Hay paridad en los puntos y así es como aquellos Globetrotters del Granate se medirán en el marco de la vigésima cuarta fecha contra River Plate, dirigido por José María Minella. Un año antes Lanús ha ganado la Copa de la Provincia de Buenos Aires, aunque el cotejo en el marco del Campeonato de Primera División de 1956 es harina de otro costal. Ese domingo 28 de octubre de 1956 la Fortaleza está repleta, de lejos se siente el calor que baja de las tribunas en medio de una primavera que reflorece como heraldo del estío. Esto lo sabe bien el joven Armando ahí en las intersecciones de las calles Domingo Purita y Villa de Luján, oteando al océano verde que aparece a una cuadra más al sur marcando el final de la civilización. Espera tal vez poder presenciar algún tropel producto del malón o bien la aparición de la luz mala, siendo esto enseguida juzgado por los adultos como producto de una mente juvenil que aún ha de probar los obstáculos de la vida. Vuelven sus ojos hacia la posición de aquel griterío que lo atrae como la luz a un pobre insecto, uno de sus oídos escucha las voces de la noche en tanto su par intenta descifrar el mensaje que emite la Spica colgada sobre el perchero en reemplazo de un saco que culminó apolillado. Intenta captar las variaciones en la frecuencia nocturna, ello ayudado por el silencio al que se han sometido las ranas una vez comenzado el match y el viento que ha cesado dedicándose a observar colado en alguno de los recovecos de la mole teñida de tonos carmesíes. Un segundo antes sentirá qué algo pasa, la radio habrá perdido la señal pero su corazón no le mentirá y enseguida el alarido ensordecedor se extenderá perdiéndose en la Pampa que duerme en las penumbras. Gol de Alfredo el Tanque Rojas, irónicamente vinculado en la década siguiente a los acérrimos rivales de la Banda, las gargantas se gastan de tanto corear el himno más sagrado de todos y que se aprende enseguida como un mantra. La cacofonía apenas se aplaca al finalizar el primer tiempo dado que el arco defendido por Manuel Ovejero ha recibido apenas un tanto y siendo que Amadeo no está la incógnita sigue sobrevolando el campo de batalla. El pibe respira profundo recibiendo el frío del atardecer que es un resabio del invierno, de pronto la señal ha regresado al aparato suspendido en el aire soltando varios anuncios y en el estómago hay una angustia que se empieza a manifestar. Toca volver al segundo tiempo, ahí el coro de hinchas retoma su labor acompañando cada una de las embestidas del torero vestido para la ocasión aunque la bestia sigue siendo peligrosa y más ahora que se encuentra herida. A todo esto los malditos batracios han recuperado la memoria y anuncian el vendaval del agua, las cortinas del cuarto se agitan conocedoras de que pronto deberá cerrarse por seguridad aquella ofensa en el muro dado que muestra la libertad en la prisión. La señal se ha mudado a otra parte nuevamente, le queda únicamente adivinar en medio de la atmosfera ahora crispada alguna información sobre el encuentro. Y el desgraciado del intérprete de pronto deja un espacio en blanco como si se hubiera olvidado la letra, debe estar poniéndose senil de tanto hacer lo mismo, escuchándose el silencio. Sí, el silencio puede ser oído y en este caso es la conclusión inevitable de que los contrarios reaccionaron siendo que el Relojero comenzó a jugar. El asunto ni siquiera está 1 a 1 que sería una mala noticia a medias, no, absolutamente no, los visitantes han asestado dos golpes por intermedio de Félix Loustau y José María Sánchez Lage. Aún queda espacio para la hazaña se imaginará ya abatido el chico en su lecho, con la desazón que empieza a cobrar forma y se instala allí como en el ahora lejano estadio. Falta la puñalada final pergeñada por un Ángel que será demonio al minuto 88 e implicará sentenciar el campeonato con bastantes fechas de sobra, aunque también dará lugar a un extraño fenómeno. Varios hinchas de Lanús romperán sus carnés convirtiéndose a partir de aquel instante en seguidores de la Banda, hecho que me contará el ya entrado en años Armando que ha seguido por idéntico derrotero. ¡Y encima me carga a mí con el 3 a 1!
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
domingo
sábado
Vieja estación (Las Armas)
Ya el líquido no sube desde las entrañas de los tanques que jamás volverán a atronar en el recuerdo de los vehículos escapando rumbo a la feliz, no sin antes evadir los recuerdos de la dejadez en el pavimento que emula a un gruyer. Dentro queda el último de los bastiones, un café servido con las medialunas correspondientes para completar el sueño de los cansados itinerantes que saben que el mar está cada vez más cerca, el sol pega sobre la fachada buscando alguna cara conocida más la mutación es necesaria para que el asunto aún funcione. Emulando a un vigilante del pasado la silueta de los surtidores capea las inclemencias quitándose en ocasiones la herrumbre para soltar la historia que yace almacenada como el último de los tesoros que ha de replicarse en cada uno de los testigos, los que dejando las migas para los pájaros (también de paso por allí) retoman por la Autovía 2 sabiendo que en noventa minutos todo estará decidido (igual que en el fúbol, che).
lunes
Escritos nuevos III
I
Por fuerza he tenido que volverme cabulero, recurriendo a
extremos tales como el ajo, los dedos cruzados y los cuernos. Calculo que nada
de eso debe servir aunque en ocasiones el karma se carga hasta ser
detonado, en la cara del primer boludo que anda cerca para pagar la cuenta. De
esa forma el pretencioso, soberbio e ignorante ha tenido que soportar una noche
entera sin acceder al brebaje, preparado éste para la digestión del comensal
(hipertensos afuera) y no para ser mezclado con un baluarte del imperio (frase
tomada prestada de un ruso). Los excesos de estos días han llevado a algunos a
soportar la prueba, un vaso pequeño conteniendo el líquido negro que sabe a
hierbas detonando en la oscuridad antes de la siesta.
II
Verde, sombra, el sol oculto entre el follaje, el can que
aguarda en un extremo del pedazo de océano, la enredadera con todo su esplendor,
la infaltable fila de hormigas, el agua desalojada por un cuerpo azotado, las
aspas en el cielo y en la tierra, la siesta al fresco, la noche, las historias,
esa reunión de ayer en el infierno, los viajeros que regresan ilesos, los
títeres anunciando la misma obra, los adoquines, diagonales y placas, el
vínculo entre Manuelita y La Plata, las cargadas a los de la contra, el 7 a 0,
el barrio Tripero, el León que le ruge al Lobo, el café omnipresente, el supermercado
que debe ser chino o no es tal (se permite el estereotipo), la mezcla de
líquidos con el agregado de hielo, la picada y las risas.
III
Cerca de las 17 horas partimos rumbo a la estación que da a
la plaza, el calor se sentía agobiante. Dentro el oasis invita a desembolsar la
ofrenda, e, infierno para los que no pueden comprar un cacho de cielo. Llegados
Ale y Fer comenzó el viejo método de comunicación, sin estar con la mente
raptada por una pantalla. También llegaron los relámpagos, las gruesas nubes y
el granizo acompañando a la lluvia. Parte del fuego se calmó entrada la noche, nuestra
conversación giró en torno al universo ya que nos poníamos al día. La despedida
temporal fue con premura dado el pedido recibido, siendo sorprendidos por otro
aguacero mientras cumplíamos la misión.
IV
El sujeto de esta historia apenas podía estar en pie dados
los pocos meses que tenía, ahora duerme en la parte trasera del vehículo que lo
lleva a tomar otro navío rumbo a la ciudad oculta en la bruma. En el medio damos
un paseo los cinco hasta que la lluvia nos obliga a huir, la flaca me tira la
bronca por no haber reclamado la fotografía. Por ello la siguiente vez será
distinto, él vuelto en el guía que nos saca del laberinto. De los adoquines a
la sarrasón que ya conozco, deambulando por calles tan familiares como una
paramnesia. La torre emite una pulsación a través de sus luces rojas, el faro
dando la bienvenida al navegante cuya sangre lo identifica como parte de la
historia. Tinta azul de las letras.
sábado
Perséfone
La dama ha regresado quitándose el pesado manto del invierno, aunque este en un último ataque de ira azota al mundo con la ventisca que se torna gotas de rocío desatando el infierno verde sobre la superficie. Los nidos se poblarán de trinos nuevos a la vez que el sol se suelta compensando al mundo por la larga jornada de la espera, la marea glauca emerge como una bestia de las profundidades y reclama su lugar en el patio. Vendrán las tardes largas acompañadas de los gritos de los niños persiguiendo a aquel balón errante y las máquinas que hacen retroceder a la hierba que toma impulso desde la oscuridad de los terrones. Y Hades dormirá sabiendo que su cama está vacía, no así sus arcas a las que siempre refrescan las almas nuevas.
viernes
Escritos nuevos II
I
La hemos pasado genial, con algunas ausencias, pero lo importante es la reunión. La atmosfera generada por las voces al unísono, los carbones que corean la ocasión espantando a las nubes. Cargamos aquello que amamos con nosotros, fuimos a través del camino en busca de esas provisiones sin que importaran los atascos de los demás. Nos sentamos cerca del metal ardiendo, las historias se han puesto al día dejando a un costado el año de cárcel. Se esfumó con las columnas grises que entibiaron el cielo atrayendo al sol, aburrido de esperar que el telón se suba para recitar sus odas. Nuestro sueño fue breve para continuar en la noche.
II
Bajo el farol entrando el concierto de estrellas, dentro los comensales cantaron recibiendo el coro de los caninos en una puesta en escena que no quedó clara. Habían transcurrido un puñado de años, incluido uno que nos fue robado, borrado de la existencia pero sin devolvernos el esfuerzo. Las copas chocaron al igual que campanazos llenándose de risas y anécdotas la velada. La bruma dijo presente para que nuestros sueños queden ocultos, pequeño sacudón incluido el cesto en la otra vereda. Antes de dormir el huargo recorrió el patio intentando hallar los motivos de la ausencia, retornando al refugio para que sus pensamientos se unan a los nuestros hasta que la llave gire dos veces. Ahí casi deja en el piso al sujeto que lo liberó.
III
Vino Gonza trayendo a su María con varios agregados, el calor de las 16 horas no nos iba a detener en nuestro propósito. El mate para después de las seis, por ahora la sed de la contienda debe ser saciada desde atrás de un monitor. Nada de adornos caros, para qué si nuestro nivel es él de aquellos que quieren pasar el rato compartiendo eso que los vincula habiéndolo ignorado pese a estar muy cerca durante unos años. Incluso esa música registrada al realizar un asado recordó a otras personas allá en MDQ, hasta que la pregunta fue hecha y pudo trazar un paralelismo. La imagen en la pantalla de bienvenida le confirmó que detrás de esta máscara hay otra máscara.
IV
Tu vientre crece, aguardas a que alguien se percate de las
dos existencias con ese bidón en la mano. Ya falta poco para pegarle el grito
al mundo en la cara, dándote éste la bienvenida a la jungla llamada Paraíso con
todas sus maravillas y las cuotas obligatorias de horrores. Para compensan las
ausencias son necesarios los sacrificios, la flor no se va a quedar en el
cantero sino que buscará alcanzar al sol que no se dio cuenta de su presencia.
Hasta que le toca la espalda para luego esconderse, el perpetrador pasa
desapercibido entre tantos conflictos humanos. En las grietas del asfalto y el
cemento crece aquella que ha de sacudir al mundo.
martes
Tinta en la sangre
El hombre cargó sus bártulos en un viejo carro cuyo caballo se había ido en la hambruna, dejando atrás las cenizas del hogar y alejándose de la civilización que lo veía como a un loco, siguiendo el curso de la ría para otear a los venados escondidos entre los pastizales rematados por alguna tala vigía de aquellos humedales. Encontró su destino en unas casuchas derruidas en las que se instaló sacando su escaso equipaje y ocupando una destartalada mesa con un montón de cuadernos viejos en los que escribiría el capítulo final. Arrojó un improvisado cebo en las aguas de aquella corriente siendo recompensado de vez en cuando con alguna presa que ensartó entre alambres quemando los restos de las edificaciones abandonadas luego de la crecida, bajo el ardiente sol sus labios se volvieron como un papiro entrado en los eones del olvido. Bebió el agua de la lluvia que se amontonaba en un tonel herrumbrado continuando con la labor de escribir aquellas páginas hasta que su propio cuerpo fueron los versos uniéndose con el papel y el líquido azul vertido en él, quedando las páginas amontonadas a las que el viento da vuelta mientras la marea sube a comerse el muro un poco más desde donde los pescadores aguardan su recompensa.
lunes
WARCRAFT II (2002 - 2003) ¡POR LA HORDA!, CAPÍTULO 3
El Actua Soccer 3 de Gremlin Interactive fue y es el videojuego de fútbol más completo que haya salido alguna vez, la verdad viendo la competencia de las dos marcas que han quedado dando vueltas tras la gloriosa era de los arcades y las versiones de consolas todo lo viejo me sonará siempre distinto a la basura de las cajas de botín, el club de cada versión, las publicidades, los botines, ¿pero qué carajo es esto, un simulador de fútbol o un desfile de pelotudos? Modas, insoportablemente humanas y estúpidas, como la materia fecal que atrae a las moscas siendo millones de ellas (la mierda es mierda, jugadores). Cambiarán los envoltorios, surgirán las versiones en HD, las remakes que ya suenan a comida recalentada de rotisería y cualquier invento que les dé un centavo más a los saqueadores de billeteras. Si el consumidor tomara un poco de conciencia se terminarían todas las porquerías teniendo que sacar productos bien pulidos y dejando de lado la basura del free to play (otra enfermedad más). Pues bien, el AS3 de pronto fue dejado de lado para que en la compactera entrara un disco cuya caratula mostraba a un orco y un humano enfrentados. Más bien eran un trol y un marinero, pero nadie está mirando en detalle, siendo el primero un sujeto que se dedicaba a rebanar cabezas en lugar de andar comentando tonterías en los foros de la red (aparte que no había tal recurso, lo que resultaba mucho mejor). Así el Warcraft II fue instalado por Xavi, perdiendo dicho individuo la noción del tiempo y del espacio, ni siquiera notó a su amigo que masticaba grisines como un caballo mordiendo un cardo para inmediatamente bajar la acumulación de la masa con un trago largo de agua. Dicho espectáculo duró hasta que cayó cierto orangután que procedió a desalojar la habitación de arqueros elfos, señales de ataque y jurar que volaría el causante de tal irritación junto con el juego. Aunque nunca ocurrió tal cosa, los comentarios descalificadores de parte del fanático del fulbito fueron rápidamente dejados de lado cuando al retornar JO de sus estudios nocturnos encontró a Fiori jugando la campaña de la Alianza. Dado que ya no es Azeroth sólo sino los demás reinos que componen el mundo homónimo unidos contra un enemigo común: la Horda de los Orcos, Trols y Ogros, de ahora en más la Horda dado que cualquier referencia tiene que ser contundente como un hacha (además los Humanos apestan así que ya he dicho todo sobre cuál es mi facción favorita, dejando de lado a la abominación posterior a W3). Acá hemos venido a escribir sobre RTS así que cualquier referencia a porquerías de pago mensual, monturas, armas, cambios de facción, no tienen lugar más allá de enumerarlas para poder despotricar de lo lindo y así hacer una catarsis literaria. Pues bien, me encontré metiéndole tiempo al Warcraft II como antaño habría hecho con las máquinas de arcadia, dejando cada vez más de lado cualquier sistema que no fuera la PCMR (PC Master Race) y que se jodan todos los que no hayan descubierto la belleza brutal del mejor comando jamás creado: el ratón y el teclado (¿joystick dice usted, qué es eso?). Ya habíamos probado en aquel año 2000 el Duke Nukem 3D (hasta el código dnstuff proporcionado por Yisus mediante la revista Micromanía), los emuladores ZSNES y KGEN, pero nada era como la segunda parte de la ahora sí saga de la Ventisca. Los movimientos de las unidades eran más fluidos, podíamos llevar con sólo el ratón a nueve unidades al ataque (aunque creo que la posibilidad de usar la tecla CTRL junto con algún número de la parte superior del teclado vino tras Starcraft), teníamos unidades de agua (es cierto, menos que en AoE que para ese momento ya poseía a Age of Kings en el mercado) pero constituía un avance considerable además de tener un editor mucho mejor que aquel que vio el primer título a finales de su tiempo de vida (aunque los juegos no mueren dado que no tienen presencia física como los demás seres vivos y mucho menos con las descargas digitales de ahora) aparte de la ampliación de la historia y las cinemáticas que nos volaban la cabeza (el 4K ya saben dónde se lo pueden guardar). Todo en apenas un disco de medio giga que rendía sus frutos enormemente dándonos horas de juego, sin contar los escenarios en los que apenas teníamos un puñado de unidades al comienzo o únicamente los héroes: Grom Hellscream aparece en la expansión de Tides of Darkness: Beyond The Dark Portal con una frase eterna: ¡Bienvenido a mi pesadilla! Mi reticencia a dejar el juego duró unos cuatro años, para ese entonces varios de mis compañeros de pensión se habían ido dado que la vida es así y seguí jugando en honor al más grande de los maestros que tuve: así que si mato aldeanos, mando a los enanos del DSD al muere o rompo el Portal Oscuro sólo con soldados rasos, la culpa la tiene Javier Omar. Hace un puñado de años un amigo me contó que había adquirido una copia de esta versión de la serie en la Feria Ciruja, aunque diversas circunstancias impidieron que accediera a la misma hasta pasado un tiempo bastante largo. Pero aquello que tarda en llegar sabe mejor así que gracias, Saga, dado que esto es uno de los pequeños obsequios que la vida me ha hecho más allá de nuestra amistad. Pasando la página del comienzo del milenio, ya la Odisea del Espacio fue concretada, hemos dejado atrás diciembre del 2001 y el caos que imperaba en la sociedad argentina sumergiéndonos más y más en las fosas abisales como nación. Pero no todo está perdido, aún en medio de tanto anarquismo de reparto del poder para que un puntano caído del cielo cobre una jubilación presidencial y aquel que no fue elegido presidente en las urnas llegue como el salvador, es posible que la cultura sobreviva. Ya Warcraft III ha visto la luz después de cuatro años de desarrollo y la cancelación de Lord of the Clans en el medio, aunque la idea de esta última serviría de punto de partida para el comienzo de la tercera entrega. Era el 03/07/2002 cuando la bestia fue soltada, incluso al día de hoy se sigue jugando aunque lejos de la gloria de antaño, pero todavía respirando siendo que ha dado lugar a otra clase de juegos. La Avenida Colón bulle con las personas que van y vienen, la presencia del verano se marca en la medida que los primeros invasores llegan a terminar con la paz (mi paz por supuesto). En el noveno piso que se ubica justo en una esquina puedo observar por primera vez el juego, el irascible Grom se enfrenta a hacha limpia a un montón de elfas de la noche que por supuesto caen intentando defender sus árboles (perdón, ancestros). El guerrero deberá ser resucitado al ser superado por el número de enemigos pero es apenas una demora, nada que el Altar de Tormentas no solucione. Y pensar que ahí se entrenaban los ogros, así como las runas que no servían para predecir el futuro sino para detonarlo. La primera visión del RTS más relevante que he jugado no me termina de convencer, como tampoco lo hará el rostro desquiciado de Arthas que observa la peatonal desde el lateral del kiosco allí apostado. Aún mi interés por la estrategia tiene que ser puesto a prueba, hacen falta ciertos elementos que no están a la vista así que sigo volviendo a los juegos de fútbol en la soledad de la torre. Mi compañero se larga los fines de semana de manera que hay un silencio únicamente interrumpido por las canciones de heavy metal que surgen del Pentium 233 MMX y el año discurre hacia las fiestas que me llevarán de vuelta a casa. Un año más tarde sucederá lo impensado, una cena de viernes se vuelve en un momento de descubrimiento dado que mientras mis anfitriones duermen la película concluye con Boromir cayendo en combate. No es un orco, sino el hijo del senescal de Gondor que se redime al final, la comunidad del anillo se desbanda tomando rumbos bien distintos. Pero hay dos que siguen con la misión impostergable, la que nadie más puede realizar y así con tal determinación hago sonar el timbre del departamento bien temprano como el cuerno de la Ciudad Blanca llamando a la batalla. Acabo de volverme fanático de Tolkien habiéndolo pasado de largo en los años previos, el domingo adquiriré El Silmarillion en una tienda cuyos libros se apilan demostrando el paso del tiempo y la inmortalidad alcanzada en el regalo de Cadmo a Harmonía (¿no es cierto, Tesea?). El sábado siguiente le tocará el turno a El Hobbit, mostrando la influencia de Beowulf en el universo del SDLA y allí sufriré un intoxicación producto de los chocolates que vinieron desde Trelew mezclados con dos docenas de mates y por supuesto, el queso de cerdo comprado en el supermercado Toledo de la calle La Rioja. Así transcurrirá la siguiente semana llegando a La comunidad del anillo y quedándome sin fondos (soy estudiante). Así que empeñaré El padrino y Bailando con lobos (ambos lesionados en una disputa con mi hermano luego de dos round en el Mortal Kombat de NES, que jamás fue adaptado a dicho sistema). Llegaré entonces a Las dos torres y siete días después (como los muros que rodean a Gondor) a la conclusión en El retorno del rey. En septiembre del 2003 ha ocurrido todo esto, apenas treinta y cinco días después ya he leído las principales novelas de Tolkien comenzando con la reinstalación de Warcraft II que aguardaba una nueva oportunidad, navegando entre sitios de la Internet que ya había cumplido su primera década comenzando a invadir los espacios que se encontraban vacíos y destruirlos (igual que el conjuro Sabbra Cadabra de Black Sabbath). Miles de mapas se agolparon en un disco de 600 MB comenzando a desandar un camino que se presentaba claro por primera vez. Los versos surgirían de toda esta devastación, del corazón roto en el invierno y de la soledad de los pasillos en donde comenzarían a retumbar las canciones de los Reyes del Metal: Manowar.
viernes
Fragmento del libro El buche
El padre Gervasio observó en las penumbras de la habitación al último rayo del sol que por fin se las tomaba, dado que bastante caliente había estado aquel día no pudiendo asomarse ni siquiera una vez al patio a ver el estado del jardín ya que al entornar la puerta el condenado astro enfocaba el reflector, sobre su cara por lo que esta se encontraba de un tono carmesí. Y el resto del cuerpo blanco, de idéntico tono a los turistas de la segunda quincena de febrero que venían a aprovechar la resaca del verano a alguna de las locaciones de la costa atlántica. A Trigales lo pasaban de largo aunque siempre algún extraviado caía preguntando por la playa más cercana y las respuestas diversas que recibía, entre ellas de por qué no se alistaba en la marina para irse a avistar nuevas tierras, hacían que confundidos se apostaran ahí cerca en alguna fonda o pulpería devenida en alojamiento que nunca faltaba. Así fue muy conocido el caso de un habitante de la ciudad que en la locura de llegar al mar, confundió cualquier espejo de agua con aquella obra magistral de la naturaleza (aunque su acceso se le antojaba demasiado salado al sacerdote) y recitó frente a una docena de vacas, ocho ovejas y varios teros una frase que resuena todavía en el tiempo: ¡Thalassa, thalassa! Enseguida llegó la furgoneta de sanidad y procedió a llevarse a aquel sujeto al nosocomio más cercano, aunque se quedó mirando por la ventanilla la costa que se le alejaba cada vez más. Los rumores dicen que el individuo en cuestión se encuentra maquinando planes en el Neuropsiquiátrico Muñoz bajo la atenta mirada de un médico conocido como Alejandro el Grande, que suele dejarlo todo para irse a beber un café en la esquina siendo abordado por un sujeto sumamente molesto y cargoso. En fin, el cura se encontraba resignado en aquella habitación en la que el único ventilador movía el aire caliente tornando en un sauna la pieza pero bien sabía él de las pruebas impuestas así que soportaba estoico. La toga le recubría la cintura mientras sentía al mundo derretirse a partir de su cuello, imaginando que algún desgraciado al otro lado de la pared se encontraba subiéndole la temperatura a este baño del cual se negaba a salir. Y entonces una sombra se proyectó sobre el ceño fruncido, ahogándole el grito ante la bocanada de aquel vaho que se le atascó en la garganta.
