sábado

Tres

Cuelga el estandarte,
un lobo persiguiendo a la luna
o llamándola extraviado.
Es un choque de aceros,
la espada una luz en la noche
como la bestia dormida
despertando para defender su hogar.
Tu martillo está a mi lado,
el fuego de Carrara
cubriéndonos la espalda,
somos un ejército colosal.
No habrá obstáculo
que nos haga cesar,
yendo como la marea
hacia las costas de plata
y reventando contra ese muro
de piedras que comienza a ceder
ante nuestro incesante martilleo.
Truenos y relámpagos,
golpes y avanzamos,
siendo uno solo
cuando trabajamos al unísono,
rompiendo las ataduras 
que no pueden detener 
nuestro andar por la vida.

Para Renzo y Jesús, sin quienes no sería posible caminar en la lluvia.

Torre

Como una prisión
se quedó con los mejores 
años que él vivió.
El hombre que surgió
de la torre tenia nostalgia
de las horas que pasaron
sentados en las escaleras.
Un niño quedó atrapado
en una celda del tiempo,
demasiadas cerraduras
de años y de saqueos
vaciando la torre, hasta
que sólo quedo el armazón
relleno de hipocresías
y de bajezas.
Una mueca burlona cubrió
su cara mientras veía correr
a los pequeños que le
recordaban a alguien,
un rostro de mujer que se
perdió en el pasado.
La torre estaba vacía,
vacía estaba ella
aunque parecía no importarle
mientras resaltaba sus logros,
disimulaba sus errores
y se levantaba la falda una vez más.

Epitafio

Viernes lluvioso y gris,
al final de la tormenta
ya no queda nada de ti.
Atrincherada en ese rincón
maquinando venganzas
contra los que se han negado
a dejarse usar o aquellos
que son mejores que tú
por intentar algo cada día.
Así están las cosas, cuando 
nos separamos no imaginé
que te llevarías una parte de mí.
Tanto que alguna vez ansié tu vuelta
y ahora desearía que nunca hubieras
existido, sólo para darme cuenta de
que eres esto que al fin muestras.

Trepador, trepadora

Como una enredadera evitó quedarse
en la tierra, dejando atrás a los suyos
allá abajo y trepó alto buscando
aferrar el brillo del sol.
Así y todo no pudo evitar secarse,
convertida en cenizas que cubrieron
los campos dando lugar a nueva vida.

En ese momento

Es en ese momento aciago
cuando recuerdas que todo se paga,
sintiendo una voz resonar
desde las entrañas
y recordándote que anoche
bebiste demasiado.
Es por ello que ahora
has de saldar la cuenta,
tiene vencimiento
y sólo acepta efectivo.
Mal de nuestra época,
estar tirado con la resaca
nocturna y sin un centavo.
El único que se atreve
de nuevo es alguien
que naufragó
y se negó a adaptarse
a las reglas de eso
llamado sociedad.

Ellos necesitaban sólo un dios
con esto era más que suficiente,
pero siempre había una oveja que
se desviaba del rebaño
y deambulaba en las sombras.
Necesitaba algo más,
un dios para velar los sueños,
otro cantando en la lluvia,
uno iracundo entre truenos y relámpagos,
aquel de allí escondido en el vino
a la espera de liberar las cadenas
que contenían los deseos.
Y así es como todo parecía obedecer
a una fuerza exterior, el peor de todos
ellos es el que me hizo amarte
atándome a ti aunque quisiera con
mi barca echarme otra vez al mar.
Sólo eso bastó.

En el cosmos

Es por eso que siempre me ha parecido 
como si formáramos parte de algo mucho
más grande que nuestras existencias,
de ahí que la idea de simplemente dejar de existir
no me parezca algo aterrador y aciago.
Todo forma parte del mismo conjunto,
la energía ha de volver a su lugar de origen
dejando el recipiente vacío que simplemente
desaparecerá, mientras ocupamos nuestro
lugar en el cosmos.

Un juego

¿Qué son diez años, qué son?
No más que un suspiro, un pestañeo
y unas cuantas canas.
Pero tú te las arreglaste para unirnos
de a poco, cuando viniste a éste mundo
una mañana nublada de noviembre.
Y aquí estamos
yendo tras ese balón que pica
entre las hojas del calendario,
perdiéndose en medio del parque
hasta que lo recoges y lo pones en juego.
Pues ha sido eso,
un juego pequeña Morena.

Emociones

Pensaba que la primavera duraba para siempre,
como todos esos encuentros casuales y besos
entre copas, pero un día se terminó.
Recuerdo el principio y el final,
la última vez que mis manos recorrieron tu cuerpo,
tus gestos moviéndote frenética sobre mí.
Todo lo demás lo he borrado,
tan solo quedan las emociones 
y la estela que se pierde en el mar del tiempo
confundida con el humo de tu cigarrillo.

Desde la costa

I) Mar.

Algunos ven realizadas
sus ansias de poder,
colocándose por encima
de los demás.
El océano sigue corriendo
aún por debajo de los pilotes
en los que ellos levantan
su egoísmo y vanidad.
Abajo, los sueños más humildes
son castillos frente a
la marea que amenaza
con derrumbarlos.
Pero aun así sólo representa
el paso por esta vida,
los poderosos no están conscientes
encumbrándose sobre deseos
de más, pero desatentos 
que al final el mar
barrera con ellos.

