viernes

Fragmento del libro El buche

El padre Gervasio observó en las penumbras de la habitación al último rayo del sol que por fin se las tomaba, dado que bastante caliente había estado aquel día no pudiendo asomarse ni siquiera una vez al patio a ver el estado del jardín ya que al entornar la puerta el condenado astro enfocaba el reflector, sobre su cara por lo que esta se encontraba de un tono carmesí. Y el resto del cuerpo blanco, de idéntico tono a los turistas de la segunda quincena de febrero que venían a aprovechar la resaca del verano a alguna de las locaciones de la costa atlántica. A Trigales lo pasaban de largo aunque siempre algún extraviado caía preguntando por la playa más cercana y las respuestas diversas que recibía, entre ellas de por qué no se alistaba en la marina para irse a avistar nuevas tierras, hacían que confundidos se apostaran ahí cerca en alguna fonda o pulpería devenida en alojamiento que nunca faltaba. Así fue muy conocido el caso de un habitante de la ciudad que en la locura de llegar al mar, confundió cualquier espejo de agua con aquella obra magistral de la naturaleza (aunque su acceso se le antojaba demasiado salado al sacerdote) y recitó frente a una docena de vacas, ocho ovejas y varios teros una frase que resuena todavía en el tiempo: ¡Thalassa, thalassa! Enseguida llegó la furgoneta de sanidad y procedió a llevarse a aquel sujeto al nosocomio más cercano, aunque se quedó mirando por la ventanilla la costa que se le alejaba cada vez más. Los rumores dicen que el individuo en cuestión se encuentra maquinando planes en el Neuropsiquiátrico Muñoz bajo la atenta mirada de un médico conocido como Alejandro el Grande, que suele dejarlo todo para irse a beber un café en la esquina siendo abordado por un sujeto sumamente molesto y cargoso. En fin, el cura se encontraba resignado en aquella habitación en la que el único ventilador movía el aire caliente tornando en un sauna la pieza pero bien sabía él de las pruebas impuestas así que soportaba estoico. La toga le recubría la cintura mientras sentía al mundo derretirse a partir de su cuello, imaginando que algún desgraciado al otro lado de la pared se encontraba subiéndole la temperatura a este baño del cual se negaba a salir. Y entonces una sombra se proyectó sobre el ceño fruncido, ahogándole el grito ante la bocanada de aquel vaho que se le atascó en la garganta.

—Mario, ¿qué carajo hacés acá?

—¿Cómo qué hago?, si nunca me fui y blandió ante la cara estupefacta de su interlocutor un vaso a medio llenar con los hielos desapareciendo en tiempo récord.

—Ya veo, hace dos días me contaste el cuento del tío y te tomaste el borgoña, el malbec y hasta el agua que le pongo al perro. De cómo combatir a las hormigas nada, ni señales del método que conocés como si fuera un tabú.

—Disfruto mucho de nuestras charlas, en especial si vienen acompañadas de una buena bebida.

—Ya veo, ¿cómo entraste a esta habitación si tengo yo la única llave?

—Ah, nunca me fui.

—¿Y el juzgado?, ¿y tus obligaciones?

—Pueden esperar, aparte el único que viene todos los días es el abogado German Malamorte.

—Ah, la esposa viene seguido a confesarse por él y por ella. Además de todos los clientes que tiene.

—¿Y qué cuenta la contadora?

—Secreto de confesión.

—Pero che, yo te informo sobre los pormenores de los expedientes que manejo y vos no largás prenda.

—Sos abogado en el fondo, ¿recordás?

Alighieri miró el vaso ya vacío y agachándose sacó de debajo del banco una conservadora repleta de hielo.

—¿Te sentís cómo en tu casa?

—Sí, además el hielo me ayuda a pensar.

— Las copas dirás.

—También.

Ambos hombres se quedan en silencio, sus rostros se desdibujan en aquella niebla que no cede aunque afuera hace menos calor que ahí adentro y tal es así que los santos en la cocina se trasladan a la plaza que yace vacía. Salvo por el Tero que ha estado buscando información en su banco de datos favoritos: él de la siesta.

Adentro el juez de paz y de guerra se dispone a soltarle a su amigo el método mesopotámico para combatir a las hormigas.

 

—Allá a lo lejos, muy atrás en el tiempo y tornando al polvo del desierto en granito que regresa a las rocas yace Babilonia y allí el más sabio de los reyes que alguna vez haya pisado reino alguno (de lo contrario no sería rey, se lo llamaría príncipe, jefe de gobierno, Kaiser, César, Julio César, Julio Iglesias…).

—Ya te entendí Marito, seguí con el relato mejor.

—Seguro Gervasio, decía que era Babilonia y ahí estaba el bueno de Hammurabi con su códice siendo tallado en la roca. No cualquier roca sino una que el especialmente designó a dichos fines, la que debió ser reemplazada en más de una ocasión dado que los andamios de la época se vinieron en banda y aplastaron a más de uno. Al final optaron por esculpir aquellas leyes con la lápida aún encima de los que no habían hecho a tiempo de salir rajando y por supuesto fueron rajados de esta vida.

—Un poco de consideración por esas almas, está bien que seas un desalmado, abogado y juez (no necesariamente en ese orden) pero no es para andar por ahí pisando la memoria de… ¿cómo dijiste se llamaban?

—Babilonia, Ger, Babilonia.

—Ah, sí, Babilonia.

—Pues bien, estaba Hammurabi contemplando su obra y enviando a sus escribas a tomar notas para repartir aquellas reglas a lo largo del reino. Estos partieron como heraldos del gran rey a los rincones más recónditos de la Mesopotamia y que te cuento que se encontraron con un entrerriano de pura casualidad.

—Ajá, ¿ya empezaste a delirar? ¿Te cayó mal el Tempranillo que te bebiste a las 9:35 mientras yo estaba persiguiendo a un convoy de caracoles a paso firme?

—No, por favor. No es ningún delirio dijo Alighieri sorbiendo como aquel que tiene todo el tiempo y la paciencia del mundo en dicho instante. O sea es un borracho perdido. Lo cierto es que un buen amigo mío, que se dedica a la crianza de cabezas de ganado y a actividades similares, se topó una vuelta en sus viajes por Europa con una tablilla de terracota de pura casualidad.

—Sí, ¿se la entregó el mismo Hammurabi?

—No, por favor. Resulta que a él le gusta el trabajo tanto como a mí y así iba de ciudad en ciudad…

—De bar en bar dirás.

—Lo que es lo mismo, conociendo las costumbres del viejo continente y en una de sus tantas partidas de naipes un turco le apostó la misma.

—Ajá, lo que se dice una coincidencia.

—No sé si la ciudad se llamaba así, lo cierto es que aquel extraño sujeto perdió la apuesta y el patrimonio de mi amigo de aquella noche se incrementó a una tablilla.

—O sea que perdió todo lo que apostó antes.

—Exacto, el riesgo merece la pena en contadas ocasiones. Como esta en la que te cuento una historia extraordinaria, disfrutás de mi compañía y yo de este buen vino. Por una cuestión de prioridades me puse al final de la lista.

—Sí, lo noto.

—Pues bien, Luis Alberto se percató de aquella reliquia al volver a la Argentina y ahí empieza el tema.

—¿Quién?

—Mi amigo, se llama Luis Alberto pero le decimos Negrito.

—Claro.

—No, es al contrario.

—¿Y, habló con Hammurabi en persona?

—No, por supuesto que no. Ya estaba en peregrinación a verlo a Marduk cuando esto ocurrió. Lo cierto es que Luis Alberto leyó aquel documento que era un mensaje de un tiempo distinto, de una cultura lejana y traído al corazón de América por un manotazo del destino que juega a las cartas con las vidas de los demás.

—Qué poeta che.

—Por supuesto, de tantos casos uno aprende algo. Sigo con la historia, Luisito detectó enseguida que el mensaje era importante y se fue a ver a un experto al otro lado del charco.

—¿Volvió a Constantinopla?

—No conozco dicha ciudad, ¿me la recomendás?

—Sólo se puede llegar montando en un proyectil turco.

—Sí, la historia que me contás la debe haber escrito el Barón Münchhausen.

No lo conozco, ¿jugó con el Kaiser?

—No, con Julio César.

—Ah, por eso no me sonaba.

—Pero seguí che, cruzó el charco y…

—Fue a Uruguay a ver a otro amigo que se especializaba en escritura antigua. Raimundo Caseres y Tempestades.

