Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
lunes
15 de julio de 2023
Primera noche
Voces al otro lado de la puerta que da al pasillo, un grito de parte del guardia de seguridad que escucha la tanda de penales y el frío que se cuela por un resquicio en la ventana manteniendo desvelado a aquel que sabe que sus días se han extendido para siempre, con los cambios que ello conlleva. Observa a cada pequeño gesto de la nueva presencia el vaivén de su pecho como una comparsa del oleaje ya que la marea finalmente ha cambiado y crece de prisa pese a parecer lenta. Observa con los rojos que se tornan arenosos y luego carmesíes, sabiendo que su tiempo se ha prolongado incluso después de esta vida entre el llanto del hambre y el sueño profundo que invade a este ser indefenso al que simplemente llamaremos HIJO.
domingo
Ausencias
El sitio conserva en la fachada la palabra cíber pero únicamente es un engaño, dado que en su interior las máquinas no son más que marionetas vacías cuyo titiritero se ha largo hace años y como una costra del óxido le muestra a la ciudad su antiguo esplendor. Los guerreros que visitaban aquel santuario se han perdido entre las calles laberínticas yéndose lejos de aquel faro, otrora la luz que los atraía como a las luciérnagas y les daba cobijo. La mujer detrás del mostrador despacha sin más aquel chocolate que viene a apaciguar el frío dado que entre los recovecos de la ciudad el sol yace ausente, su gloria es en las alturas y para el mundo mortal las sombras esquivas. Un solitario peregrino pasa cerca de aquellos sitios ya vacíos recordando hasta a la cabina de teléfono faltante y puede ver entre la mota de polvo que recubre los ventanales a varios rostros conocidos que yacen inmersos en las batallas a elección de cada uno, un sábado cualquiera del año en una fotografía petrificada de la ciudad tras la niebla.
sábado
Remasterizando el pasado
Remaster, HD, Edición Definitiva, Reforjado, etc.,
etc. Un sinfín de intentos de traer de regreso a monstruos del pasado dado que
todavía hay gente que juega con los píxeles y de esa manera son los potenciales
clientes, siendo que una parte de ellos no jugará a ninguna de las modas
reinantes. Sin embargo, esto es apenas un fragmento de una escena más completa
dado que lo único que se persigue es sacarle al usuario hasta la última moneda
de su alcancía que ya fue destruida hace eones. Las enfermedades de estas
épocas son todas las versiones de juegos que se nos venden con contenido
descargable, ya no hacer el trabajo completo sino echarse a vago y largarnos el
contenido en fetas (fetta dirían los tanos). También es una forma
encubierta de cobrarnos por algo con un nuevo empaque que viene a ser comprar
el producto dos veces o tres (recuerden Age of Empires II, Age of Empires HD y
Age of Empires DE), el éxito no sería igual si se tratara de una versión
moderna de Windows 95 por ejemplo (nadie lo querría). Todo esto viene a
colación de las promesas vacías de los últimos años, salió Starcraft
Remasterizado y la expectativa con Warcraft III Reforged era alta pero al final
hicieron lo mismo que el resto: ofrecieron un producto plagado de errores que dejó
a esta parte de la saga lejos de la gloria de antaño (y aún hoy se encuentra a
años luz). Bastó con engañar al público con una cinemática y un nivel icónico
para que nos tiráramos de cabeza dándoles las llaves de nuestras casas así que
el porrazo fue grande. Ahora aparece AoM Retold y todo anuncia que se trata del
mismo verso, escondido detrás de una sucesión de cinemáticas para que el olor a
repetición no se sienta y así estamos hoy en día. Sería mejor no joder con el
pasado, dejarlo ahí dado que no se puede pretender que las generaciones
modernas vivan de una emulación pobre de él.
domingo
Caco loca
CACO
LOCA
Lo sabes, por eso tu favorito te ha dejado viuda y en la necesidad de alimentarme no tengo más remedio que la herejía. Hay un sitio en el Hades para los ladrones, ahí nos es quitado lo que tomamos de los demás hasta la repetición de nuestra muerte. Pero sus hijos, los míos, los nuestros, deben comer alimentándose en el cobijo de una caverna que emula tu escondrijo oh, Zeus. Hasta las ovejas de Polifemo de ser necesario, de forma que nada más me quede el averno como morada final. Al dios de los muertos no le importa ya que recibe a todos por igual sin hacer distinciones, apenas son necesarias las monedas y por aquí sobran las limosnas. Son la manera en la que el mundo purga los pecados de dejar al otro desvalido. Las fortunas son saqueadas en la superficie, las prendas caras se hunden en la Estigia cuyas aguas besan la balsa de Caronte. Fuegos fatuos acompañan la procesión, Cerbero olfatea a la presa que ha tenido la osadía de tratar de regresar haciendo que los demás agachen la cabeza. Salvo mi amado, ni al recibir el impacto asesino de ese garrote lo hizo sabiendo de sobra los peligros del oficio. Sostuve alta una tea para espantar a los monstruos que en la noche intentan robarnos los sueños, aguardando el día de la reunión y enloqueciendo de a poco para mantener la cordura.
MAR NARANJA
Yo era un charco enorme en él que los batracios descansaban marcando el lecho barroso, los nobles eucaliptos destinaban alguna de sus hojas para cumplirles el sueño de ser naves y de paso mis aguas se volvían anaranjadas. Presencié una vuelta olímpica, varios regresos de clase de esos bajitos y los cambios en los ladridos de todos los canes que los esperaron viendo hacia la salida que también es entrada. Nací de un camión que marcó la tosca, del trabajo del viento y luego la lluvia siendo humana así como etérea. El invierno creó una pista helada en mi superficie, hasta que una piedra hizo explotar el espejo arrojando lejos los pedazos acompañado ello de las risas. Fui océano a mi manera, la plaza se alzó junto con los subibajas y presencié varios goles hasta que el balón se pinchó. El tambor se convirtió en cesto hasta que su color amarillo desapareció, siendo su tapa el fondo que perdió contra el óxido. Me tocó ver a Juan plantando los árboles, así lo llamaba ella desde la arcada blanca a la que se llega por un camino de lajas. Igual que todos los personajes mi agua se evaporó, volviéndome una depresión de las que el ser humano en su desidia deja hasta que el viejo tano me cubrió harto de darme de lleno. Alguien viene a cortar los yuyos, los oigo los siento y hasta puedo imaginarlos dado que la historia me hizo un lugar.
COHETE
CANINO
A dos cuadras de casa se desata la batalla, las ruedas son su blanco favorito acechando a la víctima que confiada viene. El proyectil sale disparado intentando darle alcance a su objetivo que se escabulle en la niebla matutina, las formas se alteran no así los hábitos con despegue incluido que no será televisado. No ha habido reclamos de parte de la gente del arsenal, mucho menos de los de Sarandí que no entendieron el comentario y ni hablar del ministro de guerra que vive emulando tácticas en una pantalla con aire acondicionado y refrigerios adecuados. El personal a cargo de mantener el servicio eléctrico reportó que el apagón se debió a una avutarda, formando un puente entre las líneas al escapar del recorrido de esa bala. La fuga de gas a un “toquecito” de la pala de la máquina cuyo piloto sorbió un mate azucarado, viendo pasar el obús muy cerca de la zanja para perderse entre los tamariscos. El reporte del barrendero, que lleva la cuenta de las agujas de los pinos, no arrojó más luz al asunto excepto la sospecha de que su estela es la que desarmó los montículos preparados para la recolección. Por la noche se detiene debajo del navío de José, sueña con volver a ser perro y que no lo confundan con un arma. Ahí está aquel gato loco que piensa es un tigre, acechando a las vaquitas de San Antonio y a las mariposas que no le prestan atención.