II) El viento y el mar.

Sur, ráfagas heladas vienen desde Reta 
llevándose la tormenta hacia otra parte.
El viento y el mar, heraldos del oasis atlante,
traen la canción de la nostalgia 
del pago que yace aguardando
a que sus hijos vuelvan.
Anoche matamos las penas con José,
el las del lejano México y yo las de mi alma
que estaba en la distancia, allá en Océano.
Y al final en éste anochecer dorado,
pura tequila, limón y sal para ahogar
el dolor que sentimos  de estar lejos de casa.
Ahora el viento trae de nuevo la tormenta
mientras el mar le ruge al mundo,
los dos nos unen con el lugar del que venimos
y que ha quedado guardado como una
canción en el corazón.

III) Más allá.

Se detuvo en la playa
depositándola suavemente
sobre la arena seca
justo al mediodía de esa mañana.
Ella dormía serenamente
acariciada por el viento,
mientras él se sentó
contemplado la inmensidad
del océano rompiendo una
ola tras otra sobre esa costa.
El cielo prolongaba esa inmensidad
ni una sola nube alteraba
la continuidad celeste,
debía existir algo más allá
o todo sería en vano.
Recordó la primera vez que la vio,
cuando ella sonrió solo para él
quemándolo en el alma
sabiendo que estaban destinados.
Ella se había ido esa mañana
pero parecía dormir,
él le dio un último beso,
la cargó suavemente
y se dirigió hacia el mar.

IV) Marea.

Como un océano 
la vida absorbe todo
lo que le arrojan 
y lo devuelve moldeado,
piedras por guijarros,
años de existencia.
Al llegar a la orilla produce
su marca, no importando cuan
grande el ser humano se crea.
Así es como cada uno de nuestros
actos se ve reflejado, alcanzándonos
tarde o temprano esa marea
llamada consecuencias.

V) Mar II.

Y me voy,
huyendo de todo
hasta que la costa se termina.
Entonces sólo queda el mar
atesorando los recuerdos,
no hay donde esconderse.
Él, que guarda todas las historias
de antaño, guardián de las cenizas
de los que se han ido,
le trae la calma a mi 
alma atormentada.

VI) Desde la costa.

He visto los retoños de las personas a las que amo
crecer bajo la luz del sol, que de un manotazo
borra la niebla que oculta aquella ciudad.
Incluso la más lejana parece disiparse
en la costa de aguas claras, más al oeste
pero no menos presente por ello.
Su calidez ha sido el fuego con el que me he
mantenido tibio todos estos años,
esperando a que la marea cambié
para poder iniciar mi peregrinación
hacia el lugar que nos unió por siempre.

Los días pasan,
el asedio continúa.
Parece ser que la señora
no se da por aludida,
invocando a sus fantoches
para que hablen por ella.
Ya la realidad no aguanta
ser manoseada por tanta corrupción,
el amanecer viene en un día de diciembre
en el que finalmente han de irse.
¿O será más de lo mismo?

Barajo,
todo empieza de nuevo.
Parece que en esta mano
tampoco tendré la suerte
que merezco.
Siento como que estoy en la
parte baja del reloj de arena,
a mi alrededor la escena cambia
pero yo sigo teniendo la misma sensación.
Caminando bajo la lluvia,
con el viento frío del este
golpeándome el rostro
y buscando que el sol salga finalmente.

Una pirueta, el grito de gol
surge de las gargantas como
si una horda de demonios fuera liberada.
Los abrazos, las camisetas que se funden,
vencedores y derrotados completan
el paisaje que la lluvia desdibuja.
Tanto festejo
por ese circo montado
desde que el dinero fue inventado.

Viajero

Ni aquí,
ni allá,
nunca dos veces
en el mismo lugar.
La nave deja una estela,
marcando el paso por cada puerto
de la costa que recorre.
No pertenecer a ningún sitio,
páramos, pantanos, pinos y viento
lo reciben mientras siente
la incertidumbre crecer,
no hay lugar al que llamar hogar.
Sólo la nave de una vela
cortando el mar,
avanzando de un extremo al otro
sin nada que lo retenga ahora.

De paso

Es una noche fría, observo el andén de la estación de ómnibus de San Bernardo del Tuyú. Es increíble como las personas tienden a ir y a venir en nuestras vidas. Recuerdo varios detalles de la adolescencia allá al sur de los Tres Arroyos.

Sin embargo hay rostros que no veo hace tiempo, los que espero actualizar algún día. Es como una foto que pasa de color a blanco y negro, tal vez por eso la memoria se vuelve selectiva conservando sólo ciertos momentos.

Una tarde del otoño, una sonrisa, una despedida, el baile de egresados, las terminales que pasan deprisa y henos aquí. Justo en donde la costa se curva hacia el interior de la provincia.

Un poco más de soga

Soto vino del otro lado del océano y ya no se fue de ese lugar en el que creció,
llegó en el cincuenta y cuatro en un viejo barco que tenía nombre de mujer.

