Valiente letra,
tú que te aferras
al resto de los vagones
y esperas temerosa
no ser cercenada,
nave insignia del lenguaje,
por estandarte una virgulilla
que te diferencia de la envidiosa
hermana que niega reconocerte,
sólo porque te destacas entre
tanta consonante como
la única que conserva la cabellera.
Las demás las vendieron,
entregadas a la esclavitud de
sentirse vocales titulares
y consonantes demasiado estrechas
para poder extender todo su potencial.
Descabelladas ideas
así que he de alzarme
majestuosa ante los foráneos,
dado que no me conocen
y lucen asombrados
como una h inglesa
que se descubre muda por aquí.
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