—Mario,
¿qué carajo hacés acá?
—¿Cómo
qué hago?, si nunca me fui y blandió ante la cara estupefacta de su
interlocutor un vaso a medio llenar con los hielos desapareciendo en tiempo
récord.
—Ya
veo, hace dos días me contaste el cuento del tío y te tomaste el borgoña, el
malbec y hasta el agua que le pongo al perro. De cómo combatir a las hormigas
nada, ni señales del método que conocés como si fuera un tabú.
—Disfruto
mucho de nuestras charlas, en especial si vienen acompañadas de una buena
bebida.
—Ya
veo, ¿cómo entraste a esta habitación si tengo yo la única llave?
—Ah,
nunca me fui.
—¿Y
el juzgado?, ¿y tus obligaciones?
—Pueden
esperar, aparte el único que viene todos los días es el abogado German Malamorte.
—Ah,
la esposa viene seguido a confesarse por él y por ella. Además de todos los
clientes que tiene.
—¿Y
qué cuenta la contadora?
—Secreto
de confesión.
—Pero
che, yo te informo sobre los pormenores de los expedientes que manejo y vos no
largás prenda.
—Sos
abogado en el fondo, ¿recordás?
Alighieri
miró el vaso ya vacío y agachándose sacó de debajo del banco una conservadora
repleta de hielo.
—¿Te
sentís cómo en tu casa?
—Sí,
además el hielo me ayuda a pensar.
—
Las copas dirás.
—También.
Ambos
hombres se quedan en silencio, sus rostros se desdibujan en aquella niebla que no
cede aunque afuera hace menos calor que ahí adentro y tal es así que los santos
en la cocina se trasladan a la plaza que yace vacía. Salvo por el Tero que ha
estado buscando información en su banco de datos favoritos: él de la siesta.
Adentro
el juez de paz y de guerra se dispone a soltarle a su amigo el método
mesopotámico para combatir a las hormigas.
—Allá
a lo lejos, muy atrás en el tiempo y tornando al polvo del desierto en granito
que regresa a las rocas yace Babilonia y allí el más sabio de los reyes que
alguna vez haya pisado reino alguno (de lo contrario no sería rey, se lo
llamaría príncipe, jefe de gobierno, Kaiser, César, Julio César, Julio
Iglesias…).
—Ya
te entendí Marito, seguí con el relato mejor.
—Seguro
Gervasio, decía que era Babilonia y ahí estaba el bueno de Hammurabi con su
códice siendo tallado en la roca. No cualquier roca sino una que el
especialmente designó a dichos fines, la que debió ser reemplazada en más de
una ocasión dado que los andamios de la época se vinieron en banda y aplastaron
a más de uno. Al final optaron por esculpir aquellas leyes con la lápida aún
encima de los que no habían hecho a tiempo de salir rajando y por supuesto
fueron rajados de esta vida.
—Un
poco de consideración por esas almas, está bien que seas un desalmado, abogado
y juez (no necesariamente en ese orden) pero no es para andar por ahí pisando
la memoria de… ¿cómo dijiste se llamaban?
—Babilonia,
Ger, Babilonia.
—Ah,
sí, Babilonia.
—Pues
bien, estaba Hammurabi contemplando su obra y enviando a sus escribas a tomar
notas para repartir aquellas reglas a lo largo del reino. Estos partieron como
heraldos del gran rey a los rincones más recónditos de la Mesopotamia y que te
cuento que se encontraron con un entrerriano de pura casualidad.
—Ajá,
¿ya empezaste a delirar? ¿Te cayó mal el Tempranillo que te bebiste a las 9:35
mientras yo estaba persiguiendo a un convoy de caracoles a paso firme?
—No,
por favor. No es ningún delirio dijo Alighieri sorbiendo como aquel que tiene
todo el tiempo y la paciencia del mundo en dicho instante. O sea es un borracho
perdido. Lo cierto es que un buen amigo mío, que se dedica a la crianza de
cabezas de ganado y a actividades similares, se topó una vuelta en sus viajes
por Europa con una tablilla de terracota de pura casualidad.
—Sí,
¿se la entregó el mismo Hammurabi?
—No,
por favor. Resulta que a él le gusta el trabajo tanto como a mí y así iba de
ciudad en ciudad…
—De
bar en bar dirás.
—Lo
que es lo mismo, conociendo las costumbres del viejo continente y en una de sus
tantas partidas de naipes un turco le apostó la misma.
—Ajá,
lo que se dice una coincidencia.
—No
sé si la ciudad se llamaba así, lo cierto es que aquel extraño sujeto perdió la
apuesta y el patrimonio de mi amigo de aquella noche se incrementó a una
tablilla.
—O
sea que perdió todo lo que apostó antes.
—Exacto,
el riesgo merece la pena en contadas ocasiones. Como esta en la que te cuento
una historia extraordinaria, disfrutás de mi compañía y yo de este buen vino.
Por una cuestión de prioridades me puse al final de la lista.
—Sí,
lo noto.
—Pues
bien, Luis Alberto se percató de aquella reliquia al volver a la Argentina y
ahí empieza el tema.
—¿Quién?
—Mi
amigo, se llama Luis Alberto pero le decimos Negrito.
—Claro.
—No,
es al contrario.
—¿Y,
habló con Hammurabi en persona?
—No,
por supuesto que no. Ya estaba en peregrinación a verlo a Marduk cuando esto
ocurrió. Lo cierto es que Luis Alberto leyó aquel documento que era un mensaje
de un tiempo distinto, de una cultura lejana y traído al corazón de América por
un manotazo del destino que juega a las cartas con las vidas de los demás.
—Qué
poeta che.
—Por
supuesto, de tantos casos uno aprende algo. Sigo con la historia, Luisito
detectó enseguida que el mensaje era importante y se fue a ver a un experto al
otro lado del charco.
—¿Volvió
a Constantinopla?
—No
conozco dicha ciudad, ¿me la recomendás?
—Sólo
se puede llegar montando en un proyectil turco.
—Sí,
la historia que me contás la debe haber escrito el Barón Münchhausen.
—No
lo conozco, ¿jugó con el Kaiser?
—No,
con Julio César.
—Ah,
por eso no me sonaba.
—Pero
seguí che, cruzó el charco y…
—Fue
a Uruguay a ver a otro amigo que se especializaba en escritura antigua.
Raimundo Caseres y Tempestades.
—¿Le
dio el pronóstico del tiempo al menos?
—No,
mucho mejor.
—¿Le
tiró la suerte leyendo las líneas de las manos?
—No.
—¿Le
dijo cuándo se acaba el mundo?
—No,
le expresó que no entendía un joraca qué decía en las tablillas y que seguro
era una imitación comprada en un bazar de poca monta. O un rallador antiguo.
—Yo
pensé lo mismo, también podía ser el teléfono de algún extraterrestre o del
mismo Marduk. A lo mejor lo atendió su secretario, viste que las divinidades
suelen estar ocupadas.
—Qué
poca fe che. Luis Alberto no se iba a volver de la Banda Oriental sin
respuestas y así es como terminó en Canelones.
—Buen
provecho.
—Igualmente
soltó Mario, probando la pasta que preparó el sacerdote. Allá en las tierras de
Canelones contactó al erudito local, Javier Omar Valenciano al que encontró
casando mariposas y simulando la red necesaria.
—Tengo
un buen amigo que es especialista en casos de locura, se llama Alejandro y lo
apodan “El Magno”.
—Así
que aquel sabio charrúa estudió el pedazo de roca dándolo vuelta entre los
dedos regordetes y finalmente soltó una respuesta.
