miércoles

Historietas en huelga

Golpearon a mi habitación esa mañana, eran del Sindicato “H.B.” para informarme que ya no podría escribir un solo guión más.

Para colmo de males se sumaron los dos Gremios “H.C.” junto con “C.M.”, en un abrir y cerrar de ojos tenía a un grupo de vikingos, orcos y habitantes de algún pueblo del salvaje oeste amenazándome con tomar la civilización por asalto.

Ni siquiera las viñetas del procesador de texto funcionaban ese día, los recuadros protestaban contra la libertad de formas. Tuve que conformarme con ver como los personajes desfilaban entre las distintas publicaciones.

Eso, hasta que el editor decretó la conciliación obligatoria. Ahí estaban reunidos todos los protagonistas de mis historietas, algunos se quejaban de la falta de conservación de los ejemplares, de cómo todo se iba poniendo amarillo con el tiempo y de la manera en que muchas veces se los borraba.

Tales reclamos tenían un enorme fundamento, mis personajes nacieron cuando era libre y no me limitaba un contrato. El editor traspiraba, los lápices se habían sumado a la refriega junto con la goma de borrar y el sacapuntas.

Hasta mandaron a llamar a un notario que asentara sus reclamos, constituyéndose la Proclama de las Viñetas, por las que ningún personaje, grande o chico, bueno o malo, debe ser olvidado.

Después de todo, cada quien tiene su corazoncito y no es cuestión de dejarlos abandonados a su suerte. Así que esa mañana recobré lo que había perdido, el ansía de escribir aventuras en las que pudiera sumergirme lejos de todo. Ahí viviré por siempre.

Incluso Thorval se ha sumado a esto, pese a que él no dice nada. Sólo revolea su martillo y le lanza una bocanada a la luna. 

Nota: allá en Reta, teníamos un vecino (Juan López) que nos suministraba historietas. “Hora Cero”, “Hacha Brava”, “Hopalong Cassidy”. 
Gracias a él conocí a Ernie Pike, Rolo y los Pargas, Sargento Kirk, Joe Zonda, Hueso Clavado, Ticonderoga Flint y más tarde a Corto Maltese junto con Nippur de Lagash (y varios personajes de Robin Wood). Sumémosle a Julio Cortázar, Emilio Salgari, Julio Verne y otros ilustres creadores, a los que les rindo tributo.

domingo

Poema corto

No sé qué expresarte.
¡Cómo me siento para expresarte,
me cuesta hablarte tal cual palabra,
es difícil entenderte cuando hablás rápido, 
leerte alguna palabra perdida en tu labio movido!

¡Te pido repetir una vez y otra vez para comprenderme,
lo qué me contaste o me preguntaste!.

Todos los días y las noches me expresas: ¡TE AMO!

2016. Patricia Candia.


jueves

¿Nosotros?

