jueves

Sangre

El viento trae los gritos de
la victoria en una marea azul
mezclada con la dorada gloria,
mientras cada movimiento
de los guerreros los acerca
más y más a la estocada final.
Permanecen en éste campo de batalla,
el griterío incesante se ha
transformado en un cuerno de batalla
y la sangre explota al sonar de él.
Ella los ha guiado hasta aquí
venida desde el otro lado del océano,
a través de cientos de barcos
que escaparon de la devastación.
Ahora duerme en cada uno de nosotros,
el estandarte al viento
la muestra tal como ha sido
derramada en ese manto blanco
sobre las montañas recubiertas de pinos,
mientras su portador la transfería a otro.
Y ahora mezclándose con esta marea
al otro lado del mar, lejos
de la península pero tan cerca,
cuando otro día glorioso comienza
y esa sangre late con más fuerza
aun en la adversidad para 
alcanzar la gloria.

Hermanos

Se detuvieron en la llanura,
la lluvia los cubría
como una manta protectora,
no sentían el frío
el llanto se les había secado
de tanto andar batallando.
Los escudos golpeaban enemigos,
las espadas dejaban un lago rojo
formándose sobre la planicie.
El martillo era implacable,
manejado por la mano experta
del guerrero recubierto de cicatrices
que la larga barba cubría.
Un reflejo azul a su derecha
le indicó que su hermano se movía
segador entre los rivales,
su existencia y su espada
eran un resplandor en el medio de
la batalla que los reunía.
Al amanecer cesaron,
el sol los cubrió de tibieza
y entonces los dos contemplaron
el renacer del mundo
tras la caída de los demonios.

Gloria

Las escenas pasan
quedando la gloria
entre tantas postales,
el tiempo no ha empañado
lo que ellos consiguieron
en los campos lejanos
de oriente.
Justo cerca del sol naciente
yace durmiendo el eco 
de las batallas que libraron
y que pese a la distancia
que nos separa de esa tierra,
su recuerdo es tan nuestro
que atesora las vitrinas
de ese santuario de la ribera.

Septiembre

Diez años desde aquel cumpleaños sin vos,
diez estaciones que he atravesado solo
esperando verte en cada una de ellas.
Diez temporadas festejando y padeciendo
junto a los colores que son tu herencia,
la de mi Padre, tu Hijo, tu Nieto.
Diez años que no parecen nada
pero que denotan tu ausencia,
aun cuando me he dado cuenta 
de que pese a que no estás aquí
vives en nosotros.

Gesú

Bajo la antigua montaña
justo por encima del fuego del dragón,
moran los maestros de la roca.
Duros cómo granito,
el alma en calma igual a la lluvia
y el corazón delatando al trueno,
mientras siguen forjando
el salón de HammerHand.

Cuando sopla el viento desde el poniente
y la lluvia golpea la ladera ancestral, 
ruge el trueno en lo alto de la forja
entonando los enanos una canción
en honor a HammerHand.

Chocan las copas rebosantes de 
Cerveza y de Malbec.
¡Dejen entrar a los piel verde
y a los orejas largas!
A todos les daremos la bienvenida
en los salones de roca.

Brindan los orcos de Grokk
y los cara pálida de Carrara,
no añorando ni el páramo ni
el bosque, en el interminable festín
en honor al más grande guerrero
que haya pisado una contienda.

Séptima

Hombres codiciosos invadieron la ciudad
como un enjambre de carroñeros,
topándose con las defensoras.
La última de siete los enfrentó,
cubierta de plata,
sus aceros se movían
recubriéndose de sangre
hasta que al final sólo quedó ella.
Sintió la tierra temblar,
las brujas negras traían
la plaga de demonios
a través del bosque del sur.
Ahora únicamente quedaba ella
para evitar el final
de la ciudad de los navegantes.
Trepó hasta la torre,
encontró la habitación de cristal,
la luz arcana guiaba a las
naves evitando los acantilados.
Tomó el manuscrito
y comenzó a recitar las palabras
conjurando el hechizo.
La montaña del sur se estremeció,
los antiguos moradores
despertaban al fin de su sueño,
blandiendo martillos,
escudos de acero,
bajando desde la fortaleza de piedra
derribando a los invasores,
invocando al viento y al trueno
purgando a las brujas negras.
Se detuvo cansada,
mientras ella viviera
la ciudad estaría a salvo.
Pronunció el nombre
de un guerrero caído,
le pidió a los dioses que cuidaran
de él por ella, hasta que la senda
de plata se formara en el cielo.

