Mientras el agua se calentaba comenzó el rito de las bruschette (en singular bruschetta, ergo tostadas) siendo ingresadas en el horno, previamente coloqué un poco de aceite en la bandeja con el fin de evitar que el pan se adhiera a la misma y les rocíe idéntico contenido a las fetas (en italiano fetta) y un poco orégano de ambos lados de las rodajas (dado que el provenzal no estaba disponible). Dos caldos al agua, ambos de gallina, zapallo, papa y batata completaron los ingredientes de la minestra (menestra según RAE). La espera valió la pena, aunque las buschette estuvieron cerca del Arroyo del Quemado y de Peter Ustinov. Partida de Warcraft III de por medio sirvió para amenizar la noche del sábado, dado que afuera el tiempo estaba feo y ameritaba un poco de la mezcla en cuestión. Minestra, sempre minestra!
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