—¿Le dio el pronóstico del tiempo al menos?

—No, mucho mejor.

—¿Le tiró la suerte leyendo las líneas de las manos?

—No.

—¿Le dijo cuándo se acaba el mundo?

—No, le expresó que no entendía un joraca qué decía en las tablillas y que seguro era una imitación comprada en un bazar de poca monta. O un rallador antiguo.

—Yo pensé lo mismo, también podía ser el teléfono de algún extraterrestre o del mismo Marduk. A lo mejor lo atendió su secretario, viste que las divinidades suelen estar ocupadas.

—Qué poca fe che. Luis Alberto no se iba a volver de la Banda Oriental sin respuestas y así es como terminó en Canelones.

—Buen provecho.

—Igualmente soltó Mario, probando la pasta que preparó el sacerdote. Allá en las tierras de Canelones contactó al erudito local, Javier Omar Valenciano al que encontró casando mariposas y simulando la red necesaria.

—Tengo un buen amigo que es especialista en casos de locura, se llama Alejandro y lo apodan “El Magno”.

—Así que aquel sabio charrúa estudió el pedazo de roca dándolo vuelta entre los dedos regordetes y finalmente soltó una respuesta.

—¿Cuarto acolchado para dos?

—“Es un receta para espantar hormigas dadas las recientes invasiones sufridas por las crecidas del Tigris y del Éufrates. Es necesario pescar cuatro peces y enterrar sus cabezas en los puntos cardinales del reino”.

—Fantástico, ¿ya hicieron la telenovela?

—Basta Gervasio, tu falta de fe no concuerda con tu profesión.

—No es una profesión, es un hábito y tan viejo como el mundo.

—Fueron los romanos.

—Pensé que dijiste Babilonia.

—No, los romanos dieron lugar a las dos profesiones que nos unen: vos cura y yo cuervo.

—Estos romanos, no tenían nada que hacer. Miralo a San Expedito, vestido de soldado.

—En fin, la famosa tablilla contenía las instrucciones para espantar a las hormigas y ese es mi consejo para vos.

—¿Cuál? Hace días que espero uno y obtengo más respuestas de las plagas que afectan a mi jardín que de vos.

—A veces sos pesimista Gervasio.

—Sí y en otras tantas ocasiones prestamista dado que te presto el vino, la litera para dormirte una siesta, los canelones, el whisky, etc., etc., etc.

—¿Tenés más vino che?


miércoles

1998 O ¿QUÉ DEMONIOS HAGO CON MI VIDA?, ¡POR LA HORDA!, CAPÍTULO 2

 


Las coincidencias mi buen videojugador no existen, las decisiones que uno toma a lo largo de su corta vida (oxímoron en plenitud) llevan indefectiblemente a un camino específico y al resultado detrás de él. El azar no tiene absolutamente nada que ver, es una sucesión de pasos plenos de dudas y de certezas en menor medida, que construyen un camino único cambiando por completo el paisaje. Así, él alguna vez alumno se encuentra sabiendo que las dos materias que debe le impedirán iniciar la facultad en el año que entra y ya es tarde encima para meterse a inscribirse salvando así la pérdida que en realidad no es tal (aunque su espíritu adolescente le dice lo contrario dado que es inseguro y temeroso). Deberá luego de dar aquel par de asignaturas quedarse a la espera de que el período para registrarse se abra, vendrá entonces la luz a aclarar la situación que en el mes de abril le suena deprimente dado que en el invierno de Océano hay pocas ocupaciones y la verdad la amenaza de la pala le ha generado el impulso que necesitaba: derecho a Mar del Plata y a la carrera de derecho (cosa de no torcerse, para ello está la formación cuervacea). Pero antes hay una luz que viene bajo la forma del más grande ordenador alguna vez visto: el Pentium 233 MMX con 32 MB de RAM, disco de 2,5 GB, monitor KELYX de 14” (pulgadas nene), lectora de CD cambiada luego por una de DVD (además multiplica), un ratón haciendo juego con el teclado rústico y los parlantes, todos ellos Genius (el pad empleado para el mouse con la publicidad de Atomlux en blanco sobre fondo azul) y el primer sistema operativo que me cayó bien: Windows 95.

La excusa es llevar a cabo un curso a distancia de Word 97, detrás del cual se encuentra la fundación Romay bajo el nombre “Formar: educación a distancia” y cuyo examen puede ser enviado mediante un disco de 3 ½ a la Ciudad de Buenos Aires. Así el período de frío, gélido de verdad y no como ahora que es más acorde a la falta de temple, se pasó volando llegando la primavera en la que su heraldo se materializó con un pequeño disco de 600 MB repleto de juegos. Sí mi buen lector, acá los enviados de Mercurio vienen todos con esa epidemia que la generación anterior a la X criticó dado que jamás la entendió. El combo se completa con el Game Boy Pocket que porta el cartucho del Mole Mania (creado por Shigeru Miyamoto y hermano menor de Mario y Luigi), juego que entra en mi top 10 de los mejores exponentes de todo aquello que alguna vez he jugado (decir el mejor de todos los tiempos es propio de tontos así que únicamente hablaré de lo vivido). Es así que aterrizan en el disco duro una versión del Daytona USA, uno de navecitas cuyo nombre la verdad no recuerdo y el FIFA INTERNATIONAL SOCCER (él cual ya había jugado tres años antes en la SEGA MEGADRIVE, siendo el nombre de la empresa un acrónimo también). Pues bien, ahí me encuentro viendo la segunda generación de juegos de PC dado que la primera que he podido observar (y jugar) fue la de DOS (curioso que el dos sea el uno). Está es la antesala de lo qué vendrá, matizada con mucho arcade de fulbito que por supuesto incluye títulos como Soccer ’92 (Footbal Champ), Seibu Cup, Goal II o el Goal de Jaleco (el mejor exponente futbolero de NES o Family Game, lejos), Virtua Striker, ISSS (el padre del Pro Evolution, pequeño), la serie Super Sidekicks y varios de ellos jugados en un sitio con nombre de tormenta que abría únicamente en los veranos: Santa Rosa. Lugar de reunión obligatoria en todos los estíos de nuestras vidas, sitio que se fue adaptando con el correr de las décadas llegando a tener su propio cíber café con varios títulos ya mencionados y otros que se agregaron como el GTA San Andreas o el Vice City (época de juegos enteros sin todas esas mierdas modernas que incluyen desembolsos de dinero hasta la siguiente versión a la que únicamente le cambian el número). Sin embargo me estoy adelantando, retornando a los años noventa el final de los mismos venía con bombos y platillos así que en noviembre tocó anotarme finalmente en el Complejo Universitario cuya cafetería fue demolida (la última imagen al haber ido a buscar la constancia de no tener deudas en la biblioteca es la de un rectángulo semejante a un tocón, la construcción ya no estaba ahí simplemente). Mar del Plata me recibiría con los brazos abiertos y un montón de fichines escondidos en antros que después pasaron a mejor vida (una constante en la sociedad consumista argentina) pudiendo acceder a muchos títulos con una montaña de créditos dado que seguíamos en el 1 a 1. La cuenta debería ser saldada así que la burbuja nos detonó en la cara comenzando a notar el aumento de los precios un día a la vez desde hace veintidós años y contando. No obstante, en aquel momento de cambios profundos y desarraigo hasta que las raíces se asentaron, metiéndose MDQ en los poros con sus calles, ruidos, olores, la sal que te pega en las fosas nasales y te saca de paseo, el ventilador gigante en la intersección de San Luis y Pedro Luro con San Martín capeando la tormenta (de hecho su capa flamea). El Barco encallado en dicha esquina cuyo nombre ha cambiado pero la inscripción en su muro da cuenta de que sigue ahí, la vieja fuente convertida por el tiempo, la peatonal a la que le hicieron una cirugía metiendo la fibra óptica en sus entrañas, el local de Musimundo en donde podíamos escuchar canciones probando el disco antes de adquirirlo (algo parecido a lo qué describe Jordi Sierra i Fabra en una entrevista auspiciada por BBVA). El cuaderno de Tom y Jerry con la frase que inicia la cacería, los primeros versos que no riman igual que la vida, la dedicatoria de compañeros de pensión, el descubrimiento de las Geocities de Yahoo ya desaparecidas (y eso que eran virtuales), el nombre de guerra: Warcraftega surgido de la fusión del nombre del juego y la palabra estratega, abreviado luego a wtega. La facultad de derecho a la vuelta de la esquina, el supermercado reciclado en otro oficio más adelante, el almuerzo en bandejas de metal semejante a las que usan los presidiarios en las películas (éramos eso básicamente), los horarios de desayuno, almuerzo y cena, el pan duro que acompaña al cuenco de sopa en donde está grabado el emblema del conocimiento y la voluntad (la tea y el rayo, el trueno ya ha sonado así que seguro usted está carbonizado), los amigos nuevos que serán los de toda la vida según una mujer llamada Mariana, los pasillos repletos de voces, los mismos corredores vacíos siendo visitados por un náufrago ya entrado en años, las caras de todos los días devenidas en rostros que se borran, los comentarios de cierto santiagueño sobre el mate lavado, las noches en las que el viento te golpea la ventana para que no puedas dormir (de jodido nomás), la pequeña computadora blanca que se ha venido conmigo desde Balneario Reta en la que jugaré hasta el hartazgo pero también crearé, el Hotel Provincial vaciado por su explotador, el municipio que le otorga la concesión nuevamente, la Cumbre de las Américas, la Contracumbre, la destrucción a lo largo de la Avenida Colón de parte de Quebracho, la implosión de los edificios en torno a las fuentes actuales del casino, la torre recién pintada, el tique por un valor de tres dólares firmado para retirar el sánguche y el refresco, los congresos, las fuentes enormes que contienen el pastel de carne, la instalación de un tablero nuevo en el Anexo (lugar de ubicación de los estudiantes), el 11 de septiembre, el helicóptero al que varios aluden cuando él que gobierna no es una nacionalsocialista, Eduardo diciendo que no es un presidente débil, de paso le devuelve a los ahorristas lo que se le canta (los saqueos cesan por arte de magia). Después, la soledad de que los amigos se vayan dado que se terminó la beca y el ermitaño que vive metido en sus juegos, libros, apuntes de estudio, música procedente del Winamp y los escritos que se multiplican. Todos antecedentes inmediatos del blog una década más tarde del año al que remito, con creaciones que contienen mucho de lo antes racontado (lunfardo puro creado de la unión de raccontato y recontado, la versión en español de dicha palabra). Después de todo jugar sirve para escribir mejor, aunque a la larga los escritos ocupen todo el tiempo ocioso que se torna productivo según los críticos especializados. Simplemente le he dado al mundo lo qué exigía pero sin dejar de lado realmente las pasiones, el fuego de toda la existencia humana desde que el lenguaje se volvió oda y origen de cualquier forma de arte. Incluso los videojuegos. 


