domingo

Esperando a Romero (A.J.R.)

Esperando la partida, las piezas se ven pixeladas 
en estos laberintos infinitos
que encierran más de una trampa 
y un acertijo puerta tras puerta,
las llaves resplandecen en la oscuridad, 
rojas, azules y doradas, esperando
llegar al final de esta pesadilla en la que nos vemos inmersos.
Un castigo por jugar demasiado,
otro por permanecer aquí,
al final no todos los secretos son revelados
y esas bestias me resultan tan familiares.
Viéndolo todo desde atrás de una mira,
la desesperación nos atrapa cuando el contador llega a cero
cual enjambre que se viene sobre nosotros
pero aún tenemos algo más bajo la manga
y ese as de picas se revelará al fin
mientras una atmosfera roja queda a nuestro paso.

sábado

Eufemismos

Un atentado, miles de vidas se ven afectadas,
terrorista, asesino y fundamentalista,
tu historia es un reguero de sangre
en una ciudad cosmopolita.

Bombardeo selectivo, 
justicia infinita y primera plana,
las vidas segadas son el daño colateral
de una paz que se construye con pedazos
de la humanidad arrancada.

Cualquier eufemismo que usemos
equivale a excusa para no admitir
que generalmente nos estamos
sacando los ojos, 
hasta que no quede nada que ver.

viernes

Memoria

La mayoría de los días eran iguales, excepto el 3 de febrero. Estaba consciente de que su visitante llegaría como siempre. A la familia no parecía importarle esa locura, total nadie estaba pendiente del anciano.

Anciano, antes era joven y vigoroso, su voz atronaba para que los demás callaran. Pero ahora los años le habían quitado esas cualidades suplantándolas por la herrumbre del tiempo.

Así que esperaba en el porche, ese domingo por la mañana, a que llegara su viejo visitante.

Y éste apareció a eso de las 11:00. Se veía distinto, ya no era aquel niño que le arrojaba piedras. Ahora era un hombre, pero la misma persona, que al igual que él había soportado el paso del tiempo.

_ ¿Dónde está? inquirió su visitante.  ¿Dónde dejaste a mi viejo? 

Hubo una pausa que pareció un siglo. 

_¡No seas tan cobarde de llevarte el secreto!

El anciano no respondió, por una de esas casualidades su nieta más pequeña estaba ahí. El hombre la vio, dio media vuelta y se marchó.

_ ¿Quién era ese hombre? preguntó la niña.

_ No me acuerdo, nunca me acuerdo cómo se llama respondió su abuelo.

Pero algo extrañamente familiar había salido a la luz, le recordaba a alguien de otra época. Aunque también a él lo había olvidado, al rato todo era una anécdota más. Una que pronto olvidaría.

Sin embargo los pueblos guardan celosos la memoria de aquellos que nos han sido arrebatados.

Hipnos

Atiza el fuego, mientras te cuento lo que he visto antes de que llegaras. De esta forma tú le contarás a los que vengan luego lo que has vivido antes de su nacimiento.

Esta es la ocasión perfecta, estamos para esto y luego simplemente nos perderemos en el sueño eterno. Al viejo Hipnos le agradará que lo evoquemos cuando golpeemos las copas y murmuremos en sueños el nombre de alguien que se ha ido.

Es por ello que el calor del fuego me fascina tanto, el sopor en el que me veo inmerso es la antesala de esas imágenes oníricas en donde todo está bien. 

Ahí estamos todos.

Pabellón

El mar tiene esas cosas, a veces simplemente se guarda sus secretos y otras te los arroja en la cara. 
O en éste caso a tus pies.

Di de lleno con un náufrago en medio de la playa brumosa, era tan espesa la niebla pero igual de silencioso el paisaje.

La vieja bicicleta voló a un costado, el pobre diablo yacía desmayado y lo arrastré hasta la cabaña. 
Me llamaron loco por construir en ese lugar, inadaptado por vivir fuera de la sociedad.