viernes
Invierno
Ha venido la estación de las hojas ausentes y de los árboles clamándole al cielo por el regreso de la hija de la Tierra, las calles se me hacen conocidas en tanto deambulo como un peregrino buscando la fachada de viejos templos y las voces resurgen de aquellos recintos cuyas fachadas se encuentran cambiadas. El cielo se ha cubierto de un manto de manera que al andar parece que el telón de la obra no ha sido levantado pese a que ya son casi las once horas. Ando hasta encontrar la intersección abandonando a la avenida que se pierde en lo alto, el teléfono público ha desaparecido dejando un mosaico vacío. Vago por la inmensidad que suponen las torres como niveles de un arcade contando los pasos hasta dar con una presencia nueva, la librería con nombre de buen contador de historias y a Mazinger haciendo el recuento de las andanzas de los ocupantes de la tienda luminosa. Después simplemente me pierdo calle abajo aunque es cuestión de perspectiva, ya que todo este mundo se encuentra dado vuelta.
jueves
Fuera del Mundial (2022)
23/03/2020
A las 8:01 horas me di cuenta de que algo no iba bien, demasiada demora incluso para un sábado en eso de quitar la traba y permitirme salir para entrar al paraíso verde en el que puedo tener un atisbo de libertad hasta darme de bruces con la realidad del cerco. La humanidad se esconde del resto de sus congéneres pero los caninos vagan libres, los dueños de las calles y del agua que la lluvia deja como mensaje de renovación en los cordones, ríos que se secarán cuando la tormenta pase. Un minuto más tarde apareció él arrastrando la fatiga de la semana sobre sus pies descalzos, me observó con una extraña expresión incluso para alguien que está a medio despertar y desandó el camino volviendo con el adminículo haciendo equilibrio sobre el tabique además de las ojotas. Detrás cayó ella quitándolo del medio, la misma expresión se dibujó en su cara y luego ambos desaparecieron para que la pequeña se asomara al cubil llamando a su hermano quien en una muestra de sensatez quitó el cerrojo permitiéndome huir ante la urgencia del llamado de la naturaleza. El brillo de la mañana cercana a las nueve me dio de lleno, dibujando burbujas en el aire a mi alrededor aunque enseguida el espejismo se evaporó cuando el hocico me guió como una brújula en la noche cerrada, dejando a los humanos preocupados por encontrar la respuesta al chaleco rojo y violeta semejante al ocaso anunciando el viento siguiente, olfateé un aroma que se escurrió enseguida pero ya me dirigía raudo al fondo de la casa dando con Pedro sentado debajo del álamo que a su lado lucía joven. El humo de la pipa ascendía al cielo, dibujando aros que eran una prohibición para su hija pero se hallaba lejos intentando encontrar a un detective que resolviera el misterio de aquel ropaje tomado sin dudas de alguna historieta acorde a los comentarios del can vecino, sin embargo el símbolo del héroe estaba demasiado borrado para poder descubrir el origen. Las personas en la casa pasaron por alto ese detalle incluso cuando llegaron los comensales dejando a un lado los fideos caseros, abocándose en la tarea de determinar al autor de la colección y sin que la sospecha recayera en aquel que sentado afuera sigue pitando viendo al este. Por ahí piensa se ha ido su amor, sobrevivieron a las bombas pero el tiempo vino finalmente dejando el vacío, semejante a un cráter en él que el dispositivo estalló y el vidrio sobre el marco ha quedado agrietado por el recuerdo. Son pocas las cosas que ahora vienen a su mente con lucidez, la oscuridad del olvido ha confundido la ubicación de los hechos así que me llama con el nombre de un ancestro al que intenta cobijar del frío en la montaña allá al otro lado del océano. El crisol es uno de los tantos episodios en los que la memoria logra dar en el blanco, después yerra generando la aflicción en los que lo rodean haciendo que se olviden de la prenda que porto sobre el lomo y llevando la conversación hacia la necesidad de ubicarlo en un lugar con mejor atención mientras la pasta comienza a hervir lanzando columnas de vapor sobre el cielorraso hasta que alguno activa el extractor que las manda rumbo al oeste, justo en donde veo partir al disco anaranjado en el comienzo del otoño. La reposera se ha ido para el interior junto con su usuario, en el borde de la ventana ha quedado abandonada la chimenea igual que mi osamenta a la espera de que alguno invierta el proceso matutino y me permita entrar.
Veinte años de lluvia (2024)
CAMINA EN LA LLUVIA
El
año 2004 fue el de la exploración inicial, apenas se trataba de unos cuantos
escritos instalados en las Geocities de Yahoo aunque ninguno de ellos llegó a
dar ser parte del blog que nacería un puñado de años después.
Recibí
un correo de parte de HammerHand Romero, a comienzo del 2006, luego de un año
de estar jugando a Warcraft III:
Que
su espada brille como nunca en la fiesta del águila parda,
que
su puño infunda el terror al enemigo,
gloria
por siempre cantada al blasón insigne de su casa.
Siembre
el terror y quiebre la lanza,
que
sea su día de caza porque
al
anochecer su cuerpo saciara las ratas.
Estamos
en guerra.
Es
así que nació El Águila Parda en las mismas Geocities y en el 2008, tras una
breve estadía en Páginas Web Gratis (https://www.paginawebgratis.es), inicié el
blog con el nombre que tienen actualmente empezando a crear historias
fantásticas madurando al ensayo, la catarsis y finalmente la novela (una década
después).
Tomé
el nombre de una frase repetida en la canción Rain de Yoko Kanno
correspondiente al animé Cowboy Bebop que se transmitía en el desaparecido
Locomotion (una marca importante en mi vida junto con Nivel X y Magic Kids).
La
metáfora de caminar en la lluvia en medio de una tormenta de balas, dando lugar
al nombre justo para una creación sin titubeos y que sigue dándome placer
abordar al día de hoy (dos décadas después).
¡POR LA HORDA! (2024)
I).-
¿RTS?
Es el año 2000, el Y2K no ha ocurrido, las máquinas
no han retrocedido hasta el 1900 sino que nos hemos mandado de cabeza en el
nuevo siglo y milenio. Hay motivos para celebrar entonces, en Corea se
desarrollará ese año la primera World Cyber Games siendo el puntapié inicial
para los llamados deportes electrónicos que más de veinte años después están
por todas partes, sin embargo hubo una época primigenia en la que se jugaba al
Starcraft (primo hermano del juego que nos trae a estas líneas), Counter Strike,
FIFA (al juego real y no a los torneos del mundo más amañados que
concurso literario), Age of Empires y varios exponentes más (de hecho sólo me
interesa uno de ellos, sin ánimo de querer ser parcial). El fenómeno tendría un
rey y sería aquel videojuego lanzado en 1998 por la Ventisca, considerado un
deporte nacional en la República de Corea (eso explica que los cíber café hayan
sobrevivido allí aunque con otros agregados del tiempo). Sí, eso en lo que
usted joven gamer está pensando y tiene las siglas idénticas a reírse a
carcajadas así que sepa que llegó después que los de la arcaica edad dorada. Lejos de la República de Corea yace Mar del
Plata, la Perla del Atlántico, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
Ahí me encuentro cursando mi segundo año de experiencia como estudiante, dado
que he decidido convertirme en un cuervo de las tempestades (por una módica
suma, por supuesto) y hasta el momento le he puesto a la PC únicamente juegos
de fútbol. Ya la colección comienza a expandirse entre muchas copias (iguales a
los originales pero más baratas rezará un cartel de TARINGA, antes del meme y
la sarta de tonterías de las generaciones posteriores). Pero no será por mucho
tiempo dado que algo ocurrirá, ¿será acaso qué madure pronto?, ¿tal vez decida
dedicarme a la filosofía con la panza llena?, ¿acaso es mejor dejar de ser
hincha de Boquita ahora antes de que vengan las imposiciones de la moda y las
gallineadas?, ¿el nuevo siglo, año y milenio, me han cambiado de alguna forma?
No, nada de eso, absolutamente lejos de la realidad dado que en la habitación
de enfrente de la pensión de Luz y Fuerza yace un sujeto bastante particular.
Se llama Javier Omar, usa ambos nombres dado que esto lo convierte en más
particular aún, pero le podemos decir Xavi ya que anda mirando la campaña del
Valencia (¿y eso qué tendrá qué ver?). Por cierto, contra para el Real (él
único que merece tal condición) y gol de Raúl González, un delantero temible,
un depredador del área, Cañizares le sale con aquel buzo rojo y blanco quedando
desparramado para que el 3 a 0 sentencie la cuestión. Lo que ninguno de
nosotros sabe es que la cura para el Merengue yace en el Río de la Plata,
tratándose de dos trogloditas desconocidos que se apellidan Traverso y Matellán
(no salís en la foto R7). Me he ido por las ramas, ¿dónde estaba?, ah, sí,
hablando de ese individuo de señas tan notorias que por ausencia de casualidad
se ha puesto a instalar un juego que recibió de las manos de Yisus HammerHand.
Ya el FIFA 2000 va a pasar a mejor vida siendo reemplazado por soldados
antiguos que intentan destruir una fortaleza persa, el asunto no marcha bien
dado que mueren enseguida (eso les pasa por no usar armas de asedio). Ante la
necesidad surge la exigencia, nunca mejor dicho Yandros, así que el ratón
descansa para que en el teclado sea la hora de meter un código, clave, cheat,
chetos (qué importa, che). Por arte de magia y de la palabra clave: photon
man, unos soldados provistos de armas láser (acrónimo cuyo significado es
luz amplificada por la simulación de emisión radiactiva y traducida por un
sujeto que toma todo literalmente). Cayeron las defensas, los elefantes, los
aldeanos, los choborras del machimbre y así fue que conocí al Age of Empires
(el primero, así que el número 1 me lo ahorro dado que sería redundante,
injustificado e intrascendente). Un juego de Estrategia en Tiempo Real (ETR por
la conversión de la sigla RTS al cagastellano y aseguro que mis fuentes son
todas fidedignas). Para explicar qué corno es esto es necesario retroceder ocho
años atrás (a 1992 y no cuatro bienios desde el corriente año o el período
alterno) hacia comienzos de la década de los noventa (la mejor lejos, de nuevo
llegaron tarde enanos). En esa época yo tenía trece hermosos años, Westwood era
un estudio independiente y no estaban los de EA molestando aparte de cerrar
cual Microsoft a otro de los monstruos de entonces (ESO). Pues bien, Madera del
Oeste o Bosque del Oeste (como sea) sacó Dune II, juego basado en el universo
de Frank Herbert quién inmortalizó la frase: “Cuando escribes de verdad te
concentras en una sola cosa: escribir” (al cuerno el dinero y las editoriales).
Pues bien, Dune II sentó las bases de los RTS en cuanto a la recolección de los
recursos necesarios, el árbol de habilidades (no una línea genealógica sino los
edificios y mejoras necesarias para poder ampliar la base), la niebla de guerra
(si en este momento no ve más allá de sus narices es debido a que no hizo la
mejora en la Sala de los Cazadores) y una serie de elementos más (el autor se
cansó de enunciar y no quiere recurrir al etcétera dado que es un vago). Pues
bien, Westwood lo hizo (de paso la música es del genial Frank Klepacki, autor
de varias odas videojueguiles y del himno de los juegos de estrategia: la Hell
March) sentando los cimientos de un género nuevo cuya popularidad creció a
lo largo de los siguientes diez años hasta que dejó de ser una salida comercial
y aparecieron juegos para gente sin paciencia (de eso también carecen
pequeños). Sin embargo, dos años más tarde, en noviembre de 1994 (23/11/1994)
la anteriormente Silicon and Synapse y brevemente Chaos Studios pasó a llamarse
Blizzard o la Ventisca para los amigos (aunque no hay nada gratarola). Lanzaron
bajo este sello la primera de sus creaciones que relataba el encuentro entre
los Humanos de Azeroth y las Hordas Orcas (no es una campaña en contra de la
caza indiscriminada o para liberar a Willy Vilas). El juego se llamó
simplemente Warcraft aunque es un nombre compuesto (por dos palabras, estás
lento gurí) e incorporó los elementos de Dune II además de darle una identidad
propia: oro, madera, los peones no se defienden, existe la niebla de guerra,
cada unidad de los Humanos tiene un equivalente en los Orcos con algunas
pequeñas variantes: arañas en vez de escorpiones, demonios en reemplazo de
elementales, lluvia de fuego en vez de veneno reciclado para los Zerg,
curación, esqueletos, armadura impía, etc. (un cliché dicha palabra abreviada).
Tres tipos de escenarios y lo más relevante: la posibilidad de fajarnos en el
multijugador para dos dementes que quisieran apretar el CTRL además de
arrastrar el mouse para que las unidades se muevan (es 1994 che). Dado
que llegué a esta versión una década después, de puro fanático nomás, pues
dicha opción no pudo ser explotada pero se encontraba presente y ello es un
punto a favor para el naciente universo que reúne elementos de Dungeons and
Dragons, Warhammer, George R. R. Martin y el más famosos de los J. R. (vos no
Román, nunca): Tolkien. Así que todos los elementos estaban sobre la mesa,
sobre todo los tolkienianos, como ingredientes de una receta que iría agregando
sabores hasta derivar en la mayor de las obras maestras: Warcraft III.
Dioses entre nosotros (2023)
“Al descender de su nave interestelar el pionero de la colonización en el Planeta Rojo se topó con los habitantes originarios de dicho espacio a los que mostró el título de propiedad por el cual una inmobiliaria terráquea lo hacía dueño de la mitad del territorio ocupado por los marcianos. Ante la negativa de los ocupantes de abandonar dichas extensiones desérticas, debajo de las que el agua esperaba ser sacada, les ofreció una suma sideral que fue rechazada dado que no puede ser asimilada como el maná que proviene del éter. Dicho esto se marchó jurando volver con una orden de desalojo siendo vitoreado por aquellos que se perdieron en la distancia”.
La conquista de Marte, Tomo I, Camiú.
