viernes

Sin voz

Testigo mudo de un tiempo olvidado
nada peor que ser memorioso 
pero no poder contárselo a nadie
por el solo hecho de que te vean
como a un extraño.
Vine de lejos ya lo sé
del sur en donde el océano
trae la borrasca gélida,
ahí en donde el sol sale
y se pone en el mar.
Pero seguro que algún ilustrado
dirá que eso no es cierto, 
recluyendo todo esto
entre paredes acolchadas.

Aún

Es que tu espíritu mora aquí todavía, puedo sentirlo en cada susurro del viento y en las correrías de tu pequeña. Dejaste un hueco imposible de llenar con otra cosa que no sean recuerdos cuya carga es tan pesada como la ausencia misma de ese al que hemos querido y simplemente se fue.

Sin embargo no es solo el viento, al soñar nos volvemos a ver como si esto no fuera más que simplemente un episodio onírico en el que al igual que tantas otras veces quisiera quedarme.

Pero la alarma me quita de allí, dejándome confundido en medio de esto que llamamos realidad.

jueves

Libros de arena

Antes de la confusión y de que estuviéramos todos separados hablándonos sin entendernos, pero hablando de lo mismo al fin, existía una biblioteca en el centro de la ciudad.

Su conocimiento llegaba hasta los comienzos de eso que ahora llamamos tiempo,
Él en persona depositaba cada día un ejemplar nuevo.

Y sin embargo al comprender que eso era demasiado para nosotros no sólo nos confundió, sino que la biblioteca despareció entre las arenas.
Pude tomar un libro de la estantería mientras huía del lugar que se colapsaba, pero al observar la ruina desde lejos este se volvió parte del desierto.

Así inicié el peregrinaje en busca del conocimiento que me quitara la ignorancia en la que vivimos.