miércoles

1998 O ¿QUÉ DEMONIOS HAGO CON MI VIDA?, ¡POR LA HORDA!, CAPÍTULO 2

 


Las coincidencias mi buen videojugador no existen, las decisiones que uno toma a lo largo de su corta vida (oxímoron en plenitud) llevan indefectiblemente a un camino específico y al resultado detrás de él. El azar no tiene absolutamente nada que ver, es una sucesión de pasos plenos de dudas y de certezas en menor medida, que construyen un camino único cambiando por completo el paisaje. Así, él alguna vez alumno se encuentra sabiendo que las dos materias que debe le impedirán iniciar la facultad en el año que entra y ya es tarde encima para meterse a inscribirse salvando así la pérdida que en realidad no es tal (aunque su espíritu adolescente le dice lo contrario dado que es inseguro y temeroso). Deberá luego de dar aquel par de asignaturas quedarse a la espera de que el período para registrarse se abra, vendrá entonces la luz a aclarar la situación que en el mes de abril le suena deprimente dado que en el invierno de Océano hay pocas ocupaciones y la verdad la amenaza de la pala le ha generado el impulso que necesitaba: derecho a Mar del Plata y a la carrera de derecho (cosa de no torcerse, para ello está la formación cuervacea). Pero antes hay una luz que viene bajo la forma del más grande ordenador alguna vez visto: el Pentium 233 MMX con 32 MB de RAM, disco de 2,5 GB, monitor KELYX de 14” (pulgadas nene), lectora de CD cambiada luego por una de DVD (además multiplica), un ratón haciendo juego con el teclado rústico y los parlantes, todos ellos Genius (el pad empleado para el mouse con la publicidad de Atomlux en blanco sobre fondo azul) y el primer sistema operativo que me cayó bien: Windows 95.