Mientras todavía podía mover sus miembros sin la ayuda de la tecnología que poseía decidió fulminar al jardinero por ser un descuidado, sus preciosas plantas habían sido abrasadas por un sol asesino que las redujo a formas marchitas cambiando de verde a amarillo para después llegar a marrón. Se mezclaron con la tierra que no recibía su ración de agua pese a que podía pagar con creces cada gota, ello le pasaba por contratar a alguien acostumbrado a ahorrar siendo que no todos podían costearla. Redactó de puño y letra la condena equivalente a despido, debía dejar su puesto de trabajo inmediatamente al igual que los enseres firmando la documentación de entrega y retirar su humanidad que molestaba entre tanta divinidad. También se le descontarían los daños en las estatuas del jardín aunque ello obedeciera a otras clases de manifestaciones, siendo que el patrón no vigilaba al resto de la manada con el pretexto de tratarse de sus hijos. Culminado con el distracto formal realizó un inventario de las personas que se encontraban bajo su control, en la nómina diría trabajadores pero él sabía muy bien que esa era la forma de esclavitud aceptada. Sobraban operarios ante la inminencia del viaje interplanetario, sacrificadas apenas unas ganancias nimias con el ahorro del pago de ciertas indemnizaciones atenta la interminable cantidad de instancias de revisión judicial. La lentitud de tales poderes le permitían ejercer el propio sin límite alguno, mofándose en la cara de los desventurados que le confiaban la suerte a algún picapleitos que culminaría asegurando su bienestar antes que el reclamo del cliente. Podrían haber llamado a los desvalidos de otra forma, condenados, desahuciados, indefensos, excluidos o cualquier otro eufemismo que reflejara su condición de carne de cañón que un sistema a punto de esfumarse pretendía exprimir hasta el final. Después de todo estaba convencido de que no había una desconsideración de su parte al pensar en ellos un poco cada día, recortando aquí y allá los excedentes para mantener su porcentaje de pérdidas bajo. Tenía una familia numerosa que alimentar dándoles los sueños de otros, pedazos de la vida que se consagraban a un bien mayor resumido en transacciones millonarias para los pobres de alma que recubren el faltante con alta costura y brillantes de forma tal de sentirse cerca de los astros. Incluso enaltecen a sujetos de carne y hueso para poder mantener su estatus, mostrándole a los del fondo que aquí está el héroe en una categoría un escalón debajo de manera que los únicos que están cerca del cielo sean aquellos llamados civilizados. Si sus costumbres fueran reveladas se verían los ríos de sangre corriendo por debajo, con los gritos ahogados de aquellos que son arrastrados por ser parias nada más para que las arcas se llenen de cifras inconmensurables que no caben en la pantalla de una calculadora. Pero bien que está hecho el cálculo sabiendo la cantidad de bajas que se reemplazarán con ganado nuevo, total éste sobra en las cuentas que se hacen sin tener en consideración a la vida que se engulle.
Flavio - Diario de viaje (2022)
Sentado en el depósito que hace las veces de sala de profesores, Flavio sorbe el café en tanto espera la llegada del resto de la humanidad antes de que el sol asome por entre los árboles de la plaza. La portera es la primera alma con la que se encuentra, el resto viene posteriormente hasta que llegan los actores principales, no hay acto posible sin ellos razón por la cual anhela que la audiencia esté completa. Una mezcla de roles, el del observador que se vuelve partícipe hasta que la campana suena anunciando que es hora de terminar con el ensayo. Ahí el docente vuelve a su realidad, mirando al mundo que cambia constantemente encontrándolo siempre un paso más atrás, pero en cierta forma sabe que no hay prisa alguna. Para qué andar corriendo contra el mundo que sigue girando, es mejor abandonar esa idea loca centrándose en cuestiones más importantes aunque viendo alrededor descubre que hay varios pilotos profesionales, a los que sólo les interesa alcanzar las posiciones de arriba del todo. Olvidan que el 1 es un casillero para una solitaria alma, así que será difícil que todos puedan ganar, ahí surgen las frustraciones de saberse en el segundo lugar lo que equivale a una especie de derrota. Algo que no se puede aceptar así nomás, al mundo se le muestran los grandes éxitos, simplemente lo mejor de lo mejor. Una sonrisa ante la cámara vacía, el ojo del espectador presente en todas partes que refleja una especie de control semejante a un gran hermano hecho realidad, lamentablemente no nos hemos dado cuenta a tiempo y así están las cosas. La necesidad de ser los primeros de los primeros, algo imposible por cierto, nos fuerza a tener que estar presentes en el centro de la escena compartida. El recuadro puesto sobre la cara sonriente, al menos las preocupaciones se han ido un instante en cuanto el flash nos da en los ojos, luego sigue la historia desdichada hasta que encontremos algo que compartir. Al mundo tampoco le agradan las noticias tristes, en una especie de autodefensa contra lo inevitable se han creado espacios de confort debidamente amueblados con los más gratos momentos, que las lágrimas se queden afuera junto a los perros de la calle. No hay lugar aquí para los fracasos, todo debe verse imperecedero aunque volvamos a los tonos sepia que serán aggiornados y traídos al presente al agregarle colores vivos. De esta manera se tratan todas las cosas por igual, se busca una felicidad eterna cuando hemos sabido que esto es más bien una quimera, pero quién está mirando en este momento eso. No es importante, la disfrazaremos así podremos estar a tono con el mundo que nos devuelve un me gusta en complicidad absoluta, es medio difícil que los pulgares estén siempre hacia arriba. Necesariamente debe haber una víctima, caso contrario el sistema carecería de sentido alguno y habríamos encontrado el paraíso digital, con nuestros nombres puestos al tope de la tabla de posiciones del exitismo. Ahí estamos de nuevo, mostrando a la victoria que nos sonríe en medio de la batalla aunque realmente no pueden ganar todos, es un premio demasiado pobre para que le toque a cada uno de los mortales. Pero por algún motivo olvidamos que es así, no nos importa en lo absoluto en tanto podamos sentirnos a gusto con esta existencia que no muestra el vacío en ese cuarto, ahí en donde ahogamos nuestras penas pero no las exhibimos a nadie.
Radio Océano (2022)
I
El
océano eterno va y viene, repasa los hechos que ocurrieron para luego dejarlos
grabados en la memoria que le falta a los que viven rodeados por él creyendo
que jamás serán alcanzados por sus brazos que son bastantes visibles. Una nueva
historia es traída a la orilla, en la tarde será vieja para aquellos que viven
apurados sin mirar a su alrededor perdiendo el brillo de todo ese mundo que se
desarrolla bajo la mirada atenta del sol que regala sus caricias a cualquiera,
aunque en ocasiones son más bien besos ardientes que dejan las manchas rojas
del deseo sobre la piel de los incautos que se descubren ante su presencia. Una
huella ha quedado sobre la arena levantando un reclamo de parte del
omnipresente azul hasta que finalmente también ella es alisada, yendo a parar a
la enorme lista que en el archivo del fondo se guarda la que equivale a granos
de arena en lo que hace al racconto. Luego la espuma se levanta extendiéndose
por el viento sobre el desierto seco, la franja húmeda ha quedado a miles de
kilómetros en la cuenta de granos que se amontonan como anécdotas en las que se
vuelven las vidas que discurren ahí afuera en la tierra, importantes en los
aspectos de dejarle una marca al otro que comparte el viaje y que se traduce en
memoria. Pero esta a la larga se disuelve cual fortaleza construida de la misma
materia con la que los dedos hídricos fabrican un ábaco a los fines de tener
los documentos actualizados, empezando por la cantidad de pasos que se dieron
sobre la orilla y la última vez que la frecuentamos. La extensión del vacío
entre un momento y otro habla de la poca importancia dada a simplemente andar
sin tanta carga encima que al final de una estación nos habrá doblado por el
peso innecesario que se lleva, para que entonces vengan las dos líneas cruzadas
marcando el final de ese cuento que implica haber estado pero no vivido. Se
vive a partir de experiencias, de golpes que uno recibe para curarse y seguir,
de caricias que vienen en diversos formatos, cuanto más uno envejece mucho más
mira a esos momentos cálidos en los que la preocupación por ese asunto
intrascendente no existía. Entonces como obsequio el mar te larga un recuerdo,
una pista apenas que te lleve a regresar a ese lugar ahora lejano en el que
tres hermanos buscan almejas que como hojas son arrojadas por la marea de su
escondite. El único testigo es un viejo
barco enterrado hasta la chimenea, vuelto una mancha deforme que hace difícil
pensar en un navío con todas las letras salvo por una crónica perdida entre
diarios amarillentos que alguien intenta no sean expuestos, porque se desharán
enseguida tornándose nada más que una reminiscencia. La que ahora aflora
volviendo a una mañana soleada con los pies pequeños dejando el camino de
hormigas y la presencia mayor que trata evitar el desbande de esa hueste de
tres personas.
