Vienen por los restos del
banquete, poco importa quién se llevó la mejor parte en tanto algo quede a los
necrófagos. Las copas se llenan con nuestro sudor, la sangre de los explotados
y el último suspiro de la resignación. Los rostros viejos aparecen con ideas
superadoras, intentando no resolver el problema causado y agravado por los de
ahora. Esconden detrás de las soluciones un reparto de la mortaja, no importan
en absoluto los ciudadanos sólo el sentarse en la silla del mandamás de los
morosos. Mostrar la opulencia, la acusación digital y la pérdida de valores,
los emblemas de una sociedad bárbara que observa hacia otra parte en la
búsqueda de la civilización. Armando las fuerzas de choque con licencias
infinitas, derechos sin obligaciones, prepotentes con doctorados en tales
menesteres que entonan una interjección dado que se olvidaron la letra.
Cuaderno 2, 2.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario