Dolor y paz

El sábado fue de dolor, de luces que molestaban y de una médica haciendo preguntas mientras yacía sobre la camilla.

El domingo me reencontré con el viejo Fritza y su andar cansino charlando al lado de la parrilla sobre la que el fuego emergía.

Le conté que vimos con Alex a Cristo en Mar del Plata un día de invierno muy helado y nuevamente solo lo distinguí entre la multitud que iba Avenida Colón arriba, para detenerse con el semáforo rojo.

—¿Dividió el tránsito? soltó entre carcajadas aquel flaco eterno. 

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