Es el año 2000, el Y2K no ha ocurrido, las máquinas
no han retrocedido hasta el 1900 sino que nos hemos mandado de cabeza en el
nuevo siglo y milenio. Hay motivos para celebrar entonces, en Corea se
desarrollará ese año la primera World Cyber Games siendo el puntapié inicial
para los llamados deportes electrónicos que más de veinte años después están
por todas partes, sin embargo hubo una época primigenia en la que se jugaba al
Starcraft (primo hermano del juego que nos trae a estas líneas), Counter Strike,
FIFA (al juego real y no a los torneos del mundo más amañados que
concurso literario), Age of Empires y varios exponentes más (de hecho sólo me
interesa uno de ellos, sin ánimo de querer ser parcial). El fenómeno tendría un
rey y sería aquel videojuego lanzado en 1998 por la Ventisca, considerado un
deporte nacional en la República de Corea (eso explica que los cíber café hayan
sobrevivido allí aunque con otros agregados del tiempo). Sí, eso en lo que
usted joven gamer está pensando y tiene las siglas idénticas a reírse a
carcajadas así que sepa que llegó después que los de la arcaica edad dorada. Lejos de la República de Corea yace Mar del
Plata, la Perla del Atlántico, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
Ahí me encuentro cursando mi segundo año de experiencia como estudiante, dado
que he decidido convertirme en un cuervo de las tempestades (por una módica
suma, por supuesto) y hasta el momento le he puesto a la PC únicamente juegos
de fútbol. Ya la colección comienza a expandirse entre muchas copias (iguales a
los originales pero más baratas rezará un cartel de TARINGA, antes del meme y
la sarta de tonterías de las generaciones posteriores). Pero no será por mucho
tiempo dado que algo ocurrirá, ¿será acaso qué madure pronto?, ¿tal vez decida
dedicarme a la filosofía con la panza llena?, ¿acaso es mejor dejar de ser
hincha de Boquita ahora antes de que vengan las imposiciones de la moda y las
gallineadas?, ¿el nuevo siglo, año y milenio, me han cambiado de alguna forma?
No, nada de eso, absolutamente lejos de la realidad dado que en la habitación
de enfrente de la pensión de Luz y Fuerza yace un sujeto bastante particular.
Se llama Javier Omar, usa ambos nombres dado que esto lo convierte en más
particular aún, pero le podemos decir Xavi ya que anda mirando la campaña del
Valencia (¿y eso qué tendrá qué ver?). Por cierto, contra para el Real (él
único que merece tal condición) y gol de Raúl González, un delantero temible,
un depredador del área, Cañizares le sale con aquel buzo rojo y blanco quedando
desparramado para que el 3 a 0 sentencie la cuestión. Lo que ninguno de
nosotros sabe es que la cura para el Merengue yace en el Río de la Plata,
tratándose de dos trogloditas desconocidos que se apellidan Traverso y Matellán
(no salís en la foto R7). Me he ido por las ramas, ¿dónde estaba?, ah, sí,
hablando de ese individuo de señas tan notorias que por ausencia de casualidad
se ha puesto a instalar un juego que recibió de las manos de Yisus HammerHand.
Ya el FIFA 2000 va a pasar a mejor vida siendo reemplazado por soldados
antiguos que intentan destruir una fortaleza persa, el asunto no marcha bien
dado que mueren enseguida (eso les pasa por no usar armas de asedio). Ante la
necesidad surge la exigencia, nunca mejor dicho Yandros, así que el ratón
descansa para que en el teclado sea la hora de meter un código, clave, cheat,
chetos (qué importa, che). Por arte de magia y de la palabra clave: photon
man, unos soldados provistos de armas láser (acrónimo cuyo significado es
luz amplificada por la simulación de emisión radiactiva y traducida por un
sujeto que toma todo literalmente). Cayeron las defensas, los elefantes, los
aldeanos, los choborras del machimbre y así fue que conocí al Age of Empires
(el primero, así que el número 1 me lo ahorro dado que sería redundante,
injustificado e intrascendente). Un juego de Estrategia en Tiempo Real (ETR por
la conversión de la sigla RTS al cagastellano y aseguro que mis fuentes son
todas fidedignas). Para explicar qué corno es esto es necesario retroceder ocho
años atrás (a 1992 y no cuatro bienios desde el corriente año o el período
alterno) hacia comienzos de la década de los noventa (la mejor lejos, de nuevo
llegaron tarde enanos). En esa época yo tenía trece hermosos años, Westwood era
un estudio independiente y no estaban los de EA molestando aparte de cerrar
cual Microsoft a otro de los monstruos de entonces (ESO). Pues bien, Madera del
Oeste o Bosque del Oeste (como sea) sacó Dune II, juego basado en el universo
de Frank Herbert quién inmortalizó la frase: “Cuando escribes de verdad te
concentras en una sola cosa: escribir” (al cuerno el dinero y las editoriales).
Pues bien, Dune II sentó las bases de los RTS en cuanto a la recolección de los
recursos necesarios, el árbol de habilidades (no una línea genealógica sino los
edificios y mejoras necesarias para poder ampliar la base), la niebla de guerra
(si en este momento no ve más allá de sus narices es debido a que no hizo la
mejora en la Sala de los Cazadores) y una serie de elementos más (el autor se
cansó de enunciar y no quiere recurrir al etcétera dado que es un vago). Pues
bien, Westwood lo hizo (de paso la música es del genial Frank Klepacki, autor
de varias odas videojueguiles y del himno de los juegos de estrategia: la Hell
March) sentando los cimientos de un género nuevo cuya popularidad creció a
lo largo de los siguientes diez años hasta que dejó de ser una salida comercial
y aparecieron juegos para gente sin paciencia (de eso también carecen
pequeños). Sin embargo, dos años más tarde, en noviembre de 1994 (23/11/1994)
la anteriormente Silicon and Synapse y brevemente Chaos Studios pasó a llamarse
Blizzard o la Ventisca para los amigos (aunque no hay nada gratarola). Lanzaron
bajo este sello la primera de sus creaciones que relataba el encuentro entre
los Humanos de Azeroth y las Hordas Orcas (no es una campaña en contra de la
caza indiscriminada o para liberar a Willy Vilas). El juego se llamó
simplemente Warcraft aunque es un nombre compuesto (por dos palabras, estás
lento gurí) e incorporó los elementos de Dune II además de darle una identidad
propia: oro, madera, los peones no se defienden, existe la niebla de guerra,
cada unidad de los Humanos tiene un equivalente en los Orcos con algunas
pequeñas variantes: arañas en vez de escorpiones, demonios en reemplazo de
elementales, lluvia de fuego en vez de veneno reciclado para los Zerg,
curación, esqueletos, armadura impía, etc. (un cliché dicha palabra abreviada).
Tres tipos de escenarios y lo más relevante: la posibilidad de fajarnos en el
multijugador para dos dementes que quisieran apretar el CTRL además de
arrastrar el mouse para que las unidades se muevan (es 1994 che). Dado
que llegué a esta versión una década después, de puro fanático nomás, pues
dicha opción no pudo ser explotada pero se encontraba presente y ello es un
punto a favor para el naciente universo que reúne elementos de Dungeons and
Dragons, Warhammer, George R. R. Martin y el más famosos de los J. R. (vos no
Román, nunca): Tolkien. Así que todos los elementos estaban sobre la mesa,
sobre todo los tolkienianos, como ingredientes de una receta que iría agregando
sabores hasta derivar en la mayor de las obras maestras: Warcraft III.
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