La dama ha regresado quitándose el pesado manto del invierno, aunque este en un último ataque de ira azota al mundo con la ventisca que se torna gotas de rocío desatando el infierno verde sobre la superficie. Los nidos se poblarán de trinos nuevos a la vez que el sol se suelta compensando al mundo por la larga jornada de la espera, la marea glauca emerge como una bestia de las profundidades y reclama su lugar en el patio. Vendrán las tardes largas acompañadas de los gritos de los niños persiguiendo a aquel balón errante y las máquinas que hacen retroceder a la hierba que toma impulso desde la oscuridad de los terrones. Y Hades dormirá sabiendo que su cama está vacía, no así sus arcas a las que siempre refrescan las almas nuevas.
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