RTS, ¡POR LA HORDA!, CAPÍTULO 1

 


Es el año 2000, el Y2K no ha ocurrido, las máquinas no han retrocedido hasta el 1900 sino que nos hemos mandado de cabeza en el nuevo siglo y milenio. Hay motivos para celebrar entonces, en Corea se desarrollará ese año la primera World Cyber Games siendo el puntapié inicial para los llamados deportes electrónicos que más de veinte años después están por todas partes, sin embargo hubo una época primigenia en la que se jugaba al Starcraft (primo hermano del juego que nos trae a estas líneas), Counter Strike, FIFA (al juego real y no a los torneos del mundo más amañados que concurso literario), Age of Empires y varios exponentes más (de hecho sólo me interesa uno de ellos, sin ánimo de querer ser parcial). El fenómeno tendría un rey y sería aquel videojuego lanzado en 1998 por la Ventisca, considerado un deporte nacional en la República de Corea (eso explica que los cíber café hayan sobrevivido allí aunque con otros agregados del tiempo). Sí, eso en lo que usted joven gamer está pensando y tiene las siglas idénticas a reírse a carcajadas así que sepa que llegó después que los de la arcaica edad dorada.  Lejos de la República de Corea yace Mar del Plata, la Perla del Atlántico, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Ahí me encuentro cursando mi segundo año de experiencia como estudiante, dado que he decidido convertirme en un cuervo de las tempestades (por una módica suma, por supuesto) y hasta el momento le he puesto a la PC únicamente juegos de fútbol. Ya la colección comienza a expandirse entre muchas copias (iguales a los originales pero más baratas rezará un cartel de TARINGA, antes del meme y la sarta de tonterías de las generaciones posteriores). Pero no será por mucho tiempo dado que algo ocurrirá, ¿será acaso qué madure pronto?, ¿tal vez decida dedicarme a la filosofía con la panza llena?, ¿acaso es mejor dejar de ser hincha de Boquita ahora antes de que vengan las imposiciones de la moda y las gallineadas?, ¿el nuevo siglo, año y milenio, me han cambiado de alguna forma? No, nada de eso, absolutamente lejos de la realidad dado que en la habitación de enfrente de la pensión de Luz y Fuerza yace un sujeto bastante particular. Se llama Javier Omar, usa ambos nombres dado que esto lo convierte en más particular aún, pero le podemos decir Xavi ya que anda mirando la campaña del Valencia (¿y eso qué tendrá qué ver?). Por cierto, contra para el Real (él único que merece tal condición) y gol de Raúl González, un delantero temible, un depredador del área, Cañizares le sale con aquel buzo rojo y blanco quedando desparramado para que el 3 a 0 sentencie la cuestión. Lo que ninguno de nosotros sabe es que la cura para el Merengue yace en el Río de la Plata, tratándose de dos trogloditas desconocidos que se apellidan Traverso y Matellán (no salís en la foto R7). Me he ido por las ramas, ¿dónde estaba?, ah, sí, hablando de ese individuo de señas tan notorias que por ausencia de casualidad se ha puesto a instalar un juego que recibió de las manos de Yisus HammerHand. Ya el FIFA 2000 va a pasar a mejor vida siendo reemplazado por soldados antiguos que intentan destruir una fortaleza persa, el asunto no marcha bien dado que mueren enseguida (eso les pasa por no usar armas de asedio). Ante la necesidad surge la exigencia, nunca mejor dicho Yandros, así que el ratón descansa para que en el teclado sea la hora de meter un código, clave, cheat, chetos (qué importa, che). Por arte de magia y de la palabra clave: photon man, unos soldados provistos de armas láser (acrónimo cuyo significado es luz amplificada por la simulación de emisión radiactiva y traducida por un sujeto que toma todo literalmente). Cayeron las defensas, los elefantes, los aldeanos, los choborras del machimbre y así fue que conocí al Age of Empires (el primero, así que el número 1 me lo ahorro dado que sería redundante, injustificado e intrascendente). Un juego de Estrategia en Tiempo Real (ETR por la conversión de la sigla RTS al cagastellano y aseguro que mis fuentes son todas fidedignas). Para explicar qué corno es esto es necesario retroceder ocho años atrás (a 1992 y no cuatro bienios desde el corriente año o el período alterno) hacia comienzos de la década de los noventa (la mejor lejos, de nuevo llegaron tarde enanos). En esa época yo tenía trece hermosos años, Westwood era un estudio independiente y no estaban los de EA molestando aparte de cerrar cual Microsoft a otro de los monstruos de entonces (ESO). Pues bien, Madera del Oeste o Bosque del Oeste (como sea) sacó Dune II, juego basado en el universo de Frank Herbert quién inmortalizó la frase: “Cuando escribes de verdad te concentras en una sola cosa: escribir” (al cuerno el dinero y las editoriales). Pues bien, Dune II sentó las bases de los RTS en cuanto a la recolección de los recursos necesarios, el árbol de habilidades (no una línea genealógica sino los edificios y mejoras necesarias para poder ampliar la base), la niebla de guerra (si en este momento no ve más allá de sus narices es debido a que no hizo la mejora en la Sala de los Cazadores) y una serie de elementos más (el autor se cansó de enunciar y no quiere recurrir al etcétera dado que es un vago). Pues bien, Westwood lo hizo (de paso la música es del genial Frank Klepacki, autor de varias odas videojueguiles y del himno de los juegos de estrategia: la Hell March) sentando los cimientos de un género nuevo cuya popularidad creció a lo largo de los siguientes diez años hasta que dejó de ser una salida comercial y aparecieron juegos para gente sin paciencia (de eso también carecen pequeños). Sin embargo, dos años más tarde, en noviembre de 1994 (23/11/1994) la anteriormente Silicon and Synapse y brevemente Chaos Studios pasó a llamarse Blizzard o la Ventisca para los amigos (aunque no hay nada gratarola). Lanzaron bajo este sello la primera de sus creaciones que relataba el encuentro entre los Humanos de Azeroth y las Hordas Orcas (no es una campaña en contra de la caza indiscriminada o para liberar a Willy Vilas). El juego se llamó simplemente Warcraft aunque es un nombre compuesto (por dos palabras, estás lento gurí) e incorporó los elementos de Dune II además de darle una identidad propia: oro, madera, los peones no se defienden, existe la niebla de guerra, cada unidad de los Humanos tiene un equivalente en los Orcos con algunas pequeñas variantes: arañas en vez de escorpiones, demonios en reemplazo de elementales, lluvia de fuego en vez de veneno reciclado para los Zerg, curación, esqueletos, armadura impía, etc. (un cliché dicha palabra abreviada). Tres tipos de escenarios y lo más relevante: la posibilidad de fajarnos en el multijugador para dos dementes que quisieran apretar el CTRL además de arrastrar el mouse para que las unidades se muevan (es 1994 che). Dado que llegué a esta versión una década después, de puro fanático nomás, pues dicha opción no pudo ser explotada pero se encontraba presente y ello es un punto a favor para el naciente universo que reúne elementos de Dungeons and Dragons, Warhammer, George R. R. Martin y el más famosos de los J. R. (vos no Román, nunca): Tolkien. Así que todos los elementos estaban sobre la mesa, sobre todo los tolkienianos, como ingredientes de una receta que iría agregando sabores hasta derivar en la mayor de las obras maestras: Warcraft III.

