I
Por fuerza he tenido que volverme cabulero, recurriendo a
extremos tales como el ajo, los dedos cruzados y los cuernos. Calculo que nada
de eso debe servir aunque en ocasiones el karma se carga hasta ser
detonado, en la cara del primer boludo que anda cerca para pagar la cuenta. De
esa forma el pretencioso, soberbio e ignorante ha tenido que soportar una noche
entera sin acceder al brebaje, preparado éste para la digestión del comensal
(hipertensos afuera) y no para ser mezclado con un baluarte del imperio (frase
tomada prestada de un ruso). Los excesos de estos días han llevado a algunos a
soportar la prueba, un vaso pequeño conteniendo el líquido negro que sabe a
hierbas detonando en la oscuridad antes de la siesta.
II
Verde, sombra, el sol oculto entre el follaje, el can que
aguarda en un extremo del pedazo de océano, la enredadera con todo su esplendor,
la infaltable fila de hormigas, el agua desalojada por un cuerpo azotado, las
aspas en el cielo y en la tierra, la siesta al fresco, la noche, las historias,
esa reunión de ayer en el infierno, los viajeros que regresan ilesos, los
títeres anunciando la misma obra, los adoquines, diagonales y placas, el
vínculo entre Manuelita y La Plata, las cargadas a los de la contra, el 7 a 0,
el barrio Tripero, el León que le ruge al Lobo, el café omnipresente, el supermercado
que debe ser chino o no es tal (se permite el estereotipo), la mezcla de
líquidos con el agregado de hielo, la picada y las risas.
III
Cerca de las 17 horas partimos rumbo a la estación que da a
la plaza, el calor se sentía agobiante. Dentro el oasis invita a desembolsar la
ofrenda, e, infierno para los que no pueden comprar un cacho de cielo. Llegados
Ale y Fer comenzó el viejo método de comunicación, sin estar con la mente
raptada por una pantalla. También llegaron los relámpagos, las gruesas nubes y
el granizo acompañando a la lluvia. Parte del fuego se calmó entrada la noche, nuestra
conversación giró en torno al universo ya que nos poníamos al día. La despedida
temporal fue con premura dado el pedido recibido, siendo sorprendidos por otro
aguacero mientras cumplíamos la misión.
IV
El sujeto de esta historia apenas podía estar en pie dados
los pocos meses que tenía, ahora duerme en la parte trasera del vehículo que lo
lleva a tomar otro navío rumbo a la ciudad oculta en la bruma. En el medio damos
un paseo los cinco hasta que la lluvia nos obliga a huir, la flaca me tira la
bronca por no haber reclamado la fotografía. Por ello la siguiente vez será
distinto, él vuelto en el guía que nos saca del laberinto. De los adoquines a
la sarrasón que ya conozco, deambulando por calles tan familiares como una
paramnesia. La torre emite una pulsación a través de sus luces rojas, el faro
dando la bienvenida al navegante cuya sangre lo identifica como parte de la
historia. Tinta azul de las letras.
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