Así que aticé el fuego y me dormí, soñé con criaturas monstruosas que moraban en lo profundo. 
Una de ellas se había perdido, sus hermanas venían a reclamarla al reino de la tierra.

El golpe de la puerta al ser abofeteada por el viento me despertó, mi visitante se había marchado y mi bicicleta con él.

Seguí el rastro que dejaba en la arena de la playa, hasta las inmediaciones del barco hundido.

Allí encontré mi medio de transporte y alcancé a ver una imagen que la niebla desdibujaba en medio del mar. 
Un enorme barco se alejaba, mientras por estribor el esquife era cargado.

Rumbo al sur se iban, flameando en lo alto el pabellón moderno de los piratas.

lunes

"D." y "P".

El Señor “D” se ha vuelto una constelación y persigue los pasos de Orión en el cielo nocturno, no sea cosa que pierda la costumbre de disputar cada trozo con el viejo Pierre.

A veces en sus correrías hacen estallar los asteroides iniciando una lluvia de fuegos artificiales en el manto oscuro, lástima que los únicos atentos a éste espectáculo sean unos ojos que pecan de inocentes.

Así que los adultos no les creen, pero cada tanto alguno recuerda que fue niño y alza la vista para volver maravillado a esta vida que es genial aunque no nos demos cuenta.

jueves

Honky Tonk

El viejo Ian bebe solo en medio del bar, repite el ritual una vez al año cuando se cansa de ser el confesor de todos los pecadores que se sueltan tras cada copa.

A veces hace sonar el bajo en esa atmosfera impregnada de tabaco y allí el fiel Jim deja de cuidar la entrada, arrollándose debajo de la mesa.

Todo se detiene cuando las cuerdas suenan, hasta la gotera en el techo que clamaba arreglo hace un instante.

Cuenta una historia nueva, algo que oyó la noche anterior porque sabe que su autor no volverá a esta estación de paso.

Un poco es la historia del mundo que corre aprisa afuera, otro tanto la de aquellos que lo abandonan por la dimensión del licor.

Una ráfaga de viento frío anuncia el final del concierto, Jim se ha ido a buscar a Amy afuera.

Es hora de escuchar tus pecados.


Fotografía: Carolina Sturmann.
Protagonista: El Náufrago.

miércoles

Violencia

Vivimos en una sociedad cada vez más violenta, pero nos hemos acostumbrado a ello así como el sol sale y se pone. He ahí el problema, dejar de sentir la pérdida del otro al cambiar de estación o de canal.

Los expertos circulan por los medios, irónicamente son especialistas en eso que nos falta (léase seguridad) y vienen con una serie de medidas que son sólo paños fríos. Y sino vean cuántos barrios privados se han creado en los últimos años.

El desfile sigue, parece una comparsa de expertos en todo menos en dar en la tecla. Son únicamente charlas de café televisadas y eso porque falta el tema principal por excelencia: el fútbol.

Será que encontraron sobres dentro de sobres y me he desviado nuevamente del tema. Seguro es una conspiración bien orquestada.

Volviendo a la idea inicial, entre los dos temas de moda no sé con cuál quedarme. La economía nos mata de a poco  porque implica faltante de mucho. La inseguridad significa en el mejor de los casos no lamentar víctimas fatales. 

¡Te roban pero no te matan!

En ambos casos es vivir con miedo, por no saber si llegarás a cubrir las necesidades de tu familia o esperando que no te toque de cerca “un acto de inseguridad”.

Esperando, igual que ese ser omnipresente que nos cobra tributos como muestra de que existimos. Es eso o un certificado de supervivencia.

sábado

Mojados

Acumulamos riquezas mientras los clandestinos son detenidos,
nada cambia sólo las cosas que puedes comprar para mostrarle
al mundo tu vida desde esa pantalla tonta.

El residente no quiere competencia, así que le cierra la puerta
a su hermano y finge no reconocerlo.