 


jueves

El Profesor Rivera

El sujeto de esta historia se presenta en las gélidas mañanas de clase portando una campera gastada y como frase de cabecera el hecho de que el frío es un estado mental. Fuera de su conocimiento sobre agricultura aquel hombre del que sólo conozco el apellido, dado que es una época muy distinta a esta en la que no hay respeto alguno y es necesario que un gladiador moderno les imparta lecciones a los pibes, siempre tendrá una historia para contar. Nos hablará de la inundación que provocó que recorriera la extensión del campo con un hidrodeslizador o los restos del anterior propietario del terreno en donde edificaría su casa como muestra de que el mundo es un inmenso osario. Diría el Jefe Seattle que uno no debe escupir en el suelo dado que sus ancestros están allí. Hasta la fecha de la noticia de su partida no supe el nombre de pila de este personaje que marcó los días de varios allá en el ISA de Copetonas, siempre será el Profesor Rivera para mí aunque se llamara Jorge. Qué estés en paz viejo maestro. 

lunes

15 de julio de 2023

 

Una charla en el desayuno da lugar 
a la idea que se convertirá en libro, 
de ello ha transcurrido ya un año. 
La excusa fue un viaje de amigos a 
Mar del Plata, una ciudad que ambos apreciamos, 
culminando con la novela llamada Omnes Me. 

Primera noche

Voces al otro lado de la puerta que da al pasillo, un grito de parte del guardia de seguridad que escucha la tanda de penales y el frío que se cuela por un resquicio en la ventana manteniendo desvelado a aquel que sabe que sus días se han extendido para siempre, con los cambios que ello conlleva. Observa a cada pequeño gesto de la nueva presencia el vaivén de su pecho como una comparsa del oleaje ya que la marea finalmente ha cambiado y crece de prisa pese a parecer lenta. Observa con los rojos que se tornan arenosos y luego carmesíes, sabiendo que su tiempo se ha prolongado incluso después de esta vida entre el llanto del hambre y el sueño profundo que invade a este ser indefenso al que simplemente llamaremos HIJO. 



domingo

Ausencias

El sitio conserva en la fachada la palabra cíber pero únicamente es un engaño, dado que en su interior las máquinas no son más que marionetas vacías cuyo titiritero se ha largo hace años y como una costra del óxido le muestra a la ciudad su antiguo esplendor. Los guerreros que visitaban aquel santuario se han perdido entre las calles laberínticas yéndose lejos de aquel faro, otrora la luz que los atraía como a las luciérnagas y les daba cobijo. La mujer detrás del mostrador despacha sin más aquel chocolate que viene a apaciguar el frío dado que entre los recovecos de la ciudad el sol yace ausente, su gloria es en las alturas y para el mundo mortal las sombras esquivas. Un solitario peregrino pasa cerca de aquellos sitios ya vacíos recordando hasta a la cabina de teléfono faltante y puede ver entre la mota de polvo que recubre los ventanales a varios rostros conocidos que yacen inmersos en las batallas a elección de cada uno, un sábado cualquiera del año en una fotografía petrificada de la ciudad tras la niebla.





sábado

Remasterizando el pasado

Remaster, HD, Edición Definitiva, Reforjado, etc., etc. Un sinfín de intentos de traer de regreso a monstruos del pasado dado que todavía hay gente que juega con los píxeles y de esa manera son los potenciales clientes, siendo que una parte de ellos no jugará a ninguna de las modas reinantes. Sin embargo, esto es apenas un fragmento de una escena más completa dado que lo único que se persigue es sacarle al usuario hasta la última moneda de su alcancía que ya fue destruida hace eones. Las enfermedades de estas épocas son todas las versiones de juegos que se nos venden con contenido descargable, ya no hacer el trabajo completo sino echarse a vago y largarnos el contenido en fetas (fetta dirían los tanos). También es una forma encubierta de cobrarnos por algo con un nuevo empaque que viene a ser comprar el producto dos veces o tres (recuerden Age of Empires II, Age of Empires HD y Age of Empires DE), el éxito no sería igual si se tratara de una versión moderna de Windows 95 por ejemplo (nadie lo querría). Todo esto viene a colación de las promesas vacías de los últimos años, salió Starcraft Remasterizado y la expectativa con Warcraft III Reforged era alta pero al final hicieron lo mismo que el resto: ofrecieron un producto plagado de errores que dejó a esta parte de la saga lejos de la gloria de antaño (y aún hoy se encuentra a años luz). Bastó con engañar al público con una cinemática y un nivel icónico para que nos tiráramos de cabeza dándoles las llaves de nuestras casas así que el porrazo fue grande. Ahora aparece AoM Retold y todo anuncia que se trata del mismo verso, escondido detrás de una sucesión de cinemáticas para que el olor a repetición no se sienta y así estamos hoy en día. Sería mejor no joder con el pasado, dejarlo ahí dado que no se puede pretender que las generaciones modernas vivan de una emulación pobre de él.


Pódcast

D10

 


domingo

Caco loca

CACO LOCA

Lo sabes, por eso tu favorito te ha dejado viuda y en la necesidad de alimentarme no tengo más remedio que la herejía. Hay un sitio en el Hades para los ladrones, ahí nos es quitado lo que tomamos de los demás hasta la repetición de nuestra muerte. Pero sus hijos, los míos, los nuestros, deben comer alimentándose en el cobijo de una caverna que emula tu escondrijo oh, Zeus. Hasta las ovejas de Polifemo de ser necesario, de forma que nada más me quede el averno como morada final. Al dios de los muertos no le importa ya que recibe a todos por igual sin hacer distinciones, apenas son necesarias las monedas y por aquí sobran las limosnas. Son la manera en la que el mundo purga los pecados de dejar al otro desvalido. Las fortunas son saqueadas en la superficie, las prendas caras se hunden en la Estigia cuyas aguas besan la balsa de Caronte. Fuegos fatuos acompañan la procesión, Cerbero olfatea a la presa que ha tenido la osadía de tratar de regresar haciendo que los demás agachen la cabeza. Salvo mi amado, ni al recibir el impacto asesino de ese garrote lo hizo sabiendo de sobra los peligros del oficio. Sostuve alta una tea para espantar a los monstruos que en la noche intentan robarnos los sueños, aguardando el día de la reunión y enloqueciendo de a poco para mantener la cordura. 