—¿Cuarto
acolchado para dos?
—“Es
un receta para espantar hormigas dadas las recientes invasiones sufridas por las
crecidas del Tigris y del Éufrates. Es necesario pescar cuatro peces y enterrar
sus cabezas en los puntos cardinales del reino”.
—Fantástico,
¿ya hicieron la telenovela?
—Basta
Gervasio, tu falta de fe no concuerda con tu profesión.
—No
es una profesión, es un hábito y tan viejo como el mundo.
—Fueron
los romanos.
—Pensé
que dijiste Babilonia.
—No,
los romanos dieron lugar a las dos profesiones que nos unen: vos cura y yo
cuervo.
—Estos
romanos, no tenían nada que hacer. Miralo a San Expedito, vestido de soldado.
—En
fin, la famosa tablilla contenía las instrucciones para espantar a las hormigas
y ese es mi consejo para vos.
—¿Cuál?
Hace días que espero uno y obtengo más respuestas de las plagas que afectan a
mi jardín que de vos.
—A
veces sos pesimista Gervasio.
—Sí
y en otras tantas ocasiones prestamista dado que te presto el vino, la litera
para dormirte una siesta, los canelones, el whisky, etc., etc., etc.
—¿Tenés
más vino che?
miércoles
1998 O ¿QUÉ DEMONIOS HAGO CON MI VIDA?, ¡POR LA HORDA!, CAPÍTULO 2
Las
coincidencias mi buen videojugador no existen, las decisiones que uno toma a lo
largo de su corta vida (oxímoron en plenitud) llevan indefectiblemente a un
camino específico y al resultado detrás de él. El azar no tiene absolutamente
nada que ver, es una sucesión de pasos plenos de dudas y de certezas en menor
medida, que construyen un camino único cambiando por completo el paisaje. Así,
él alguna vez alumno se encuentra sabiendo que las dos materias que debe le
impedirán iniciar la facultad en el año que entra y ya es tarde encima para
meterse a inscribirse salvando así la pérdida que en realidad no es tal (aunque
su espíritu adolescente le dice lo contrario dado que es inseguro y temeroso).
Deberá luego de dar aquel par de asignaturas quedarse a la espera de que el
período para registrarse se abra, vendrá entonces la luz a aclarar la situación
que en el mes de abril le suena deprimente dado que en el invierno de Océano
hay pocas ocupaciones y la verdad la amenaza de la pala le ha generado el
impulso que necesitaba: derecho a Mar del Plata y a la carrera de derecho (cosa
de no torcerse, para ello está la formación cuervacea). Pero antes hay una luz
que viene bajo la forma del más grande ordenador alguna vez visto: el Pentium
233 MMX con 32 MB de RAM, disco de 2,5 GB, monitor KELYX de 14” (pulgadas
nene), lectora de CD cambiada luego por una de DVD (además multiplica), un
ratón haciendo juego con el teclado rústico y los parlantes, todos ellos Genius
(el pad empleado para el mouse con la publicidad de Atomlux en
blanco sobre fondo azul) y el primer sistema operativo que me cayó bien:
Windows 95.
La
excusa es llevar a cabo un curso a distancia de Word 97, detrás del cual se
encuentra la fundación Romay bajo el nombre “Formar: educación a distancia” y
cuyo examen puede ser enviado mediante un disco de 3 ½ a la Ciudad de Buenos
Aires. Así el período de frío, gélido de verdad y no como ahora que es más
acorde a la falta de temple, se pasó volando llegando la primavera en la que su
heraldo se materializó con un pequeño disco de 600 MB repleto de juegos. Sí mi
buen lector, acá los enviados de Mercurio vienen todos con esa epidemia que la
generación anterior a la X criticó dado que jamás la entendió. El combo se
completa con el Game Boy Pocket que porta el cartucho del Mole Mania (creado
por Shigeru Miyamoto y hermano menor de Mario y Luigi), juego que entra en mi
top 10 de los mejores exponentes de todo aquello que alguna vez he jugado
(decir el mejor de todos los tiempos es propio de tontos así que únicamente
hablaré de lo vivido). Es así que aterrizan en el disco duro una versión del
Daytona USA, uno de navecitas cuyo nombre la verdad no recuerdo y el FIFA
INTERNATIONAL SOCCER (él cual ya había jugado tres años antes en la SEGA
MEGADRIVE, siendo el nombre de la empresa un acrónimo también). Pues bien, ahí
me encuentro viendo la segunda generación de juegos de PC dado que la primera
que he podido observar (y jugar) fue la de DOS (curioso que el dos sea el uno).
Está es la antesala de lo qué vendrá, matizada con mucho arcade de
fulbito que por supuesto incluye títulos como Soccer ’92 (Footbal Champ), Seibu
Cup, Goal II o el Goal de Jaleco (el mejor exponente futbolero de NES o Family
Game, lejos), Virtua Striker, ISSS (el padre del Pro Evolution, pequeño), la
serie Super Sidekicks y varios de ellos jugados en un sitio con nombre de
tormenta que abría únicamente en los veranos: Santa Rosa. Lugar de reunión
obligatoria en todos los estíos de nuestras vidas, sitio que se fue adaptando
con el correr de las décadas llegando a tener su propio cíber café con varios
títulos ya mencionados y otros que se agregaron como el GTA San Andreas o el
Vice City (época de juegos enteros sin todas esas mierdas modernas que
incluyen desembolsos de dinero hasta la siguiente versión a la que únicamente
le cambian el número). Sin embargo me estoy adelantando, retornando a los años
noventa el final de los mismos venía con bombos y platillos así que en
noviembre tocó anotarme finalmente en el Complejo Universitario cuya cafetería
fue demolida (la última imagen al haber ido a buscar la constancia de no tener
deudas en la biblioteca es la de un rectángulo semejante a un tocón, la
construcción ya no estaba ahí simplemente). Mar del Plata me recibiría con los
brazos abiertos y un montón de fichines escondidos en antros que después
pasaron a mejor vida (una constante en la sociedad consumista argentina)
pudiendo acceder a muchos títulos con una montaña de créditos dado que
seguíamos en el 1 a 1. La cuenta debería ser saldada así que la burbuja nos
detonó en la cara comenzando a notar el aumento de los precios un día a la vez
desde hace veintidós años y contando. No obstante, en aquel momento de cambios
profundos y desarraigo hasta que las raíces se asentaron, metiéndose MDQ en los
poros con sus calles, ruidos, olores, la sal que te pega en las fosas nasales y
te saca de paseo, el ventilador gigante en la intersección de San Luis y Pedro
Luro con San Martín capeando la tormenta (de hecho su capa flamea). El Barco
encallado en dicha esquina cuyo nombre ha cambiado pero la inscripción en su
muro da cuenta de que sigue ahí, la vieja fuente convertida por el tiempo, la
peatonal a la que le hicieron una cirugía metiendo la fibra óptica en sus
entrañas, el local de Musimundo en donde podíamos escuchar canciones probando
el disco antes de adquirirlo (algo parecido a lo qué describe Jordi Sierra i
Fabra en una entrevista auspiciada por BBVA). El cuaderno de Tom y Jerry con la
frase que inicia la cacería, los primeros versos que no riman igual que la
vida, la dedicatoria de compañeros de pensión, el descubrimiento de las
Geocities de Yahoo ya desaparecidas (y eso que eran virtuales), el nombre de
guerra: Warcraftega surgido de la fusión del nombre del juego y la palabra
estratega, abreviado luego a wtega. La facultad de derecho a la vuelta de la
esquina, el supermercado reciclado en otro oficio más adelante, el almuerzo en
bandejas de metal semejante a las que usan los presidiarios en las películas
(éramos eso básicamente), los horarios de desayuno, almuerzo y cena, el pan
duro que acompaña al cuenco de sopa en donde está grabado el emblema del
conocimiento y la voluntad (la tea y el rayo, el trueno ya ha sonado así que
seguro usted está carbonizado), los amigos nuevos que serán los de toda la vida
según una mujer llamada Mariana, los pasillos repletos de voces, los mismos
corredores vacíos siendo visitados por un náufrago ya entrado en años, las
caras de todos los días devenidas en rostros que se borran, los comentarios de
cierto santiagueño sobre el mate lavado, las noches en las que el viento te
golpea la ventana para que no puedas dormir (de jodido nomás), la pequeña
computadora blanca que se ha venido conmigo desde Balneario Reta en la que
jugaré hasta el hartazgo pero también crearé, el Hotel Provincial vaciado por
su explotador, el municipio que le otorga la concesión nuevamente, la Cumbre de
las Américas, la Contracumbre, la destrucción a lo largo de la Avenida Colón de
parte de Quebracho, la implosión de los edificios en torno a las fuentes
actuales del casino, la torre recién pintada, el tique por un valor de tres
dólares firmado para retirar el sánguche y el refresco, los congresos, las
fuentes enormes que contienen el pastel de carne, la instalación de un tablero
nuevo en el Anexo (lugar de ubicación de los estudiantes), el 11 de septiembre,
el helicóptero al que varios aluden cuando él que gobierna no es una
nacionalsocialista, Eduardo diciendo que no es un presidente débil, de paso le
devuelve a los ahorristas lo que se le canta (los saqueos cesan por arte de
magia). Después, la soledad de que los amigos se vayan dado que se terminó la
beca y el ermitaño que vive metido en sus juegos, libros, apuntes de estudio,
música procedente del Winamp y los escritos que se multiplican. Todos
antecedentes inmediatos del blog una década más tarde del año al que remito,
con creaciones que contienen mucho de lo antes racontado (lunfardo puro creado
de la unión de raccontato y recontado, la versión en español de dicha
palabra). Después de todo jugar sirve para escribir mejor, aunque a la larga
los escritos ocupen todo el tiempo ocioso que se torna productivo según los
críticos especializados. Simplemente le he dado al mundo lo qué exigía pero sin
dejar de lado realmente las pasiones, el fuego de toda la existencia humana
desde que el lenguaje se volvió oda y origen de cualquier forma de arte.
