lunes

Tarde de fútbol

Por esas cosas de los hábitos he dejado la televisión encendida pero con el volumen bajo cosa de que no se superponga con el de la radio que yace encima de la barra del desayunador, de por sí ya hay una interferencia en la señal equivalente a la tos que asola la garganta propia en ciertas ocasiones. Mate en mano me ido hacia los extremos justo al lado de una ventana, ahí el ordenador que es la única cosa en un estado contrario al caos de mi mundo aguarda la señal encima de uno de esos accesos directos. Un segundo para sumergirnos en la fantasía, el verde campo aguarda impoluto como la primera vez en la que estrenaron el césped en lo que estoy seguro es una foto antigua a juzgar por lo lamentable del mismo predio que alcancé a ver en los minutos previos al comienzo del match. Por esas cosas del libreto predefinido llamado destino las interrupciones comienzan ni bien uno pone una mano sobre el control no llegando a presionar botón alguno hasta unos quince minutos más tarde en los que ha solucionado la anomalía, finalmente el can duerme en el garaje cosa de que deje de aturdirnos con sus ladridos a un enemigo desconocido al otro lado del alambrado. Inicia la disputa por la punta del campeonato, segunda división de una liga regional cualquiera con nombres que son desconocidos para muchos pero para los pocos seguidores resultan heroicos. Conocer la formación de un partido a otro tras tanto tiempo es un dato fundamental en nuestra cultura, aunque al resto le resulte esto algo intrascendente y juren jamás convertirse en seguidores de la escuadra a la que amamos. Pero bueno, las pasiones del ser humano muchas veces son incomprendidas como esto de darle a una pelotita que tan sólo es un gráfico aunque se ve tan agradable. Un nuevo corte en el juego, una de las hojas da de lleno contra el marco arrastrando en su fuga al tarugo que la mantenía sujeta a la pared impidiéndole contemplar el mundo con su vaivén desenfrenado. Veo al regresar a la casa que el partido en la pantalla está detenido, seguro alguna tormenta que viene a lo lejos pero que en este punto se encuentra encima del estadio y un fenómeno parecido achaca a la radio. Quitando la pausa del videojuego logro que el nueve reciba un pase largo yendo cara a cara con el cancerbero, portero, arquero, cuida palos y guardametas según la ocasión, la finta ha salido mal así que el uno que porta la doce se ha quedado con el balón. Un insulto al aire dado que la ocasión no se me presentará tan clara nuevamente, noto también que el agua de los verdes se ha ido enfriando producto de dejar levantada la tapa así que será cuestión de una parálisis momentánea en los acontecimientos. La radio ahora ha detenido el relato, petrificada la escena que sale de la televisión unos cinco minutos que parecen una eternidad hasta que el zumbido emana de la pava pudiendo verter finalmente el líquido en el recipiente. Reanudando el juego así como el relato en la pequeña captadora de estaciones, una serie de toques en el borde del área grande hasta encontrar el hueco, el diez que se filtra sacando un remate cruzado que se incrusta en el ángulo superior izquierdo dejando pagando al golero rival. El sonido en la puerta un rato antes indicando que la otra moradora de la casa ha vuelto para entonar en el comedor el grito sagrado, permitiendo que la repetición en la pantalla de la PC corra mientras observo con los dedos apoyados en la pared el replay del tanto anotado por nuestro equipo aquí en el mundo real y no puedo dejar de notar que se parece tal vez demasiado al gol ficticio que acabo de marcarle al eventual oponente.   

Vigía

Ya el martillo hace tañer la hoja aunque entre golpe y golpe escucha alerta los sonidos que pueden provenir desde el cuarto de al lado, las gruesas paredes se han tornado huecas cuando el bramido resuena desde aquel punto perdido en los mapas de los buscadores de tesoros. Golpe rojo, golpe en frío, ya la espada ha sido forjada y puede dedicarse a mecer ese moisés en el que la llama pequeña resplandece. Los llamados de atención han cesado por el momento, las piezas creadas forran aquellos muros pero en este cuarto únicamente hay pequeñas imágenes de dragones, enanos y algún que otro mago intentando recordar el hechizo para volver a la normalidad a todos esos aldeanos  aunque no suene muy conveniente. Ya  se agita el fuego, los dos ojos se encienden y el cuerno de batalla ocupa su lugar en el pecho, ¡pera, pera hija! que me olvidé esa mamadera en algún lugar de 
la forja y ahora nuestros pasos parecen los de un piel verde corriendo por los pasillos oscuros en busca de la batalla. Uff, ahí está, todo ha vuelto a la normalidad y de esto a tu madre ni una palabra. Ya debe estar al caer allá en lo alto de la torre mutando a la forma humana luego de tanta escaramuza en las tierras que miran al mar. 