Amanece, con eso debería bastar. Ver la luz de un nuevo día en algún lugar de nuestra existencia, pero a veces esto no es suficiente. O al menos no lo es para la mayoría de los que estamos tratando de resolver alguna cuestión mundana.
Cuando finalmente nos damos cuenta de eso es demasiado tarde o como quien dice, ha pasado demasiada agua bajo el puente. Así están las cosas en esa urbe gigante, mezcla de frenesí y de locura, en verano el pavimento hornea nuestras existencias pero en invierno anhelamos la época estival.
Dormimos poco, hipotecamos sueños, carajeamos a nuestro adversario de turno: uno que es demasiado lento para pasar los cambios, otro que trata de cruzar por esa senda blanca mientras estamos apurados, aquel que se olvidó de pasarme a buscar para jugar el picado, las seis de la tarde que no llega más y encima el sábado tendremos que acomodar el papelerío atrasado.
Siempre desde atrás, ese fulano nuevo que se hizo echar el domingo, el más religioso de todos los días en el que disputábamos el clásico contra nuestro eterno enemigo. No hay rivales acá, tampoco amigos, desde ese pitazo fatídico somos enemigos declarados. Ya habrá tiempo para recomponer las relaciones en medio de la trituradora de vidas que es esa oficina en donde pasamos la mayor parte del día.
No tengo porque quejarme, todo lo que necesito y quiero me ha sido provisto, muchos pasan demasiado tiempo quejándose de todo y de la mayoría de las cosas que les toca vivir. A la noche sólo quiero un pequeño rincón en medio de la vorágine gris llamada ciudad, en donde entonar mis canciones y escribir alguna que otra anécdota que subir a esa cosa vetusta llamada blog.
Antes no existía eso, en la época de la pantalla negra y las letras todo era una maravilla tal vez por el hecho de que era nuevo y nosotros jóvenes. ¿Nosotros?.
¿Qué era eso?, ¿por qué de pronto la nostalgia Flores?, ¿desde cuándo usted se preocupa  por esa clase de cosas?. Acostumbrado a vivir en la jungla asfaltada, en medio de millones de personas que tienen algo en común: desconocerse mutuamente.
A las 23:00 hs de un lunes, el peor de todos los días y tan sólo porque el sábado era un bálsamo curativo que alcanzaba para curar ciertas heridas, aunque terminaba siendo corto. El lunes tenía la culpa, podría haber sido un domingo en la tarde, lluvioso y melancólico. Pero no, fue el primer día de esa cosa demencial llamada semana.
El lunes era el grifo que dejaba pasar el gas con el que se nos alimentaba de chicos, había que acostumbrarse a eso de las reglas impuestas para socializar: a la escuela, a clase, a casa, a hacer la tarea.
Un asesino silencioso, el lunes marca el comienzo de todas esas cosas y las ovejitas llamadas humanos obedecían como unidos por un hilo invisible. Hora de cumplir con todos los compromisos pactados por esa organización secreta a la que pertenecemos sin saberlo, el resto creo que también lo ignora. La sociedad ha puesto al lunes como heraldo de sus normas de conducta, ahí está al comienzo de ese ciclo demoledor de siete días aunque nos hagan creer que son únicamente cinco. Los otros dos días existen para recordarnos que las cadenas contraídas desde la niñez siguen firmes.
Podría escapar, huir, dejar a un lado todo lo que me rodea. Pero el reloj seguiría corriendo, incluso en el kilometraje de la bestia con que cada tanto me largo a la costa recordaría que hay compromisos. Y esa es la trampa de los lunes, anuncian lo inevitable no sea cosa que se nos olvide que debemos servir a un interés mayor al que no llegamos a comprender.
Peor es el garrote o vivir entre caníbales, cambiamos taparrabos por sacos y corbatas, torturas y suplicios por impuestos, reglas impuestas a la fuerza por reglas o la fuerza para recordarlas. Y el lunes tiene la culpa de recordárnoslo.
Pero me he ido por las ramas, como en tantas otras ocasiones y debo volver al comienzo de esto: ¿nosotros?.
Encontré una vieja foto de la secundaria, ahí empezó todo esto. Una foto, ¿se acuerdan de lo que era eso?, papel tangible o algo parecido. No había forma de corregir imperfecciones, quedaba todo plasmado en la celulosa, incluso nuestros rostros alegres.
Alguien se había tomado el trabajo de revelarla, tal vez mis viejos o alguno de esos oportunistas llamados fotógrafos de eventos. Alguno de los dos, sin dudas, aunque últimamente no puedo recordar las cosas como antes. Y eso que he sido una máquina de coleccionar anécdotas o datos que no me terminan sirviendo a la hora de resolver un problema tan simple como el atasco en la cola de impresión.
Éramos veinte en las fotos, de pronto mi rincón se evaporó y me encontré allí. En el gimnasio donde formábamos, mezcla de salón de usos múltiples y sala de torturas, sobre todo a las 7:30 hs. en medio del invierno. Los rostros sonreían, congelados en el tiempo, nos veíamos tan jóvenes y llenos de esperanzas. Las únicas arrugas en esos rostros eran las de la foto que se había desgastado, aparte estuvo doblada durante demasiado tiempo y algunas caras se veían surcadas por una línea blanca.
