sábado

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La sopa estaba lista, una buena forma de combatir el frío que como un invasor se hace sentir después del viento y la lluvia. Sin embargo anoche la ventisca no impidió que encendiera el fuego una vez más ahí en el fondo de casa, las ramas que el temporal dejó tiradas sirvieron para alimentar a la bestia a la espera de que los viajeros llegaran. Vino de por medio, anécdota que va y vuelve, un buenas noches de dos de las personas y el sitio quedó para rememorar las épocas de estudiantes apretujados junto a una computadora en la que la fantasía se despliega. La medianoche se fue sucediéndola tres horas y medias que culminaron con el dúo riéndose de cualquier cosa, yéndose a dormir en una casa cuyos únicos sonidos a esas alturas eran las de las teclas siendo usadas como botones de un arcade imaginario.

 


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