domingo

Día 5 (Búnker)

Día 5: dejando atrás la seguridad del hogar, si acaso se puede confiar en ello hoy, todo yace detenido igual que el paso de las horas del confinamiento obligado producto de un enemigo que ha llegado a sentarse en la mesa esperando que su aperitivo se le acerque en bandeja y desatar la destrucción provocando un colapso que en otras partes se traduce en camiones  llevando féretros. No habrá despedida por el momento, el tiempo dirá igual que ahora contando los pasos hasta el cesto de basura que marca la vuelta forzada a la seguridad de los barrotes que no es tal. La perra recorre el perímetro, la música viene desde otra dimensión en la que los náufragos como nosotros se refugian esperando que no les llegue el veneno, mismo método de destierro para las hormigas en lo que se asemeja al huésped invisible que aguarda el llenado de las copas con ese océano que recorre nuestras arterias. La soledad del exterior, la canilla cuyo goteo ya dejó de ser un sonido más y se ha vuelto la manera moderna de contar ovejas, el androide no sueña con ellas porque se encuentra recargando y saltando sus propias vallas burlándose de nuestros intentos de poder conciliar el sueño. La repetición llamada rutina marcaba ciertos aspectos consolidados, pero acá no hay nada de ello, las barreras de los horarios han desparecido y reducen todo a quedarnos tranquilos viendo las horas pasar. Cualquiera podría volverse loco pero no hay nada más que hacer, dejando la pantalla encendida por si en una de esas finalmente alguno aparece admitiendo que esto no ha sido más que un capítulo nuevo de un engaño bien diseñado. Nada de eso, las cifras siguen en ascenso, la desolación planta una bandera que no flamea y sepulta la esperanza de llegar pronto a un final de este momento bajo toneladas de ansiedades que se vuelven letras frente al procesador de textos. Vendrá el día, la tragedia seguirá su curso, los insensatos nos condenan a la extinción de seguir por ese camino, las barreras son levantadas en sitios que antes nos recibían con los brazos abiertos. La misma imagen se repite, montículos, iracundos, hacinamiento, inconscientes, desbordes, algunos muchos que se tomaron esto como una comedia y no vieron el cartel de tragedia encima de todo firmando la salida apresurada para tomar una ruta que los ha conducido a la exposición innecesaria. Pero dejan en evidencia la falta de humanidad, el todo vale con el que se han criado hasta poder tomar decisiones que son siempre culpa de los otros por haberlos primeriado y las exhiben como el mejor de los logros. Los metros sobre el concreto se asemejan a un patio amurallado, la única diferencia está en que podemos decidir permanecer allí tranquilos dejando de lado todas esas preocupaciones y darnos una chance más grande de salir de esta enorme tormenta que cubre nuestro momento aquí en el mundo de los vivos.

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