Womankind (2019)
FUEGOS
Cuando
llegaron a la cima encendieron unos cuantos fuegos cosa de que los de abajo
supieran que iniciaba una nueva era y como símbolo del cambio de fuerzas en el
trono, aunque a los del barro poco les importaba esto. Esas luces lejanas parecían
las festividades de los ricos en tanto el mendrugo bajaba como un meteoro hacia
el oscuro vacío al que ninguna antorcha llega, entonces el cerebro consumido
añoraba la vuelta de los exiliados como única forma de traer algo más a la mesa
de todos los días. La tabla ya no estaba, usada como leña desapareció en dos
noches heladas a la que siguieron las cortinas, los marcos y los mangos de
ciertos utensilios. Luego las sillas, al final se sentaron en la oscuridad
absoluta iniciando una ronda de sueños interrumpida por los sonidos de los
estómagos hambrientos. El frío encontró lugar en cada rincón, las luces de las
estrellas eran como hielos en medio del firmamento surcado de las lágrimas de
los ancestros ante tanta desolación. Cada minuto una agonía esperando el
milagro, el maná que vendría del cielo cuando la libertad personificada
regresara y en tanto se dedicaron a roer las sobras que caían de lo alto del
muro. Los que estaban arriba tras los muros debatían sobre la posibilidad de
aumentar los tributos con los que mantener la maquinaria funcionando y pronto
el funcionario gordo plenipotenciario bajó a una de las casas derruidas. Allí
se instaló con un montón de asesores que recibían una parte del botín,
confiscando la pobreza de las manos de aquellos que carecían de nada y
retirando hasta las migas con las que pretendían ilusamente alimentar a sus
familias. Un porcentaje alto llegaba hasta el bastión que se encontraba en
reparación, aunque por el camino partes del metal se quedaban en cada una de las
etapas del control y a la larga los números seguían en rojo. Pasó el invierno,
los aldeanos emparcharon sus propiedades ajadas que se asemejaban a piedras
secas de las que pretendían sacar un cobre, destinando las mismas a alquileres
durante el estío. Olvidaron pronto las penurias, la situación repetida hasta
hartar al hartazgo, los aprietes al bolsillo y la mano del Estado que caían con
rigor sobre la masa desarmada así como el otro brazo que parecía agujereado de
tanto dar para mantener a la horda acallada. Midieron el instante en el que
existían sin ninguna consideración por un futuro no tan lejano, lograron
encender sus fogatas con los sueños de los más pequeños a los que no les
dejarían nada excepto el conformismo de saber que esto no cambiaría nunca. El
problema radicaba en que para que un estado de cosas se modifique no hay que
esperar a que por arte de magia o designio de los dioses ello ocurra, sino
modificar las conductas con miras a obtener un resultado distinto. Lo contrario
es un aval a todas las acciones llevadas a cabo por los sucesivos amos, los que
deberían recordar que la fuente de su poder no son sus riquezas o sus armas
sino aquellos que moran ahí en el llano. Pero desde los muros el mundo se ve
distinto, apenas unos puntos semejantes a pixeles que se mueven debajo y un
hilo de baba que de cerca seguro sea un río impetuoso. El mismo ímpetu con el
que los últimos gobernantes son desalojados, entonces la enorme fuerza entra en
escena aunque no es más que una vuelta al pasado y se dedica a derribar los
estandartes de sus predecesores. Luego la mano huesuda toma una de las teas que
cuelga de las torres arrojándola a las manos de uno de los tantos esbirros, el
que se ocupa de hacer correr la voz sobre el regreso de los días más felices y
enciende fuegos en diversos lugares, pero nunca les enseña a generar el mismo
sin la ayuda de arriba. Ahí aquellos que han recibido los embates de los
recortes se acercan a hacer la enorme fila para poder finalmente calentar las
tripas, en el tazón que reciben está tallada la imagen del líder infalible en
los tiempos difíciles. Todos los pecados yacen perdonados, basta con inclinar
la cabeza ante su majestuosidad y dejar el momento retratado en los libros de
historia, a los cuales sólo algunos eruditos acceden. Entonan viejas canciones
vitoreando al movimiento eterno que se ocupa de no renovar nada, administrando
los faltantes dado que se los han llevado como parte del saqueo de despedida y
ahora los emplean a los fines de poder seguir con el curro. El cuento es semejante
al de un manual de adoctrinamiento, solamente con ellos es posible que el
asunto marche rumbo a un éxito asegurado vendido a lo largo de tres cuartos de
siglo. El de pensar que únicamente los colores propios son los que sirven a la
hora de evitar el arrecife, pero negando el hecho de que ya el barco ha
encallado sin posibilidad alguna de retorno. Ahora a esperar que la marea se
ocupe de romper en pedazos los maderos, usando estos para encender un nuevo
fuego en la playa y calentarse mientras los demás se hunden. Caníbales que
sacrifican a los de su propia especie, sin remordimientos y con la conciencia
limpia dado que jamás han tenido una que los acompañe. Entre las paredes
húmedas cuelga el retrato del salvador supremo rioplatense, cuya cara cambia deteriorándose
producto de la corrupción del poder y esto se extiende como una mancha hasta
los verdes campos que de a poco mueren.
Memorias de un vagabundo (2019)
Una resma de hojas comprada con los últimos billetes que le quedaban en el bolsillo, luego se haría a la mar en medio de esa jungla de edificios que no tenían nada parecido al océano excepto la sangre que se derramaba todos los días intentando parecer una sociedad civilizada. Pero estaba lejos de eso tanto como las lágrimas del creador cayendo sobre los rascacielos, para encontrar el concreto debajo y luego simplemente desaparecer. Aunque a veces se filtraban por una hendidura haciendo crecer un pequeño árbol que se elevaría al cielo, la leyenda urbana dice que un día ese monstruo verde eclipsará al edificio más alto marcando el final de los tiempos del ser humano. Pero por ahora esto parece lejano, la ciudad alberga los desechos de la humanidad en una inmensa pila de restos que ocupan cada hendija que se encuentra sin morador. Se produce para luego tirar volviendo a adquirir un nuevo boleto al paraíso, un pedazo de material que no logrará pasar la Estigia en el descenso hacia el otro lado. Pero de qué lado me hablan, si acá llegó el organismo salido de ese lago de agua salada para alzarse sobre los demás seres vivos en una especie de autoproclamación en divinidad, empezando por las pinturas en las cavernas hasta alcanzar su máxima expresión con la fotito de cada momento en el que se respira. Luego el silencio, los anónimos son cada vez menos, el resto parece excesivamente concentrado en un juego de espías e indignaciones. No hay nada peor que saber que al otro, contacto, le está yendo bien cuando la basura empieza a apoderarse de nuestra realidad. Así que el tipo que laburaba en la papelera no prestó atención a ese vagabundo que dilapidaba sus últimos ahorros en un montón de hojas vacías, a quién carajo le podían importar esas cosas en este momento de digitalización. Ni siquiera se percató de lo gastado de los billetes, el buen día se quedó sin llegar a buen puerto, luego el sonido del timbre en la puerta cuando el náufrago se alejó y ese fue todo el contacto humano que recibió. Lo demás serían mensajes virtuales sin señales de humo, aunque el incendio estaba ahí latente esperando que los homos sapiens le arrojaran un poco más de leña a los fines de poder comenzar a arder. Sería tarde cuando las sirenas comenzaran a sonar, la última esperanza de evitar el arrecife yacía huyendo calle abajo con un montón de papel inmaculado y una sonrisa semejante a una mueca. Él más que nadie comprendía el rumbo que sus hermanos habían tomado, así que simplemente se dedicaba a intentar dejar grabado en alguna parte un mensaje de despedida que en realidad era la marca de su existencia, escribo porque existo. Respiro en la profundidad de esos campos blancos, siempre nevados hasta que la tinta viene a derretirlos volviéndolos un bosque literario que se esparce rápidamente. Finalmente, en el acto de cierre ese verde prado se queda atrás en tanto encaramos la siguiente obra buscando ocupar las rajaduras que se extienden por todas partes de esta estructura decadente que recibe el nombre de sociedad. Parece ser que he llegado tarde nuevamente para quedarme afuera de la obra que ha de desarrollarse sin mí como protagonista, previa paga de los tributos necesarios a los fines de acceder a este universo monetario que nos deja un par de gotas de agua para sobrevivir. Lo necesario sumado a una resma que pierde su virginidad de a pedazos, lo que tardo en mancillar el blanco puro con estos brazos de metal forjados en un lugar remoto.-