Incluso los videojuegos.
RTS, ¡POR LA HORDA!, CAPÍTULO 1
Es el año 2000, el Y2K no ha ocurrido, las máquinas
no han retrocedido hasta el 1900 sino que nos hemos mandado de cabeza en el
nuevo siglo y milenio. Hay motivos para celebrar entonces, en Corea se
desarrollará ese año la primera World Cyber Games siendo el puntapié inicial
para los llamados deportes electrónicos que más de veinte años después están
por todas partes, sin embargo hubo una época primigenia en la que se jugaba al
Starcraft (primo hermano del juego que nos trae a estas líneas), Counter Strike,
FIFA (al juego real y no a los torneos del mundo más amañados que
concurso literario), Age of Empires y varios exponentes más (de hecho sólo me
interesa uno de ellos, sin ánimo de querer ser parcial). El fenómeno tendría un
rey y sería aquel videojuego lanzado en 1998 por la Ventisca, considerado un
deporte nacional en la República de Corea (eso explica que los cíber café hayan
sobrevivido allí aunque con otros agregados del tiempo). Sí, eso en lo que
usted joven gamer está pensando y tiene las siglas idénticas a reírse a
carcajadas así que sepa que llegó después que los de la arcaica edad dorada. Lejos de la República de Corea yace Mar del
Plata, la Perla del Atlántico, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
Ahí me encuentro cursando mi segundo año de experiencia como estudiante, dado
que he decidido convertirme en un cuervo de las tempestades (por una módica
suma, por supuesto) y hasta el momento le he puesto a la PC únicamente juegos
de fútbol. Ya la colección comienza a expandirse entre muchas copias (iguales a
los originales pero más baratas rezará un cartel de TARINGA, antes del meme y
la sarta de tonterías de las generaciones posteriores). Pero no será por mucho
tiempo dado que algo ocurrirá, ¿será acaso qué madure pronto?, ¿tal vez decida
dedicarme a la filosofía con la panza llena?, ¿acaso es mejor dejar de ser
hincha de Boquita ahora antes de que vengan las imposiciones de la moda y las
gallineadas?, ¿el nuevo siglo, año y milenio, me han cambiado de alguna forma?
No, nada de eso, absolutamente lejos de la realidad dado que en la habitación
de enfrente de la pensión de Luz y Fuerza yace un sujeto bastante particular.
Se llama Javier Omar, usa ambos nombres dado que esto lo convierte en más
particular aún, pero le podemos decir Xavi ya que anda mirando la campaña del
Valencia (¿y eso qué tendrá qué ver?). Por cierto, contra para el Real (él
único que merece tal condición) y gol de Raúl González, un delantero temible,
un depredador del área, Cañizares le sale con aquel buzo rojo y blanco quedando
desparramado para que el 3 a 0 sentencie la cuestión. Lo que ninguno de
nosotros sabe es que la cura para el Merengue yace en el Río de la Plata,
tratándose de dos trogloditas desconocidos que se apellidan Traverso y Matellán
(no salís en la foto R7). Me he ido por las ramas, ¿dónde estaba?, ah, sí,
hablando de ese individuo de señas tan notorias que por ausencia de casualidad
se ha puesto a instalar un juego que recibió de las manos de Yisus HammerHand.
Ya el FIFA 2000 va a pasar a mejor vida siendo reemplazado por soldados
antiguos que intentan destruir una fortaleza persa, el asunto no marcha bien
dado que mueren enseguida (eso les pasa por no usar armas de asedio). Ante la
necesidad surge la exigencia, nunca mejor dicho Yandros, así que el ratón
descansa para que en el teclado sea la hora de meter un código, clave, cheat,
chetos (qué importa, che). Por arte de magia y de la palabra clave: photon
man, unos soldados provistos de armas láser (acrónimo cuyo significado es
luz amplificada por la simulación de emisión radiactiva y traducida por un
sujeto que toma todo literalmente). Cayeron las defensas, los elefantes, los
aldeanos, los choborras del machimbre y así fue que conocí al Age of Empires
(el primero, así que el número 1 me lo ahorro dado que sería redundante,
injustificado e intrascendente). Un juego de Estrategia en Tiempo Real (ETR por
la conversión de la sigla RTS al cagastellano y aseguro que mis fuentes son
todas fidedignas). Para explicar qué corno es esto es necesario retroceder ocho
años atrás (a 1992 y no cuatro bienios desde el corriente año o el período
alterno) hacia comienzos de la década de los noventa (la mejor lejos, de nuevo
llegaron tarde enanos). En esa época yo tenía trece hermosos años, Westwood era
un estudio independiente y no estaban los de EA molestando aparte de cerrar
cual Microsoft a otro de los monstruos de entonces (ESO). Pues bien, Madera del
Oeste o Bosque del Oeste (como sea) sacó Dune II, juego basado en el universo
de Frank Herbert quién inmortalizó la frase: “Cuando escribes de verdad te
concentras en una sola cosa: escribir” (al cuerno el dinero y las editoriales).
Pues bien, Dune II sentó las bases de los RTS en cuanto a la recolección de los
recursos necesarios, el árbol de habilidades (no una línea genealógica sino los
edificios y mejoras necesarias para poder ampliar la base), la niebla de guerra
(si en este momento no ve más allá de sus narices es debido a que no hizo la
mejora en la Sala de los Cazadores) y una serie de elementos más (el autor se
cansó de enunciar y no quiere recurrir al etcétera dado que es un vago). Pues
bien, Westwood lo hizo (de paso la música es del genial Frank Klepacki, autor
de varias odas videojueguiles y del himno de los juegos de estrategia: la Hell
March) sentando los cimientos de un género nuevo cuya popularidad creció a
lo largo de los siguientes diez años hasta que dejó de ser una salida comercial
y aparecieron juegos para gente sin paciencia (de eso también carecen
pequeños). Sin embargo, dos años más tarde, en noviembre de 1994 (23/11/1994)
la anteriormente Silicon and Synapse y brevemente Chaos Studios pasó a llamarse
Blizzard o la Ventisca para los amigos (aunque no hay nada gratarola). Lanzaron
bajo este sello la primera de sus creaciones que relataba el encuentro entre
los Humanos de Azeroth y las Hordas Orcas (no es una campaña en contra de la
caza indiscriminada o para liberar a Willy Vilas). El juego se llamó
simplemente Warcraft aunque es un nombre compuesto (por dos palabras, estás
lento gurí) e incorporó los elementos de Dune II además de darle una identidad
propia: oro, madera, los peones no se defienden, existe la niebla de guerra,
cada unidad de los Humanos tiene un equivalente en los Orcos con algunas
pequeñas variantes: arañas en vez de escorpiones, demonios en reemplazo de
elementales, lluvia de fuego en vez de veneno reciclado para los Zerg,
curación, esqueletos, armadura impía, etc. (un cliché dicha palabra abreviada).