            MAR NARANJA

Yo era un charco enorme en él que los batracios descansaban marcando el lecho barroso, los nobles eucaliptos destinaban alguna de sus hojas para cumplirles el sueño de ser naves y de paso mis aguas se volvían anaranjadas. Presencié una vuelta olímpica, varios regresos de clase de esos bajitos y los cambios en los ladridos de todos los canes que los esperaron viendo hacia la salida que también es entrada. Nací de un camión que marcó la tosca, del trabajo del viento y luego la lluvia siendo humana así como etérea. El invierno creó una pista helada en mi superficie, hasta que una piedra hizo explotar el espejo arrojando lejos los pedazos acompañado ello de las risas. Fui océano a mi manera, la plaza se alzó junto con los subibajas y presencié varios goles hasta que el balón se pinchó. El tambor se convirtió en cesto hasta que su color amarillo desapareció, siendo su tapa el fondo que perdió contra el óxido. Me tocó ver a Juan plantando los árboles, así lo llamaba ella desde la arcada blanca a la que se llega por un camino de lajas. Igual que todos los personajes mi agua se evaporó, volviéndome una depresión de las que el ser humano en su desidia deja hasta que el viejo tano me cubrió harto de darme de lleno. Alguien viene a cortar los yuyos, los oigo los siento y hasta puedo imaginarlos dado que la historia me hizo un lugar.

COHETE CANINO

A dos cuadras de casa se desata la batalla, las ruedas son su blanco favorito acechando a la víctima que confiada viene. El proyectil sale disparado intentando darle alcance a su objetivo que se escabulle en la niebla matutina, las formas se alteran no así los hábitos con despegue incluido que no será televisado. No ha habido reclamos de parte de la gente del arsenal, mucho menos de los de Sarandí que no entendieron el comentario y ni hablar del ministro de guerra que vive emulando tácticas en una pantalla con aire acondicionado y refrigerios adecuados. El personal a cargo de mantener el servicio eléctrico reportó que el apagón se debió a una avutarda, formando un puente entre las líneas al escapar del recorrido de esa bala. La fuga de gas a un “toquecito” de la pala de la máquina cuyo piloto sorbió un mate azucarado, viendo pasar el obús muy cerca de la zanja para perderse entre los tamariscos. El reporte del barrendero, que lleva la cuenta de las agujas de los pinos, no arrojó más luz al asunto excepto la sospecha de que su estela es la que desarmó los montículos preparados para la recolección. Por la noche se detiene debajo del navío de José, sueña con volver a ser perro y que no lo confundan con un arma. Ahí está aquel gato loco que piensa es un tigre, acechando a las vaquitas de San Antonio y a las mariposas que no le prestan atención. 

viernes

Invierno

Ha venido la estación de las hojas ausentes y de los árboles clamándole al cielo por el regreso de la hija de la Tierra, las calles se me hacen conocidas en tanto deambulo como un peregrino buscando la fachada de viejos templos y las voces resurgen de aquellos recintos cuyas fachadas se encuentran cambiadas. El cielo se ha cubierto de un manto de manera que al andar parece que el telón de la obra no ha sido levantado pese a que ya son casi las once horas. Ando hasta encontrar la intersección abandonando a la avenida que se pierde en lo alto, el teléfono público ha desaparecido dejando un mosaico vacío. Vago por la inmensidad que suponen las torres como niveles de un arcade contando los pasos hasta dar con una presencia nueva, la librería con nombre de buen contador de historias y a Mazinger haciendo el recuento de las andanzas de los ocupantes de la tienda luminosa. Después simplemente me pierdo calle abajo aunque es cuestión de perspectiva, ya que todo este mundo se encuentra dado vuelta. 



jueves

Fuera del Mundial (2022)

 23/03/2020

A las 8:01 horas me di cuenta de que algo no iba bien, demasiada demora incluso para un sábado en eso de quitar la traba y permitirme salir para entrar al paraíso verde en el que puedo tener un atisbo de libertad hasta darme de bruces con la realidad del cerco. La humanidad se esconde del resto de sus congéneres pero los caninos vagan libres, los dueños de las calles y del agua que la lluvia deja como mensaje de renovación en los cordones, ríos que se secarán cuando la tormenta pase. Un minuto más tarde apareció él arrastrando la fatiga de la semana sobre sus pies descalzos, me observó con una extraña expresión incluso para alguien que está a medio despertar y desandó el camino volviendo con el adminículo haciendo equilibrio sobre el tabique además de las ojotas. Detrás cayó ella quitándolo del medio, la misma expresión se dibujó en su cara y luego ambos desaparecieron para que la pequeña se asomara al cubil llamando a su hermano quien en una muestra de sensatez quitó el cerrojo permitiéndome huir ante la urgencia del llamado de la naturaleza. El brillo de la mañana cercana a las nueve me dio de lleno, dibujando burbujas en el aire a mi alrededor aunque enseguida el espejismo se evaporó cuando el hocico me guió como una brújula en la noche cerrada, dejando a los humanos preocupados por encontrar la respuesta al chaleco rojo y violeta semejante al ocaso anunciando el viento siguiente, olfateé un aroma que se escurrió enseguida pero ya me dirigía raudo al fondo de la casa dando con Pedro sentado debajo del álamo que a su lado lucía joven. El humo de la pipa ascendía al cielo, dibujando aros que eran una prohibición para su hija pero se hallaba lejos intentando encontrar a un detective que resolviera el misterio de aquel ropaje tomado sin dudas de alguna historieta acorde a los comentarios del can vecino, sin embargo el símbolo del héroe estaba demasiado borrado para poder descubrir el origen. Las personas en la casa pasaron por alto ese detalle incluso cuando llegaron los comensales dejando a un lado los fideos caseros, abocándose en la tarea de determinar al autor de la colección y sin que la sospecha recayera en aquel que sentado afuera sigue pitando viendo al este. Por ahí piensa se ha ido su amor, sobrevivieron a las bombas pero el tiempo vino finalmente dejando el vacío, semejante a un cráter en él que el dispositivo estalló y el vidrio sobre el marco ha quedado agrietado por el recuerdo. Son pocas las cosas que ahora vienen a su mente con lucidez, la oscuridad del olvido ha confundido la ubicación de los hechos así que me llama con el nombre de un ancestro al que intenta cobijar del frío en la montaña allá al otro lado del océano. El crisol es uno de los tantos episodios en los que la memoria logra dar en el blanco, después yerra generando la aflicción en los que lo rodean haciendo que se olviden de la prenda que porto sobre el lomo y llevando la conversación hacia la necesidad de ubicarlo en un lugar con mejor atención mientras la pasta comienza a hervir lanzando columnas de vapor sobre el cielorraso hasta que alguno activa el extractor que las manda rumbo al oeste, justo en donde veo partir al disco anaranjado en el comienzo del otoño. La reposera se ha ido para el interior junto con su usuario, en el borde de la ventana ha quedado abandonada la chimenea igual que mi osamenta a la espera de que alguno invierta el proceso matutino y me permita entrar.

Fuera del Mundial, 2022.

Veinte años de lluvia (2024)

 CAMINA EN LA LLUVIA

 

El año 2004 fue el de la exploración inicial, apenas se trataba de unos cuantos escritos instalados en las Geocities de Yahoo aunque ninguno de ellos llegó a dar ser parte del blog que nacería un puñado de años después.

Recibí un correo de parte de HammerHand Romero, a comienzo del 2006, luego de un año de estar jugando a Warcraft III:

 

Que su espada brille como nunca en la fiesta del águila parda,

que su puño infunda el terror al enemigo,

gloria por siempre cantada al blasón insigne de su casa.

Siembre el terror y quiebre la lanza,

que sea su día de caza porque

al anochecer su cuerpo saciara las ratas.

Estamos en guerra.

 

Es así que nació El Águila Parda en las mismas Geocities y en el 2008, tras una breve estadía en Páginas Web Gratis (https://www.paginawebgratis.es), inicié el blog con el nombre que tienen actualmente empezando a crear historias fantásticas madurando al ensayo, la catarsis y finalmente la novela (una década después).

Tomé el nombre de una frase repetida en la canción Rain de Yoko Kanno correspondiente al animé Cowboy Bebop que se transmitía en el desaparecido Locomotion (una marca importante en mi vida junto con Nivel X y Magic Kids).

La metáfora de caminar en la lluvia en medio de una tormenta de balas, dando lugar al nombre justo para una creación sin titubeos y que sigue dándome placer abordar al día de hoy (dos décadas después).

Veinte años de lluvia, 2024

¡POR LA HORDA! (2024)

 

Dune II

I).- ¿RTS? 