De pronto volví a ese lugar, un 20 de diciembre de 1997, podía ver tantos rostros familiares pero me tomaría un tiempo recordar los nombres.
En eso el Chueco me sacó de mi ensimismamiento, vi su cara pecosa y mi protesta se ahogó en medio de todas esas personas hablando juntas. La directora quedó atrás, también el profesor de historia y la maestra de esa cosa extraña llamada matemática.
_Lo encontré clamó el Chueco, dejándome solo frente a la asamblea de egresados que me escrutó impiadosa. Siempre el mismo boludo, en lugar de sacarte una foto con nosotros te vas a ver ese boletín de mierda. El mundo no va a cambiar por una nota más o una nota menos.
Tal vez para él no, pero yo no vivía en medio del pueblo sino en las afueras. A unos diez kilómetros y todos los días tenía que salir muy temprano para poder llegar al Instituto.
La artífice de esa odisea era mi vieja, sana o enferma nos armaba las mochilas a mi hermano y a mí para que no nos faltara nada, luego esperaba a que pasara el colectivo manejado por Manolo y sentíamos como trancaba la puerta. Las bestias de la noche debían quedarse fuera, los niños a la escuela.
Así fue durante cinco largos años, incluso más adelante extrañaría esa calidez que quedaba en nosotros cuando nos daba el primer y último beso de despedida. La niebla se engulló a mi hermano, me encontré solo en medio del corazón de esa bestia que surcaba la noche por un camino de tosca.
Las ventanas se abrían con un traqueteo, el polvo del camino cubría los uniformes dejándolos grises como las caras en esa imagen. El frío nos cortaba la nariz, lo único que sobresalía de la bufanda tejida a mano por ese ser omnipresente llamado madre. Tal vez teníamos esa creencia de que todo lo podía, pero sobre todo por el hecho de que el viejo estaba siempre saliendo al medio del campo a resolver las extrañas interrupciones del servicio eléctrico producto de esa especie aún más rara llamada avutarda.
El frío nos hacía desear la vuelta a casa, la salamandra, el olor a eucaliptos que se desprendía de una lata de conservas reciclada y colocada encima de la estufa.
Volviendo de otro divague, yo no podía darme el lujo de que las notas reflejarán otra cosa que no sea aprobar. Así que ahí estaba con esa sentencia de fin de curso, dos a marzo y una aprobada de manera casi milagrosa.
Pero por ese motivo me perdí la foto, el Chueco tenía toda la razón del mundo. Su acusación me perseguiría por el curso de los tiempos como una maldición. Ahora, peor que entonces, no podía recordar todos los nombres.
Ese era el nosotros que estaba buscando, el porqué de todo esto, la imagen reflejaba apenas un momento de nuestras existencias. Luego la diáspora, el auto alejándose en la oscuridad, el boulevard que quedaba atrás, la curva de la herrería vieja y ya estábamos cerca de casa.
¿Casa, dónde te has quedado?. A esto llamo mi casa pero en éste maldito lunes me parece que no es aquel lugar. Nada peor que sentirse extraño en un lugar conocido, pero peor aún encontrar un casete de la vieja banda de rock de nuestra adolescencia.
¿Adolecíamos de algo que nos llamaron así o era una forma de limitarnos?, seguro la segunda opción. Volviendo a lo de la banda de rock, aunque después hicieron blues, se llamaba Ruta 3.
Precisamente porque a unos cincuenta kilómetros pasaba esa artería que se pierde allá en el sur. Y en la etiqueta se podía ver el nombre del disco: “Blanco y Negro”. Una alusión al querido club de fútbol, club social, lugar de encuentro, de historias, de fichas que se trababan en las máquinas de videojuegos llamadas arcades.
La banda se componía de varios que estaban en la foto, pero no podía recordar la formación, el lunes se empeñaba en borrar mi memoria y ese viejo grabador en triturar la cinta que recién encontré.
No era mi día por lo visto, sería mejor irme a dormir luego de tomar alguna de esas gotas milagrosas que me permitiría sumirme en un profundo estado onírico.
Creo que si veo hacia atrás, he estado en ese trance durante demasiado tiempo y ahora lo que es realmente importante no es más que una lista de trabajo pendiente. Estoy demasiado cansado para poder analizar algo tan profundo, Teo duerme enroscado sobre el sillón, las sirenas no cesan nunca en esta ciudad, la canilla gotea su protesta ambiental habitual, la pareja de abajo discute como tantas otras noches.
De pronto, al igual que cada mañana de los 13 a los 17 años, la niebla en otra forma me ha cubierto y lo único que siento es paz. La añoranza ha sido desalojada, hasta la siguiente noche de tragos y recuerdos. 