El mismo nombre de la persona a la que amó y con la que tuvo a su única hija.

Con unos ahorros comenzaron un pequeño corralón de materiales, que luego tuvo una enorme ferretería delante de la antigua estructura.

Proveyó a su comercio de todo lo necesario, en la medida que los años pasaban y él se hacía más conocedor de eso que lo mantenía ocupado.

Cuando su esposa partió, el siguió al frente de ese local ocupándose de cada pequeño detalle
y manteniendo el musculo más importante constantemente ejercitado.

Una tarde su hija lo sorprendió  con la noticia de que iba a ser abuelo, así que ahí descubrió cuánta verdad había en lo que le dijo una vez a un cliente: “uno siempre necesita un poco más de soga”.

De nuevo en camino

Mañana será el día en el que dejemos
la paz de éste lugar para ir de nuevo
hacia esa costa crispada.
El tiempo se ha ido,
lento e implacable,
ya siento la vela hincharse
al recibir el aire del oeste
que nos empuja lejos de Océano.
Y de tus brazos,
el calor de tus caricias
en la mañana cuando sabíamos
que no había otra cosa que 
la burbuja en la que morábamos
lejos de todas esas cuestiones mundanas.

De junio a julio

Tantas cosas perdimos en el mes del invierno
que sólo nos quedan vacíos porque no hay
forma de llenarlos con nada
y sin embargo ahí está esa vuelta
como si fuera una ironía.
Los santos yacen ausentes,
es el 2 de Julio y no puedo evitar
que se vengan las lágrimas cuando
la pelota infla la red, algo demasiado
grande me ha sido arrebatado
mientras Brasil es tierra Genovesa.
Y por si fuera poco otro 9 de Julio
todo se ha vuelto azul finalmente,
preludio de la vida que viene
un día después, para cambiar por
completo el mundo de unos cuantos.
Lo que te ha sido quitado en Junio
te será recompensado en Julio,
que otra cosas podías esperar con un 
nombre como ese, mientras las batallas 
parecen tenerlo como sinónimo 
y blasón insigne.

viernes

Danza

Puedo sentir la oscuridad cobrar forma,
es aterrador, ominoso y frío el momento
pero tras ese instante todo parece calmarse.

Sobre todo cuando te empujo para que corras
escaleras abajo, alejándote de la luz que empieza
a surgir lentamente de entre los dedos.

Puede sentir como se revela,
al final del pasillo la oscuridad crece
como las desilusiones que vivimos.

Seguida de la esperanza,
un rayo luminoso atraviesa el corredor
mandando de vuelta a ese ser perverso.

Luz y oscuridad chocan,
una se alimenta de otra pero
sin que desaparezcan del todo.

Luz y oscuridad,
las sombras danzan en la casa
antes de partir hacia 
el Nido de Serpientes.

Vámonos

No espero más,
ya estoy grande para esto
así que por una vez en la vida
me arriesgaré un poco.
Tan solo eso,
nada de esperar a que
todo se acomode para poder
sentir que el paso es firme.
De última
me levantaré si doy
por tierra con mis cosas,
pero habrá valido la pena
cada segundo de ese viaje.

Culpables

Culpable yo por no ver la realidad.
Culpable tu por conformarte con sobrevivir
haciendo lo que sea necesario.
Culpables ella y él, por dejarse llevar
hacia un abismo profundo llamado codicia.
Culpables nosotros como nación, por no
poder exigir justicia y ver a nuestros hijos
morir uno detrás de otro, mientras sólo
recordamos hasta que el tiempo lo desgasta.
Culpables ellos, que han inventado esta puesta
en escena y han tomado cualquier medio
para asegurarse la impunidad.
Culpables, todos culpables
pero nadie se ha enterado
ya que solo el tiempo los juzgará,
el mismo con el que olvidaremos
las faltas cometidas.
La larga marcha del desgaste,
de las velas encendidas por los que perdimos
y por aquellos que nos quitaron.
Culpables, solamente eso, culpables
pero sin condena alguna excepto la
de la historia. 
Una verdadera mierda que no me 
sirve de nada, un conformismo estúpido
y vacío, como toda esa hipocresía
de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Cuándo

De tantas cosas que uno pierde a veces
la ausencia de ciertas personas que te han
dejado una huella imborrable, es una
sensación de vacío que no tiene igual.
Cuántos momentos hemos pasado
en la orilla del mar de nuestra vida
pensando que sería así para siempre
y entonces como un manotazo
simplemente somos náufragos de
una tormenta que no vimos venir.
Y en ese instante cuando sólo queda
la añoranza de lo que se nos fue,
al calor de la fogata que nos
da un pequeño resquicio ante el cruel
invierno, es cuándo finalmente te he
vuelto a encontrar Amiga.

Viajeros

Naufragando en el océano
entre los despojos del mundo 
tu barco me ha encontrado
mientras iba hacia el poniente.
Nos hemos detenido a saciarnos
con el agua de nuestros besos
y así juntos, la luna ha venido
envidiosa a reflejarse en 
éste gigantesco espejo.