La excusa es llevar a cabo un curso a distancia de Word 97, detrás del cual se encuentra la fundación Romay bajo el nombre “Formar: educación a distancia” y cuyo examen puede ser enviado mediante un disco de 3 ½ a la Ciudad de Buenos Aires. Así el período de frío, gélido de verdad y no como ahora que es más acorde a la falta de temple, se pasó volando llegando la primavera en la que su heraldo se materializó con un pequeño disco de 600 MB repleto de juegos. Sí mi buen lector, acá los enviados de Mercurio vienen todos con esa epidemia que la generación anterior a la X criticó dado que jamás la entendió. El combo se completa con el Game Boy Pocket que porta el cartucho del Mole Mania (creado por Shigeru Miyamoto y hermano menor de Mario y Luigi), juego que entra en mi top 10 de los mejores exponentes de todo aquello que alguna vez he jugado (decir el mejor de todos los tiempos es propio de tontos así que únicamente hablaré de lo vivido). Es así que aterrizan en el disco duro una versión del Daytona USA, uno de navecitas cuyo nombre la verdad no recuerdo y el FIFA INTERNATIONAL SOCCER (él cual ya había jugado tres años antes en la SEGA MEGADRIVE, siendo el nombre de la empresa un acrónimo también). Pues bien, ahí me encuentro viendo la segunda generación de juegos de PC dado que la primera que he podido observar (y jugar) fue la de DOS (curioso que el dos sea el uno). Está es la antesala de lo qué vendrá, matizada con mucho arcade de fulbito que por supuesto incluye títulos como Soccer ’92 (Footbal Champ), Seibu Cup, Goal II o el Goal de Jaleco (el mejor exponente futbolero de NES o Family Game, lejos), Virtua Striker, ISSS (el padre del Pro Evolution, pequeño), la serie Super Sidekicks y varios de ellos jugados en un sitio con nombre de tormenta que abría únicamente en los veranos: Santa Rosa. Lugar de reunión obligatoria en todos los estíos de nuestras vidas, sitio que se fue adaptando con el correr de las décadas llegando a tener su propio cíber café con varios títulos ya mencionados y otros que se agregaron como el GTA San Andreas o el Vice City (época de juegos enteros sin todas esas mierdas modernas que incluyen desembolsos de dinero hasta la siguiente versión a la que únicamente le cambian el número). Sin embargo me estoy adelantando, retornando a los años noventa el final de los mismos venía con bombos y platillos así que en noviembre tocó anotarme finalmente en el Complejo Universitario cuya cafetería fue demolida (la última imagen al haber ido a buscar la constancia de no tener deudas en la biblioteca es la de un rectángulo semejante a un tocón, la construcción ya no estaba ahí simplemente). Mar del Plata me recibiría con los brazos abiertos y un montón de fichines escondidos en antros que después pasaron a mejor vida (una constante en la sociedad consumista argentina) pudiendo acceder a muchos títulos con una montaña de créditos dado que seguíamos en el 1 a 1. La cuenta debería ser saldada así que la burbuja nos detonó en la cara comenzando a notar el aumento de los precios un día a la vez desde hace veintidós años y contando. No obstante, en aquel momento de cambios profundos y desarraigo hasta que las raíces se asentaron, metiéndose MDQ en los poros con sus calles, ruidos, olores, la sal que te pega en las fosas nasales y te saca de paseo, el ventilador gigante en la intersección de San Luis y Pedro Luro con San Martín capeando la tormenta (de hecho su capa flamea). El Barco encallado en dicha esquina cuyo nombre ha cambiado pero la inscripción en su muro da cuenta de que sigue ahí, la vieja fuente convertida por el tiempo, la peatonal a la que le hicieron una cirugía metiendo la fibra óptica en sus entrañas, el local de Musimundo en donde podíamos escuchar canciones probando el disco antes de adquirirlo (algo parecido a lo qué describe Jordi Sierra i Fabra en una entrevista auspiciada por BBVA). El cuaderno de Tom y Jerry con la frase que inicia la cacería, los primeros versos que no riman igual que la vida, la dedicatoria de compañeros de pensión, el descubrimiento de las Geocities de Yahoo ya desaparecidas (y eso que eran virtuales), el nombre de guerra: Warcraftega surgido de la fusión del nombre del juego y la palabra estratega, abreviado luego a wtega. La facultad de derecho a la vuelta de la esquina, el supermercado reciclado en otro oficio más adelante, el almuerzo en bandejas de metal semejante a las que usan los presidiarios en las películas (éramos eso básicamente), los horarios de desayuno, almuerzo y cena, el pan duro que acompaña al cuenco de sopa en donde está grabado el emblema del conocimiento y la voluntad (la tea y el rayo, el trueno ya ha sonado así que seguro usted está carbonizado), los amigos nuevos que serán los de toda la vida según una mujer llamada Mariana, los pasillos repletos de voces, los mismos corredores vacíos siendo visitados por un náufrago ya entrado en años, las caras de todos los días devenidas en rostros que se borran, los comentarios de cierto santiagueño sobre el mate lavado, las noches en las que el viento te golpea la ventana para que no puedas dormir (de jodido nomás), la pequeña computadora blanca que se ha venido conmigo desde Balneario Reta en la que jugaré hasta el hartazgo pero también crearé, el Hotel Provincial vaciado por su explotador, el municipio que le otorga la concesión nuevamente, la Cumbre de las Américas, la Contracumbre, la destrucción a lo largo de la Avenida Colón de parte de Quebracho, la implosión de los edificios en torno a las fuentes actuales del casino, la torre recién pintada, el tique por un valor de tres dólares firmado para retirar el sánguche y el refresco, los congresos, las fuentes enormes que contienen el pastel de carne, la instalación de un tablero nuevo en el Anexo (lugar de ubicación de los estudiantes), el 11 de septiembre, el helicóptero al que varios aluden cuando él que gobierna no es una nacionalsocialista, Eduardo diciendo que no es un presidente débil, de paso le devuelve a los ahorristas lo que se le canta (los saqueos cesan por arte de magia). Después, la soledad de que los amigos se vayan dado que se terminó la beca y el ermitaño que vive metido en sus juegos, libros, apuntes de estudio, música procedente del Winamp y los escritos que se multiplican. Todos antecedentes inmediatos del blog una década más tarde del año al que remito, con creaciones que contienen mucho de lo antes racontado (lunfardo puro creado de la unión de raccontato y recontado, la versión en español de dicha palabra). Después de todo jugar sirve para escribir mejor, aunque a la larga los escritos ocupen todo el tiempo ocioso que se torna productivo según los críticos especializados. Simplemente le he dado al mundo lo qué exigía pero sin dejar de lado realmente las pasiones, el fuego de toda la existencia humana desde que el lenguaje se volvió oda y origen de cualquier forma de arte. Incluso los videojuegos. 


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