Patricia

Y ella se abre paso, teniendo como arma
una pluma invisible que deja su huella 
en hojas etéreas. 

Lentamente las ideas 
nacen y las guarda en un cofre de 
una sola llave, que atesora todo 
su mundo silencioso.

Cada tanto toma el viejo libro de su abuela
y trae al presente aromas de otros tiempos,
para recordar a los que nos dejaron
su marca en la sangre y en la vida
que nos fue regalada.

lunes

Un 11 de Marzo

Hay  momentos en la vida de uno
que son como boyas en el océano,
marcan que en ese punto
te ocurrió algo que por siempre 
irá contigo, incluso en la distancia.
El viejo dormía con los pies fuera
del lecho, tan gigante que era,
y eso en sí es un reflejo de 
su enorme humanidad.
Tu amistad siempre ha sido un oasis
para mí, una forma de encontrar refugio
ante ciertas adversidades y poder luego
seguir adelante, sabiendo que existe
un lugar en donde serás bien recibido
aun cuando parezca que está lejos.

viernes

Ruiseñor

El arroyo atravesaba el bosque
y los rayos del sol, que lograban
filtrarse entre los ancestros
de los árboles que poblaban la tierra,
acariciaban la superficie del manantial.
El guerrero se detuvo para beber
acercándose al agua, al tiempo
que una flecha se incrustaba
en un árbol cercano con un sonido hueco.
El troll emergió portando un hacha
de piedra que hizo caer en el lugar
donde había visto a su víctima,
encontrando solo el vacío.
Miró hacia todos lados
pero no había huella de aquel enemigo,
como si se hubiera fundido con el bosque.
Observó el arroyo y su reflejo
lo asustó, comenzando a golpear el agua
para destruir a aquel ser tan monstruoso.
El hacha se le enredó en las ramas
de los árboles y entonces siguió golpeando
con las manos desnudas, levantando 
un oleaje a su alrededor.
Un rayo de sol se filtró entre las ramas,
formando una aureola
alrededor del ruiseñor que comenzó a trinar.
El troll lo contempló,
vio la aureola a su alrededor
y dio un grito aterrorizado,
tropezando con las raíces de los árboles,
cayendo en medio de una estrepitosa escena.
Se levantó emprendiendo la huida
a toda carrera
por donde había venido,
éste bosque estaba hechizado,
los enemigos se desvanecían,
las bestias aparecían en el agua,
los pájaros lanzaban destellos,
las raíces y las ramas se extendían
como brazos buscando atraparlo,
no volvería a cazar allí.
Entonces el ruiseñor se metamorfoseó
y el elfo emergió riendo a carcajadas.

Viejo Verde

Eran las 5:00 o las 5:15, madre nos dejaba dormir un rato más, hasta que obligados por una fuerza descomunal dejábamos el lecho caliente y nos recibía la helada mañana invernal.

Aún no había empezado a aclarar, los gallos se guardan en la hora más oscura antes del amanecer, pero aun así a las 6:15 el monstruo venía cortando la niebla.

Dos gruesos faroles cercenando la helada, el mar sonaba omnipresente al otro lado del muro de arena, el humo del motor se colaba en la noche.

Todo se sacudía dentro de la bestia, las ventanas con el traqueteo se abrían y la noche invernal nos golpeaba, mientras atrás quedaba la arboleda, la laguna, la vieja herrería y el lugar del reposo de nuestros seres queridos.

Las luces de Copetonas nos atraían en medio del alba que comenzaba a ganarle a la oscuridad y así durante cinco años, cinco veces a la semana, el Almafuerte nos formaba.

Ahora el viejo Carcarañá corre raudo a través del cielo, justo en una curva en donde el sol y  el viento se juntan Manolo clava los frenos viendo como el océano se engulle la enorme bola de fuego. 

Nota: durante toda la Secundaria viajé en colectivo, 30 kilómetros por un camino de tosca con frío, lluvia, calor y varias inclemencias más.
Mi madre nos despertaba temprano, se aseguraba que tuviéramos todo lo necesario y esperaba a que llegara el viejo Mercedes verde conducido precisamente por Manolo.
Inicialmente viajábamos en un modelo similar color marrón claro, guiado por el viejo Ricardo Díaz. Tanto Manolo como él han partido hace un tiempo, aunque como tantas otras cosas su recuerdo perdura.

Escuela Nº 34

El tiempo ha pasado,
la memoria se niega a salir
jugándome una mala pasada
a mí que me he preciado siempre
de tener una buena.

Y cuando ella se vuelve olvidadiza
el alma es la que trae los recuerdos,
haciendo que el corazón se desgarre,
bajando las lágrimas como una lluvia
en un día soleado, cruel ironía.

Hemos compartido ese instante del tiempo,
éste se ha ido despacio dejando 
gruesos surcos en nuestras existencias,
las paredes atesoran historias, sueños,
risas y tristezas, las tuyas, las mías,
las de todos los que alguna vez fuimos
demasiados pequeños para saber
sobre la inmensidad de éste mundo
y al final nos volvimos vagabundos
que se alejan un poco más cada día
de nuestro querido Hogar.

