martes

Poseidón de pileta

Ínfulas, pero que los demás se den cuenta no importa demasiado mientras sigo rodeado de placeres terrenales y ese monedero nunca se encuentra vacío.

Un océano infinito de posibilidades, la heladera está al tope, las deudas cubiertas, un seguro médico completo, un corte de pelo nuevo para el perro, grandes extensiones de tierra y una casa acorde a ello.

Después de todo es lo más cerca de ser un dios que podemos estar o tal vez en esto de vanagloriarnos lo reemplazaremos por una divinidad en cuya corte estemos todos los que vemos al mundo a través de lo material.

Todo es una mercancía de intercambio incluidos los ejemplos (excusas disfrazadas) que les damos a nuestros vástagos para convertirlos en pequeños querubines que cuidarán las puertas de este barrio cerrado llamado Cielo al que pocos acceden, mientras la ruta se lleva a la mayoría que no son sino Bárbaros.

Y ahora un chapuzón en este enorme océano que resulta ser mi reino personal, él que no comparto con nadie. Ni siquiera con aquellos que viven en estos salones palaciegos.   

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