Desde Plaza Galo (versión original, 2018)
I
***
Gotas, gotas desprendiéndose de los tejados, gotas golpeando el cuerpo completo de los perros de la calle. El viento manipula la cortina de agua a su antojo, la luz de la calle recibe una granizada, la oscuridad de pronto invade el ambiente. Falta una hora para el amanecer en un lunes que se presenta ya insoportable, el domingo en la mañana resulta más alentador pero después de las cinco caemos en la melancolía que anuncia lo inevitable. Otra semana más comienza, con una linterna que obra de auxiliar de último momento pretendo esquivar los peligros que acechan en medio de ese apagón, algo habitual en este lugar así que no queda más que resignarse esperando que la electricidad regrese. La campera empieza a empaparse, a la lluvia no le gusta ver otra cosa que no sea un paisaje uniforme. Pretendería demasiado si cesara por un momento la descarga de agua que recibo sobre los hombros, para colmo la bufanda hace que se me empañen los lentes complicando aún más la travesía de esta mañana gris, ya extraño el sol del sábado que parece una historia demasiado lejana tanto o más que las incursiones bajo esa luz. Definitivamente nos atamos a obligaciones para poder sobrevivir pero no soportamos esas cadenas, cualquier salida sería aceptada sin pensarlo ante esta postal de comienzo de semana, algo un poco más acogedor con un café de por medio y las manos entibiadas. Ahora no resta sino cruzar lo más rápido posible esa tormenta que es un paisaje repetido, a dónde se ha ido la luz, en dónde el sol estará para poder dirigirnos en este primer acto del día. Ninguna respuesta, excepto los charcos que se forman en la esquina haciendo que todo se dificulte un poco más. La única beneficiada en este diluvio es la Negra, ella tiene el placer de observar todo desde la comodidad de un alero mientras los demás jugamos bajo este cielo. A veces envidio su suerte aunque ocurra lo que ocurra estará ahí al regreso, como si nada de esto hubiera pasado y se limitará a lamerme la mano invitándome a entrar. El único problema a esto es que el código de seguridad no aparece por ninguna parte, aunque si sus ladridos fueran palabras me diría que está en el bolsillo opuesto a mi lado más hábil.
miércoles
A través de una lluvia de fuego
Primera escena
El hombre despertó
sobresaltado, como si de pronto emergiera de una pesadilla y el mar le recordó
la borrachera pasada. La mujer lo observaba desde la cima de un pequeño médano,
se dio cuenta de que los nuevos huéspedes ya habían llegado.
Escuchó con paciencia,
mientras el sol le quemaba la espalda, una enorme reprimenda de la recién
llegada. Pudo ver que usaba uno de esos anteojos de sol que le cubrían gran
parte del rostro, la vio perderse dentro de la casa mientras él limpiaba la
bajada para el vehículo.
El consorte de la mujer dejó
abierto el baúl del automóvil en señal de que deseaba que le descargara el
equipaje, al culminar con la tarea se le pidió que preparará el fuego para la
cena de esa noche.
Ella descendió hacia la playa
harta de esperar a los amigos de su pareja, mientras éste leía un libro sobre
historia política y degustaba un vino en el interior de la casa. La luna
comenzaba a ocultarse detrás de gruesas nubes negras, dejando al mar como un
gigantesco espejo eclipsado.
Apenas fue un golpe, frío y
certero, tras lo cual se cubrió el cuerpo con la sangre de su víctima y dejo
que el fuego cubriera aquel lugar de perdición. Cuando ella regresó observó
cómo su futuro se hacía humo, atravesando un mar de llamas y cenizas hasta
encontrar el cuerpo de su amado.
También halló a su victimario,
manchado de rojo, las uñas le desgarraron las vestiduras y descubrieron la piel
blanca debajo. Pudo ver el terror en sus ojos cuando penetró en ella, con cada
movimiento de la tormenta desatada supo de las historias anteriores a ese
momento y al final al calmarse la ventisca bebió del mar rojo que la recorría,
hasta saciarse completamente.
Luego al abrigo de las llamas
corrió hacia el océano que le lavó las manchas, mientras la arena se tragaba
aquel lugar y él bebía en la playa a la espera de la siguiente marea.
Segunda escena
El traje lo hacía sentirse
como una sardina enlatada, tantas formalidades le parecían un exceso pero así
funcionaba éste mundo. El lugar estaba repleto de personas a las que no se
cruzaba durante el resto del año, tal vez porque su clase era la de los viernes
a última hora y el resto ya estaba pensando en el fin de semana.
Contempló el mar de
directivos, políticos, sindicalistas, docentes, alumnos y padres, vio a varios
niños jugando entre las sombras que proyectaba la institución. La ocasión de
aquella reunión era la inauguración de una nueva ampliación, lo que permitiría
admitir más estudiantes en esa comunidad costera.
El año aún no tocaba a su fin,
así que tanta sociabilidad le molestaba de sobremanera y más aún tener que
estar de gala. El viento anunciaba la tormenta que estaba por venir, la
sarrasón comenzaba a cubrir el aire. Notó entonces en toda esa atmosfera gris
un revoleo de faldas verdes y a su portadora.
Apenas habían intercambiado
unas palabras en todo el año, recordaba un par de insinuaciones a las que no le
dio importancia y la historia quedo ahí. Volvió a cruzar su mirada con ella,
todo lo demás pareció desvanecerse.
Atrás quedaron las risas, las
voces de los otros, las sombras los cubrieron y él fue a su encuentro. Bebió
hasta saciarse en el mar de sus labios recostándola sobre el material remanente
de la ampliación, levantándole la falda a la vez que descubría su pecho. Una
oleada violenta invadió a la mujer, la noche engulló sus gemidos mientras los
movimientos se hacían más frenéticos, hasta alcanzar el éxtasis definitivo.
Contempló su reloj y supo que
era la hora de ponerle punto final a la clase.
—La moral varía con el tiempo,
así lo que hoy está prohibido mañana puede ser permitido sentenció. Sus
estudiantes comenzaron a marcharse, notando como ahora esa otra persona formaba
parte del paisaje gris de la indiferencia.
Tercera escena
Febrero se iba, las personas
parecían correr presurosas tras los días que se les venían encima y el hombre
contemplaba esto con total desinterés. Lanzó la colilla a la acera, cerrando la
puerta de su oficina y saliendo al corredor interno.
El aire estaba viciado de los
olores que provenían de afuera, pero en particular de la humedad, el encierro y
los años del edificio. Una atmosfera vetusta pensó, mientras abría la puerta
del pequeño cuarto. Verificó que la cámara estuviera debidamente enfocada sobre
el lecho, luego se sentó a esperar que sonara el timbre.
El viejo chirrido lo sacó de
su ensimismamiento, su visitante acababa de llegar. No hubo preámbulos, ni
bienvenidas, ella ingreso por el pasillo y se introdujo en el cuarto. Se
desvistieron sin intercambiar palabra alguna, llevados por una vorágine que los
dejó exhaustos.
Sin embargo ella no se detuvo
un instante, se vistió y volvió por donde había venido. Entonces él, tras
recuperar el aliento, apagó la cámara, vistiéndose y volviendo a su oficina. El
viejo ordenador soltó un sonido al encender, descargó el contenido de la
filmación en el disco duro y contempló la escena.
