuena
al compás de los golpes 
que con las palmas 
le propina su ocupante.

El llamado de mi abuela al caer
la tarde me saca del ensimismamiento,
tal vez ahora pueda oír lo que trataba
de decirme antes de emprender el viaje.

Un viejo soldado, venido del otro lado del mar,
yace recostado en su lecho
sabiendo que los santos se han ido derrotados de la República 
y ve llegar un dos de julio en la eternidad.

II)

Ha sido tu espíritu el que vi pasar,
una rosa blanca se marchita sobre la piedra
si el viento no la reclama para sí.
Lástima que no entendiéramos
que sólo estamos de paso.

III)

Lamento no poder seguir abrazando tu cintura,
las curvas de tu cuerpo y tus pechos urgidos de besos,  
tu vientre, tu ombligo, las sombras en donde comienza
tu parte más ardiente, crisol de vida y esperanzas.
Lamento tanto estas palabras de despedida,
pero el tiempo se ha llevado todo dejándome
sólo las cenizas de la noche pasada.

IV)

Durmiendo abrazados, sin más tapujos 
que las sábanas que nos recubren.
Que el calor de nuestros cuerpos
sea todo el sol que necesitemos,
bebiendo el agua de los besos 
que nos brindamos
y perdiéndonos en un mar cálido
llamado amándonos.

V)

Cuando las luces se han marchitado
en esta hora tan oscura en la que el
oro no es sino cartón pintado,
es que uno toma conciencia de lo
que importa mientras transita 
por esta larga carretera que
parece no tener fin pero
que esconde en cada cruce
un acertijo acechando.
Otro más se ha ido
alguien a quien conocí
tornando la escena gris,
todo queda congelado 
en esta tarde de verano
y hace que aquello que 
llamamos problemas
sean cosas nimias.
Uno acumula recuerdos
hasta que la ficha cae del otro lado,
entonces lo demás no es importante
lo que hemos pospuesto largamente sí.
Heme aquí dibujando estas líneas
tal vez algún día otro las escriba
por mí, yendo a un lugar mejor.
La pluma parece no secarse
o al menos esa es la ilusión
que creemos mientras estamos.
Como náufragos nos aferramos
a los restos de la tormenta,
a esa balsa llamada esperanza
en medio del océano
que todo lo da pero que también
reclama su parte, aunque no
tengamos conciencia de ello.

V)

Partes, el remolino marca tu paso,
la lluvia de la mañana se ha detenido
aunque no se ha ido del todo.

Las calles se ven desiertas,
la casa vacía marcando tu ausencia
apenas interrumpida por las gotas
que se desprenden del tejado.

En lo profundo sé que la tarde
te traerá de vuelta pero por
ahora he de conformarme 
con esta espera agridulce.

VI)

Llámame a cualquier hora
que sí no soy yo el que vaya
por ti ¿quién entonces?,
cuando el mundo duerme
olvidando la mañana
y dándole rienda suelta
a los excesos de la noche.
A los demás no les ha de importar
lo que nosotros tenemos,
que no tiene forma física 
pero existe y está hoy
aquí, uniéndonos como al principio.

VII)

Y la batería seguirá sonando
en alguna parte de éste cielo gris,
recordando el tiempo en el que
golpeabas el pupitre de una de
las viejas aulas del Almafuerte.
Ese espacio ha quedado vacío
igual que aquel que en esta vida
marca tu ausencia, como la
de tantos otros que han recorrido
éste camino desconocido.
Te vas tras ese cruce
pasando la niebla que recubre
el sur de la provincia, rumbo
hacia el sol que ilumina aún
en la eternidad.

VIII)

Te amo
desde que la lluvia te trajo
caminando entre gruesas gotas
de un sábado maravilloso,
desde el momento en que abriste 
la puerta de un lugar que no 
está cerrado para mí
aunque alguien, que se llevó un pedazo
de mi corazón, haya querido lo contrario.
Y ahora, cada paso tuyo 
haciendo todo tan sencillo
me obliga a ir como un gigante,
para no perderte en medio de éste
mundo loco, en el que tu luz
brilla casi tanto como el sol
que nos mantiene vivos.

IX)

El sol comenzaba a desaparecer sobre una esquina de la pampa,
los restos de las naves se amontonaban en la entrada al pueblo
y el frío se hacía sentir en el lugar.
Lo peor había pasado, solo era un montón de hierro y plástico
desintegrado, nada comparado con las heridas que marcan la carne.
El sol se fue, la esperanza regresó un rato antes
cuando vimos tu silueta y tu sonrisa
mientras regresabas con nosotros.