19/11/1936 Fundación de la  
Escuela N° 34, de Balneario Reta, 
Tres Arroyos, Provincia Buenos Aires,
República Argentina.

El soldado y el pescador

El soldado y el pescador se dan la mano, los reencuentros tras una larga espera hacen surgir las anécdotas. El Alfaro que se ha ido a pique flota una vez más sobre la inmensidad del océano. Sus redes vienen llenas de esperanzas, las que para el resto de nosotros hoy son un recuerdo llorando tu ausencia.

jueves

Valentino

Sus cabellos negros se agitan con el viento del océano,
el tiempo del adiós es la hora del reencuentro para vos.
Lo que has perdido te será devuelto en ese viaje eterno,
una saeta roja vuela al sol de regreso a Vecchiano.
Valentino ha partido en la búsqueda de su amor perdido
y al resto no nos queda más que llorar su recuerdo.

Sei in pace, Tano!

viernes

Razones para escribir

La razón por la que escribo se reduce simplemente a que puedo, expresar lo que siento y lo que pienso es una forma de dejar algo que trascienda, en éste vasto universo en el que no siempre estar conectado es igual a comunicado.

Comunicar es transmitir  y no sólo dejar un símbolo  que muestra un estado de ánimo, es plasmar algo que tenga un contenido e invite al otro a reflexionar.

Sur (una tarde del '99)

Una tarde cualquiera del ’99 en Mar del Plata, la dueña de ese espacio fuma impasible. El tiempo se detiene sobre el cigarrillo que se consume.

Abajo, en la esquina de San Luis y 3 de Febrero, el Negro Jara asiste a una mujer que ha tenido un accidente.

Para mí, el mundo se ha borrado por completo y ajeno a lo que ocurre a mí alrededor observo en la pantalla a la marea verde.

Durante minutos que parecen eternos, chocan contra un muro celeste y blanco. En el centro de esa escena, hay un hombre vestido de azul. Da juego, una y otra vez, como esperando que los de verde crucen la línea que defienden los del sur.

Pero eso no pasa, lo que era un final cantado de pronto no se cumple. El árbitro hace sonar su silbato, los de celeste y blanco se abrazan. Los de verde yacen cabizbajos. 

Lo imposible ha ocurrido. Es el principio de la historia, la única referencia que tenía yo del rugby era por Juan. Y curiosamente lo cruce volviendo de la facultad, un par de minutos antes de presenciar ese accidente deportivo.

Así empezó todo.

Año 1999: Los Pumas le ganan a Irlanda, bancando una eternidad contra la línea del in-goal.

lunes

Bisiesto

Ha sido una mañana agitada, que se extiende al resto del día y sin embargo sólo ahora he tenido tiempo de detenerme a pensar el porqué de todo esto.
Un día más en el calendario pero no uno cualquiera, menos que un lustro, las horas se acumulan esperando poder ocupar su lugar en alguna parte del almanaque.

Así van las cosas, tendremos que soportar el peso de los años anteriores únicamente para descubrir que éste 29 de febrero es un día más de trabajo. Incluso a alguien le pareció gracioso arrancar las clases en un momento tan agobiante, en el que cambiaron la frecuencia de los ómnibus y no me ha quedado otra que hacer dedo.

El único que festeja es quien postergó su cumpleaños tres veces para luego pretender que le regalen todo lo adeudado con intereses. Una vuelta más gritó el sol, olvidando que no se mueve. Los demás deben girar en torno a él, para recibir su tributo dorado.

Cuanto trabajo extra trae éste año bisiesto, los romanos no tenían nada que hacer por lo visto.

viernes

Morrisong

Siempre lo supe, en tanto la admiración por una desaparecía la otra cobraba fuerza. Un par de pinceladas sobre el lienzo y tienes otra historia. Tal vez por eso todo cuadra ahora. Para el común de los vivos no es más que alguien fuera de serie. Y por ello disimula esos dotes de genio creador entre pinturas fragmentadas.

Un deseo desde el lado oscuro del alma, donde Dios y el Diablo juegan ajedrez. Un susurro y la agonía se hace sentir, Gin no mejora para nada la situación. Canta una canción profunda de amor y abandono, no puedo detener mis manos sobre el teclado exhausto. Canta por los dos, viejo trovador del puerto con nombre de mujer. Canta hasta que el fuego cese o el dolor se vaya, entonces sabrán que sigo peleando.