Todo comenzaba suave,
acelerándose luego hasta convertirse en una acción violenta. Ella arqueaba
levemente su cuello con cada embate, apenas emitiendo un gemido que quedaba
sofocado cuando el encontraba su boca. Al final tomó el pequeño disco recién
grabado, bebió el caballito blanco que escondía debajo de le mesada y se
dirigió hacia la costanera.
Cuarta escena
Era un día caluroso, las
calles de tierra levantaban una polvareda y dañaban la vista. Todo parecía un
gran espejismo, lamentablemente la falta de dinero era lo único real. Se detuvo
a la entrada de su casa, colgando el saco en el viejo árbol y tomó el último
cigarrillo, mientras estrujaba el paquete vacío.
La situación al otro lado de
la calle era totalmente diferente, siempre parecía reinar un clima de fiesta y
de holgura. La única hija de sus vecinos se encontraba generalmente rodeada de
aduladores, sin embargo esa tarde tomaba el sol semidesnuda en una reposera.
Una sombra cruzó en ese
momento por su mente, terminó de fumar y se dirigió hacia el otro lado. La tomó
de un brazo mientras ella lanzaba un grito ahogado, llevándola hacia la
construcción que se levantaba detrás de la casa. Se desprendió la corbata y la
empleo para sujetarle las manos, al tiempo que la arrojaba sobre un
desvencijado catre.
Las pocas prendas que ella
llevaba quedaron a un costado, el descargó toda su furia sobre su cuerpo y
luego los dos entraron en los reinos de Morfeo. Un ruido en la entrada a la
obra la despertó, contempló cómo los empleados empezaban a despejar el lugar
del material que no servía.
Horrorizada deseó no ser
encontrada allí con un extraño, pero no atinó a reaccionar. Su acompañante
había despertado con el primer sonido y comenzó a hurgar debajo de su cintura,
invadiendo aquel recinto sombrío mientras ella ahogaba sus gemidos.
Cuando el último de los
obreros se retiró él se vistió sin prisa, dirigiéndose hacia su casa y
llevándose los cigarrillos que ella dejó a un lado de la reposera.
Quinta escena
Marzo transcurre lentamente,
el verano toca a su fin y los pocos turistas que aún quedan invaden la ciudad
tras la niebla. En esa tarde calurosa él espera que ella salga de trabajar,
observando el ir y venir de las camareras en el restaurante que se encuentra
enfrente.
Llevan un tiempo sin verse,
los recuerdos afloran haciendo la espera más corta. Un traje de baño
excesivamente pequeño para sus dotes cae al piso, ella lo introduce en un mundo
que ha desconocido y que ni siquiera podía imaginarse.
Ahora, varios meses después,
volverán a verse. Ella necesita buscar un lugar en dónde vivir el resto del
año, él ha prometido acompañarla. El pequeño ascensor los llevó hacia el cuarto
piso, el administrador del edificio los dejó solos para que vieran el
departamento.
El lugar era pequeño, una
cocina, un baño y una cama en el living, el costo tal vez era alto pero
más barato que en otros lados. Ella se sentó sobre el cubrecama rojo, él la
contemplo igual que en su primer encuentro y no tuvieron que decirse nada más.
Jaló de la ropa interior de su
amante, invadido por la excitación y el deseo, fue algo rápido temiendo ser
descubiertos. Apenas un instante más para recuperarse del reciente convite y
luego salieron al pasillo, el cuarto quedó solo como al principio.
Sexta escena
No sabía que creer, sin
embargo eso no era lo peor. Consultó a otros colegas y al final terminó
marcando el último número en la lista, el de su expareja.
Ella acudió a la cita
producida como siempre, una forma de demostrarle que seguía adelante y tratar
de desmerecerlo.
El planteó el caso sin
demasiadas vueltas, un paciente internado de cuyo diario surgían en detalle
distintas relaciones a través del tiempo y que podían haber terminados con más
de una muerte.
Ella encendió un cigarrillo
sabiendo que el odiaba que fumara en un espacio cerrado, sin embargo no se lo
demostró. Simplemente le acercó un cenicero y espero que ella le diera una
respuesta.
—Como
tantos otros, muchas veces solo se animan a contar aquello que habrían deseado
que ocurriera y por ser unos reprimidos simplemente no lo hicieron. Después de
todo la moral no va con el sexo y tampoco conmigo, dijo ella mientras cruzaba
las piernas.
El entendió la provocación
detrás de aquella frase, corrió la mesita que los separaba y se abalanzó sobre
la mujer, jalando de su blusa mientras buscaba debajo de su falda. Descubrió
algunos cambios en relación a otros encuentros, colocando sus piernas sobre sus
hombros al tiempo que violentaba su seno.
Con un último estertor se
sació por completo, no dejó que ella se recuperara, la tomó del brazo y la
llevó a la rastra hasta afuera, cerrando la puerta de su consultorio. Luego se
dirigió hacia la mesita y procedió a vaciar el cenicero.
Séptima escena
Era curioso, todo alrededor
parecía haber cambiado pero aquel lugar estaba como en la época en la que se
conocieron. La mujer había vuelto sola, su pareja se encontraba a unos miles de
kilómetros de allí junto a sus críos.
Por su parte él no había
formado una familia, simplemente deambulaba de aquí para allá y cada tanto
pasaba a visitar a todos los sobrinos que tenía en la vieja ciudad. La niebla
que cubría a la escollera parecía darle la bienvenida en cada vuelta.
Eran cerca de las dos de la
mañana cuando olfateo el olor a tabaco, ella fumaba en el balcón con la mirada
perdida en la noche. El aceptó una pitada tras años de no encender uno solo de
esos cilindros cancerígenos.
Cuando estaban volviendo a la
casa la tomó por detrás y la giró hacia él, sus ojos brillaban señal del llanto
que la había invadido. Besó esos labios carnosos como en el pasado, recibiendo
una respuesta automática de parte de la mujer.
No llegaron al cuarto que se
encontraba al otro lado, la mesa de la pequeña sala les sirvió de lecho
improvisado. Contempló las curvas de aquel viejo templo sumergiéndose en ella,
la lluvia se llevó los jadeos de ambos y los sumió en un sopor que el alba
cortó.
Cuando despertó vio a los dos
pequeños, ella conversaba animada con su esposo y él se preparó para poner la
farsa en escena. Era hora de conocer a sus nuevos sobrinos.
Octava escena
Era un antro oscuro, la mujer
se llamaba Sandra y en esa noche habría de curarle el mal más grande para un
hombre de este tiempo. Apenas recordaría luego cómo es qué se dejó llevar hacia
ese lugar, parecía ser que existía una exigencia social en todo aquello.
La mujer se movía lentamente,
aunque él estaba embriagado así que todo iba más lento y no supo cuándo fue que
aquel asunto llegó a su fin.
Recordaría el camino de ida y
el de vuelta, la sonrisa cómplice de ella mientras esperaba a un nuevo cliente
y algunas palabras de sus amigos al día siguiente.
Todo lo demás quedó olvidado
en las ruinas de su virginidad, lo que lamentaría por muchísimo tiempo.
Última escena
Sintió el frío de las
baldosas, el aire fresco de la mañana que se colaba por la ventana del cuarto.
Pensó en esa piel blanca, esos dos ojos azules que lo condenaban siempre, una
cabellera teñida en los extremos, el rostro de la mujer que le expedía los comprobantes
de pago, la sonrisa de alguna de las estudiantes o las ocurrencias de las
demás.
Todo pasó frente a sus ojos en
un resplandor, su primera vez, el llanto por un amor no correspondido, las
heridas que sangraban sin ser visibles, una mirada huidiza, un ramo de rosas
mojado por la lluvia y la pregunta de siempre: ¿por qué?