Ahora

Después sería una extraña dimensión en el que las cosas se posponen de forma indefinida como si el tiempo fuera eterno, sin darse uno cuenta de que el momento que surge en un instante se marcha por la puerta llamada no lo hice. Es entonces que viene el arrepentimiento, la fábula de cómo hubiera sido si simplemente se lo intentara y uno no se quedara con el pudo ser, las hojas de la historia no escrita que por supuesto no se pondrán amarillas. El fastidio disfrazado de frustración, la sesera despoblada sobre la que los dedos rascan intentando encontrar la respuesta a qué carajo pasó para que estemos en este lugar y una fotografía vetusta en la que ya no reconocemos nuestra propia cara. Así que lo mejor será no andar dejando eso (cualquiera sea el nombre que tenga) para otro momento, porque este último ya se habrá largado al igual que los días que pensábamos que aún teníamos. 

Te extraño

Pese a los años la marca sigue ahí disfrazada de recuerdos pero con forma de estigma en fin, cómo olvidar esas tardes de domingo en que la batalla surgía de una radio llegada a través de un camino de toscas con estadía en Copetonas incluida. O el último mundial que tus ojos contemplaron de principio a fin, la carrera loca para fundirnos en un abrazo el día de ese penal que no se fue a las nubes o la noche del 3 a 2 al Taladro cuando parecía que se nos escapaba. El silencio luego de un 4 a 6 en nuestras narices, chau invicto, chau punta, campeonato, una obra maestra de terror. Y la tarde muy apacible conversando con tu hijo apoyado en el marco de esa ventana que sólo existe en mi memoria que empieza a mostrar ciertos baches, es eso o simplemente el hecho de que cualquiera acumula tonterías así que mejor dejar espacio para cuestiones importantes. Como cada 10 de septiembre a la medianoche en el que cumplimos años juntos pese a que el último festejo fue hace más de veinte años, imposible olvidar ese pequeño detalle que es mejor que andar con aniversarios fúnebres. Tu presencia parece agigantarse con el paso de los días, los cabellos cenicientos, el cigarro que te sigue como si fuera un perro al que tuviste la osadía de sacar de la calle y las manos enormes repletas de marcas, una guerra, un viaje al exilio, las acequias de Vicopisano, la Ribera, Lanús, el taller de bobinados, el sur de la provincia y el Océano infinito igual que las líneas que puedo recordar aunque muchas están ahí en la niebla esperando salir durante la hora de los sueños. Deambulando con las sombras para ser sacudidas por el respirar profundo de la Negra en el garaje, saliendo en cuenta gotas como ese reloj que controla la caída del agua en el depósito aún más oscuro y sirve para empezar a contar ovejas. Luego será cuestión de acordarse si apareciste en uno de los tantos sueños riendo mientras la nave llamada Ana se acercaba al puerto que dejaste atrás medio siglo antes.  

domingo

Quebrados y otros

Amarras

Atracando la barca luego del viaje, un viento se ha vuelto heraldo de la humedad y amaga con seguir varios días más. El otro empuja las nubes lejos pero al rato su tercera personalidad las trae de regreso, apenas un breve pacto con el sol que se mantiene lejos del teatro en el que acostumbra a estar y se aburre allá en lo alto. El beso del viento ha descubierto a la luna en un rincón del firmamento, luego la recubre con una manta blanca el reanudar la marcha esos cúmulos rumbo a la ría.

