HANA
A las
7:30 emprendemos la carrera contra el sol, el que de frente nos ha desafiado y
por lo bajo suelta un ji, ji, ji. Nos esmeramos en correr contra el tiempo, una
idea más descabellada que tratar de alcanzar al sol.
Ignoramos
que el astro se encuentra en la cúspide de una liga profesional, pocos han
logrado igualarlo y no son de este mundo. Algunos tomaron su nombre como forma
de reclamar la herencia divina, pero al igual que los demás son polvo y
sombras. El mismo destino que aguarda al resto de los viajeros, dejar una marca
en esta liga es una labor más allá de los doce trabajos. La licenciatura no
alcanza, el doctorado o la nada misma, gloria o derrota catastrófica.
A los
extremos como buen argentino, los términos medios no funcionan, el genio y el
loco se abrazan en una recta que se curva quedando cabeza a cabeza. Parece que
esta vez ganaremos sin embargo, aunque la ilusión dura sólo cuarenta y cinco
minutos. Luego el astro empieza a jugar pese a que nos parece que viene siempre
atrás, a la larga uno de sus rayos cruza la meta terminando con este sueño de
intentar ganarle al más grande.
Desazón
total, frustración materialista en estado puro, pronto habrá que conseguir un
culpable. La ruta estaba en mal estado, había niebla, el árbitro se disfrazó de
control policial, tránsito y peaje. ¡Así gana cualquiera, viejo! Tenemos madera
de héroes, poetas e individuos que todo lo pueden, cómo no vamos a ganar en
algún momento.
Algún
momento es un eufemismo para las décadas pasadas, hacemos siempre lo mismo pero
nos quejamos porque el resultado es otra derrota. Canalizamos todo en ese
objetivo, ganar a cualquier precio es el único sueño que tenemos. Es la última
salida que nos queda ante tanta improvisación, el tema es que el marcador no
varía. Al final de ese silbatazo perdimos una vez más, el sol está en la final
del mundo, aunque nos queda el consuelo que sólo nos ganó el mejor. Un 5 a 0 en
contra disfrazado bajo ese rótulo, perdimos con el mejor.
¿Éramos
medida para él?
Creemos
que sí, de esta manera la próxima vez será distinto con poco o ningún esfuerzo.
A vender entradas para dentro de cuatro años.
DUL
Las
cañas se agitan interpretando la melodía del Viento, éste ha corrido el telón
de nubes dejando a la figura principal fuera de escena. Apolo se regodea en su
gloria, echándose a dormir entre cúmulos en tanto su amante Brisa le acaricia
su afiebrado rostro.
Lo
que ella ignora es que la Tormenta también anda en algo con el Sol, pese a que
el Viento no cesa en mandarle mensajes pidiéndole que se quede una noche más a
la larga habrá cedido a los encantos de Febo, permitiendo que vuelva entre
tramoyas y bambalinas. Los instrumentos de aire serán usados en contra del
Viento, aunque también ignora éste detalle, lo que se presenta como un arma
vuelta en tu contra y pese a que él está a sus anchas en medio de ese
espectáculo que supone un día gris.
Los
árboles se agitan al compás de la sinfonía, la lluvia termina donde quiere el
conductor de la sinfónica, la línea de cañas sigue con la música pero en
realidad les interesa más el agua que reciben. Saben bastante de esto de
hacerle escuchar a su anfitrión la música que éste desea, los oídos de los
creídos se endulzan con facilidad. Días
enteros el Viento tacha en el calendario, pero a la larga cae el telón rojo que
viene a ser el anuncio del último acto de este apropósito y al día siguiente el
mismo actor que portaba la batuta cae en el crescendo final, borracho de gloria
disipa las nubes que eran su principal repertorio.
La
resaca de la mañana lo lleva a sonar desafinado entre la vegetación limitándose
a jugar con el agua de los charcos, impulsando a las hojas que le ha robado al
viejo fresno, pese a las protestas de este sobre la afrenta recibida. Luego
Brisa lo manda a dormir, él obedece a regañadientes soltándole una serie de
improperios que lamentará el resto de los días hasta que su amor regrese a
consolarlo. Es que ella nunca está realmente conforme con el Sol, tiene que
volver en algún momento a compartir la etérea presencia que lo une al Viento
pero sin embargo su corazón ni siquiera está ahí.
En
secreto, en lo más profundo de su ser ama a otra fuerza que está siempre
presente y sujeta a los caprichos de los otros dos, aunque estoico resiste
esperando que las cosas se calmen. Incluso ella ha logrado que la imagen de la
Luna no sea tan nítida sobre ese espejo azul.
Fue
algo muy sutil lo del Mar, en una de las tantas interpretaciones del Viento
beso con su espuma el cansado rostro de Brisa que se había convertido en una
Ventisca, ella odiaba ese estado de descontrol dado que le gusta más correr
entre las cañas susurrando.
SET
Llegaron
temprano en la mañana, los actores de la historia estaba descansando como cada
cierto espacio de tiempo. El sol durmiendo en un cielo levemente nublado, el
viento se había retirado a refugiarse en el hueco de un viejo árbol. La brisa
le hacía compañía a una madre que se preocupaba por darle calor a sus pichones
recién nacidos. Los hombres descendieron de los camiones, machetes en mano
comenzaron con una tarea que los demás miembros de la escuadra copiaron. Primero
fueron las cañas del fondo, las cortaron al ras del piso dado que debajo
estaban las cañerías de la casa. Luego les tocó el turno a los álamos que
durante tanto tiempo habían extendidos sus brazos hacia los cielos, clamándole
al sol un poco de su luz y atajando las gotas de la lluvia como buenos
cancerberos. Finalmente quitaron todo resto de la vegetación floreciente,
sembrarían césped allí para construir un nuevo lugar de recreación, a los
intérpretes no les quedaba sino buscar nuevos integrantes de su banda musical.
Sin embargo en otras partes los humanos se limitaban a quitar las plantas para
poder vender la madera, ahí la lluvia desataba su tragedia arrastrándolo todo
con la ayuda del viento. El sol enojado quemaba la capa terrestre floreciendo
la sequía por doquier, los únicos brotes verdes eran símbolos de la destrucción
y circulaban en los lugares con rascacielos como una forma de demostrar el
estatus obtenido una vez que destruyeron todo rastro de vida.
En tanto la
brisa seguía acompañando a esas jóvenes aves que comenzaban a crecer, como una
señal desesperada del mundo para que alguien oyera su llamado. El mar obraba de
mensajero, avanzando y comiendo las casas sobre las costas pero las personas
seguían mirándolo todo desde una posición alta que sólo les aseguraba una caída
más dura. A los ilusos les parecía que ese ir y venir era más bien una señal de
que el viejo desquiciado nunca realmente llegaría a tocarlos, pero no contaban
con la fuerza ancestral que reunía la cual era aumentada por la manipulación
del viento.
Sobre las
ruinas del mundo el sol se erigió como un arquitecto, las aguas retrocedieron
permitiendo que la vida sacara una vez más su capa verde extendiéndola por las
llanuras recién inauguradas. Ahí en ese lugar invitó al viento y el sol, los
dos pactaron una tregua permanente pero vigilante de las acciones de los seres
humanos que comenzaron a repoblar la tierra tal vez con un poco de modestia.
Pero nunca se sabe realmente con las personas, así que la nueva sinfónica
estaba atenta por si acaso debían mandar mensajes de alerta en forma de
tormentas.