Visitando a un amigo

 La ruta 74 que cambia de nombre, dejando atrás las sierras de Tandil

y dando lugar a que surjan en el horizonte las de Pigüé, 

detrás de las cuales se esconde el rancho de Ricardo.

Los campos revestidos de amarillo y verde,

cortada la monotonía de la siembra y la cosecha

por el azul de todos los espejos

que son apenas una copia del eterno océano.

El mirador en donde el viejo Pasquale

recibe a los feligreses que proviene

de distintos lugares del cosmos,

la laguna con el nombre del lugar

en letras blancas y cierto enano

que aprendió a caminar hace poco

deambulando perseguido por

la sombra protectora de mamá.

La casa, el viejo buzón y el asado

del sábado mientras los granates 

vencen sus penas desde los doce pasos.

El calor, la tormenta, la noche en silencio,

los juegos, las risas, las memorias

y el interminable reencuentro con nosotros mismos,

viendo que el tiempo no ha pasado así como así.


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