Quebrados

Con el ojo puesto en una mancha cualquiera no se arregla nada, pero la planilla con el reporte se completa rápido y las hormigas siguen la danza fuera de toda norma, cortando lo que quieran para dejarlo abandonado un rato más tarde. Vino la asesora a cuidar el hormiguero, metió la mano pese a las picaduras para terminar con el informe. La culpa era del jardinero pero el chivo expiatorio porta el rostro de aquel otro que advirtió a esas flores desprovistas de belleza. Nadie reparó en el detalle, en la primavera que se iba para nunca más volver y en los pedazos de vidas destrozadas por la falta de límites.

Sin título

Cada día que lo negaron fue un eslabón más en la cadena que le tocó arrastrar. Con cada señal cajoneada para seguir con el rictus en los labios, mataron un instante de su vida. Escondieron el supuesto problema tras las victorias, asumir cualquier derrota no estaba permitido. Al vigía que pegó el grito lo dejaron abandonado ahí arriba, bien al carajo lo mandaron. Luego reptaron dejando lejos su humanidad, detrás de estanterías y escritorios que formaban la fachada. Un cuarto vacío en el que las risas fueron aplastadas, sonando la pesada cadena cuando el viento no genera esas sombras de fantasmas con las ramas.

lunes

Rutinas

El silencio es apenas interrumpido por algún que otro sonido aislado, un gallo que le da la bienvenida a la mañana que aún no ha llegado, las luces quietas y el rocío que apenas se desprende de las canaletas y de los árboles, esto es simplemente el tiempo que se ha congelado pero espera el reinicio que llega con la mañana, una nueva mañana.
Vuelta a los hábitos, a ciertas rutinas repetidas pero no por ello malas, al café que empieza a aromatizar el hogar y al beso de despedida, todo este pequeño conjunto forma lo que es nuestra existencia. 
El resto son detalles, meros detalles.


sábado

Orco


1).- Yo

Nunca me gustó pelear, mucho menos servir de peón
para que otros estén cómodos luego de un día de
entrenamiento.
Parece ser que entre las filas del ejército
orco sólo hay dos funciones y no me gustan
para nada.
Solía ver la forma en la que mi madre
preparaba la cena, a mi padre regresar
del frente de batalla lleno de barro
y ensuciarlo todo dejando el escudo
encima de la mesa.
El hacha tiene otras funciones más
que decapitar trasgos, así que la usé
para cortar leña y el blasón voló
directo al fuego con el que entibiarnos
nuestros corazones en lugar de cargarlos
de ira como los mayores.
Esto no les gustó a los ancianos,
así que nos enviaron al bosque
sin más armas que nuestras manos.
Allí empezó mi peregrinaje.

2).- Fuego

Dominé los elementos a costa de varios
intentos fallidos, más de una aldea debió
ser reconstruida.
Más de una vuelta me persiguió una turba
enardecida y me esfumé montando
el lobo al que le quité una astilla
de su pata.
Regresé a casa un día nublado,
los tontos seguían tratando de conquistar
un viejo pueblo humano.
Así que llamé a los espíritus y convertí
esas flechas en gotas, las catapultas
en arados y las espadas en escobas.
Los muy tontos siguieron peleando igual,
no hay magia en el mundo ni istari que pueda
convencer a alguien suficientemente
terco para que cese en una conducta que implique
arrojarse contra el otro.
Menos si se trata de orcos y humanos.

3).- Astillas

Corrió por el valle generando el caos
en cada pisada, los aldeanos le pusieron
precio a su cabeza.
Enanos, elfos, humanos e incluso orcos,
cazadores de botín todos ellos,
lo persiguieron día y noche.
Lo encontré viendo su reflejo en un arroyo,
en el bosque de los ruiseñores.
Cuando me atacó me tomó por sorpresa,
sus colmillos buscaban mi garganta,
mis ojos vieron la astillas en la pata
con la que oprimía mi pecho.
La arranqué en un acto de reflejo,
los gruñidos fueron reemplazados
por la calma que precedió a su lengua
lamiendo mi rostro.
Luego arremetimos contra los cazadores,
obligando a los campesinos a quitar
la recompensa a cambio de reparar
los daños del huargo.