Final y principio

La estación se ve rebasada de
personas que van y vienen,
las naves rojas se van llevándoselas,
las horas se han vuelto piedras pesadas
mientras espero que llegue mi turno
en el andén al que he llevado
todos mis sueños y dudas.
Febrero se va,
nuestra amistad parte con él,
la noche es fresca
me voy dejando atrás a la mujer
a la que en otra época amé.
Lo que queda es esta Emperatriz,
sentándose cómoda en un trono vacío
mientras el humo se va hacia el cielo
cubriendo la noche de recuerdos.
Tus paso llamaron mi atención
una noche de marzo,
hace más de una década,
si te propusiste meterte debajo de mi piel
no tuviste que hacer nada para conseguirlo.
La mano se apoyó sobre mi hombro
cuando las cosas se pusieron difíciles
y ésa misma mano se abrió 
pretendiendo arrojarme al vacío,
siendo rescatados por los que 
no buscaron nunca nada a cambio.
Ahora tu imagen se borra
en medio de la niebla que cubre
el camino por donde vago,
recordando cada día esos
dos ojos azules implacables.

martes

Será que acaso

Será acaso que esta época hace aflorar todos los sentimientos
y más de algún recuerdo, es como ver la vida a través de un vidrio
sin poder cambiar la escena que pasa ante nuestros ojos,
meros testigos de algo que yace más allá de toda razón.
Así es como tantas cosas se nos hacen presentes,
un beso, una caricia, una palabra de alguien que se ha ido
y la lista parece no tener fin, las lágrimas tampoco.
Tanto que añoramos otras cosas, sin tener muchas veces
algo de todo eso, olvidando que lo más importante
no es amarrocar cosas en una cofre
sino tener aquello necesario e indispensable.
Un amigo, un amor, un motivo para cada día,
lo demás se puede ir al carajo,
yo no lo necesito y no lo quiero.

Fútbol

El único credo que tiene más fieles
que cualquiera de las religiones que existen,
el único que habla todas las lenguas
y que pone en plano de igualdad
al norte y al sur.

El único cuyo himno no está escrito,
que no tiene límites, ni banderas
definidas, pero su nombre está 
en todas partes.

A la vuelta de las calles de nuestro barrio,
en La Boca, Núñez y Avellaneda,
en el corazón viola del Artemio Franchi,
en las calles de Génova, Napolés, 
Vecchiano, Vicopisano, 
sobre los médanos de Océano,
en la Ría de Ajó y Tuyú,
pero por siempre en nuestros corazones.





Seudo

Seudodemocracia, deberíamos botarlos a todos ellos
y luego tal vez quede alguno que se pueda votar
sin el temor a que es todo lo mismo.
Un montón de personalismos en pugna
por ver quién se sienta en el sillón
a administrar nuestros ingresos con la excusa
de que la ley los ampara.

Sin un estado que nos proteja
eso no es más que una linda frase,
nuestra Constitución es el rollo con el que
se limpian el trasero contando las ganancias robadas.


Cualquiera de esos gusanos de traje y obsecuencias
se presta para la vuelta, en tanto no haya que poner
el lomo hacen lo que sea con tal de continuar
manteniendo la basura conseguida a costa de otros.
Incluso he visto formas de prostitución en eso de ir
colgados con cualquiera con tal de conseguir una banca,
si Alem resucita caza la recortada y no queda ninguno.

