El Señor “D” se ha vuelto una constelación y persigue los pasos de Orión en el cielo nocturno, no sea cosa que pierda la costumbre de disputar cada trozo con el viejo Pierre.
A veces en sus correrías hacen estallar los asteroides iniciando una lluvia de fuegos artificiales en el manto oscuro, lástima que los únicos atentos a éste espectáculo sean unos ojos que pecan de inocentes.
Así que los adultos no les creen, pero cada tanto alguno recuerda que fue niño y alza la vista para volver maravillado a esta vida que es genial aunque no nos demos cuenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario