VI).- Verano
El sol se pasea sin contratiempos
por su campo celeste, ante la
presencia de alguna amenaza
las nubes son arrojadas por
la bola dorada hacia los doce
rincones en una especie de
partida de pool.
Abajo los grillos cantan
en las sombras de los pinos,
la silla aguarda bajo el álamo
a que el capitán inicie el ritual.
Pequeñas hormigas salen a
llevarse los restos del pan
comprado
entre la muchedumbre que
se agolpa frente a las vidrieras,
en un intento de traspasarlas
y llegar antes que los demás.
VII).- Luz
De qué sirve crear si se condena
a esa pequeña obra a la oscuridad
de un cuaderno dejado en un
rincón,
sin abrir nunca la ventana que le
permita volar finalmente
volviéndose un pez alado
en el océano eterno de
las letras y la imaginación.
Un amanecer llegando sobre
versos e historias que remarca
el color de esas líneas sobre las
que se dibujan nuestras vidas,
quedando como testimonio de fuego.
VIII).- Instante
Por un momento fueron felices
todas las líneas de la vida se
resumían
en ese momento único,
tanto que debo apelar a la
imaginación
porque no me ha tocado vivirlo.
Dibujó los sueños de ambos
con el primer grito en este mundo,
luego calló al igual que la cigarra
cuando recibe su ración de agua.
La pequeña flor brilló durante
siete interminables días,
para apagarse convirtiéndose
en amargura pura en donde
hubo tanta dicha.
Sus pétalos vuelan a lo alto,
en el lugar en el que se halla
la paz aunque acá abajo
duela tanto la ausencia.
IX).- Calor
Vete ya, deja que
otro interprete la obra
consistente en aclimatar
nuestras vidas.
Un puñado de turistas
se esconden del sol,
pero los gases de la
ciudad los siguen a todas
partes e incluso el mar
muestra burbujas
cada tanto.
No hay forma de huir de
este destino, demasiada
humedad y golpes
propinados por el sol
sobre nuestras ya
golpeadas existencias.
Apenas una gota
de viento trae un
dejo de esperanza
a los navegantes que
deambulan buscando
un respiro.
Gruesas gotas se vuelven
las andanadas del sudor,
que recorre las extremidades
buscando mojar el asfalto.
La ropa se impregna de
esa lluvia, aunque sería
mejor que la tormenta
azotadora de las hojas
desprendidas a cuenta
del otoño se desate
desalojando toda esa
atmosfera sofocante,
para que el viento corra
el telón y le dé al sol
la posibilidad de brillar
sin calcinarse.
X).- Aguacero
De las raíces emerge el coro
de la vida, retoños del paraíso
vegetal que atesora a los
grillos en un nuevo concierto.
Luciérnagas titilan en la noche
helada, emisarias de estrellas
lejanas que cortan el azul
oscuro del cielo.
Los sapos juegan a recaudar
para pasar el invierno,
mojándose con el rocío
que acumula la canaleta gastada.
Las ranas le cantan a la
lluvia hartas de la humedad
y del vuelo de los mosquitos,
esperando el milagro
de ver al cielo llorar ante el
pedido reiterado.
Entonces callan, incluso
los batracios buscan
refugio en la tierra
cuando el mar se muda arriba
y la gravedad hace que caiga.
Luego viene el silencio,
el jurado verde se hace oír
desaprobando ese aguacero
que no los deja contentos.
Entonces una caña inicia
la ascensión luego de que
un machete la mandara abajo,
sin consideración alguna de
su función de instrumento
musical del viento,
eterno cantor.
Cuaderno 2, 1 - 2.