Foráneo

Llegué en medio de la noche como un usurpador (aunque hay varios que salen de día) y me encontré de pronto en una ciudad desconocida, con un ejército interminable de habitantes que marchaban presurosos en un día cualquiera de febrero de 1999 rumbo a sus trabajos.

Salía del pequeño oasis a la orilla del mar y comenzaba a descubrir el mundo que rodeaba aquella ciudad que la niebla se empeñaba en ocultar de los ojos externos.

Todo hoy me sabe a vos, sobre todo los amigos que he conocido y las cosas que se han ido, ha sido un tiempo maravilloso pero no quiero decir que el mejor que he vivido porque eso sería restarle importancia a todo lo que estoy pasando ahora.

Así que para no olvidarte y como forma de sacar algunos males que se me arraigaron en éste viaje que lleva ya tantos años, inicié éste blog como mi lugar definitivo en el mundo.

A bucear pues.

Si fuera

Si fuera el mar
no llegaría una ola a la orilla,
salvo cuando el viento
agitara tu escote
y me colara como las gotas
para perderme en tus abismos.
Si dejaras la costa
reclamaría el continente,
rugiendo a mi paso
hasta lamer tus pies
y replegarme antes 
de que despiertes.

Final y comienzo

I)

Hombre de negro, el alma en tinieblas,
cubierto de violencia, sangre y pecados.
Excesos, frecuentando burdeles
sin sentir nada llamado amor,
torturando, matando, segando
todo en nombre de una justa causa.
Dejando una moneda, sólo un pedazo de
metal para que las almas no pudieran
pagarle al barquero el cruce del río.
La historia le ha perdido el rastro,
escondido y envejeciendo en un rincón
a la espera de que el tiempo lo juzgue
con su arma más impiadosa, el silencio
y la soledad que precede a la muerte.
Ahí entonces, todos sus actos cobraron vida
mientras esta lo abandonaba y la bolsa
con las monedas caía en un abismo profundo,
desde donde las almas atrapadas de sus víctimas
quedaron al fin liberadas.

II)

Cuando el otoño estaba por terminar 
el iniciaba la recolección de aquellos 
troncos que aún no se habían perdido
del todo y los guardaba en su taller.

En el invierno tallaba los juguetes,
un caballo, una calesita  y un perro,
los que habría de repartir al final del año
entre las manos pequeñas de su pueblo.

Y guardaba siempre un último juguete,
para el niño que aún dormía en lo profundo
de su ser, el que cuando llegamos a ser adultos
dejamos olvidado en un rincón.

III)

Sus viejos siempre fueron el norte
y como una nave sin su faro
se encontró, ante la ausencia
de cada uno de ellos.

Fue viendo las escenas en una
sucesión de instantáneas,
a las que el tiempo se molestaba
en desgastar mientras a ella
aún le quedaban los recuerdos
en la mente y el corazón.

Así pasó el legado a sus pequeñas,
anhelando que nunca su memoria
se borrara, porque con ella se irían
las de quienes estuvieron antes.

IV)

Todos estos sentimientos afloran ahora,
debe ser la época en la que finalmente
me detengo un rato en medio de la
correntada que no me deja.
¿O acaso es qué no sé cómo detenerme?

Ahí va la tarde del último día del año,
cuando brindemos a la medianoche
una parte de mí estará allá a lo lejos,
en la distancia, justo donde el viento
sopla sobre esos médanos y susurra
tantos nombres que guardo en mi alma.

Ahí donde el barco hundido da testimonio
de otra historia que el mar, como un fiel guardián,
se ocupa de preservar con los años.
Justo ahí, en los pinos de la entrada y en las
calles de tosca, murmurando con el viento
entre las paredes desiertas en las que 
alguna vez hemos sido felices.

Ahí, justo ahí, en ese lugar llamado Océano.

V)

Son una columna interminable, son miles
de luces, sonidos y personas que han venido
a curar la locura de la ciudad a las orillas del mar.