Tres tipos de escenarios y lo más relevante: la posibilidad de fajarnos en el
multijugador para dos dementes que quisieran apretar el CTRL además de
arrastrar el mouse para que las unidades se muevan (es 1994 che). Dado
que llegué a esta versión una década después, de puro fanático nomás, pues
dicha opción no pudo ser explotada pero se encontraba presente y ello es un
punto a favor para el naciente universo que reúne elementos de Dungeons and
Dragons, Warhammer, George R. R. Martin y el más famosos de los J. R. (vos no
Román, nunca): Tolkien. Así que todos los elementos estaban sobre la mesa,
sobre todo los tolkienianos, como ingredientes de una receta que iría agregando
sabores hasta derivar en la mayor de las obras maestras: Warcraft III.
jueves
El Profesor Rivera
El sujeto de esta historia se presenta en las gélidas mañanas de clase portando una campera gastada y como frase de cabecera el hecho de que el frío es un estado mental. Fuera de su conocimiento sobre agricultura aquel hombre del que sólo conozco el apellido, dado que es una época muy distinta a esta en la que no hay respeto alguno y es necesario que un gladiador moderno les imparta lecciones a los pibes, siempre tendrá una historia para contar. Nos hablará de la inundación que provocó que recorriera la extensión del campo con un hidrodeslizador o los restos del anterior propietario del terreno en donde edificaría su casa como muestra de que el mundo es un inmenso osario. Diría el Jefe Seattle que uno no debe escupir en el suelo dado que sus ancestros están allí. Hasta la fecha de la noticia de su partida no supe el nombre de pila de este personaje que marcó los días de varios allá en el ISA de Copetonas, siempre será el Profesor Rivera para mí aunque se llamara Jorge. Qué estés en paz viejo maestro.
lunes
15 de julio de 2023
Primera noche
Voces al otro lado de la puerta que da al pasillo, un grito de parte del guardia de seguridad que escucha la tanda de penales y el frío que se cuela por un resquicio en la ventana manteniendo desvelado a aquel que sabe que sus días se han extendido para siempre, con los cambios que ello conlleva. Observa a cada pequeño gesto de la nueva presencia el vaivén de su pecho como una comparsa del oleaje ya que la marea finalmente ha cambiado y crece de prisa pese a parecer lenta. Observa con los rojos que se tornan arenosos y luego carmesíes, sabiendo que su tiempo se ha prolongado incluso después de esta vida entre el llanto del hambre y el sueño profundo que invade a este ser indefenso al que simplemente llamaremos HIJO.
domingo
Ausencias
El sitio conserva en la fachada la palabra cíber pero únicamente es un engaño, dado que en su interior las máquinas no son más que marionetas vacías cuyo titiritero se ha largo hace años y como una costra del óxido le muestra a la ciudad su antiguo esplendor. Los guerreros que visitaban aquel santuario se han perdido entre las calles laberínticas yéndose lejos de aquel faro, otrora la luz que los atraía como a las luciérnagas y les daba cobijo. La mujer detrás del mostrador despacha sin más aquel chocolate que viene a apaciguar el frío dado que entre los recovecos de la ciudad el sol yace ausente, su gloria es en las alturas y para el mundo mortal las sombras esquivas. Un solitario peregrino pasa cerca de aquellos sitios ya vacíos recordando hasta a la cabina de teléfono faltante y puede ver entre la mota de polvo que recubre los ventanales a varios rostros conocidos que yacen inmersos en las batallas a elección de cada uno, un sábado cualquiera del año en una fotografía petrificada de la ciudad tras la niebla.
sábado
Remasterizando el pasado
Remaster, HD, Edición Definitiva, Reforjado, etc.,
etc. Un sinfín de intentos de traer de regreso a monstruos del pasado dado que
todavía hay gente que juega con los píxeles y de esa manera son los potenciales
clientes, siendo que una parte de ellos no jugará a ninguna de las modas
reinantes. Sin embargo, esto es apenas un fragmento de una escena más completa
dado que lo único que se persigue es sacarle al usuario hasta la última moneda
de su alcancía que ya fue destruida hace eones. Las enfermedades de estas
épocas son todas las versiones de juegos que se nos venden con contenido
descargable, ya no hacer el trabajo completo sino echarse a vago y largarnos el
contenido en fetas (fetta dirían los tanos). También es una forma
encubierta de cobrarnos por algo con un nuevo empaque que viene a ser comprar
el producto dos veces o tres (recuerden Age of Empires II, Age of Empires HD y
Age of Empires DE), el éxito no sería igual si se tratara de una versión
moderna de Windows 95 por ejemplo (nadie lo querría). Todo esto viene a
colación de las promesas vacías de los últimos años, salió Starcraft
Remasterizado y la expectativa con Warcraft III Reforged era alta pero al final
hicieron lo mismo que el resto: ofrecieron un producto plagado de errores que dejó
a esta parte de la saga lejos de la gloria de antaño (y aún hoy se encuentra a
años luz). Bastó con engañar al público con una cinemática y un nivel icónico
para que nos tiráramos de cabeza dándoles las llaves de nuestras casas así que
el porrazo fue grande. Ahora aparece AoM Retold y todo anuncia que se trata del
mismo verso, escondido detrás de una sucesión de cinemáticas para que el olor a
repetición no se sienta y así estamos hoy en día. Sería mejor no joder con el
pasado, dejarlo ahí dado que no se puede pretender que las generaciones
modernas vivan de una emulación pobre de él.
domingo
Caco loca
CACO
LOCA
Lo sabes, por eso tu favorito te ha dejado viuda y en la necesidad de alimentarme no tengo más remedio que la herejía. Hay un sitio en el Hades para los ladrones, ahí nos es quitado lo que tomamos de los demás hasta la repetición de nuestra muerte. Pero sus hijos, los míos, los nuestros, deben comer alimentándose en el cobijo de una caverna que emula tu escondrijo oh, Zeus. Hasta las ovejas de Polifemo de ser necesario, de forma que nada más me quede el averno como morada final. Al dios de los muertos no le importa ya que recibe a todos por igual sin hacer distinciones, apenas son necesarias las monedas y por aquí sobran las limosnas. Son la manera en la que el mundo purga los pecados de dejar al otro desvalido. Las fortunas son saqueadas en la superficie, las prendas caras se hunden en la Estigia cuyas aguas besan la balsa de Caronte. Fuegos fatuos acompañan la procesión, Cerbero olfatea a la presa que ha tenido la osadía de tratar de regresar haciendo que los demás agachen la cabeza. Salvo mi amado, ni al recibir el impacto asesino de ese garrote lo hizo sabiendo de sobra los peligros del oficio. Sostuve alta una tea para espantar a los monstruos que en la noche intentan robarnos los sueños, aguardando el día de la reunión y enloqueciendo de a poco para mantener la cordura.