4).- Descansando

No hay nada que supere a la paz bajo
el techo propio, puedo contar las gotas
que caen por el tejado antes de cerrar
los ojos entrando en un sueño profundo.
La bestia interior duerme, la externa
yace esquivando el efecto por completo
atenta a los sonidos que llegan más allá
del cerco defensivo.
Las criaturas de la noche se arrastran
en las penumbras, traicioneras y venenosas
buscan a un incauto con el que satisfacer
el hambre de almas.
Nada que los colmillos y el filo del hacha de
un orco no puedan detener,
el sello es fuerte así que han de retirarse
una vez más con las manos vacías.
Tal vez en otro momento duerma el lobo
también, entonces otra podrá ser la
suerte de los demonios.
Ignoran que la magia protectora
proviene de la misma fuente,
luz y oscuridad que nacen juntas.

5).- Enanos

Terco como todo morador de las montañas,
buscador de tesoros que añora el brillo
del sol convertido en metal.
Un enorme martillo sacude las entrañas,
otro resuena en lo alto cayendo
un gigante que se volverá roca.
Tumba de los jotun, corazón de la herrería
y arca de los tesoros compuestos  
por los que viven lejos de la luz del día.
Por ello a los saqueadores se les hace
difícil llegar hasta el corazón de la mazmorra,
si las otras trampas fallan los aguardan
los mazos.
Así que mejor llama a la puerta
pidiendo la hospitalidad,
siempre serás bienvenido si
puedes seguirle el paso con la
competencia de evaporadores
de ese líquido rubio.
La espuma espesa deja un rastro blanco
sobre la barba roja.
Salud.

viernes

Tormenta


I).- Tormenta

Gruesas gotas todo el camino, un jarrón amenaza con romperse en una curva viendo al tordillo rampante en su pedestal. La tormenta sigue su curso y espera por momentos en el café frente a la plaza, luego huye hacia la laguna en la que el poder del pueblo acuna la memoria de su defensor. Corre por la autovía mojando con notas de barro los puestos artesanales, las islas sobreviviendo a la sequía tras el fuego y el recaudador que viene a cobrar igual que en la época de las cosechas. Hasta reencontrar a la lluvia entre calles que se cruzan, pendiendo esas mensajeras de las ramas que intentan retenerlas en memoria de las hijas caídas y viendo impotentes cómo se despeñan para ocupar una charca que anida en los espacios de esa baldosa floja sobre la que he pisado.

II).- Arena

A veces sueño con personas que han pasado por la estación en la que me detuve, tomando rumbos distintos y borradas las huellas al transcurrir la última tarde del otoño. Dejando el manto de estudiante para calzarse el de aprendiz de sorteador de obstáculos que se presentan luego de los veinte y pico. Ahí empieza la batalla verdadera, los rostros que cambian, el gris que desentona con el saco rojo y las costumbres adquiridas. Locura de una época diferente, mejor no, tan distinta únicamente que hace negar el presente. Ni siquiera mejor, llena sí de sensaciones que vuelven en cuentagotas y encuentran con cierta dificultad al sujeto en cuestión. Cambiado pero siendo él mismo, aunque el tono de voz y los anteojos sepan a otra realidad, la arena del camino tiende a cambiarlos un poco.


III).- Libros rojos

Fuimos por calles vacías de un sábado nublado, la lluvia no se quería ir y se colgaba de los árboles en señal de protesta. La ruta silenciosa, la sirena de los bomberos que no suena, el bárbaro cuidando el fondo de la casa y la reunión dentro. Luego la incursión por la vía charrúa hasta llegar al edificio con buenos augurios, ahí la lluvia se suelta total la avenida es suya en tanto adentro sigue la fiesta. Al final vuelta al punto de partida, un par de libros rojos aguardan el traspaso tras unos setenta años de andar deambulando por acá. Los salvoconductos que abrieron ciertas puertas aquí, durmiendo un tiempo junto al banderín de una vieja señora y un puñado de recuerdos. Una tarde que yace apacible contando las hojas marchitas a la espera de la renovación. 