Donde la puerta yace trabada y vigilada por los perros del imperio
otras tantas se abren al sur, en donde somos todos Mojados.

Bloguero

Éste blog es un poco de cada uno de nosotros,
parte melancólico, parte iracundo,
pero noble como pocos
y sin ese título que solicitaste.

Un rejunte de historias que vienen en la noche a despertarme
y que seguro se verían mejor si tomara nota,
pero difícil abandonar ese estado 
de media muerte llamado dormir.

Así que salen como son o como pueden,
en cualquier parte en la que pueda
tomarme un instante para escribir.

M.D.Q. otra vez

14/02/2017. 

Todo sigue su curso, la niebla y la lluvia cubren mi ciudad. Te elegí o nos elegimos el año en que nació una persona extraordinaria. Henos aquí, seguimos siendo los mismos niños traviesos.

Tú con las trampas que encierran recuerdos y yo por caer en ellas una vez más. Sin duda no será la última vez. Hace un rato desembarqué y recorrí tus calles, arterias por donde bombean las vidas de esos extraños que no saben lo afortunados que son.

Me salía del cuerpo contando los pasos desde el ascensor a la escalera de entrada, la lluvia golpeaba la ciudad pero no le di importancia. Me gusta que llueva y que juguemos a que nos escondemos tras la niebla.

Me gusta eso y beberme un café contigo en una esquina cualquiera, lo has hecho de nuevo y acá declaro que he caído en tus redes Mar del Plata.

                                           

En Luro y San Juan, Azúcar.

lunes

Kurumada

Vuela,
enciende tu cosmos hasta el infinito
para poblar el jardín de rosas
rojas, negras y blancas.
Un dulce aroma envuelve el camino
cubierto de pétalos
pero es sólo la trampa a las bestias
y los incautos que han llegado
sin ser invitados a esta casa.

La espada aguarda afilada
para rajar los cielos
y agrietar la tierra
cuando el mal la amenace,
el final es el mismo para todos.
No hay escudo ni arma que los proteja
del acero de la justicia,
que como ella no distingue
de las posesiones sino de las intenciones.

Un poco antes todo se ha congelado,
excepto los latidos del guerrero
venido de los hielos.
Un poco antes te he mostrado el secreto,
la esencia del cero absoluto
y el tiempo se ha detenido
en éste páramo helado.

Un poco antes
la aurora ha sido ejecutada.

domingo

El opio de la masas

El fútbol argentino es una muestra de lo que somos como sociedad, sobre todo a la hora de sacar ventaja a cualquier costo.

El otro, nuestro ocasional oponente, es un enemigo al que hay que vencer cueste lo que cueste.

No importa si es familiar nuestro, si no lleva los colores de esa trituradora de carne que son los clubes hay que destrozarlo.

Incluso si está en el piso seguimos pateándolo, no sea cosa que se levante y de la tribuna nos traten de blanditos.

En tanto se mantiene entretenida a las personas con el opio que supone éste espectáculo circense, la clase dirigente del fútbol que es una prolongación de la política se disputa los espacios de lavado de dinero.

El fútbol tapa todo incluso una mala decisión económica, semejante a ciertos anuncios relacionados con fechas históricas que sirven para distraernos de los problemas reales.

Es como mirar el balón con el cerebro obnubilado por el narcótico que supone el balompié, mientras la bola va corriendo y el tiempo también.

Lamentablemente.

miércoles

Hotel Océano

El viento sobre los viejos médanos acuna tu descanso,
el mismo que te recibía cada mañana cuando abrías
ese lugar desde donde veías el mundo ir y venir.
En este día el mar llora con sus lágrimas que vueltas
granos de arena golpean el cartel en el que antes
decía Hotel Playa y luego escribiste el nombre
con el que te conocimos desde pequeños.
Ese mismo mar que escuchabas en las noches heladas
del invierno es él que ahora viene con la sudestada
a despedirte reclamando tu recuerdo que guardará
en ese cofre azul que yace en lo profundo.
                       