Marchan bajo el sol, uno detrás de otro,
como si una fuerza extraña los empujara
a comportarse de esa forma.

Animales de hábitos urbanos,
que invaden éste lugar tan solitario
mientras mi perro y yo aguardamos
que nos regresen la paz que se han llevado.

Experiencia

Será porque con el tiempo
las cosas se ven con la calma necesaria,
cuando la primavera de los veinte
y la tormenta de los treinta
han quedado lejos.
Los sonidos distantes,
la brisa del mar del este,
la armonía que rodea todo
excepto a quienes viven
acelerados como para apreciarlo.

Sin rumbo

La barca había olvidado el rumbo,
sobre la cubierta los tripulantes
no prestaban atención a esto
ocupados en cuestiones banales
ostentando sus posesiones,
demasiado oro opacando el sol.
La cabina de mando estaba vacía
nadie que se ocupara del destino
que podía tener el navío,
mientras éste se dirigía
hacia el arrecife que el océano ocultaba.
Barría las costas llevándose los recuerdos,
quitando las huellas del hombre
como si nunca hubiera estado ahí.
El océano era lo único constante
en éste mundo en el que sus habitantes
lo ignoraban por completo,
dándole importancia a las alhajas que llevaban.
Nada de pensar en los de abajo
que mantenían funcionando la nave,
recibiendo a cambio los restos de los de arriba.
Entonces el acero encontró las fauces
afiladas de la roca milenaria,
cientos de heridas abiertas
la nave tardaría en hundirse,
pero con el tiempo los esfuerzos
de los de abajo fueron inútiles.
Los primeros en caer pelearon
hasta que las aguas fueron demasiado,
los de arriba trataron de salvarse
escapando en pequeños botes
que el mar engullía como cáscaras de nuez.
Eso fue todo,
apenas unas cuantas burbujas
después la calma anterior,
ni siquiera el oleaje llevó el recuerdo
hacia la playa.

Existe

No corras las cortinas, que ella llega de todas formas
y pasa entre nosotros sin que lo notemos,
tiempo es algo que pensamos que tenemos
de sobra, pero al final no nos sobra nada.
Y ella vendrá a cubrirnos en cualquier momento,
así que no te pongas demasiado cómodo
en ese trono construido vanidosamente.

Sociedad

Uno no es un recipiente que absorba tantas injusticias,
a veces las cosas simplemente estallan
ante tanto cipayo dando vuelta por ahí.

Todo se confunde en la vorágine,
aquel que piensa distinto es un enemigo
al que hay que eliminar a cualquier costa.

Así van las cosas
entre la indiferencia, la inoperancia
y las ansias de poder de aquellos
que hemos elegido.

Estrellas

I) Helada invernal.

Que alguien le dé cobijo a los campos
en éste invierno crudo que los ha cubierto,
una manta para pasar las tardes heladas
a un lado del camino en donde sobrevivimos.
Que el sol quite ese blanco inmaculado
que ha dejado uniforme el paisaje
y nos obliga a buscar un poco de calor
con que recubrir nuestras almas.

II) Sueños. 

Una barca sobre la que reposar
suavemente mecida por el océano,
en el viaje hacia el atardecer púrpura
sueña con la lluvia cayendo lentamente
dentro de un viejo cuarto
y esas prendas color verde
que resaltan los dotes de una mujer,
perdida en algún rincón de la memoria.
Curvas pronunciadas sobre las que 
deambular, la piel blanca como la nieve,
múltiples lunares adornan la parte
baja de esa espalda por donde las
yemas se deslizan suavemente
mientras la respiración agitada
se calma, dando fin a la tormenta
que los unía.

III) Río de Almas.

Las almas se deslizan esperando su turno en la barca,
el río es profundo y no hay forma de cruzarlo a nado.
El barquero recibe su paga
nadie puede pasar sin su contribución,
parecería que ni aún liberados de la carne
podemos dejar de tributar.
Apenas una leve brisa le indica a Caronte
el lugar en donde yace ese espíritu atormentado,
justo sobre una roca, que sobresale de las aguas 
de la Estigia, Isca espera poder reunir el metal.
Sopesa la bolsa que lleva consigo,
tal algún día pueda pagarle al barquero
y dejar de ver vagar las almas en la orilla opuesta.

IV) Lluvia ven.

Ven tranquilo, sin prisa,
como la brisa previa a los golpes
que he recibido sin saber porque.
En éste rincón soy feliz,
tanto como se puede serlo
y es algo que por poco 
vale la pena.
Tanta tristeza, tanta violencia
y las peores mofas delante
de la chica a la que quiero,
aún no hacen que me rinda
sabiendo que en algún lugar
existe la luz que quiero alcanzar.
Mientras tú y tus amigos
piensan que esto de agredirme
es divertido, pero incluso al violento
su hora le llega.
Ven despacio, sin prisa,
como la lluvia que lava 
el cuerpo borrando las huellas
de la noche en que todos los límites
fueron sobrepasados y ahora
para ti no hay vuelta atrás.

V) Locos.

No vengas para aquí
si crees que estamos locos,
pues tú eres el único cuerdo
en éste mundo y sin embargo
no te vamos a ver como un desubicado
pero no nos vengas a decir que hacer
o que esto está mal, no nos importa.
Has lo que quieras
tus tontas reglas sobre la cordura
carecen de sentido aquí,
veras como con el paso del tiempo
esa suciedad civilizada te excluye
hacia el mar de los soñadores 
y los delirantes.
Así que ven para acá
que siempre hay lugar en
el club de los inadaptados.

VI)  Estrellas.

Arriba, arriba, muy en lo alto, 
cosa que veamos lo pequeño que somos
yace una vieja estrella 
que en las noches emite un azul pálido.
Es fácil verla en medio del manto oscuro, 
titilando en la negra bóveda
como un faro para quienes aún estamos acá abajo.

Tras cruzar el camino entre las estrellas, 
dando una vuelta por unos cuantos planetas 
que se encuentran cerca de ahí podremos llegar al viejo hotel,
en cuya entrada se sientan ellos tres, 
alguna que otra voz se escucha
lejana trayendo recuerdos de otras épocas.

Y un par de canes, 
uno colorado, la otra blanca manchada de negra,
persiguen los cometas que se acercan 
a la estrella en donde moran
los que nos han dejado 
mientras la vida sigue aquí abajo.

VII) Más y Menos.

Lo nuevo es más de lo mismo,
parte de lo viejo y anuncia
con toda la pompa el final
de otra etapa de nuestra historia.
Lo nuevo no huele bien
parece una repetición de errores,
horrores, como si nunca fuéramos
a aprender de nuestro tiempo reciente.
La obsecuencia me abruma
viendo que las cosas podrían ser distintas
pero equivocándonos en el camino,
al poner nuestro destino en 
las manos incorrectas.

Somos

Somos el viento
no nos sentirás,
seremos una brisa
convertida en tempestad
para vencer la adversidad.

Somos el relámpago
cortando el manto negro,
los demás quedan clamando de rodillas,
nosotros deshacemos la oscuridad.

Somos el trueno
nuestra voz no será acallada,
un cuerno de batalla anunciando
que nos hemos levantado de nuevo.

Somos la lluvia,
cálidos para construir
fríos para cobrarnos la ofensa,
no sabrán cuando los alcance
hasta que se ahoguen en su perdición.

Somos el martillo,
la tormenta cayendo al fin,
el trueno, el viento y la lluvia
nuestra marca que no sabe de tiempo,
nuestra sangre se renueva
como la marea regresa
y continuamos en los que quedan.

Speranza

Otra mañana deambulando,
los mismos aromas antes de salir
y el viento que golpea en la ventana
con una canción de ayer
como si quisiera que esto
dure por siempre.
Incluso en la rutina
hay un cambio de frente,
aunque imperceptible
tiende a quitar eso velo gris
trayendo al sol de vuelta.
Con el viene Speranza.