IV).- Apagón

No hay luces salvo muy al sur, de repente las personas ven su existencia sin los frenos cotidianos. Algún memorioso vuelve a la radio a pilas, otros le toman una foto y la suben a su muro invisible. Ahí alguien se mofa, su par pregunta qué es eso y un tercero muerde la superficie de esa máquina. En eso han dado en la tecla, el monstruo larga un sonido y al navegar en la tormenta se pueden hallar ciertas voces. Incluso las que provienen del otro lado del río, allá en donde los carboneros mantienen alimentado el fogón que ahora es una luz en el horizonte. Luego el silencio en las ciudades, a la dimensión oscura se han ido esas luces rojas, verdes y amarillas. Los afortunados siguen tecleando, iluminados sus rostros por la pantalla que empieza de a poco a unirse a sus hermanas.

sábado

Luces encendidas


Hemos llegado hasta aquí
tras tantas idas y vueltas,
viajes y estaciones para volver
a este punto de quiebre.
Tal vez nada sea lo mismo,
incluso se altere por siempre
cada jornada ante ello.
Pero lo habrá válido por
primera vez en esta vida
porque es éste un camino
que no está construido
así que cada adoquín marca
un momento nuevo e inicia
con unos cuantos gritos,
luego las luces se encienden.

                                                     07/08/19.

A la sombra


A la sombra justo a un costado
del sol que se marcha un domingo
de agosto y toca regresar a la rutina.
Pero bueno,
no debo quejarme luego de estos
días magníficos en los que he tenido
tiempo de acomodar ciertas cosas
aunque las demás deban esperar
a que decida tratarlas.
Igual que la maleza que empieza
a ascender anunciando que este invierno
se irá para que comience la mejor
de las estaciones y tal vez ahí lleguen
ciertos retoños a romper el hielo
que cubre una parte de nuestras
existencias.

Crisol


Giró en el aire perdiéndose a
la vuelta de la esquina, yendo
al frente de la casa y besando
las hojas en punta de la palmera.
Luego fue una nube más, mas
no se consideró nunca tal sino
un desprendimiento de un mal
hábito incorporado a lo diario
como tantas otras cosas.
El café antisueños,
el frío que termina
de despertarlo a uno,
el colectivo fantasma que sale
de la niebla para perderse
en ella de nuevo
y nuestro adiós semanal
repetido cinco veces.
Menos que la siguiente
bocanada rumbo
al firmamento,
luego la Crisol se enfría.

miércoles

Ría


Un serpenteo dejando la huella
en el barro y las gotas golpean
a las gaviotas que lucen confundidas.
Viejos barcos han dicho basta
hartos de tanto mar abierto
vienen a quedarse enterrados
formando monumentos de óxido,
costra salada y dulce tajeada
por el viento que elige de
blanco estas manos también.
Las naves jóvenes siguen
yugando, trayendo noticias del
océano que extraña a esas
barcas ahora tributo a la
herrumbre y el paso de las
mareas. Ni los muros resisten
cuando clama el agua, guijarros
son que de apoco se incorporan
al lecho de la ría.

                                                          28/07/2019.

Enlace: https://photos.app.goo.gl/iEej8SficN495rjs8.

Ristretto

Un café, luego seguimos peregrinando
por las calles grises en el calor
de recuerdos nocturnos que yacen
vívidos. Anoche nomás nos hemos
juntado un rato, cosa de una
hora para quitarle el polvo a
los meses de ausencias. La escena
ha cambiado, fracturada en miles de
partes da lugar a una obra nueva
parecida a los martillos que
destrozan las veredas y obligan
al de a pie a irse hacia
la senda asesina. Viviendo al filo
de un abismo, las imágenes pasan
rápido llevadas por los colectivos
en los que las personas se
unen para separarse en cualquier
parada.

                                                            23/07/19, Café Ristretto.   

Diario: husos horarios

Sólo eso, mera curiosidad en referencia a la variación de la hora en determinados lugares del mundo que puede hacer que parezca un viaje en el tiempo. ¿O tal vez lo sea?