Es el año 2000, el Y2K no ha ocurrido, las máquinas no han retrocedido hasta el 1900 sino que nos hemos mandado de cabeza en el nuevo siglo y milenio. Hay motivos para celebrar entonces, en Corea se desarrollará ese año la primera World Cyber Games siendo el puntapié inicial para los llamados deportes electrónicos que más de veinte años después están por todas partes, sin embargo hubo una época primigenia en la que se jugaba al Starcraft (primo hermano del juego que nos trae a estas líneas), Counter Strike, FIFA (al juego real y no a los torneos del mundo más amañados que concurso literario), Age of Empires y varios exponentes más (de hecho sólo me interesa uno de ellos, sin ánimo de querer ser parcial). El fenómeno tendría un rey y sería aquel videojuego lanzado en 1998 por la Ventisca, considerado un deporte nacional en la República de Corea (eso explica que los cíber café hayan sobrevivido allí aunque con otros agregados del tiempo). Sí, eso en lo que usted joven gamer está pensando y tiene las siglas idénticas a reírse a carcajadas así que sepa que llegó después que los de la arcaica edad dorada.  Lejos de la República de Corea yace Mar del Plata, la Perla del Atlántico, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Ahí me encuentro cursando mi segundo año de experiencia como estudiante, dado que he decidido convertirme en un cuervo de las tempestades (por una módica suma, por supuesto) y hasta el momento le he puesto a la PC únicamente juegos de fútbol. Ya la colección comienza a expandirse entre muchas copias (iguales a los originales pero más baratas rezará un cartel de TARINGA, antes del meme y la sarta de tonterías de las generaciones posteriores). Pero no será por mucho tiempo dado que algo ocurrirá, ¿será acaso qué madure pronto?, ¿tal vez decida dedicarme a la filosofía con la panza llena?, ¿acaso es mejor dejar de ser hincha de Boquita ahora antes de que vengan las imposiciones de la moda y las gallineadas?, ¿el nuevo siglo, año y milenio, me han cambiado de alguna forma? No, nada de eso, absolutamente lejos de la realidad dado que en la habitación de enfrente de la pensión de Luz y Fuerza yace un sujeto bastante particular. Se llama Javier Omar, usa ambos nombres dado que esto lo convierte en más particular aún, pero le podemos decir Xavi ya que anda mirando la campaña del Valencia (¿y eso qué tendrá qué ver?). Por cierto, contra para el Real (él único que merece tal condición) y gol de Raúl González, un delantero temible, un depredador del área, Cañizares le sale con aquel buzo rojo y blanco quedando desparramado para que el 3 a 0 sentencie la cuestión. Lo que ninguno de nosotros sabe es que la cura para el Merengue yace en el Río de la Plata, tratándose de dos trogloditas desconocidos que se apellidan Traverso y Matellán (no salís en la foto R7). Me he ido por las ramas, ¿dónde estaba?, ah, sí, hablando de ese individuo de señas tan notorias que por ausencia de casualidad se ha puesto a instalar un juego que recibió de las manos de Yisus HammerHand. Ya el FIFA 2000 va a pasar a mejor vida siendo reemplazado por soldados antiguos que intentan destruir una fortaleza persa, el asunto no marcha bien dado que mueren enseguida (eso les pasa por no usar armas de asedio). Ante la necesidad surge la exigencia, nunca mejor dicho Yandros, así que el ratón descansa para que en el teclado sea la hora de meter un código, clave, cheat, chetos (qué importa, che). Por arte de magia y de la palabra clave: photon man, unos soldados provistos de armas láser (acrónimo cuyo significado es luz amplificada por la simulación de emisión radiactiva y traducida por un sujeto que toma todo literalmente). Cayeron las defensas, los elefantes, los aldeanos, los choborras del machimbre y así fue que conocí al Age of Empires (el primero, así que el número 1 me lo ahorro dado que sería redundante, injustificado e intrascendente). Un juego de Estrategia en Tiempo Real (ETR por la conversión de la sigla RTS al cagastellano y aseguro que mis fuentes son todas fidedignas). Para explicar qué corno es esto es necesario retroceder ocho años atrás (a 1992 y no cuatro bienios desde el corriente año o el período alterno) hacia comienzos de la década de los noventa (la mejor lejos, de nuevo llegaron tarde enanos). En esa época yo tenía trece hermosos años, Westwood era un estudio independiente y no estaban los de EA molestando aparte de cerrar cual Microsoft a otro de los monstruos de entonces (ESO). Pues bien, Madera del Oeste o Bosque del Oeste (como sea) sacó Dune II, juego basado en el universo de Frank Herbert quién inmortalizó la frase: “Cuando escribes de verdad te concentras en una sola cosa: escribir” (al cuerno el dinero y las editoriales). Pues bien, Dune II sentó las bases de los RTS en cuanto a la recolección de los recursos necesarios, el árbol de habilidades (no una línea genealógica sino los edificios y mejoras necesarias para poder ampliar la base), la niebla de guerra (si en este momento no ve más allá de sus narices es debido a que no hizo la mejora en la Sala de los Cazadores) y una serie de elementos más (el autor se cansó de enunciar y no quiere recurrir al etcétera dado que es un vago). Pues bien, Westwood lo hizo (de paso la música es del genial Frank Klepacki, autor de varias odas videojueguiles y del himno de los juegos de estrategia: la Hell March) sentando los cimientos de un género nuevo cuya popularidad creció a lo largo de los siguientes diez años hasta que dejó de ser una salida comercial y aparecieron juegos para gente sin paciencia (de eso también carecen pequeños). Sin embargo, dos años más tarde, en noviembre de 1994 (23/11/1994) la anteriormente Silicon and Synapse y brevemente Chaos Studios pasó a llamarse Blizzard o la Ventisca para los amigos (aunque no hay nada gratarola). Lanzaron bajo este sello la primera de sus creaciones que relataba el encuentro entre los Humanos de Azeroth y las Hordas Orcas (no es una campaña en contra de la caza indiscriminada o para liberar a Willy Vilas). El juego se llamó simplemente Warcraft aunque es un nombre compuesto (por dos palabras, estás lento gurí) e incorporó los elementos de Dune II además de darle una identidad propia: oro, madera, los peones no se defienden, existe la niebla de guerra, cada unidad de los Humanos tiene un equivalente en los Orcos con algunas pequeñas variantes: arañas en vez de escorpiones, demonios en reemplazo de elementales, lluvia de fuego en vez de veneno reciclado para los Zerg, curación, esqueletos, armadura impía, etc. (un cliché dicha palabra abreviada). Tres tipos de escenarios y lo más relevante: la posibilidad de fajarnos en el multijugador para dos dementes que quisieran apretar el CTRL además de arrastrar el mouse para que las unidades se muevan (es 1994 che). Dado que llegué a esta versión una década después, de puro fanático nomás, pues dicha opción no pudo ser explotada pero se encontraba presente y ello es un punto a favor para el naciente universo que reúne elementos de Dungeons and Dragons, Warhammer, George R. R. Martin y el más famosos de los J. R. (vos no Román, nunca): Tolkien. Así que todos los elementos estaban sobre la mesa, sobre todo los tolkienianos, como ingredientes de una receta que iría agregando sabores hasta derivar en la mayor de las obras maestras: Warcraft III.

¡PLH! 2024

Dioses entre nosotros (2023)

“Al descender de su nave interestelar el pionero de la colonización en el Planeta Rojo se topó con los habitantes originarios de dicho espacio a los que mostró el título de propiedad por el cual una inmobiliaria terráquea lo hacía dueño de la mitad del territorio ocupado por los marcianos. Ante la negativa de los ocupantes de abandonar dichas extensiones desérticas, debajo de las que el agua esperaba ser sacada, les ofreció una suma sideral que fue rechazada dado que no puede ser asimilada como el maná que proviene del éter. Dicho esto se marchó jurando volver con una orden de desalojo siendo vitoreado por aquellos que se perdieron en la distancia”.

La conquista de Marte, Tomo I, Camiú.


