jueves

Delirio marino

Y sí mi buen Kraspo, uno no puede andar por ahí saltando entre las olas porque su fortuna ha cambiado. Aunque es entendible la necesidad acuciante que nos invade cuando el calendario anda cerca del final del mes.

Pero incluso con eso uno no se puede poner a cantar como si nada importara, dado que nunca sabemos quién puede estar mirando y volviéndonos una instantánea que nosotros ignoramos.

La única certeza de ser víctima de un ojo eléctrico es cruzarnos con un rostro conocido en la escalera, que no duda en soltar una risita a nuestro paso.

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