                                                                           A nuestra Rusa.

lunes

Don Horacio

Un mano sujeta el recipiente que guarda el secreto de la madera y la vendimia,
vendimia, nos has dado tu preciado fruto que se derrama como lágrimas,
lágrimas de un rocío que se vuelve un océano de color escarlata,
escarlata intenso como las emociones que dejan una atmosfera roja,
roja, rojo es el secreto que ahora yace desvelado sobre esa copa,
copa que acompaña al fuego que en esa noche arde intenso como las estrellas,
estrellas en donde Horacio compone una copla eterna.

Agua

Un poco más, el asado estará listo. Una copa de vino, los comensales ya estaban por llegar. 

Afuera no volaba una mosca, el otoño había llegado sin aviso previo, lejos quedaba el fragor del verano.

Todo dispuesto, ocho platos, ocho vasos, igual juego de cubiertos. Una ensalada, nada demasiado complicado, sal y aceite.

La casa se llenó de ruidos, sus invitados estaban ya sentados. Cargó un poco del agua que almacenaba de la lluvia.

Disparos. 

Gritos. 

Corridas. 

Luego silencio.

La radio que había dejado prendida desde la mañana anunciaba la catástrofe. El agua escaseaba, no existían tratados que frenarán el comienzo de una nueva guerra.

Faltaba sólo declarar reserva mundial al suelo bajo nuestros pies, para justificar la invasión.

Reforma

Los pasos de Pluvio resonaron sobre los adoquines, todas las mañanas se tomaba el trabajo de recorrer el casco viejo de la ciudad eterna añorando un tiempo que los bárbaros se habían llevado. Encontró los baños antiguos al cruzar una arcada que databa de la fundación de la ciudad, allí una enorme escalera descendía hacia lo profundo como una serpiente de granito.
Su viejo amigo Lucio lo esperaba, la charla duró apenas unos instantes y las palabras del sacerdote lo acompañaban de regreso a su villa.

—Podemos reemplazarlos a todos, es cuestión de cinceles y de martillos.
—Sustituiremos los nombres viejos con otros de nuestros más ilustres héroes.
— Le agregaremos previo al nombre algún título honorifico o tal vez una de esas palabras que usan en el vulgo: Santos.
— Alzaremos los templos en lugar de los antiguos recintos y eso será todo.
— ¿Y qué haremos con la plebe?
— Nada, la recompensa será un lugar junto a los Dioses. A cambio de eso deberán soportar ciertas pruebas, servirnos en lugar de ser esclavos.
—¿Acaso hay alguna diferencia entre ser esclavo y ser sirviente?
—Los sirvientes tributarán y se podrán convertir en ciudadanos luego de diez años de tareas. También votarán delegados que responderán a una terna elegida por nosotros. 

Estaba hecho, las viejas estatuas serían reemplazadas por otras y así el rebaño seguiría esa nueva guía.

Tren de consecuencias

La vía atraviesa el desierto, es todo lo que ha quedado junto con el mar, los dos se disputan cada palmo de la playa en una lucha titánica. Las antiguas líneas férreas sobreviven gracias al trabajo de los androides, seres sin ningún tipo de gracia y condenados a perecer al final de la vida de sus baterías, entre las arenas.

El paso de las horas quedó reflejado en el enorme charco que se creó en el centro de la derruida estación, cada gota de lluvia agregó un poco más de agua a la causa de las horas perdidas. Los dos viajeros se contentaron con esperar.

El tren llega sin previo aviso, no hay quien lo reciba y mucho menos alguien que vea ascender o descender a los pasajeros. Sólo se puede abordar por el último vagón, luego la marcha se reanuda.

Con ella van las últimas dos almas, debiendo atravesar en cada uno de esos vagones cosas que han quedado guardadas en la oscuridad por demasiado tiempo y ahora reptan hacia la superficie.