Mientras todavía podía mover sus miembros sin la ayuda de la tecnología que poseía decidió fulminar al jardinero por ser un descuidado, sus preciosas plantas habían sido abrasadas por un sol asesino que las redujo a formas marchitas cambiando de verde a amarillo para después llegar a marrón. Se mezclaron con la tierra que no recibía su ración de agua pese a que podía pagar con creces cada gota, ello le pasaba por contratar a alguien acostumbrado a ahorrar siendo que no todos podían costearla. Redactó de puño y letra la condena equivalente a despido, debía dejar su puesto de trabajo inmediatamente al igual que los enseres firmando la documentación de entrega y retirar su humanidad que molestaba entre tanta divinidad. También se le descontarían los daños en las estatuas del jardín aunque ello obedeciera a otras clases de manifestaciones, siendo que el patrón no vigilaba al resto de la manada con el pretexto de tratarse de sus hijos. Culminado con el distracto formal realizó un inventario de las personas que se encontraban bajo su control, en la nómina diría trabajadores pero él sabía muy bien que esa era la forma de esclavitud aceptada. Sobraban operarios ante la inminencia del viaje interplanetario, sacrificadas apenas unas ganancias nimias con el ahorro del pago de ciertas indemnizaciones atenta la interminable cantidad de instancias de revisión judicial. La lentitud de tales poderes le permitían ejercer el propio sin límite alguno, mofándose en la cara de los desventurados que le confiaban la suerte a algún picapleitos que culminaría asegurando su bienestar antes que el reclamo del cliente. Podrían haber llamado a los desvalidos de otra forma, condenados, desahuciados, indefensos, excluidos o cualquier otro eufemismo que reflejara su condición de carne de cañón que un sistema a punto de esfumarse pretendía exprimir hasta el final. Después de todo estaba convencido de que no había una desconsideración de su parte al pensar en ellos un poco cada día, recortando aquí y allá los excedentes para mantener su porcentaje de pérdidas bajo. Tenía una familia numerosa que alimentar dándoles los sueños de otros, pedazos de la vida que se consagraban a un bien mayor resumido en transacciones millonarias para los pobres de alma que recubren el faltante con alta costura y brillantes de forma tal de sentirse cerca de los astros. Incluso enaltecen a sujetos de carne y hueso para poder mantener su estatus, mostrándole a los del fondo que aquí está el héroe en una categoría un escalón debajo de manera que los únicos que están cerca del cielo sean aquellos llamados civilizados. Si sus costumbres fueran reveladas se verían los ríos de sangre corriendo por debajo, con los gritos ahogados de aquellos que son arrastrados por ser parias nada más para que las arcas se llenen de cifras inconmensurables que no caben en la pantalla de una calculadora. Pero bien que está hecho el cálculo sabiendo la cantidad de bajas que se reemplazarán con ganado nuevo, total éste sobra en las cuentas que se hacen sin tener en consideración a la vida que se engulle.    

DEN, 2023.


Flavio - Diario de viaje (2022)

Sentado en el depósito que hace las veces de sala de profesores, Flavio sorbe el café en tanto espera la llegada del resto de la humanidad antes de que el sol asome por entre los árboles de la plaza. La portera es la primera alma con la que se encuentra, el resto viene posteriormente hasta que llegan los actores principales, no hay acto posible sin ellos razón por la cual anhela que la audiencia esté completa. Una mezcla de roles, el del observador que se vuelve partícipe hasta que la campana suena anunciando que es hora de terminar con el ensayo. Ahí el docente vuelve a su realidad, mirando al mundo que cambia constantemente encontrándolo siempre un paso más atrás, pero en cierta forma sabe que no hay prisa alguna. Para qué andar corriendo contra el mundo que sigue girando, es mejor abandonar esa idea loca centrándose en cuestiones más importantes aunque viendo alrededor descubre que hay varios pilotos profesionales, a los que sólo les interesa alcanzar las posiciones de arriba del todo. Olvidan que el 1 es un casillero para una solitaria alma, así que será difícil que todos puedan ganar, ahí surgen las frustraciones de saberse en el segundo lugar lo que equivale a una especie de derrota. Algo que no se puede aceptar así nomás, al mundo se le muestran los grandes éxitos, simplemente lo mejor de lo mejor. Una sonrisa ante la cámara vacía, el ojo del espectador presente en todas partes que refleja una especie de control semejante a un gran hermano hecho realidad, lamentablemente no nos hemos dado cuenta a tiempo y así están las cosas. La necesidad de ser los primeros de los primeros, algo imposible por cierto, nos fuerza a tener que estar presentes en el centro de la escena compartida. El recuadro puesto sobre la cara sonriente, al menos las preocupaciones se han ido un instante en cuanto el flash nos da en los ojos, luego sigue la historia desdichada hasta que encontremos algo que compartir. Al mundo tampoco le agradan las noticias tristes, en una especie de autodefensa contra lo inevitable se han creado espacios de confort debidamente amueblados con los más gratos momentos, que las lágrimas se queden afuera junto a los perros de la calle. No hay lugar aquí para los fracasos, todo debe verse imperecedero aunque volvamos a los tonos sepia que serán aggiornados y traídos al presente al agregarle colores vivos. De esta manera se tratan todas las cosas por igual, se busca una felicidad eterna cuando hemos sabido que esto es más bien una quimera, pero quién está mirando en este momento eso. No es importante, la disfrazaremos así podremos estar a tono con el mundo que nos devuelve un me gusta en complicidad absoluta, es medio difícil que los pulgares estén siempre hacia arriba. Necesariamente debe haber una víctima, caso contrario el sistema carecería de sentido alguno y habríamos encontrado el paraíso digital, con nuestros nombres puestos al tope de la tabla de posiciones del exitismo. Ahí estamos de nuevo, mostrando a la victoria que nos sonríe en medio de la batalla aunque realmente no pueden ganar todos, es un premio demasiado pobre para que le toque a cada uno de los mortales. Pero por algún motivo olvidamos que es así, no nos importa en lo absoluto en tanto podamos sentirnos a gusto con esta existencia que no muestra el vacío en ese cuarto, ahí en donde ahogamos nuestras penas pero no las exhibimos a nadie.

Flavio - Diario de viaje, 2022.

Radio Océano (2022)

 I

El océano eterno va y viene, repasa los hechos que ocurrieron para luego dejarlos grabados en la memoria que le falta a los que viven rodeados por él creyendo que jamás serán alcanzados por sus brazos que son bastantes visibles. Una nueva historia es traída a la orilla, en la tarde será vieja para aquellos que viven apurados sin mirar a su alrededor perdiendo el brillo de todo ese mundo que se desarrolla bajo la mirada atenta del sol que regala sus caricias a cualquiera, aunque en ocasiones son más bien besos ardientes que dejan las manchas rojas del deseo sobre la piel de los incautos que se descubren ante su presencia. Una huella ha quedado sobre la arena levantando un reclamo de parte del omnipresente azul hasta que finalmente también ella es alisada, yendo a parar a la enorme lista que en el archivo del fondo se guarda la que equivale a granos de arena en lo que hace al racconto. Luego la espuma se levanta extendiéndose por el viento sobre el desierto seco, la franja húmeda ha quedado a miles de kilómetros en la cuenta de granos que se amontonan como anécdotas en las que se vuelven las vidas que discurren ahí afuera en la tierra, importantes en los aspectos de dejarle una marca al otro que comparte el viaje y que se traduce en memoria. Pero esta a la larga se disuelve cual fortaleza construida de la misma materia con la que los dedos hídricos fabrican un ábaco a los fines de tener los documentos actualizados, empezando por la cantidad de pasos que se dieron sobre la orilla y la última vez que la frecuentamos. La extensión del vacío entre un momento y otro habla de la poca importancia dada a simplemente andar sin tanta carga encima que al final de una estación nos habrá doblado por el peso innecesario que se lleva, para que entonces vengan las dos líneas cruzadas marcando el final de ese cuento que implica haber estado pero no vivido. Se vive a partir de experiencias, de golpes que uno recibe para curarse y seguir, de caricias que vienen en diversos formatos, cuanto más uno envejece mucho más mira a esos momentos cálidos en los que la preocupación por ese asunto intrascendente no existía. Entonces como obsequio el mar te larga un recuerdo, una pista apenas que te lleve a regresar a ese lugar ahora lejano en el que tres hermanos buscan almejas que como hojas son arrojadas por la marea de su escondite.  El único testigo es un viejo barco enterrado hasta la chimenea, vuelto una mancha deforme que hace difícil pensar en un navío con todas las letras salvo por una crónica perdida entre diarios amarillentos que alguien intenta no sean expuestos, porque se desharán enseguida tornándose nada más que una reminiscencia. La que ahora aflora volviendo a una mañana soleada con los pies pequeños dejando el camino de hormigas y la presencia mayor que trata evitar el desbande de esa hueste de tres personas.

Radio Océano, 2022.


