Leyendo en público (22/09/2025)
Sí, por primera vez he leído en público y ya no simplemente un audio para un pódcast y/o un video, fue hace ocho días en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N° 89 de Mar de Ajó, Provincia de Buenos Aires. Escuché leer a personas de diversas edades, demostrando así que la escritura y la lectura nos unen como seres humanos más allá de cualquier diferencia. El próximo encuentro será en Nueva Atlantis, localidad vecina a Mar de Ajó el sábado 08/10/2025 en el bar Honorato. ¡Allá vamos!
CERDOS
La vuelta a casa fue un desastre, la mayoría de los
que partimos de Ilión no logramos ver nuevamente nuestra tierra que nos había
despedido entre vítores y el escepticismo debido a la empresa que
intentaríamos. Fue así, que en dicho periplo arribamos a la isla de Eea en la
que moraba Circe culminando convertidos en cerdos que debieron escapar hacia el
lado este de aquel lugar. Entonces nos topamos con otra expedición de griegos
que no dudó en aprovisionarse de carne, con nosotros por supuesto, viendo con
horror cómo uno de nuestros camaradas era cocinado vuelta y vuelta. Esa noche
hubo una bacanal que duró hasta la madrugada, allí llegó la dueña de la isla
dándole la bienvenida a los ebrios que se revolcaban en su propio vómito (y a
nosotros nos dicen cerdos) y conduciéndolos en dicho estado a su morada (seguro
terminaron cocinados en algún vivaque). Estando entonces las barcas desamparadas
fue que nos apropiamos de ellas, desapareciendo el polimorfismo una vez que nos
alejamos de aquel sitio tenebroso y maldito. No obstante haber salido la
mayoría ilesos seguimos recordando a la cantidad de hermanos que descendieron a
sentarse en la mesa de Hades, sin más pretexto que un lanzazo en el corazón que
se rindió enseguida él muy cagón. Cerca de Ítaca la nave zozobró, dado que
tenía más parches que un programa moderno, llegando a las costas de nuestro
hogar en una balsa únicamente dos de los que partimos hacia Troya. El viejo
perro del amo me dio un mordisco con el único colmillo que le quedaba, pero una
vez que olfateó al viejo Odiseo le lamió la mano lanzando un aullido lastimero
antes de irse de este mundo. El pobre estaba ciego y sordo más recordaba al rey
de Ítaca que se presentó ante Penélope despachando de un flechazo a los
pretendientes. De mi parte no hubo ayuda, me desmayé al primer ruido de
escaramuza que sonó asqueado de la matanza innecesaria que los infelices de los
dioses desataron sobre nosotros como piezas de un juego perverso. Reinó la paz
durante un tiempo reanudando la vida en la isla que me parecía extraña y
recordando a los fantasmas de Ilión, que desaparecían con el vino de cada
noche. Habiendo iniciado un viaje de comercio hacia una de las tantas colonias
helénicas los vientos nos alejaron de nuestro destino (un recurso harto
repetitivo en este punto) hundiéndonos frente a una costa desconocida y siendo
rescatados por unos extraños que me resultaron familiares. Fue allí en donde me
curé para encontrarme con la muerte que vino bajo la forma del fantasma de
Eneas y mi corazón no resistió más.
Escribo esta nota desde la popa de la barca de
Caronte, se ve que todos los días mueren miles de nosotros como moscas ante los
ojos de las divinidades y muchos no tienen la moneda para el barquero así que
he tenido que presenciar el desplante que este “empleado administrativo” les
hace negándoles el paso. Vi a reyes, héroes, cortesanos y otros individuos que
en vida tuvieron alguna clase de poder, ser dejados en la orilla sin más. Ahora
ocupo mi asiento junto con los demás muertos en la mesa de Hades, quien guarda
aún una silla vacía para Odiseo que lo sigue evitando.
—Che griego, ¿cómo les fue en Ítaca?
—¿No era que el dios de los muertos lo ve todo?
—Justo estaba viendo un match de fulbito y me
olvidé de mirarlo. ¡Dale, no seas malo, después de todo tenemos todo el tiempo
del mundo! ¿No?
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