X)

¿Cómo empieza la locura?,
simplemente con algo pequeño
que se vuelve una enfermedad 
con los años.
Aunque lo disimulemos
entre los pasillos de la vida
ajetreada que llevamos
y los momentos de plenitud,
camuflada a la espera
como la bestia entre las sombras.
A veces los pensamientos nos invaden,
imaginando cosas que fueron, 
pudieron ser distintas.
Y una vez más 
apenas un paso
te separa del abismo
que insistentemente te llama,
pero que niegas al igual
que la naturaleza brutal
que encierras en ese
capullo perecedero.

jueves

Aula 14

Es viernes, cerca de las veinte horas y se apresta a ingresar en el instituto. Incluso el color de las paredes que le recuerda a un buen vino parece desdibujado por la niebla. 
Al ingresar se quita el sudor de la frente, piensa acaso que está por enfermarse. Pero luego de esta clase, sólo a un loco se le ocurriría pedir ese horario, podrá irse a beber algo y a dormir junto a la chimenea.
El edificio luce desolado, ni siquiera las auxiliares están a la vista. Mucho menos los directivos, no ha cruzado a ninguno de los estudiantes pero eso no le parece raro. Tal vez simplemente no haya nadie.
Al final del corredor se encuentra con el aula nueva, contigua al taller de diseño y se decide a echarle un vistazo. La luz se niega a encender, qué maravilla, aun así puede ver algo en medio del claustro.
Un leve resplandor emerge del escritorio que los albañiles han corrido durante la remodelación, al acercarse las luces se encienden y él observa algo que lo deja petrificado. 
De pronto ha vuelto a tener seis años, se encuentra recibiendo una amonestación de parte de una docente cuyo nombre no recuerda.
Luego se ve a sí mismo frente a una mesa evaluadora en la universidad, todos sus miedos saltan a la vista y cuando termina la escena vuelve a verse frente a un curso repitiendo los errores de sus formadores.
Reacciona, se ha ido de bruces al tropezar con un pupitre. El aula se ve normal, decide salir para encontrarse con que todo el mundo parece haber salido de su escondite.
Un desfile de personas cruza por los pasillos, se aleja rumbo a su clase dejando atrás el aula que lleva el nombre del Profesor Diego Flores. Y el número 14.

10 de Septiembre (1915 - 2015)

Otra guerra, la amenaza resultaba ominosa pese a que el aire estaba limpio del sonar de los cañones.
Debe haber mirado a Giulia su esposa y a los cuatro hijos: Graciela, Pierluigi, Mauro y Fiorella. Incluso a Shusai, que le movía la cola mientras fumaba en la entrada de la casa.
Tendría que vender la moto, en el barco no cabría y el can se quedaría despidiéndolos en la lejanía.

Así es que llegaron a Buenos Aires, en aquella época los inmigrantes se ocupaban laburando en los campos. Pero Gualterio se las ingenió para seguir en la ciudad.
De un momento a otro bobinaban y vendían motores en la zona de Lanús. Luego la costa atlántica hasta llegar al viejo Balneario Océano.

Ahí compraría una estación de servicio, que se volvería alojamiento y lugar de reunión de los habitantes de la zona. Allí nos conocimos un día de septiembre.

Pero es en cualquier parte, desde hace un tiempo, en dónde te extraño Viejo Tano.


10 de Septiembre de 1915, nacimiento de Gualterio Fiori. Nuestro Nonno.

Arriando

Comienza a amanecer, Gastón va llevando la manada a pastar allá cerca de los silos. 
Las cosechadoras trabajan a lo lejos,  un camión celeste carga cereales  para un nuevo viaje y el viento del norte levanta la tierra en el viejo camino que se pierde rumbo al mar.

Arría las vacas,  también unas cuantas esperanzas y sueños,  por el largo sendero rumbo a la vieja vía mientras silba una canción, su compañero de andanzas regresa de entre los matorrales recubierto de abrojos.
A veces es la única presencia fuera del ir y venir del ganado, del sonido del badajo contra el cencerro  y de ese coro repetido de mugidos a los que algún tero se une.

Cuando cae la tarde inicia la vuelta al corral, su amigo trota al lado suyo y se aparta bruscamente para indicarle a un ternero que debe mantenerse junto con la manada. 
Atrás queda la vieja casa que aún hoy puede verse desde la cinta asfaltada, ahí en donde pasaba las tardes junto a los suyos y desde donde el lobo vigilaba como la vida discurría.

miércoles

Apaleado

Perro apaleado,
por andar descalzo
limosneando un poco
de pan y de agua,
comida digna de reyes
que se arroja a la basura
al igual que nosotros a la calle.
Viviendo de los despojos
un hueco en el suelo
para pasar el invierno
y soportar el calor del verano,
el mismo en el que descansarán
nuestros huesos molidos
Perro apaleado,
mirando con la tristeza de un niño
pasar las horas y al mundo indiferente
a la espera de que la lluvia 
nos calme la sed, insaciable sed.

jueves

Ana

Nunca ha tenido tiempo de pensarlo dos veces,
sino las cosas simplemente no ocurrirían.
Sale temprano, antes de que el gallo siquiera
se dé por enterado y está de vuelta cuando
la luna ronda por el cielo.

Lleva a su pequeña hija de acá para allá,
contándole como es éste mundo loco
a través de las señas que ha ido aprendiendo.
Su existencia es silenciosa,
pero tan llena de cosas por descubrir
y así las dos se alejan rumbo 
a la enorme ciudad.

A una madre no le hacen falta palabras
basta con un gesto para entenderlo todo,
en ocasiones sólo el silencio que adorna
los pasos de su pequeña.

lunes

Templario

Siempre soñé con portar una armadura y esgrimir una espada para proteger a los más débiles, entre ellos mis amigos y las personas de mi pueblo.

Así que me sentí impotente cuando las llamas y la destrucción asolaron nuestra tierra. Fuimos víctimas de los verdugos de un señor despiadado, las calles se tornaron de un color carmesí entre la violencia y el saqueo.

Recuerdo ver a un sacerdote entre los atacantes, el que observó impávido aquel espectáculo. Parecía que la herejía era acorde a la conveniencia y al peso de las monedas de oro.

Los nuestros sólo eran humildes labriegos, sus manos cultivaban la tierra que daba más vida que una espada.
Ahora sólo había dolor por todos lados, me negué a llorar al calor de las llamas y las sombras de los cuerpos colgados.

Me negué a derramar una sola gota que apagara un poco aquel fuego, esperando a que el alba llegara.

Entonces, a través de la bruma de la mañana un solitario jinete vino a mí.
Así empezó mi peregrinaje hacia una tierra desconocida.


Así me volví un caballero, cuyo escudo era un mar de llamas.

Vinlandia

I) Invierno.

El Rey Eric despertó en el salón
de los escudos notando como 
todos sus súbditos habían huido, 
mientras a él se le pasaba la borrachera.
La gloriosa muerte en batalla
ya no era un fuego ardiendo
en la sangre de ellos.
Tomó su espada y el escudo redondo
dejando atrás la empalizada,
atravesando el bosque rumbo a 
la aldea de sus enemigos.
Al llegar encontró al Rey Cire
blandiendo una pesada hacha de dos cabezas,
estudiándose durante un largo rato.
Entonces su rival sopló el cuerno
que llevaba en la cintura,
retumbando el sonido en la fría
mañana de invierno.
Un graznido le hizo eco,
nadie acudió al llamado,
parecía que a Cire lo habían dejado
solo como a Eric.
Uno contra uno
Cire blandía la pesada hacha,
errando el blanco y dándole al aljibe
mientras Eric daba golpes al aire,
el casco no le permitía ver bien.
Cire aprovechó para acometer a
su enemigo, escapándosele el arma
de las manos por el envión
dando en el blasón de Eric,
quien cayó perdiendo la espada.
Los dos en el piso, el escudo roto,
Cire rió y su carcajada encontró
otro graznido de respuesta.
Demasiadas guerras
no quedaba nada porque pelear,
después de todo las bodegas
debajo de su casa estaban repletas
de alimentos y de cerveza.
Eric se dejó tentar por la invitación,
el invierno sería largo
mejor tener algo con que calentar
el cuerpo y un techo sobre la cabeza.
Cuando el hielo se fuera
podrían guiar el drakar hacia
la tierra de las viñas
que el abuelo de ambos, Leif,
mencionó frente a la hoguera
tantas veces.

II) Viñas.

Finalmente el sol reapareció 
como una luz tenue al principio,
para luego brillar en todo su esplendor
alejando al invierno.
Cire y Eric se hicieron a la mar
en el viejo drakar llevados por el viento,
la vela roja y blanca se hinchó
mientras navegaban hacia territorio
sajón en búsqueda de provisiones.
La niebla de la mañana cubrió su llegada
a la costa cuando asaltaron el convento,
llevándose el almuerzo de los monjes
que los persiguieron con piedras y palos
tratando de no perder el tonel de cerveza
y el cordero asado que Eric cargó sobre su escudo,
retornando a la seguridad del mar mientras 
desde la playa los monjes olvidaron sus votos
de silencio deseándoles que el infierno
los quemara con nave incluida.
La siguiente incursión fue en una pequeña
isla en donde sólo había mujeres,
un paraíso terrenal que se volvió una pesadilla
cuando las pacificas doncellas se convirtieron
en un ejército de cazadoras que les molió
la osamenta mientras Eric y Cire se abrían
paso hacia el drakar.
Al tercer día se encontraron 
con una nave sajona y la abordaron, 
la tripulación cayó al mar
Cire prendió fuego al navío,
el drakar estaba lejos de ellos
así que flotaron entre la carga
que arrojaron por la borda.
Varias semanas pasaron 
hasta dar con Groenlandia,
pero una terrible tormenta los alejó
de la isla dejando atrás el último
rastro de civilización.
Un día de calma y varias tempestades
después hasta dar con el lugar
que su abuelo mencionó tantas veces.
Armaron una empalizada en torno
al salón de escudos, sólo eran dos,
y se dedicaron a explorar el sitio.
Las viñas estaban por todas partes
la producción de vino no tardó en llegar
y brindis tras brindis los dos guerreros
convirtieron ese páramo en su nuevo hogar.