Womankind (2019)

 FUEGOS

Cuando llegaron a la cima encendieron unos cuantos fuegos cosa de que los de abajo supieran que iniciaba una nueva era y como símbolo del cambio de fuerzas en el trono, aunque a los del barro poco les importaba esto. Esas luces lejanas parecían las festividades de los ricos en tanto el mendrugo bajaba como un meteoro hacia el oscuro vacío al que ninguna antorcha llega, entonces el cerebro consumido añoraba la vuelta de los exiliados como única forma de traer algo más a la mesa de todos los días. La tabla ya no estaba, usada como leña desapareció en dos noches heladas a la que siguieron las cortinas, los marcos y los mangos de ciertos utensilios. Luego las sillas, al final se sentaron en la oscuridad absoluta iniciando una ronda de sueños interrumpida por los sonidos de los estómagos hambrientos. El frío encontró lugar en cada rincón, las luces de las estrellas eran como hielos en medio del firmamento surcado de las lágrimas de los ancestros ante tanta desolación. Cada minuto una agonía esperando el milagro, el maná que vendría del cielo cuando la libertad personificada regresara y en tanto se dedicaron a roer las sobras que caían de lo alto del muro. Los que estaban arriba tras los muros debatían sobre la posibilidad de aumentar los tributos con los que mantener la maquinaria funcionando y pronto el funcionario gordo plenipotenciario bajó a una de las casas derruidas. Allí se instaló con un montón de asesores que recibían una parte del botín, confiscando la pobreza de las manos de aquellos que carecían de nada y retirando hasta las migas con las que pretendían ilusamente alimentar a sus familias. Un porcentaje alto llegaba hasta el bastión que se encontraba en reparación, aunque por el camino partes del metal se quedaban en cada una de las etapas del control y a la larga los números seguían en rojo. Pasó el invierno, los aldeanos emparcharon sus propiedades ajadas que se asemejaban a piedras secas de las que pretendían sacar un cobre, destinando las mismas a alquileres durante el estío. Olvidaron pronto las penurias, la situación repetida hasta hartar al hartazgo, los aprietes al bolsillo y la mano del Estado que caían con rigor sobre la masa desarmada así como el otro brazo que parecía agujereado de tanto dar para mantener a la horda acallada. Midieron el instante en el que existían sin ninguna consideración por un futuro no tan lejano, lograron encender sus fogatas con los sueños de los más pequeños a los que no les dejarían nada excepto el conformismo de saber que esto no cambiaría nunca. El problema radicaba en que para que un estado de cosas se modifique no hay que esperar a que por arte de magia o designio de los dioses ello ocurra, sino modificar las conductas con miras a obtener un resultado distinto. Lo contrario es un aval a todas las acciones llevadas a cabo por los sucesivos amos, los que deberían recordar que la fuente de su poder no son sus riquezas o sus armas sino aquellos que moran ahí en el llano. Pero desde los muros el mundo se ve distinto, apenas unos puntos semejantes a pixeles que se mueven debajo y un hilo de baba que de cerca seguro sea un río impetuoso. El mismo ímpetu con el que los últimos gobernantes son desalojados, entonces la enorme fuerza entra en escena aunque no es más que una vuelta al pasado y se dedica a derribar los estandartes de sus predecesores. Luego la mano huesuda toma una de las teas que cuelga de las torres arrojándola a las manos de uno de los tantos esbirros, el que se ocupa de hacer correr la voz sobre el regreso de los días más felices y enciende fuegos en diversos lugares, pero nunca les enseña a generar el mismo sin la ayuda de arriba. Ahí aquellos que han recibido los embates de los recortes se acercan a hacer la enorme fila para poder finalmente calentar las tripas, en el tazón que reciben está tallada la imagen del líder infalible en los tiempos difíciles. Todos los pecados yacen perdonados, basta con inclinar la cabeza ante su majestuosidad y dejar el momento retratado en los libros de historia, a los cuales sólo algunos eruditos acceden. Entonan viejas canciones vitoreando al movimiento eterno que se ocupa de no renovar nada, administrando los faltantes dado que se los han llevado como parte del saqueo de despedida y ahora los emplean a los fines de poder seguir con el curro. El cuento es semejante al de un manual de adoctrinamiento, solamente con ellos es posible que el asunto marche rumbo a un éxito asegurado vendido a lo largo de tres cuartos de siglo. El de pensar que únicamente los colores propios son los que sirven a la hora de evitar el arrecife, pero negando el hecho de que ya el barco ha encallado sin posibilidad alguna de retorno. Ahora a esperar que la marea se ocupe de romper en pedazos los maderos, usando estos para encender un nuevo fuego en la playa y calentarse mientras los demás se hunden. Caníbales que sacrifican a los de su propia especie, sin remordimientos y con la conciencia limpia dado que jamás han tenido una que los acompañe. Entre las paredes húmedas cuelga el retrato del salvador supremo rioplatense, cuya cara cambia deteriorándose producto de la corrupción del poder y esto se extiende como una mancha hasta los verdes campos que de a poco mueren.    

Womankind, 2019.

Memorias de un vagabundo (2019)

Una resma de hojas comprada con los últimos billetes que le quedaban en el bolsillo, luego se haría a la mar en medio de esa jungla de edificios que no tenían nada parecido al océano excepto la sangre que se derramaba todos los días intentando parecer una sociedad civilizada. Pero estaba lejos de eso tanto como las lágrimas del creador cayendo sobre los rascacielos, para encontrar el concreto debajo y luego simplemente desaparecer. Aunque a veces se filtraban por una hendidura haciendo crecer un pequeño árbol que se elevaría al cielo, la leyenda urbana dice que un día ese monstruo verde eclipsará al edificio más alto marcando el final de los tiempos del ser humano. Pero por ahora esto parece lejano, la ciudad alberga los desechos de la humanidad en una inmensa pila de restos que ocupan cada hendija que se encuentra sin morador. Se produce para luego tirar volviendo a adquirir un nuevo boleto al paraíso, un pedazo de material que no logrará pasar la Estigia en el descenso hacia el otro lado. Pero de qué lado me hablan, si acá llegó el organismo salido de ese lago de agua salada para alzarse sobre los demás seres vivos en una especie de autoproclamación en divinidad, empezando por las pinturas en las cavernas hasta alcanzar su máxima expresión con la fotito de cada momento en el que se respira. Luego el silencio, los anónimos son cada vez menos, el resto parece excesivamente concentrado en un juego de espías e indignaciones. No hay nada peor que saber que al otro, contacto, le está yendo bien cuando la basura empieza a apoderarse de nuestra realidad. Así que el tipo que laburaba en la papelera no prestó atención a ese vagabundo que dilapidaba sus últimos ahorros en un montón de hojas vacías, a quién carajo le podían importar esas cosas en este momento de digitalización. Ni siquiera se percató de lo gastado de los billetes, el buen día se quedó sin llegar a buen puerto, luego el sonido del timbre en la puerta cuando el náufrago se alejó y ese fue todo el contacto humano que recibió. Lo demás serían mensajes virtuales sin señales de humo, aunque el incendio estaba ahí latente esperando que los homos sapiens le arrojaran un poco más de leña a los fines de poder comenzar a arder. Sería tarde cuando las sirenas comenzaran a sonar, la última esperanza de evitar el arrecife yacía huyendo calle abajo con un montón de papel inmaculado y una sonrisa semejante a una mueca. Él más que nadie comprendía el rumbo que sus hermanos habían tomado, así que simplemente se dedicaba a intentar dejar grabado en alguna parte un mensaje de despedida que en realidad era la marca de su existencia, escribo porque existo. Respiro en la profundidad de esos campos blancos, siempre nevados hasta que la tinta viene a derretirlos volviéndolos un bosque literario que se esparce rápidamente. Finalmente, en el acto de cierre ese verde prado se queda atrás en tanto encaramos la siguiente obra buscando ocupar las rajaduras que se extienden por todas partes de esta estructura decadente que recibe el nombre de sociedad. Parece ser que he llegado tarde nuevamente para quedarme afuera de la obra que ha de desarrollarse sin mí como protagonista, previa paga de los tributos necesarios a los fines de acceder a este universo monetario que nos deja un par de gotas de agua para sobrevivir. Lo necesario sumado a una resma que pierde su virginidad de a pedazos, lo que tardo en mancillar el blanco puro con estos brazos de metal forjados en un lugar remoto.-


Memorias de un vagabundo, 2019.