El sol ha quedado atrás, escondido tras la puerta del carro que muestra un oasis en medio de las arenas del tiempo. Pero sólo es una ilusión, los golpes de la espada dejan el tendal de demonios que se arrastran a los tapetes que pueblan las paredes.

La extensión física del vagón no se compara con la dimensión a la que han accedido tras cerrar la puerta. 

Una explosión, el arma de Marko abre un agujero en ese lugar sin tiempo ni espacio. Suficiente para engullirlo todo como un maelstrom. 

Todo excepto a los últimos dos viajeros que han de enfrentarse con el primer vagón.

Tecno Gaucho

Gaucho, montando a caballo con un celular en la mano y una remera de Maiden. La boina y las alpargatas me recuerdan que soy un ícono de mi provincia, primero matrero luego héroe de la campaña al desierto.

Antes despreciado por guacho, lo peor del mestizaje y sometido a cuidar los fortines para que el citadino pueda vivir en paz. De un lado la sangre del viejo continente me niega, del otro el indio, hermano de sangre, viene por mi vida y tengo que elegir seguir conservándola. 

A un lado me han hecho, en las fiestas cívicas me exhibían como a un personaje pintoresco pero luego me mandaban en primera fila a la guerra. Sin tierra ni paga, los vencedores repartieron todo hasta donde llegaba la extensión del ojo.

Así me he ido amoldando a esta vida paria, invadido por un bodrio posmoderno que reemplaza las costumbres con calabazas y cervezas en honor a un santo que no es Vega. 

Piedra

_ Sé que puedes oírme, sé que pese a esa forma de estatua tú y tus hermanos siguen vigilando éste mundo. Cada tanto la abandonas para poder ver lo que ocurre alrededor, el humo de tu pipa se siente por aquí.

Pese a que estos salones han sido convertidos en un museo, ustedes aún vigilan. ¡Basta ya de esta mentira! Abandona esa forma y enfréntame.

La montaña rugió, Thorval dejó la forma de piedra que sus ancestros le habían enseñado y portando el martillo enfrentó a aquel que lo amenazaba. 

De pronto el lugar cambió, se encontraron flotando en el aire, las nubes corrían como un río debajo. Thorval lanzó una bocanada.

Aquel cuya voz había escuchado abandonó el traje oscuro y se presentó ante él.

_ No hacen falta las formalidades dijo Thorval y levantó el martillo.

_ Tú ya no tienes la ventaja de la roca murmuró el mago.

_ No importa, me basta con tener esto. 

Alzó el enorme mazo al cielo, como respuesta nubes negras lo recubrieron. El mago no se intimidó, hasta que de pronto sintió un súbito escalofrío.

Un enorme carro tirado por dos carneros gigantes se abalanzó sobre él y lo pulverizó. Lo único que quedó flotando en el aire fue el cayado del hechicero, lo tomó y formando un círculo rúnico regresó a la vieja montaña.

Tal vez era hora de despertar a sus hermanos pensó, pero no, mejor sería buscar a los magos. Acto seguido como si el martillo entendiera esto fue transportado a un lugar lejano, al otro lado del río se levantaba la torre.

En su cima giraba una esfera de diversos colores, intercambiando entre azul, púrpura, negro y rojo. Thorval encontró a los cuatro magos sentados en torno a una fogata.

_ Al fin has regresado dijo Púrpura. 

_Todo alrededor parece haber cambiado.

_ No todo replicó el mago azul, éste tonto de Púrpura detuvo el tiempo. Así que todo ha quedado como en la vieja época. 

_ ¡Qué bueno! Les he traído un regalo. 

Acto seguido arrojó el cayado, los cuatro magos se miraron sorprendidos. Reconocían las inscripciones en el báculo y ello generó una disputa que terminó con los cuatro desparramados en el piso al chocar sus poderes.

Thorval levantó una silla, se sentó y lanzando una bocanada al aire dijo:

_ Bueno, podríamos comer unos ravioles.