MAR NARANJA
Yo era un charco enorme en él que los batracios descansaban marcando el lecho barroso, los nobles eucaliptos destinaban alguna de sus hojas para cumplirles el sueño de ser naves y de paso mis aguas se volvían anaranjadas. Presencié una vuelta olímpica, varios regresos de clase de esos bajitos y los cambios en los ladridos de todos los canes que los esperaron viendo hacia la salida que también es entrada. Nací de un camión que marcó la tosca, del trabajo del viento y luego la lluvia siendo humana así como etérea. El invierno creó una pista helada en mi superficie, hasta que una piedra hizo explotar el espejo arrojando lejos los pedazos acompañado ello de las risas. Fui océano a mi manera, la plaza se alzó junto con los subibajas y presencié varios goles hasta que el balón se pinchó. El tambor se convirtió en cesto hasta que su color amarillo desapareció, siendo su tapa el fondo que perdió contra el óxido. Me tocó ver a Juan plantando los árboles, así lo llamaba ella desde la arcada blanca a la que se llega por un camino de lajas. Igual que todos los personajes mi agua se evaporó, volviéndome una depresión de las que el ser humano en su desidia deja hasta que el viejo tano me cubrió harto de darme de lleno. Alguien viene a cortar los yuyos, los oigo los siento y hasta puedo imaginarlos dado que la historia me hizo un lugar.
COHETE
CANINO
A dos cuadras de casa se desata la batalla, las ruedas son su blanco favorito acechando a la víctima que confiada viene. El proyectil sale disparado intentando darle alcance a su objetivo que se escabulle en la niebla matutina, las formas se alteran no así los hábitos con despegue incluido que no será televisado. No ha habido reclamos de parte de la gente del arsenal, mucho menos de los de Sarandí que no entendieron el comentario y ni hablar del ministro de guerra que vive emulando tácticas en una pantalla con aire acondicionado y refrigerios adecuados. El personal a cargo de mantener el servicio eléctrico reportó que el apagón se debió a una avutarda, formando un puente entre las líneas al escapar del recorrido de esa bala. La fuga de gas a un “toquecito” de la pala de la máquina cuyo piloto sorbió un mate azucarado, viendo pasar el obús muy cerca de la zanja para perderse entre los tamariscos. El reporte del barrendero, que lleva la cuenta de las agujas de los pinos, no arrojó más luz al asunto excepto la sospecha de que su estela es la que desarmó los montículos preparados para la recolección. Por la noche se detiene debajo del navío de José, sueña con volver a ser perro y que no lo confundan con un arma. Ahí está aquel gato loco que piensa es un tigre, acechando a las vaquitas de San Antonio y a las mariposas que no le prestan atención.
viernes
Invierno
Ha venido la estación de las hojas ausentes y de los árboles clamándole al cielo por el regreso de la hija de la Tierra, las calles se me hacen conocidas en tanto deambulo como un peregrino buscando la fachada de viejos templos y las voces resurgen de aquellos recintos cuyas fachadas se encuentran cambiadas. El cielo se ha cubierto de un manto de manera que al andar parece que el telón de la obra no ha sido levantado pese a que ya son casi las once horas. Ando hasta encontrar la intersección abandonando a la avenida que se pierde en lo alto, el teléfono público ha desaparecido dejando un mosaico vacío. Vago por la inmensidad que suponen las torres como niveles de un arcade contando los pasos hasta dar con una presencia nueva, la librería con nombre de buen contador de historias y a Mazinger haciendo el recuento de las andanzas de los ocupantes de la tienda luminosa. Después simplemente me pierdo calle abajo aunque es cuestión de perspectiva, ya que todo este mundo se encuentra dado vuelta.
jueves
Fuera del Mundial (2022)
23/03/2020
A las 8:01 horas me di cuenta de que algo no iba bien, demasiada demora incluso para un sábado en eso de quitar la traba y permitirme salir para entrar al paraíso verde en el que puedo tener un atisbo de libertad hasta darme de bruces con la realidad del cerco. La humanidad se esconde del resto de sus congéneres pero los caninos vagan libres, los dueños de las calles y del agua que la lluvia deja como mensaje de renovación en los cordones, ríos que se secarán cuando la tormenta pase. Un minuto más tarde apareció él arrastrando la fatiga de la semana sobre sus pies descalzos, me observó con una extraña expresión incluso para alguien que está a medio despertar y desandó el camino volviendo con el adminículo haciendo equilibrio sobre el tabique además de las ojotas. Detrás cayó ella quitándolo del medio, la misma expresión se dibujó en su cara y luego ambos desaparecieron para que la pequeña se asomara al cubil llamando a su hermano quien en una muestra de sensatez quitó el cerrojo permitiéndome huir ante la urgencia del llamado de la naturaleza. El brillo de la mañana cercana a las nueve me dio de lleno, dibujando burbujas en el aire a mi alrededor aunque enseguida el espejismo se evaporó cuando el hocico me guió como una brújula en la noche cerrada, dejando a los humanos preocupados por encontrar la respuesta al chaleco rojo y violeta semejante al ocaso anunciando el viento siguiente, olfateé un aroma que se escurrió enseguida pero ya me dirigía raudo al fondo de la casa dando con Pedro sentado debajo del álamo que a su lado lucía joven. El humo de la pipa ascendía al cielo, dibujando aros que eran una prohibición para su hija pero se hallaba lejos intentando encontrar a un detective que resolviera el misterio de aquel ropaje tomado sin dudas de alguna historieta acorde a los comentarios del can vecino, sin embargo el símbolo del héroe estaba demasiado borrado para poder descubrir el origen. Las personas en la casa pasaron por alto ese detalle incluso cuando llegaron los comensales dejando a un lado los fideos caseros, abocándose en la tarea de determinar al autor de la colección y sin que la sospecha recayera en aquel que sentado afuera sigue pitando viendo al este. Por ahí piensa se ha ido su amor, sobrevivieron a las bombas pero el tiempo vino finalmente dejando el vacío, semejante a un cráter en él que el dispositivo estalló y el vidrio sobre el marco ha quedado agrietado por el recuerdo. Son pocas las cosas que ahora vienen a su mente con lucidez, la oscuridad del olvido ha confundido la ubicación de los hechos así que me llama con el nombre de un ancestro al que intenta cobijar del frío en la montaña allá al otro lado del océano. El crisol es uno de los tantos episodios en los que la memoria logra dar en el blanco, después yerra generando la aflicción en los que lo rodean haciendo que se olviden de la prenda que porto sobre el lomo y llevando la conversación hacia la necesidad de ubicarlo en un lugar con mejor atención mientras la pasta comienza a hervir lanzando columnas de vapor sobre el cielorraso hasta que alguno activa el extractor que las manda rumbo al oeste, justo en donde veo partir al disco anaranjado en el comienzo del otoño. La reposera se ha ido para el interior junto con su usuario, en el borde de la ventana ha quedado abandonada la chimenea igual que mi osamenta a la espera de que alguno invierta el proceso matutino y me permita entrar.
Veinte años de lluvia (2024)
CAMINA EN LA LLUVIA
El
año 2004 fue el de la exploración inicial, apenas se trataba de unos cuantos
escritos instalados en las Geocities de Yahoo aunque ninguno de ellos llegó a
dar ser parte del blog que nacería un puñado de años después.
Recibí
un correo de parte de HammerHand Romero, a comienzo del 2006, luego de un año
de estar jugando a Warcraft III:
Que
su espada brille como nunca en la fiesta del águila parda,
que
su puño infunda el terror al enemigo,
gloria
por siempre cantada al blasón insigne de su casa.
Siembre
el terror y quiebre la lanza,
que
sea su día de caza porque
al
anochecer su cuerpo saciara las ratas.
Estamos
en guerra.
Es
así que nació El Águila Parda en las mismas Geocities y en el 2008, tras una
breve estadía en Páginas Web Gratis (https://www.paginawebgratis.es), inicié el
blog con el nombre que tienen actualmente empezando a crear historias
fantásticas madurando al ensayo, la catarsis y finalmente la novela (una década
después).
Tomé
el nombre de una frase repetida en la canción Rain de Yoko Kanno
correspondiente al animé Cowboy Bebop que se transmitía en el desaparecido
Locomotion (una marca importante en mi vida junto con Nivel X y Magic Kids).
La
metáfora de caminar en la lluvia en medio de una tormenta de balas, dando lugar
al nombre justo para una creación sin titubeos y que sigue dándome placer
abordar al día de hoy (dos décadas después).