 



viernes

Diario: ending (epílogo)


Mar del Plata, 8:17 hs. del 22/02/2019

Y la tengo con poner 2018 en la fecha del registro, una suerte de bitácora del pasado que se niega a abandonarme. La plaza recibió nuestro pequeño encuentro, pese al calor logramos hallar un resquicio y entre mates nos hemos puesto al día. Aunque tras la separación deberemos actualizar nuestras historias en otro momento, es que el encuentro siempre será nuevo en tanto la despedida una cosa sin importancia. Vivir es estar unido por escenas menores que forman una página entera, sin importar demasiado los diálogos o los chistes repetidos de antaño. Por delante se disputaba el match de la plaza, el pequeño siete tenía una zurda mágica y nada pudo hacer el corpulento guardameta para contener esos dos goles. Luego llegó un adulto y el dorado balón se fue con su dueño, allá para el lado del mar. El viento liberó el césped  para que más visitantes lo ocupen, las hojas marrones danzaron alocadas en tanto las verdes las contemplan como si fueran el personaje principal. Cierta envidia brota de entre las ramas, lo qué darían por poder bailar junto a aquellas que se han liberado. Detrás de uno de los arcos tres inadaptados conversan por medio de una pantalla, en tanto otros tres comparten ese líquido verde y espumoso, aunque a veces parece el traslado de los troncos recién cortados río abajo. La tormenta amaga a desatarse, pero es tan sólo un engaño dado que le interesa más ver a todas esas personas huyendo para encontrarse con el calor del centro. Ya agradecerán que venga a refrescarlos, aunque se presente con tanto alboroto y las venas hinchadas exhibidas en el cielo, luego el grito que puede ser oído por cada ser viviente. Incluso en ese momento uno siente lo pequeño que es el ser humano, ya lo había notado al ser zarandeadas esas hojas como si fueran plumas. En una de ellas el verano le dejó un mensaje a su sucesor.

El mismo lugar, unas horas más tarde

Acorde al sistema de posicionamiento me he desplazado apenas unos metros de la cocina a la pequeña sala a los fines de estar más cómodo aparte de que la mesa ha desplegado toda su estructura, dejando de estar doblada o mejor aún plegada. La lluvia lavó la ciudad aunque deberá esmerarse si quiere desalojar a la omnipresente humedad. Sin embargo esto no ha terminado, si no quieren sacar los paraguas para cubrirse los obligará a protegerse de los misiles aguados. A los golpes de la construcción le hacen eco los truenos, son los mazazos que dejan al descubierto las venas viejas en formato de caño y el avance de la modernización sobre las viejas estructuras. Lo mismo le ocurre a las nubes, desaparecen cuando ya a la tormenta no le sirven y considera que el mensaje ha quedado claro. Por si acaso una pequeña llovizna sigue cayendo sobre los tejados en torno a la alguna vez estación. Todavía su fachada recibe el agua de este día gris, algunas gotas se meten por las ventanas abiertas para recibir el alivio después de dos días imbancables. En este continuo caer del agua la tormenta deja en claro que de ella depende que venga más y más de esa frescura, pero no la suelta en su totalidad. No sea cosa que nos acostumbremos al hecho de que el calor se haya ido, era apenas una cuota, una porción que empieza a ser cobrada con los intereses respectivos. Afuera todo sigue su curso aunque cuando el agua llega eclipsa cualquier sonido, es una bestia que apaga todo lo demás y tan sólo cuando los pájaros canten se habrá terminado. Ahí la señora abandonará la mesa del café, la cuenta pequeña ha sido saldada tras lo cual se abocó a ver los fragmentos de la historia llamados noticias. No se percató de las demás vidas que la rodean ni de la repetición del partido pendiente, esas líneas erradas la confundieron.

Ending (epílogo)

Para terminar, este diario viajó muy al norte pero también muy al sur. Fue testigo de varias emociones derivadas de esos momentos vividos y vívidos, pasó por las playas de Océano, La Perla, el oeste y el este de las tierras de los mexicas. Sobrevivió al hecho de tener que lidiar con adolescentes y varias formas de prepotencia, a algún invierno frío que ya no abunda por estos lados reemplazado por la lluvia (reiterativa) y la humedad (aún más repetida). Al final de una época, la liberación de las rutinas al convertirlas en escritura y a volverse un diario de viaje. Los preparativos previos, los miedos, todos ellos fueron registrados de manera involuntaria o tal vez no tanto. Más de una vez se vino conmigo asomando entre la ropa de esa escapada y llenándose de los granos de la arena, el tiempo que corre.

MDQ, 22/02/2019 (19, no 18).