Al final del día sólo quiero abrazarte pero aquí estoy sometido en esta trampa que esa mente vil preparó. Al borde del abismo palpando las cicatrices del deseo y la locura. Mente déjame en paz, mente desquiciada y tortuosa, no te muestras pero sufro el estigma del fuego que todo lo consume.  

D.E.Merlo

Ella tiene la ecuación resuelta, despejadas todas las dudas no queda otra cosa que mandar el asunto al carajo. 
Que los demás se escondan, mientras la navegante cruza la tormenta con un esquife. 
Como si fuera una cáscara de nuez en el océano, su existencia transcurre entre tropiezos y comienzos en tanto su fiel timonel la lleva hacia un horizonte de fuego a encontrarse con lo que extraña.

domingo

Manifiesto del Nerd




Yo vengo de la época de la PC Juegos,
Q-Pro, PW y Database,
yo me he arrastrado por las mazmorras
espada en mano buscando a Carmen.
Lo mío viene en blanco y negro,
tal vez un poco anaranjado
en ese entorno DOS,
dos que es primero
y escribo en hexadecimal 1911
porque no me banco tu 666.
Yo no quiero tu 3D,
tu pantalla táctil y tu red social,
dejadme con mi 16 bits
aplastando oponentes como Zangief.
Quiero un moledor orco
para asaltar brutalmente tu registro,
2D, 2D, 2D,
así se entra en ESO
Dame un “DEL *.*” para borrar tu Facebutt,
que sea una pantalla azul el final
de tu sueño y el comienzo de
esta pesadilla pixelada.
Así será,
tarde o temprano
cuando los Nerds recuperemos el control
y desalojemos a esos frikis impensantes.

Traducción:

PC Juegos: revista publicada por MP Ediciones, allá por 1995 traía algunos videojuegos de PC en discos de 5 ¼.

Q-Pro, P.W. y Database: programas de DOS (Sistema Operativo del Disco), antecesores de Excel, Word y Access (planillas, textos y bases de datos).

Mazmorra: una referencia al Príncipe de Persia, el primer juego de PC que jugué.
Carmen: ¿Dónde en el mundo está Carmen Sandiego?, otro juego de PC.

Blanco, negro y anaranjado: el color de los monitores de la época.

Hexadecimal: sistema de numeración vinculado a la informática.

1911: en hexadecimal da por resultado 777, la perfección divina por contraposición a 666 el número del diablo y 667 (más malo que el diablo).

16 bits: la memoria de las viejas consolas hogareñas, entre ellas la SEGA Megadrive y Genesis. 

Zangief: personaje del juego Street Fighter, igual a Mike Haggard de Final Fight y Mess O'Bradovich de Cadillacs and Dinosaurs, todos juegos de CAPCOM.

Moledor orco: arma de asedio de la horda orca, en el juego Warcraft 3 de PC.

2D, 2D, 2D: al ingresar 2D en una entrada de registro de Windows, da como resultado el guión del medio “-“.

ESO: sitio de Ensemble Studios Online, para jugar entre otras cosas a Age of Mythology. Alterando la clave del producto en el registro de Windows, era posible jugar online con una versión pirata del mismo. Lo que se dice “un asalto brutal al registro”.

DEL*.*: borré el archivo de arranque de Windows 95 con esa secuencia (fue un accidente).

Facebutt: una parodia de Facebook, creada por Peter Capusotto.

Pixelada: me gustan como se ven los juegos viejos, con forma de cuadraditos. El 3D guárdenselo. 

Nerds y Frikis: dos generaciones distintas, la primera más asociada al “traga libros” y la segunda al fanático in extremis de videojuegos, anime, películas. En realidad es más o menos lo mismo, el nerd usa unos anteojos tipo “culo de botella” y el friki es un nerd nuevo milenio.  