Al final simplemente se dejó
llevar por el deseo, él cual nunca encontraba un cuerpo que lo saciará y
contempló como el remolino arrastraba los restos del naufragio. Luego la
lluvia, ardiente lluvia, vino a lavar sus heridas y a mantenerlo en este mundo.
Extremos
En lugar de recibir el aire de
la mañana le cayó una bofetada y un ramillete de insultos dirigidos hacia su
humanidad. No podía entender cómo hacía solo unos momentos estaba bebiendo
café, rodeado de una paz enorme y ahora le ocurría esto.
Tuvo que sujetarle las muñecas
y evitar que le diera con las rodillas, al final optó por arrastrarla hacia
adentro no sea cosa que los vecinos se enterarán de ese incidente.
Cuando finalmente se calmó,
pudo contemplar que se trataba de una mujer de unos cuarenta y cinco años (sólo
una probabilidad, mejor no joder mucho con la edad de del sexo femenino).
—Sos un hijo de puta, vos sos
el depravado que se acuesta con mi hija.
La miró incrédulo, aún no
salía de su asombro cuando ella lo escupió literalmente en la cara y él aflojó
la presión sobre sus manos. Luego, se dirigió a la cocina y se secó. Ella se
quedó observándome desde el living.
—No sé quién es tu hija
comenzó a decir.
—Sos un degenerado, sólo tiene
quince años.
—Señora, yo vivo solo. Ni
siquiera tengo un perro en la casa. Los únicos que vienen son los gatos sobre
el tejado…
—Claro y no te basta con
ellos. Necesitas destruirle la inocencia a una piba. Vas a pagar las
consecuencias y le arrojó uno de los gruesos tomos de historia que tenía de la
época de la primaria.
Antes de que siguiera
lanzándole proyectiles se acercó a ella, esta le cayó encima golpeándolo con
sus pequeñas manos. Nuevamente trató de trabarla y cayeron al suelo. Entonces,
en medio de toda la agitación que los rodeaba él la besó. Al principio se resistió
para luego aflojar toda la tensión, inmersos en un mar de brazos y piernas
desparramados.
Se arrastraron hasta el lecho,
el mundo afuera dormía y el sopor los envolvió.
—No conozco a tu hija le dijo,
no sé quién sos vos.
—Yo si se quién sos, fuimos
juntos a la secundaria.
— Ah ¿si?.
—Yo me sentaba detrás tuyo,
eras el único que estaba callado la mayor parte de la clase.
—Vos sos Laura le dijo, qué
distinta que estás.
—Un matrimonio, tres hijas, un
divorcio y varias elecciones desastrosas. Ayer vi a mi hija, entrando a Este
lugar. Luego vos saliste y yo saqué conclusiones.
—Detrás de la casa hay un
predio del Club Océano que se usa para campamentos, tu hija no entró nunca a
éste lugar.
—Mejor para vos entonces me
dijo, mientras se vestía y salía. Escuchó la puerta cerrándose y se adormeció.
A media mañana despertó, se
dio una ducha y preparó café de nuevo. Había llovido en el lapso en el que
estuvo durmiendo, así que el aire fresco se colaba por la ventana.
Levantó la pesada enciclopedia
Estudiantil que Laura le había arrojado, recordando a una chica de cabellos
enrulados que nunca le dirigía la palabra. Sus gafas le daban un aspecto de nerd,
siempre había sido así.
Abrió la puerta, sintió al mar
rugir al otro lado de los médanos y al terminar la taza se dirigió de nuevo
hacia el interior. Sintió unos pasos detrás de suyo, tuvo el tiempo justo de
darse vuelta y detener a la gacela que se abalanzó sobre su persona.
—Me acabó de ratear de la
escuela, creo que no notarán mi ausencia por un rato.
Instintivamente sus manos
habían rodeado su cintura, notó que debajo de la falda no llevaba nada. Ella se
percató también de su asombro y le susurró al oído:
—Así será más rápido.
Dicho eso se dirigió hacia el
interior de la casa, dejando su atuendo esparcido a lo largo de la senda que
recorría.
Y él seguía sin comprender cómo
hacía sólo unos momentos estaba bebiendo su café, rodeado de una paz enorme y
ahora le ocurría esto.
Restos de una lluvia de fuego
I)
Despertar,
sabiendo que el mundo se ha destruido en miles de pedazos, recordando cómo los
sueños que tenía se convirtieron en una pesadilla. Peor aún hacerlo en terapia
intensiva, el miembro inferior izquierdo amputado, los otros sólo el de arriba
sabrá. Durante una eternidad maldijo su suerte, la de los que estaban con él y
al final descubrió que no moriría por ello. Tal vez los otros habían tenido
mejor destino, mala época para andar tullido por el mundo y sin un centavo en
el bolsillo.
Con
el tiempo aprendió a distinguir a las enfermeras del pabellón, escuchaba
quejidos acompañados del llanto al otro lado de las cortinas. Cuando tuvo
conciencia de que su hora no había llegado hizo mentalmente una lista de cosas
que le quedaban pendientes. Y para su sorpresa era más de una, aunque algunas
le parecieron imposible pronto estaba poniéndolas en práctica.
La
primera mujer le respondió con una bofetada, las demás se contentaron con
ignorarlo pero tras una larga espera consiguió lo qué quería. A la medianoche
terminaban los turnos de la tarde, media hora antes la enfermera que lo cuidaba
corrió las cortinas cubriendo el catre en donde se alojaba.
Se
montó sobre el a horcajadas haciéndole sentir coómo una parte cobraba vida de
pronto, ahogó los gemidos saboreándola por completo, recorriendo con su mano
útil la totalidad de aquel cuerpo juvenil.
Al
final apretó fuerte su cintura sintiendo como el placer alcanzaba su máxima
expresión, para luego abandonarlo.
II)
Al
menos, los primeros momentos fueron de euforia. Luego se calmó sabiendo que
estaba logrando lo qué había deseado, ni bien la tuvo a su merced sobre la mesa
del living y los restos del desayuno, que aún no había levantado, se
sacudieron.
Lo
qué descubrió superó a lo qué imaginaba, se sació hasta llegar casi al final y
se detuvo girándola para comenzar a descender por su espalda. Luego se tomó el
tiempo necesario para incursionar una vez más en ese cuerpo, desatando una
fuerte tormenta que llegó a un doloroso epílogo.
Después
se sentó del otro lado de la casa, a la espera de que su mujer llegará con los
niños y encontrará a su amiga aguardándola.
III)
Nos
deslizamos hacia afuera dejando atrás el bullicio de la fiesta, pero no fuimos
al mercado que estaba enfrente al edificio.
Desatamos
la tormenta un piso más arriba, hurgando entre su ropa y desprendiendo el
sostén. Los únicos limones de esa noche serían aquellos sobre los que cerraría
mis manos.
Hurgando
entre lo más bello, saciando en un frenesí todas las fantasías acumuladas y
conteniendo la respiración, jadeante, cuando escuchamos las voces debajo.
Luego
nos calmamos, volviendo por separado y notando que nadie se había dado cuenta
de nuestra ausencia.
IV)
Se
puso el casco y se aferró al atril, en medio de un círculo de velas negras que
llameaban jóvenes. Su iniciador se despojó de la túnica oscura, rasgando la
gasa a la altura de la cintura y comenzando a beber de aquellas curvas durante
un buen rato.
Comenzó
a hurgar dentro de ella hasta que estuvo satisfecho, luego la asió con fuerza
de la cintura y redujo a ruinas el santuario hasta que la marea lo invadió.
Se
alejó del círculo dejando que la iniciada se recobrara, abandonado aquella
torre como tantas otras noches.