Camina en la lluvia

Tanto para esto,
un cortejo de almas cansadas, 
sólo una pequeña luz brilla
en el medio de la tormenta.
Buscaste lo que tuviste
y mereciste lo que te tocó
o lo que obtuviste, la diferencia
se ve confusa mientras me muevo
entre estas piedras frías con nombres
marcados a fuego frente al cruel
verdugo al que llamamos tiempo.
Y al acercarme veo rostros congelados,
caras espantadas que me gritan que no debo
estar ahí, pero la lluvia oculta el llanto.
Algo las mueve,
almas condenadas desprovistas de voluntad,
puedo ver tu plan ahora
mientras los cañones se vuelven rojos
en medio de la balacera que tus marionetas desatan
sobre mí, dejando éste lugar sagrado
recubierto de humo en tanto la lluvia sigue cayendo.
Hay heridas que sangran sin ser visibles
mientras camino en la lluvia
destruyendo a tus títeres
y sólo queda esa muñeca
abandonada por quien no llegué a ver.
Eso y la corona que luciste
rota, golpeada por la lluvia
a la que le lanzo una bocanada
pero se rehúsa a dejarme.

Añejado

Océano rojo,
atardecer violeta,
entre sangre y 
una mañana ventosa
corriendo por nuestro ser.
Furia desatada,
veneno carmesí
corre por las venas.
Aroma a flores,
dulce sueño trayendo la paz,
revelándolo todo
un sorbo a la vez.
La verdad es roja
éste vino también,
mientras sale a la luz
y lo sumó en la oscuridad
un trago a la vez.

sábado

Una excursión a mi cerebro

I) A la batalla.

El poderoso cuerno de batalla sonó en la lejanía,
justo por encima del puente del arcoíris.
Los enanos se calzaron sus poderosas armaduras,
cerrando los puños sobre los martillos. 
Los hombres del norte probaron el filo de sus espadas,
las capas recubrían sus escudos redondos.
Algún que otro mago despistado despertó sobresaltado,
lanzó sus hechizos y el espejo se los devolvió
quedando fuera de combate.
Los demás temblaron de miedo,
recluidos en castillos que nos los protegerían
en ese día aciago.
En la montaña del norte el enorme guardián  
se jaló la barba, meditando un instante antes
de invocar a la enorme bestia.
Esta le lamió el rostro, luego tomó su pesado
martillo y comenzó el descenso rumbo
a la llanura de la batalla.

II) A las armas.

A las armas,
a las armas,
que llega la horda orca
y se llevan nuestras provisiones.
Tomad las espadas, 
dejas los picos y las hachas,
corazas de acero, 
mallas de mithril.
Muy lentos estamos,
esos bárbaros del norte
pillan nuestro ganado
y se escapan en sus 
naves dragón.
Dejen a un lado 
las cucharas y el cemento,
es día de paga y los demonios
vienen con los nigromantes
a sembrar su cosecha macabra.
Dejadlo todo
ya es demasiado tarde,
nos han derrumbado el bastión
y las luces se han apagado.

III) Akira.

A través de un cielo en calma,
esas nubes pasajeras anuncian algo,
cruzándolo cómo un ave libre
sintiendo la brisa en su rostro.
El enemigo está cerca,
el poder oculto será liberado
para que la pesadilla llegue 
a su fin, en medio de toda
esa energía que irradia
un guerrero venido de otro mundo.

IV) Locomotora.

Un tren anaranjado
echando humor por el frente
cruel dragón de éste mundo.
Afuera están los cuerdos,
los locos se han juntado
y se pagan éste viaje.
Zigzagueando por la tierra
sin fronteras ni banderas,
va la locomotora a toda marcha
hacia un nuevo amanecer.

V) La excursión.

Una excursión a mi cerebro
algo totalmente inédito
y a la vez peligroso.
Veo orcos desfilando
con enanos portando martillos
atrapa tormentas y guerreros
nórdicos gritando por Odín.
Mariposas volando en torno 
a un fresno gigante,
una loba custodiando una caja
en donde hay niveles secretos
y una mujer danzando 
en medio de un vendaval.
Todo esto venía incluido
no tuve que pedir nada más,
pues así soy inmensamente feliz.

VI) Alicia.

Mi profesora de primer año
de la secundaria, llamada Alicia,
no por vivir en el país de las maravillas
sino por llevar un montón de cadenas,
me puso un tres en el primer examen
de lengua y literatura.
Le dedico estas líneas
para mostrarle como sigo
tratando de equivocarme.

VII) Ahora que.

Ahora que el fuego ha caído
no queda en donde esconderse,
así que sin más remedio
blandiremos el acero.
Nada nuevo
esta escena ya la he vivido,
de la luz a la sombra
repleta de demonios que abatir.
Todo cae ante los golpes que asestamos,
todo incluso los muros en donde se refugiaron.
Al final el yelmo pesa tanto como la espada,
descansando en mis manos y sintiendo
la caricia del sol al final de la batalla.

VIII) Antes de la batalla.

El viento sigue soplando
quitando las huellas de nuestro paso,
algunas simplemente perduran
en el camino que recorrimos.
Resuenan los tambores,
el sonido de las espadas
recubre de nuevo la mañana,
el cielo tiene un tinte violeta,
beberemos antes de la última batalla.
Luego será el tiempo de confrontarlos,
han venido hasta nuestra puerta
estos demonios escondidos
detrás de la avaricia y la traición.
No quedara nada de ellos,
nuestra marca en la arena será
eterna mientras el reloj siga corriendo.
Después la brisa de la tarde
traerá paz a éste mundo que compartimos
y el fuego reavivará nuestra historia.

IX) Amuleto.

El fuego ardía, el anciano había dejado su cayado
a un costado y parecía dormir.
Era una noche sin luna, negras nubes habían cubierto
el joven cielo de ese mundo.
Podía sentir en el sueño en el que estaba sumido
una presencia que carecía de forma física.
Todo a su alrededor comenzó a oscurecerse
pareciendo salir del sopor onírico, 
cerrando la mano en torno a su amuleto.
No era más que un guijarro forjado por
el océano, sin marcas, tan solo una
superficie pulida.
La oscuridad cobraba forma ante él,
sentía un poder antiguo tratando
de entrar a su mundo.
El aire alrededor pareció tornarse
irrespirable, sólo el fuego continuaba encendido
mientras recitaba su oración.

Tú que has creado éste mundo
de los restos de los gigantes,
que puedes ver incluso detrás del
más grueso de los muros
y en los corazones de los hombres.
Qué te has sacrificado 
para traer de vuelta a la vida
a los que caen en batalla
y que has estado aquí desde
antes de nuestros enemigos,
Padre de Todos Nosotros,
asísteme en esta hora de necesidad.

Y al terminar lanzó un grito de guerra
arremetiendo contra el demonio,
blandiendo su espada con ambas 
manos mientras apretaba la piedra
que portaba.
Como respuesta un relámpago iluminó
la escena, cegando a su enemigo y atravesándolo,
el trueno resonó ominoso en el cielo
dando paso a la lluvia que se ocupó
de despejar la oscuridad reinante
mientras el viajero se apretujaba su capa,
reanudando el viaje.

Abecé

El lápiz llamó a las letras y estas acudieron presurosas, mezclándose sin ton ni son.

- Orden clamó la regla, se inicia la sesión alfabética. Presiden la “A”, la “B” y la “C”.

El Tribunal “Abecé” debía resolver la presentación de la “Q” y la “K”, las que se disputaban la expresión “¡Qué!, abreviándola como Q’  o K’.

A la “U” y la “E” no les causaba ninguna gracia ser reemplazadas de esa forma, así que se presentaban como víctimas.
La “I” y la “O” eran las representantes legales de las víctimas.

La “Z” representaba los intereses de la “Q”, pero parecía dormir.
La “S” asesoraba a la “K”, quien confiaba en que todo lo sabía.

El jurado se componía de las ilustres “F”, “G”, “H”, “J” “M”, “N”, “Ñ”.

Durante horas el tribunal y el jurado escucharon los argumentos de ambas partes, así como el reclamo de las víctimas.

La “V” y la “W” tomaban nota de todo lo que ocurría, la “L y la “LL” registraban la crónica para el Diario Arroba. Las dos cubrían la misma nota, pero no lo sabían.

- Están dándole demasiadas vueltas al asunto dijo la “O”. Lo mejor sería darles la razón a las vocales e indemnizarlas por éste intento de secesión.

- No tienen pruebas dijo la “Z”, saliendo de su siesta. Vuestro testigo estrella, la “Y”, es familiar de su colega.

- Infamias dijo la “I”, somos de nacionalidades distintas.

- Por su parte replicó la “Z”, tenemos forma de probar los derechos de nuestra parte. Tengo un testigo que le dará luz a éste oscuro asunto, siempre da en la tecla. Adelante “X”.

Y entonces se hizo silencio, la “X” era famosa por poner las cosas en su sitio justo. Sin embargo, el jurado no se ponía de acuerdo.

Ante esta situación, el tribunal llamó a un cuarto intermedio hasta el año siguiente. Y de paso le pidieron un café a la “T”, pero esta se lo tomó a chiste y sólo les trajo té.

- A todo esto, ¿no falta alguien?, le preguntó la regla al lápiz.

- La “P” se borró, le dijo la goma al sacapuntas.